
Varios visitantes contemplan 'El jardín de las delicias' de El Bosco en el Museo del Prado.
Las Pinturas extranjeras del Museo del Prado, son de de diversas épocas, que cuenta con la mayoría de los grandes maestros como: Rafael, Rubens, Tiziano, Tintoretto, El Bosco, Durero, Caravaggio, Veronés, Luca Giordano, Van Der Weyden, Van Dyck, Van Der Eyck, Lucas Cranach el Viejo, Boticcelli, Patinir, Pieter Brueghel el Viejo, Jan Brueghel el Viejo, Jan Brueghel el Joven, Teniers el Joven, Canaletto, Claudio de Lorena, Tiépolo, Bassano, Carducci, Mantegna, Ricci, Reni, Del Sarto, Los Bellini..
Espero que esta presentación sea del gusto de los amantes al arte que frecuentan esta sección.

Vista de la fachada y puerta principal del Museo del Prado, con la estatua de Velázquez.

Campus Museo Nacional del Prado
Obra pictórica extranjera del Museo del Prado

El Museo del Prado es una de las pinacotecas más importantes del mundo, y cuenta con una amplia colección de pintura española, italiana y flamenca. Está situado en Madrid, (España). Junto con otros dos centros, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía, forma en el Paseo del Prado el llamado Triángulo del Arte de Madrid, meca de numerosos turistas de todo el mundo.

Puerta de Goya. Museo del Prado
HISTORIA:
El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por Carlos III, dentro de sus afanes ilustrados, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico a ubicar en el proyecto de reurbanización del llamado Salón del Prado. A estos efectos, Carlos III va a contar con uno de sus arquitectos favoritos, Juan de Villanueva, autor, además de la sede del Museo, del cercano Jardín Botánico. El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786, manifestándose como la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque, para ser sinceros, dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartaría bastante del diseño inicial.

Sala central del Museo del Prado.
Pese a que la construcción se desarrollara durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de su práctica finalización a principios del siglo XIX, la llegada de las tropas francesas a España y la guerra de la Independencia iban a dejar dura huella en el edificio, destinado a fines militares (Cuartel de caballería), llegando a situarse casi en la ruina total. Sólo con el interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, de su 2ª esposa Isabel de Braganza, se iniciaría, a partir de 1818, su recuperación, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido, a su muerte, por su discípulo Antonio López Aguado.

Vista parcial del tramo central de la Galería del Museo del Prado con los retratos reales de Carlos V y Felipe II de Tiziano
El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primera denominación del museo), mostrando algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. Fallecida su gran impulsora meses antes, en reconocimiento de su labor se bautizaría con su nombre al salón ovalado (actual Sala 12, de Velázquez) que en aquel entonces tenía un balconaje desde el cual se podía observar la galería de escultura de la planta baja (luego convertida en salón de actos y actual Sala de las Musas, aún por inaugurar). En este comienzo el museo contaba con 3 salas y 311 cuadros, a los que en años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del polémico Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836) fusionado con el Prado en 1872. Tras el destronamiento de Isabel II en 1868, el Museo Real había pasado a ser nacional, medida ya irreversible al fusionarse con el de la Trinidad.

Tiziano - Carlos V a caballo en Mühlberg (1548), es el retrato iconográfico por excelencia. Representa al emperador como príncipe cristiano, vencedor del protestantismo y como símbolo de la hegemonía de los Austria sobre Europa (Museo del Prado). La sala de Tiziano es una de las más visitadas del Museo.

Roger van der Weyden - El descendimiento de la cruz, h. 1436. Óleo sobre tabla, 220 × 262 cm. Una de la grandes obras maestras que se exponen en el Museo del Prado.

Una sala del Prado dedicada a los pintores españoles del siglo XIX.
Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vive una situación de cierta precariedad. Las deficientes medidas de seguridad, con personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocan la alarma de algunos entendidos. Es célebre el artículo de Mariano de Cavia, que informaba de un (ficticio) incendio que había arrasado el Prado. Los madrileños se acercaron al lugar alarmados, y la falsa noticia ayudó a la adopción de algunas mejoras de urgencia.

Puerta de Murillo. Museo del Prado.
A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufre limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico dispara el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adapta a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtraje y control del aire se instala en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufre ocasionales goteras y no será renovado enteramente hasta los años 90.

Tintoretto - El Lavatorio. 1548-1549. Óleo sobre lienzo, 210 × 533 cm. Museo del Prado.
Ampliaciones y reformas:
Entre las reformas más importantes, por orden cronológico, cabe citar la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmonta la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y crea una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); en 1927, Fernando Arbós construyó dos pabellones en la parte posterior del edificio; hacia la mitad del siglo se llevó a cabo la reforma de Pedro de Muguruza, con una remodelación de la galería central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta; Chueca Goitia y Lorente realizaron a su vez ampliaciones en las salas (1956 y 1967). La incorporación del Casón del Buen Retiro, para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.

El Claustro de los Jerónimos, dentro del nuevo edificio de Moneo para el Museo del Prado
Actualmente, y siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, se ha culminado la ampliación del Museo. Esta ampliación no ha supuesto cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, centrándose en una ampliación hacia el claustro de Jerónimos (el Cubo de Moneo) de forma que el museo cuente con una superficie nueva para actividades complementarias. La ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial se anuncia para Noviembre de 2007, con una amplia selección de pintura española del siglo XIX, que ha permanecido almacenada unos diez años.

Nueva entrada, tras la ampliación del Claustro de la Iglesia de San Jerónimo.

La Pintura española, el Casón del Buen Retiro y la escultura, están en otros temas independientes.
Enlaces interesantes:
Museo del Prado (Página web oficial) http://museoprado.mcu.es/home.html
Centro virtual Cervantes: http://cvc.cervantes.es/actcult/museoprado/default.htm
Commons alberga contenido multimedia sobre Museo del Prado, http://commons.wikimedia.org/wiki/Museo_del_Prado

Comenzamos el viaje virtual de las impresionantes obras de los Maestros extranjeros del Museo Nacional de "El Prado"
RUBENS

Las tres Gracias. 1630-35. Óleo sobre tabla, 220,5 x 182 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

El juicio de Paris. Hacia 1638. Óleo sobre lienzo, 199 x 381 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens. Fue encargado por el Cardenal Infante para Felipe IV. En 1653 ya estaba en las salas del Palacio del Buen Retiro.

Diana y sus ninfas sorprendidas por sátiros. 1639 - 1640. Óleo sobre lienzo, 129,5 x 315,2 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

Diana y Calisto. Hacia 1635. Óleo sobre lienzo, 202,6 x 325,5 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

El jardín del amor o El jardín de las Gracias. 1633-34. Óleo sobre lienzo, 198 × 283 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

Banquete de Tereo. 1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 195,5 x 266 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens y taller.

Perseo liberando a Andrómeda. 1639 - 1641. Óleo sobre lienzo, 267 x 162 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens. Es uno de los últimos cuadros abordados por Pedro Pablo Rubens. A su muerte en 1640 fue finalizado por Jacob Jordaens.

Eolo. Principio del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 140 x 126 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens. Formaba parte de una Serie de los Cuatro Elementos a la que también pertenecía la obra P1717. Estuvo en la Sala Reservada del Museo hasta 1838. Se encuentra depositado en el Museo de Bellas Artes de Asturias (Oviedo).

Vulcano forjando los rayos de Júpiter. 1636 - 1637. Óleo sobre lienzo, 182,5 x 99,5 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

Saturno devorando a un hijo. 1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 182,5 x 87 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

Mercurio y Argos. 1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 180 x 298 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

Adán y Eva. 1628 - 1629. Óleo sobre lienzo, 237 × 184 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens.

Danza de aldeanos 1635. Óleo sobre tabla, 73 × 106 cm. Es un cuadro de Pedro Pablo Rubens conservado en el Museo del Prado. Rubens es considerado por los críticos como el pintor más representativo del arte barroco del siglo XVII en su versión de pintura flamenca. A su muerte dejó en su casa 319 obras, un verdadero museo de pinturas que el artista guardaba para sí. De todas ellas, 93 eran de artistas flamencos primitivos o romanistas, 10 de Tiziano, 26 de Tintoretto y Veronés, más algunas copias de Tiziano y de otros pintores.

El nacimiento de la Vía Láctea. 1636 - 1638. Óleo sobre lienzo, 181 x 244 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

El rapto de Proserpina. 1636 - 1637. Óleo sobre lienzo, 181 x 271,2 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens, y taller.

Filopómenes descubierto. Hacia 1609. Óleo sobre lienzo, 201 x 313,5 cm. Obra de Pedro Pablo Rubens y Frans Snyders.

Paisaje con Psique y Júpiter. 1610; Hacia 1630. Óleo sobre lienzo, 95 x 129 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens y Paul Bril. Al morir Rubens, la obra fue comprada a sus herederos para Felipe IV.

La visión de San Huberto, 1617 - 1620. Óleo sobre tabla, 63 x 100,5 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo.

La muerte de Séneca. 1612 - 1615. Óleo sobre lienzo, 181 x 119,8 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens y taller.

El cardenal-infante Fernando de Austria, en la batalla de Nördlingen. 1634 - 1635. Óleo sobre lienzo, 337,5 x 261 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens.

Felipe II a caballo. 1629 - 1640. Óleo sobre lienzo, 251 x 237 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens.

Retrato ecuestre del duque de Lerma. Obra de Pedro Pablo Rubens. 1603. Óleo sobre lienzo, 290,5 cm x 207,5 cm. Museo del Prado.

La infanta Isabel Clara Eugenia. Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. Hacia 1615. Óleo sobre lienzo, 113 cm x 175,8 cm. Museo del Prado.

El archiduque Alberto de Austria. Obra de Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. Hacia 1615. Óleo sobre lienzo, 113,5 x 177,5 cm. Museo del Prado.

El juicio de Salomón. 1611 - 1614. Óleo sobre lienzo, 184 x 218,5 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Pablo Rubens y taller.

Inmaculada Concepción, 1628, óleo sobre lienzo, 198 x 124 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

Descanso en la Huida a Egipto con santos, óleo sobre tabla, 87 x 125 cm, h. 1635-1636. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

La Sagrada Familia con Santa Ana. Hacia 1630. Óleo sobre lienzo, 116 x 91 cm. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

La cena en Emaús, óleo sobre lienzo, 143 x 156 cm, 1638. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

La lucha de san Jorge con el dragón, óleo sobre lienzo, 304 x 256 cm, 1606-1610. Museo del Prado. Obra de Peter Paul Rubens.

La Adoración de los Reyes Magos. Obra de Peter Paul Rubens. La pintura, la mayor de Rubens que posee el Museo del Prado y una de las de mayores dimensiones de toda la colección del Museo, se caracteriza por su colorido —en el que destacan los amarillos, rojos y violetas—, movimiento y fastuosidad. A pesar de ser una de las más aparatosas y desbordadas de su autor, está nítidamente organizada, con un eje diagonal que parte simbólicamente del Niño Jesús y llega hasta el ángulo opuesto, en el extremo superior derecho. También con un claro simbolismo el pintor sitúa en la figura del Niño el foco de luz que ilumina toda la escena. En la franja añadida a la derecha Rubens incluyó su autorretrato. Se representó montado a caballo, con espada y cadena de oro, reflejando con ello la condición nobiliaria que le había concedido en 1624 Felipe IV. Fue además la única vez que incluyó un autorretrato suyo inequívoco en una pintura narrativa.
La serie de Los Sentidos
La serie de 'Los Sentidos' que conserva el Museo del Prado es uno de los mayores logros estéticos de la colaboración artística entre Pedro Pablo Rubens, que realizó las figuras alegóricas de cada uno de los sentidos, y Jan Brueghel el Viejo, que representó los exuberantes escenarios cortesanos. Artes plásticas, música, caza, naturaleza y armas, aparecen exhibidos en escenas que transmiten la riqueza y sofisticación de la corte de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia, retratados en la escena de La Vista, y cuyos palacios se aprecian en la lejanía. En El Olfato (P01396), vemos referencias al coleccionismo de flores y plantas, que era parte de la cultura cortesana de la época, y también a otros objetos perfumados muy del gusto de la nobleza, como los guantes de ámbar. En El Tacto (P01398) las armaduras reflejan el interés por el coleccionismo de armaduras en los inicios del siglo XVII, mientras que en La Vista (P01394) el protagonismo es para el coleccionismo de pintura y otros objetos. El edificio que se ve al fondo de este cuadro es el Castillo de Coudenberg, sede principal de la corte de los Archiduques. La opulencia del bodegón que se ve en el primer plano de El Gusto (P01397), y la frondosidad del paisaje exterior, aluden a la abundancia de los Países Bajos. La serie pasó por las manos de varios nobles y aficionados al arte de la pintura antes de ser entregada a Felipe IV. En 1636 colgaba ya de las paredes del Alcázar de Madrid.

La Vista - Autores: Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. 1617. Óleo sobre tabla, 64,7 x 109,5 cm. Museo Nacional del Prado

El Oído - Autores: Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. 1617-18. Materia: Acero. Óleo sobre tabla, 64 x 109,5 cm. Museo Nacional del Prado

El Olfato - Autores: Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. 1617. Óleo sobre tabla, 65 x 111 cm. Museo Nacional del Prado

El Tacto - Autores: Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. 1617. Óleo sobre tabla, 64 x 111 cm. Museo Nacional del Prado

El Gusto - Autores: Pedro Pablo Rubens y Jan Brueghel el Viejo. 1617. Óleo sobre tabla, 64 x 109 cm. Museo Nacional del Prado
Ver todas las obras de Rubens de la colección del Museo del Prado
TIZIANO

Tiziano - Autorretrato, h. 1562, óleo sobre lienzo, 86 x 65 cm. Museo Nacional del Prado. Autorretrato del artista portando la cadena de Caballero de la Espuela de Oro, honor que le había sido concedido por el emperador Carlos V (1500-1558) junto al nombramiento de conde Palatino, y sujetando un pincel con su mano derecha, en alusión a la condición de pintor que le había llevado a merecer tales reconocimientos.

Carlos V a caballo en Mühlberg (1548), es el retrato iconográfico por excelencia. Representa al emperador como príncipe cristiano, vencedor del protestantismo y como símbolo de la hegemonía de los Austria sobre Europa (Museo del Prado). La armadura del Emperador se conserva en la Armería Real del Palacio Real de Madrid. Es el retrato ecuestre del emperador Carlos V (1500-1558) conmemorativo de la victoria en Mühlberg de las tropas imperiales sobre las protestantes. La aparente sencillez de la composición esconde una compleja simbología que muestra al Monarca en su doble condición de caballero cristiano y heredero de la tradición imperial romana. Ejemplo de ello es la lanza que sostiene el Emperador con su mano derecha y que siendo el símbolo del poder de los césares, también hace referencia al arma de San Jorge y a la lanza que portaba Longinos durante la Pasión de Cristo (soldado romano que clavó su lanza en el costado de Cristo y que a continuación se convirtió al cristianismo).

Felipe II ofreciendo al cielo al infante don Fernando, 1573-1575, óleo sobre lienzo, 335 x 274 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

La Gloria, 1551-1554, óleo sobre lienzo, 346 x 240 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

La Religión socorrida por España, h. 1572-1575, óleo sobre lienzo, 168 x 168 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

La Adoración de los Reyes, siglo XVI, óleo sobre lienzo, 141 x 219 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

El Entierro de Cristo, h. 1559, óleo sobre lienzo, 137 x 175 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Santa Margarita, h. 1555, óleo sobre lienzo, 209 x 183 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Oración en el huerto, 1562, óleo sobre lienzo, 76 × 136 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Salomé con la cabeza del Bautista. Óleo sobre lienzo, 87 x 80 cm, Museo del Prado (Madrid). Obra de Tiziano.

Entierro de Cristo. Óleo sobre lienzo, 137 x 175 cm, Museo del Prado (Madrid). Obra de Tiziano.

El caballero del reloj, hacia 1550, óleo sobre lienzo, 122 x 101 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Emperatriz Isabel de Portugal. Obra de Tiziano. Óleo sobre lienzo, 117 x 93 cm, Museo del Prado (Madrid). Retrato póstumo de la emperatriz Isabel (1503-1539), esposa de Carlos V (1500-1558), pintado por Tiziano en Augsburgo. La obra fue encargada por el Emperador al morir Isabel, a partir de un primer retrato de un pintor desconocido que fue destruido en el incendio del Palacio de El Pardo de 1604.

Carlos V con un perro. Obra de Tiziano. Óleo sobre lienzo, 194 × 113 cm, Museo del Prado. Primer retrato de cuerpo entero realizado por Tiziano, que representa al emperador Carlos V (1500-1558) junto a un perro, quizás el llamado Sampere. La obra fue pintada durante el segundo encuentro del Emperador y Tiziano, que tuvo lugar en Bolonia entre el 13 de diciembre de 1532 y el 28 de febrero de 1533. Se trata de una variante del cuadro original realizado por el alemán Jacob Seisseneger, conservado en el Kunsthistorisches Museum de Viena, al que Tiziano consigue superar otorgando un nuevo porte aristocrático al Emperador mediante la estilización de su figura.
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Felipe II, 1551, óleo sobre lienzo, 193 x 111 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Alocución del marqués del Vasto a sus soldados, h. 1540-1541, óleo sobre lienzo, 223 x 165 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Dánae recibiendo la lluvia de oro (1553), una de sus mejores pinturas mitológicas (o "poesías" como el pintor las llamaba) encargada por Felipe II. Aunque Miguel Ángel le adjudicaba deficiencias desde el punto de vista del dibujo, el estudio de Tiziano reprodujo esta misma escena para diferentes encargos (Museo del Prado).

Ofrenda a Venus, 1518-19, óleo sobre lienzo, 172 x 175 cm, Museo del Prado (Madrid). Obra de Tiziano.

Venus y Adonis, 1554, óleo sobre lienzo, 186 x 207 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Venus recreándose con el amor y la música, h. 1555 , óleo sobre lienzo, 148 x 217 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.

Sísifo, h. 1548-1549, óleo sobre lienzo, 237 x 216 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano. Las llamadas Furias eran cuatro: Ticio (P427), Sísifo (P426), Ixión y Tántalo, un conjunto encargado a Tiziano por María de Hungría, hermana de Carlos V, para la Gran Sala del Palacio de Binche.

Adán y Eva, h. 1550, óleo sobre lienzo, 240 x 186 cm. Museo del Prado. Obra de Tiziano.
EL BOSCO
El jardín de las delicias

Tríptico de El Jardín de las delicias o La Pintura del Madroño. El jardín de las delicias es una de las obras más conocidas del pintor holandés Hieronymus Bosch (El Bosco). Se trata de un tríptico pintado al óleo sobre tabla de 220 x 195 cm la tabla central y 220 x 97 cada una de las dos tablas laterales (pintadas en sus dos lados) que se pueden cerrar sobre aquella. Es una de las obras maestras del Museo del Prado, Madrid.
Obra de contenido simbólico, sobre el que se han ofrecido variadas interpretaciones, como El carro de heno o la Mesa de los pecados capitales, obras todas ellas adquiridas por el rey Felipe II de España, gran admirador del pintor, y guardadas durante algún tiempo en el Monasterio de El Escorial, obedece a una intención moralizante y satírica que iba a hacer fortuna ya en su época como demuestra la temprana aparición de copistas e imitadores.
Considerada como una de las obras más fascinantes, misteriosas y atrayentes de la historia del arte, el cuadro forma parte de los fondos de exposición permanente del Museo del Prado de Madrid, donde ingresó como deposito del Patrimonio Nacional en 1939.

Panel central de El Jardín de las delicias.

Panel izquierdo.: El jardín del Edén

Panel derecho: El infierno. El postigo de la derecha representa el Infierno. Mide 220 cm de alto por 97,5 de ancho.
El tríptico de El jardín de las delicias es una obra de carácter moralizador -no exenta de pesimismo- en la que El Bosco insiste en lo efímero de los placeres pecaminosos representados en la tabla central. El pecado es el único punto de unión entre las tres tablas. Desde su aparición en el Paraíso con la serpiente y con Eva -que asume la culpa principal de la expulsión del Paraíso, propia de la misoginia medieval-, el pecado está presente en el mundo -pese a que se muestre como un Paraíso terreno engañoso a los sentidos- y tiene su castigo en el Infierno.

El jardín de las delicias. El tríptico cerrado: La Creación del mundo, óleo sobre tabla, 220 x 195 cm. Obra de El Bosco, hacia 1500-1505. Museo del Prado.
Más info del tríptico abierto de El jardín de las delicias

El carro de heno es una de las pinturas más famosas de la producción total del pintor holandés El Bosco. Está realizado en óleo sobre tabla. La tabla central mide 135 x 100 cm, y las tablas laterales 135 x 45 cm cada una.
Su fecha es discutida. La datación tradicional lo sitúa entre 1500 y 1502. Actualmente se habla de 1516 aproximadamente o después, gracias al análisis dendrocronológico, por lo que no cabe duda de que se trata de una obra del último periodo del artista, lo que motivaría también la intervención del taller del pintor. El rey Felipe II lo compró en 1570 a los herederos de Felipe de Guevara y fue trasladado, en el año 1574 al Monasterio de El Escorial. Se hizo una copia que quedó en dicho monasterio, trasladándose el original a la Casa de Campo primero y a la colección del Marqués de Salamanca después. Hubo una época en que estuvo desmembrado, recomponiéndose en el Museo del Prado. Con el comienzo de la Guerra civil española fue trasladado al Museo del Prado, para que su conservación fuera mejor, y es donde sigue estando en la actualidad.

El Carro de Heno. panel central. La obra es un tríptico, por lo tanto está formado por tres tablas. En esta obra las figuras alargadas con perfiles sinuosos son aún de matriz gótico internacional.

Tríptico de la adoración de los Magos (abierto) San Pedro con donante, Adoración de los Magos, Santa Inés con donante. Óleo sobre tabla, 138 × 72 cm. Museo del Prado, Madrid. Existe un paisaje luminoso que sirve de fondo común a los tres compartimentos del tríptico: predominan los tonos dorados y azules en la representación de bosquecillos, suaves ondulaciones del terreno, algún río y una ciudad. En este tipo de representación de ciudades, el Bosco tiende a un cierto exotismo, representando estructuras cilíndricas y cúpulas de cebolla que pueden recordar a la Cúpula de la Roca de Jerusalén, el mausoleo de Halicarnaso o el minarete de la mezquita de Ibn Tulun en El Cairo.

Tríptico de la Adoración de los Reyes (cerrado). El tríptico cerrado mide 138 cm. de alto y 72 cm. de ancho.

Mesa de los pecados capitales. El Bosco. 1485. Óleo sobre tabla, 120 × 150 cm. Museo del Prado. Está pensado para usarse como encimera o tablero de mesa. Como todas las obras de El Bosco, al no estar fechado por su autor es datado en fechas diversas. Esta tabla fue adquirida por el monarca Felipe II de España, quien la guardó en el monasterio de El Escorial. Se llevó al Museo del Prado durante la guerra civil española. Los siete pecados capitales se representan con originalidad, con un realismo impecable.
En el centro del cuadro se ve una imagen tradicional de Cristo como varón de dolores, saliendo de su tumba. Se dice que representa el ojo de Dios, y la imagen de Cristo es su pupila. Bajo esta imagen hay una inscripción en latín: CAVE CAVE D[omin]US VIDET ("Cuidado, cuidado, Dios lo ve"). Es una referencia clara a la idea de que Dios lo ve todo. Alrededor, hay un círculo más grande dividido en siete partes, mostrando cada una de ellas uno de los siete pecados capitales, que pueden ser identificados por sus inscripciones en latín: Ira, Soberbia, Lujuria, Pereza, Gula, Avaricia y Envidia. Se colocan en forma circular, lo cual es bastante raro en la pintura medieval; ello se explica porque la obra no se pensó para colgarla en la pared sino como un tablero de mesa, por lo cual para ver sus representaciones hay que andar en torno a él. Solían pintarse escenas con una configuración similar en las obras de miniaturas o de orfebrería. El pintor ha representado los distintos pecados capitales en escenas de la vida cotidiana del Flandes de su época, tanto con paisajes de interior como de exterior, urbanos y rústicos, detallando paisajes, objetos, vestimentas, etc.

Extracción de la piedra de la locura, circa 1494 o más tarde. Óleo sobre tabla, 48 cm × 35 cm. Madrid, Museo del Prado. La Extracción de la piedra de la locura es una de las obras pictóricas pertenecientes a la primera etapa del pintor holandés El Bosco, realizada entre el 1475 y 1480, e incluida en un conjunto de grabados satíricos y burlescos que por entonces se realizaban en los Países Bajos. El Bosco muestra la locura y la credulidad humanas. Lo que se representa en La extracción de la piedra de la locura es una especie de operación quirúrgica que se realizaba durante la Edad Media, y que según los testimonios escritos sobre ella consistía en la extirpación de una piedra que causaba la necedad del hombre. Se creía que los locos eran aquellos que tienen una piedra en la cabeza.
En la obra aparece un falso doctor que en vez de un birrete lleva un embudo en la cabeza (símbolo de la estupidez), extrae la piedra de la cabeza de un individuo mayor y grueso que mira hacia nosotros, aunque en realidad lo que está extrayendo es una flor, un tulipán. Su bolsa de dinero es atravesada por un puñal, símbolo de su estafa. Es usado como expresa crítica contra los que creen estar en posesión del saber pero que, al final, son más ignorantes que aquellos a los que pretende sanar de su «locura». Un fraile y una monja están presentes también en la escena; la religiosa lleva un libro cerrado en la cabeza, esto puede ser una especie de alegoría a la superstición y a la ignorancia de las que se acusaba fuertemente al clero; esta figura femenina puede ser entendida igualmente como una bruja con el libro de los conjuros sobre la cabeza;1 el fraile sostiene un cántaro de vino. El tema del cuadro unido al formato circular en que se realiza podría remitir en cierto modo a un espejo, y así parece arrojar al mundo la imagen de su propia estupidez al desear superarla de este modo tan erróneo. La leyenda que aparece escrita en el cuadro dice Meester snyt die Keye ras, myne name is lubbert das, que significa Maestro, extráigame la piedra, mi nombre es Lubber Das. Lubber Das era un personaje satírico de la literatura holandesa que representaba la estupidez. Viene a decir «mi nombre es tonto»
La representación del fraile como borracho y la monja como ignorante podría apuntar al anticlericalismo del Bosco, influido por las corrientes religiosas prerreformistas en Flandes, como la devotio moderna, que defendían la comunión directa con Dios sin la intervención de la Iglesia oficial, a la vista del mal ejemplo de los eclesiásticos.

Las Tentaciones de san Antonio es un cuadro del pintor flamenco El Bosco, ejecutado al óleo sobre tabla y que mide 70 centímetros de alto por 51 cm. de ancho. Se encuentra en el Museo del Prado de Madrid. Esta tabla no debe confundirse con el tríptico realizado por El Bosco sobre el mismo tema, actualmente en el Museo Nacional de Arte Antigua de Lisboa. Este cuadro de Madrid es más sereno frente a la agitación que reina en el tríptico lisboeta.
Es uno de los cuadros de los últimos años de El Bosco, si bien como el resto de sus obras resulta no tener una datación unánime. Friedländer habló de 1490; otros señalaron el año 1510, actualmente se opta por el periodo 1500-1525. No es seguro que sea una obra autógrafa del Bosco, pudiendo ser de un imitador o de su taller. Estuvo en el Monasterio del Escorial antes de pasar a formar parte de las colecciones del Museo del Prado.
En esta tabla el santo no queda distraído de sus meditaciones por los demonios que lo rodean, con las tentaciones simbolizadas de muchas maneras: el cuchillo mellado, escalas, el jarro del diablo, piezas de armadura, pequeños demonios-grillos. A su lado, aparece uno de sus atributos: un cerdito. El santo está acurrucado, debajo de un árbol hueco al que le ha puesto un precario techo de paja. Delante, un arroyo del que surgen también figuras demoníacas. Se enmarca en un paisaje de tonos amarillentos y verdosos, con suaves azules hacia el horizonte.
Es uno de los temas favoritos del Bosco: Antonio Abad aparece como el primer ermitaño que tuvo que resistir durísimos ataques del demonio, según describía la Vita S. Antonii de Atanasio y la Leyenda Áurea de Jacobo de la Vorágine. En cuanto a las fuentes iconográficas de las que se pudo servir el Bosco, Combe apunta, por un lado, a las formas de contemplación que hay en los escritos místicos de Ruysbroeck, como el Espejo de la eterna salud y, por otro, a las litografías del Exercitium super Pater noster, en las que se pueden ver escenas de meditación al aire libre.

La Adoración de los Magos (tríptico abierto). El Bosco, 1485-1500. Óleo sobre tabla, 138 × 72 cm. Museo del Prado. Es considerada como una de las obras más bellas y refinadas del pintor junto con El Jardín de Las Delicias. En este cuadro, el Bosco asocia lo divino a lo fantástico de una manera más serena que en obras anteriores. Aunque el título no lo sugiere, se trata de un tríptico con un gran contenido simbólico, donde las intrusiones extrañas, frecuentes en las obras del pintor, se deslizan en esta apacible escena...
RAFAEL

La Sagrada Familia de la perla. Rafael Sanzio. 1519 - 1520. Óleo sobre tabla, 147,4 x 116 cm. Museo del Prado. Pintada para Ludovico Canossa, perteneció sucesivamente a los duques de Mantua, Carlos I de Inglaterra y Luis de Haro, quien la entregó a Felipe IV.
Llamada La Perla por Felipe IV por considerarla la pintura más preciada de su colección, su autoría está sujeta a discusión, atribuyéndose el diseño de la composición a Rafael, que habría delegado en Giulio Romano parte de su realización.
Como otras obras tardías de Rafael, destaca la importancia del paisaje, y el interés por los contrastes lumínicos, consecuencia de su reencuentro con Leonardo en Roma entre 1513 y 1516. La impronta leonardesca es también evidente en la disposición piramidal de las figuras.

La Virgen de la rosa o Sagrada Familia con San Juanito. Rafael Sanzio. Hacia 1516. Óleo sobre lienzo, 103 x 84 cm. Museo del Prado. Se desconoce cuándo llegó a España esta pintura, que el Padre de los Santos cita en 1667 en el capítulo del Prior de el Monasterio de El Escorial.
La Virgen María sostiene al Niño Jesús en sus brazos, que recibe de San Juan un rótulo con el Agnus Dei bajo la mirada de San José. La inscripción, que traducida del latín significa Cordero de Dios, hace referencia a la Pasión de Cristo, quien se entrega en sacrificio, como se hacía en el judaísmo con los corderos, para salvar a los hombres del pecado.
La composición de la escena deriva de la perdida Virgen de los husos de Leonardo da Vinci, evidenciando que la influencia de este artista permanecerá en la producción de Rafael hasta sus últimas obras. Este cuadro es conocido con el sobrenombre de Sagrada Familia de la rosa, en referencia a la flor que aparece sobre la mesa, aunque hoy en día se sabe que se trata de un añadido posterior.

Virgen del pez o Sagrada Familia con Rafael, Tobías y San Jerónimo. Rafael Sanzio. 1513 - 1514. Óleo sobre tabla, 215 x 158 cm. Museo del Prado. Esta pintura fue adquirida por el virrey de Nápoles para Felipe IV (1605-1665), y tras un breve paso por la capilla del Alcázar ingresó en 1645 en el Monasterio de El Escorial, de donde pasó a las colecciones del Museo del Prado.
La Virgen María sostiene al Niño Jesús en su regazo sentada sobre un trono con San Jerónimo a la derecha vestido de cardenal, leyendo la Vulgata (la Biblia que él mismo tradujo al latín) y acompañado de su símbolo el león, y a la izquierda, el Arcángel Rafael con Tobías, quien sostiene el pez con el que sanará la ceguera de su padre. Esta obra es conocida como La Virgen del pez, y fue encargada por Geronimo del Doce para la capilla de Santa Rosalía del Monasterio de San Domenico en Nápoles.
El uso del color y la maestría de la composición, que tras su aparente sencillez esconde complejas formas triangulares, rectangulares y diagonales, remiten a la Estancia de Heliodoro que Rafael pintó en el Vaticano. Se conservan dibujos preparatorios para esta obra en la Galleria de los Uffizi en Florencia y en la National Gallery of Scotland en Edimburgo.

Sagrada Familia del Cordero. Rafael Sanzio, Hacia 1507. Óleo sobre tabla, 28 × 21 cm. Museo del Prado.
Las pinturas de Rafael presentando a la Sagrada Familia, bien acompañada de otros personajes a modo de Sacra conversazione, o bien sola en medio de un paisaje, son numerosas. Este es uno de los ejemplos más tempranos que se conocen de manos del artista; pintada durante su periodo de formación en Florencia, es una de las obras clave de Rafael de esa época. La obra recoge influencias diversas. Se perciben ecos del maestro Perugino en el gusto por los detalles y la simetría de la composición; pero también de Leonardo da Vinci en el delicado sfumato que envuelve a los personajes.
Rafael presenta a María, José y Jesús niño jugando con un cordero en medio de un paisaje de idealizada belleza, con colinas arboladas, un lago, caminos serpenteantes y edificios; el cielo, claro y sin nubes, aparece surcado por una bandada de pájaros. Es una escena agradable y bucólica, aunque no falta la alusión al sacrificio redentor de Cristo en la figura del cordero, símbolo que también aparece en pinturas como Santa Ana, la Virgen y el Niño de Leonardo...

Sagrada Familia del roble (Madonna della Quercia o Sacra Famiglia sotto la quercia). Rafael Sanzio y Giulio Romano, 1518-1520, óleo sobre tabla, 144 × 110 cm. Museo del Prado. Esta obra fue regalada por Niccolò Ludovissi a Felipe IV (1605-1665) en 1640, se cita en el Monasterio de El Escorial en 1667.
San José, apoyado sobre una ruina clásica, mira cómo la Virgen María sostiene al Niño Jesús, mientras Éste recibe de San Juan un rollo con el Ecce Agnus Dei. La inscripción, que traducida del latín significa Éste es el cordero de Dios, hace referencia a la Pasión de Cristo, quien se entrega en sacrificio, como se hacía en el judaísmo con los corderos, para salvar a los hombres del pecado.
El roble que aparece tras el grupo principal da nombre a la obra, y separa a las figuras del paisaje del fondo y de las ruinas de las Termas de Caracalla de la izquierda. La composición de esta obra fue diseñada por Rafael, quien probablemente también realizó un primer boceto, pero sería retocada y ultimada por Giulio Romano. Podemos observar su proximidad con la composición de la pintura conocida como La Perla (P-301), también de Rafael, por la importancia que se le da al paisaje y por el interés por los contrastes lumínicos, aunque difieren en el modo en el que se agrupan las figuras, que aquí lo hacen diagonal y no piramidalmente.

El Pasmo de Sicilia. Rafael Sanzio. 1515 o 1517. Óleo sobre madera (pasado a lienzo), 318 × 229 cm. Museo del Prado. El Pasmo de Sicilia, también conocido como Caída en el camino del Calvario, La subida al Calvario o El monte Gólgota, es un cuadro del artista del Renacimiento Rafael Sanzio, conservado en el Museo del Prado de Madrid, procedente de la antigua colección de los reyes de España.
Lo curioso de su nombre en castellano deriva del lugar al que iba destinado, el convento de Santa Maria dello Spasimo (Nuestra Señora de las Angustias) de Palermo, Sicilia. El cuadro figura con este nombre en las fuentes antiguas desde su llegada a España. También se le conoce, en italiano, como Lo Spasimo.

El Cardenal. Rafael Sanzio. Óleo sobre tabla, 79 x 61 cm. Museo del Prado. Esta obra fue adquirida por Carlos IV (1748-1819) en Roma siendo aún príncipe. Retrato de un cardenal que se ha identificado con los cardenales Alidosi, Bibbiena, Cybo o Trivulzio. Esta obra fue pintada en Roma, momento en el que Rafael culminó su capacidad para pintar las personas más reales de lo que son, que le reconocían sus contemporáneos.
La composición deriva de la Gioconda de Leonardo da Vinci, pues en ambos casos el modelo aparece sentado, formando un triángulo con su cuerpo y su brazo. Resultan especialmente sorprendentes los contrastes cromáticos entre el brillante rojo del capelo, la manga blanca y el rostro del cardenal, gracias al uso de las luces. Esta característica y la minuciosidad de la pincelada otorgan un carácter tridimensional al retratado, que deja vislumbrar el interés por la escultura que Rafael tenía en esos años.
TINTORETTO (Jacopo Robusti)

El Lavatorio. Obra maestra de Tintoretto. 1548-1549. Óleo sobre lienzo, 210 × 533 cm. Museo del Prado. (La imagen no refleja ni de lejos la grandiosidad y los detalles del cuadro).
Escena del Nuevo Testamento (Juan 13, 1-20) que muestra el momento justo anterior a la Última Cena, en el que Jesús se dispone a lavar los pies de San Pedro, como ejemplo de humildad y servicio al prójimo. El desplazamiento a un lateral de los actores principales, Cristo y San Pedro, responde a su emplazamiento original en el muro derecho del presbiterio de San Marcuola, de tal modo que la acción de Cristo lavando los pies a San Pedro era la parte de lienzo más próxima a la feligresía. Contemplado desde la derecha el cuadro cobra una coherencia extraordinaria, desaparecen los espacios muertos entre los personajes, y la composición se ordena a lo largo de una diagonal que, partiendo de Cristo y San Pedro, prosigue por la mesa y los Apóstoles en torno a ella para finalizar en el arco al fondo del canal, verdadero punto de fuga de la obra, extraído del grabado “La Scena Tragica” del Secondo libro di prospettiva de Sebastiano Serlio (París, 1545). A la derecha se vislumbra la celebración de la Última Cena en otra estancia. La inclusión de este episodio se justifica por tratarse de dos momentos sucesivos del relato evangélico, pero también como alusión al cuadro que colgaba enfrente en el presbiterio de San Marcuola, una Última Cena también de Tintoretto.
Adquirido por Carlos I de Inglaterra, a su muerte fue comprado por don Luis de Haro, quien la regaló a Felipe IV, que lo destinó a la sacristía de El Escorial, donde permaneció hasta su ingreso en el Museo Nacional del Prado en 1939.

Susana y los viejos («Serie de las historias bíblicas»), h. 1555, óleo sobre lienzo, 58 x 116 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto.

Esther ante Asuero («Serie de las historias bíblicas»), h. 1555, óleo sobre lienzo, 59 x 203 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto.

Judith y Holofernes («Serie de las historias bíblicas»), h. 1555, óleo sobre lienzo, 58 x 119 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto.

Judith y Holofernes, h. 1577, óleo sobre lienzo, 188 x 251 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto.

Purificación del botín de las vírgenes madianitas («Serie de las historias bíblicas»), óleo sobre lienzo, 295 x 181 cm, h. 1555. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto, y taller.

El rapto de Helena, 1578-79. Óleo sobre lienzo, 186 x 307 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto.

El caballero de la cadena de oro, h. 1555, óleo sobre lienzo, 103 x 76 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Tintoretto.
DURERO

Autorretrato a los 26 años. Alberto Durero. Museo del Prado. Durero se retrata como un gentiluomo, vestido con tonos claros y con sus mejores galas. Lleva jubón abierto blanco y negro y gorra con borla de listas en los mismos colores, camisa con una cenefa bordada en oro, y cordón de seda con cabos azules y blancos sujetando una capa parda colocada sobre el hombro derecho. El pintor cubre las manos con las que trabaja con guantes grises de cabritilla, propios de un alto estatus social, con la intención de elevarse de artesano a artista y situar la pintura entre las artes liberales, como en Italia. Aparece en el interior de una estancia comunicada con el exterior por la ventana abierta en la pared del fondo. Durero incorpora la monumentalidad italiana en las verticales y horizontales con que ordena el marco de la ventana, presentes también en la pose que repite la forma en L de aquél en el busto, apoyado firmemente en el brazo que descansa en el antepecho. Y tampoco olvida algo que es propio de sus retratos, realizados con una precisión minuciosa: el dominio psicológico, patente en el contraste entre el carácter sensual de sus facciones y su mirada fría y penetrante. La satisfacción de su propia capacidad artística se comprueba en la inscripción del alfeizar de la ventana, escrita en alemán: 1498, lo pinté según mi figura. Tenía yo veintiséis años Albrecht Dürer. En 1636 el Ayuntamiento de Nüremberg regaló esta tabla y un retrato del padre de Durero a Carlos I de Inglaterra, en cuya almoneda la compró David Murray, quien la vendió al embajador español Alonso de Cárdenas para don Luis de Haro, que en 1654 se la regaló a Felipe IV. Figura en el inventario del Alcázar de Madrid en 1686. Ingresó en el Real Museo en 1827 (Texto extractado de Silva Maroto, P. en: El retrato del Renacimiento, 2008, p. 280).

Adan y Eva. Museo del Prado. Madrid. Obra de Alberto Durero. La solidez de los dos cuerpos, el ligero goticismo curvilíneo de Eva -prototipo de Venus germánica- y el gesto de fascinación de Adán, cuya boca entreabierta describe la emoción del deseo, son aspectos destacados en estos dos desnudos grandiosos, los primeros que ofrece en tamaño natural la pintura nórdica. Durero matiza la diferenciación de los cuerpos, empleando un tono bronceado para el del hombre y otro blanco rosado para la mujer, y los concibe aislados, en lugar de aludir a la caída de Adán y al Pecado Original, sutilmente simbolizados en las actitudes de los personajes y los motivos que les acompañan.
Durero plasma sus estudios y conclusiones en un tratado sobre las proporciones del cuerpo humano y la perspectiva, escrito de gran vigencia posterior entre los artistas del Norte.
Ambas tablas fueron un regalo de la reina Cristina de Suecia a Felipe IV.

Adán, 1507, óleo sobre tabla, 209 x 81 cm, firmado en el ángulo inferior de la derecha con el monograma «A.D.»

Eva, 1507, óleo sobre tabla, 209 x 80 cm, firmado y fechado. En una rama pende una cartela de madera, donde figura un papel con el letrero: «ALBERT DÜRER ALMANUS / FACIEBAT POST VIRGINIS / PARTUM 1507 A.D.»

Alberto Durero - Retrato de hombre. 1521. Óleo sobre tabla, 50 x 36 cm. Museo del Prado. Tocado con un gran sombrero, el personaje, aún sin identificar, viste ropa con amplio cuello de piel y porta un rollo de papel en la mano izquierda. Se trata probablemente de un burgués o un elevado cargo imperial, del que Durero supo captar perfectamente la relevancia y alta posición social. En un perfecto estudio psicológico, el pintor resaltó las facciones del rostro, acentuando el rictus severo de los labios y la concentración de la mirada, logrando captar su carácter autoritario y desconfiado. El estudio de la luz, la forma de hacer sobresalir el busto sobre el fondo neutro, y lo reducido del espacio, multiplican la sensación de energía contenida, definiendo uno de los retratos más intensos realizados por el artista.
VAN DER WEYDEN

El descendimiento de la cruz. Roger van der Weyden, h. 1436. Óleo sobre tabla, 220 × 262 cm. Museo del Prado. Es considerada la obra maestra del pintor flamenco Roger van der Weyden. Es conocido, generalmente, como El Descendimiento. Una de las 10 mejores obras maestras que alberga el Prado.

La Virgen con el Niño, llamada la Madonna Durán. 1435 - 1438. Óleo sobre tabla, 100 x 52 cm. Museo del Prado. Obra de Roger van der Weyden.

La Piedad, óleo sobre tabla, c. 1440-1450. Óleo sobre tabla, 47 x 34,5 cm. Museo del Prado. Obra de Roger van der Weyden.

El Calvario, (después de la larga restauración en el Museo del Prado, durante cuatro años, terminada en 2015, se expuso en el Prado en la exposición temporal dedicada a Van der Weyden) h. 1457-64. Óleo sobre tabla de roble, 323,5 x 192 cm, Patrimonio Nacional. Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Obra de Rogier van der Weyden.
VERONÉS (Paolo Veronese)

Moisés salvado de las aguas del Nilo, c. 1560-1580, óleo sobre lienzo, 57 x 43 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

La familia de Caín errante, 1585, óleo sobre lienzo, 105 x 153 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Sacrificio de Isaac, h. 1580-1590, óleo sobre lienzo, 129 x 95 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Joven entre la Virtud y el Vicio, 1580, óleo sobre lienzo, 102 x 153 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Magdalena penitente, 1583, óleo sobre lienzo, 122 x 105 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Martirio de san Mena, h. 1580, óleo sobre lienzo, 248 x 182 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Bodas de Caná, h. 1562-1563, óleo sobre lienzo, 127 x 209 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Jesús y el centurión, 1571, óleo sobre lienzo, 192 x 297 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

La disputa con los doctores en el templo, 1560, óleo sobre lienzo, 236 x 430 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

La Virgen y el Niño con santa Lucía y un santo mártir. Último tercio del siglo XVI, óleo sobre lienzo, 98 x 137 cm. Museo del Prado. Obra atribuida a Paolo Veronese.

Lavinia Vecellio, h. 1560, óleo sobre lienzo, 117 x 92 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese. Hasta ahora catalogado como Retrato de Lavinia Vecellio (hija de Tiziano) por Veronés, fue pintado en el taller de Tiziano y representa a una dama desconocida. Contrasta la calidad del rostro, probablemente de Tiziano, con la rutinaria ejecución de la indumentaria, debida a sus ayudantes.

Livia Colonna h. 1571, óleo sobre lienzo, 121 x 98 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Susana y los viejos, h. 1580, óleo sobre lienzo, 151 x 177 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.

Venus y Adonis, h. 1580, óleo sobre lienzo, 162 x 191 cm. Museo del Prado, Madrid. Obra de Paolo Veronese.
LUCA GIORDANO (Lucas Jordán)
Giordano en el Casón del Buen Retiro

Alegoría del Toisón de Oro en la bóveda del Casón del Buen Retiro (Madrid). Obra de Luca Giordano. Hacia 1697, pintura al fresco, techo del salón principal del Casón del Buen Retiro, Madrid, 1400 x 155 cm.
El pintor Napolitano Luca Giordano (1634- 1705) se enfrentó en el Casón del Buen Retiro a uno de los retos más importante de su carrera como decorador de enormes superficies murales. La misión de Giordano era decorar la bóveda del Salón de Embajadores, una superficie de 12 metros de ancho por 20 de largo. Su pintura debía ensalzar la monarquía en un momento de crisis política provocada en parte por la cuestión sucesoria, una vez que resultó evidente que el monarca Carlos II no iba a tener hijos. Durante su residencia en España entre 1692 y 1702, Giordano se convirtió en el pintor más relevante del final del reinado del que sería el último rey español de la Casa de los Austria.
La bóveda del Casón fue pintada por Luca Giordano, artista napolitano conocido en España como Lucas Jordán. En 1692 fue llamado por Carlos II para decorar la escalera y las bóvedas de la Basílica de El Escorial (1692 – 1694), continuando después en el despacho y dormitorio (destruido) del monarca en el Palacio de Aranjuez; el Casón del Buen Retiro (c. 1697); la sacristía de la catedral de Toledo (1698); la Real Capilla del Alcázar (destruido) y San Antonio de los Portugueses (1699). La llegada de Felipe V en 1701 y el inicio de la Guerra de Sucesión provocó la vuelta de Giordano a Nápoles en 1702. Allí murió en 1705 dejando una obre ingente y una considerable fortuna.
El tema representado en esta bóveda es la Alegoría del Toisón de Oro, homenaje a la monarquía española precisamente en el reinado del último rey de la dinastía de los Habsburgo españoles o Casa de Austria. Se conmemora en ella la fundación de la Orden del Toisón de Oro, creada por los duques de Borgoña, que trajo a España el rey Carlos I que también era señor de aquel ducado. En torno a una esfera celeste con los signos del Zodíaco de la que pende la condecoración que lleva aparejada esta orden real (una cadena de oro con un corderillo, también de oro) se agrupan multitud de figuras alegóricas, que aluden al poder político de la monarquía.

Detalle: Alegoría del Toisón de Oro en la bóveda del Casón del Buen Retiro[/b] (Museo del Prado). Obra de Luca Giordano.
El gran valor de esta bóveda de Giordano, una de las obras maestras del Museo del Prado, parece haber sido la razón de que el edificio del Casón se haya conservado mientras que los otros restos del complejo del Buen Retiro desaparecían con la construcción del barrio de los Jerónimos. La restauración llevada a cabo para su preservación mientras se realizaban las obras de remodelación del edificio permite consolidar la pintura original que se conserva casi en un 80%.
El proyecto de reforma de este espacio, el Salón de Luca Giordano, se ha guiado por el objetivo de poner en valor la bóveda incorporando la balconada interior que originariamente circundaba esta sala y proponiendo un cuidado sistema de iluminación de la misma.
"Sin duda que allí pensó este artífice [Giordano] unir lo bello, lo grande, y lo extraordinario, que cabalmente, son las tres mejores calidades que desean las nobles artes, y que inmortalizan a los profesores que han sabido unirlas. No se puede negar que esta obra, mirada en todas sus circunstancias, es una de las excelentes que se han ejecutado al fresco, donde, desechada toda idea trivial, puso Jordán la mira en la buena disposición y en la nobleza, dando á la obra cierta novedad, y armonía que a todos sorprende"
Antonio Ponz, Viaje de España o Cartas en que se da noticia de las cosas más apreciables y dignas de saberse, que hay en ella (1772-1794), 1947, t. VI, p. 554
Además de todo su obra mural, pintó una ingente cantidad de obras al óleo y configuró la imagen del monarca en el tramo final de su vida. Las colecciones del Museo Nacional del Prado cuentan con más de un centenar de obras de Luca Giordano, de las que destacan, entre otras:

Mesina restituida a España, hacia 1678, óleo sobre lienzo, 272 x 443 cm. P03261. Luca Giordano. Museo del Prado
Esta obra es un magnífico ejemplo de la etapa central de la producción del italiano Luca Giordano, conocido en España como Lucas Jordán. En ella se aprecia el carácter decorativo que predominó en la pintura del Barroco italiano en la segunda mitad del siglo XVII, así como la riqueza cromática y el dinamismo que hicieron famoso al artista.
La escena, de carácter alegórico, simboliza a España en la figura de una mujer que está siendo coronada y entronizada sobre las cuatro virtudes cardinales (la Prudencia, la Justicia, la Fortaleza y la Templanza), pilares del buen gobierno del país, acompañadas de sus atributos y de múltiples angelotes. A la izquierda de la composición, la Fortuna, personificada también por una figura femenina, impide embarcar al guerrero que representa a Francia.

Viaje de Jacob a Canaan, óleo sobre cobre, 59 x 84 cm. P00157. Luca Giordano. Museo del Prado

Degollación de los inocentes, óleo sobre lienzo, 232 x 333 cm. P06311. Luca Giordano. Museo del Prado

La diosa Flora, óleo sobre lienzo, 169 x 109 cm. P00192. Luca Giordano. Museo del Prado

Magdalena penitente, óleo sobre lienzo, 153 x 124 cm. P01105. Luca Giordano. Museo del Prado

Isaac y Rebeca, h. 1655, óleo sobre lienzo, 84 x 122 cm. Luca Giordano. Museo del Prado (en dep. en el Museo de Belas Artes da Coruña), [P156].

Sacrificio de Abraham, 1695 - 1696, óleo sobre lienzo, 95 x 196 cm. P05452. Luca Giordano. Museo del Prado

Sansón y el león, óleo sobre lienzo, 95 x 142 cm. P00163. Luca Giordano. Museo del Prado

La derrota de Sísara es una pintura al óleo sobre lienzo de Luca Giordano, realizada en 1662. Óleo sobre lienzo, 102 ×154 cm. Luca Giordano. Museo del Prado

Lucha de Jacob con el ángel, h. 1694, óleo sobre lienzo, 251 x 112 cm. [P158]. Luca Giordano. Museo del Prado

Hércules en la pira, óleo sobre lienzo, h. 1697, 224 x 91 cm. [P162]. Luca Giordano. Museo del Prado

Bethsabé en el baño, 1697-1698, óleo sobre lienzo, 219 x 212 cm. [P165]. Luca Giordano. Museo del Prado. Ejemplo de una de las obras conservadas en el Prado donde se aprecia la influencia veneciana de Veronés o Giorgione.

El juicio de Salomón. 1694-1695, óleo sobre lienzo, 250 x 360 cm. [P3178]. Luca Giordano. Museo del Prado

Sagrada Familia con san Juanito, h. 1665, óleo sobre tabla, 104 cm. de diámetro [P168]. Luca Giordano. Museo del Prado

Sagrada Familia con san Juanito. 1675-1680, 78 x 104 cm [P170]. Luca Giordano. Museo del Prado

El sueño de Salomón. 1694-1695, óleo sobre lienzo, 245 x 361 cm [P3179]. Luca Giordano. Museo del Prado

Carlos II, rey de España, a caballo. Antes de 1694. Óleo sobre lienzo, 81,1 cm x 60,3 cm. Luca Giordano. Museo del Prado

San Carlos Borromeo, óleo sobre lienzo, 126 x 104 cm [P2993]. Luca Giordano. Museo del Prado

Santa Brígida salvada de un naufragio por la Virgen, óleo sobre lienzo, 62 x 77 cm, h. 1700 [P182]. Luca Giordano. Museo del Prado

Toma de una plaza fuerte, óleo sobre lienzo, 235 x 343 cm, 1697-1700 [P183]. Luca Giordano. Museo del Prado

Prisión del condestable de Montmorency, en la Batalla de San Quintín, óleo sobre lienzo, 51 x 167 cm [P185]. Luca Giordano. Museo del Prado

Felipe II, con sus arquitectos, inspecciona las obras de El Escorial, óleo sobre lienzo, 53 x 168 cm, h. 1692 [P189]. Luca Giordano. Museo del Prado

Rubens pintando: alegoría de la Paz, óleo sobre lienzo, 337 x 414 cm, h. 1660 [P190]. Luca Giordano. Museo del Prado

La muerte del centauro Neso, óleo sobre lienzo, 114 x 79 cmh. 1697 [P193]. Luca Giordano. Museo del Prado

Perseo vencedor de Medusa, óleo sobre lienzo, 223 x 91 cm, h. 1697-1700 [P194]. Luca Giordano. Museo del Prado

Eneas, fugitivo con su familia, óleo sobre lienzo, 279 x 125 cm [P196]. Luca Giordano. Museo del Prado

Bethsabé en el baño, óleo sobre lienzo, 255 x 329 cm [P3177]. Luca Giordano. Museo del Prado

Esaú y Jacob (el cambio de la primogenitura), óleo sobre lienzo, 99 x 180 cm, 1695-1696 [P5442]. Luca Giordano. Museo del Prado

Turno vencido por Eneas, óleo sobre lienzo, 222 x 180 cm, 1688 [P5137]. Luca Giordano. Museo del Prado

Vista de la sala Várez Fisa. Museo del Prado