Este trabajo está dedicado al ilustre pintor valenciano Vicente López Portaña. Pintor español del Neoclasicismo, se dedicó fundamentalmente al retrato alcanzando gran fama por retratar a variados personajes de la nobleza, fue pintor de cámara de la corte de Fernando VII. Sus hijos Bernardo López Piquer y Luís López Piquer también fueron pintores, aunque de menor reconocimiento que el padre.
También pintó gran cantidad de obras religiosas, especialmente los de la Iglesia de Silla en Valencia. Fue un pintor muy influenciado por Goya , Francisco Bayeu, Mariano Salvador Maella y Mengs, en su primera etapa profesional.
Vicente López Portaña, (Valencia, 1772-Madrid, 1850). Pintor español. Nacido en Valencia el 19 de septiembre de 1772, inició su formación artística como discípulo del franciscano Antonio de Villanueva en la Academia de San Carlos de Valencia, institución en la que obtuvo en 1789 el premio de primera clase con el lienzo El rey Ezequías haciendo ostentación de sus riquezas (Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V), dotado con 40 pesos y una pensión para estudiar en Madrid.
Ya en la corte, Vicente López consigue al año siguiente el primer puesto en el concurso de la Academia de San Fernando con el cuadro Los Reyes Católicos recibiendo una embajada del rey de Fez (Academia de San Fernando, Madrid), y allí asimila con extraordinaria fidelidad las enseñanzas académicas heredadas de Mengs a través fundamentalmente de Mariano Salvador Maella, de quien Vicente López recoge el sentido barroco y colorista de sus composiciones y el gusto por el dibujo, preciso y analítico, como método de estudio previo de sus pinturas, quedando igualmente deslumbrado por la fastuosidad barroca de los frescos de Luca Giordano y Corrado Giaquinto, que contempla en los sitios reales, y que influirán de manera decisiva en el lenguaje estético de sus composiciones.
Vuelto en 1792 a su ciudad natal como pintor de prestigio, Vicente López realiza en esos años numerosos encargos, sobre todo cuadros religiosos y conjuntos murales para iglesias valencianas, además de retratos, proyectos de monumentos y gran cantidad de dibujos para grabar, permaneciendo en Valencia durante la Guerra de la Independencia, época en la que, además de realizar el retrato de cuerpo entero de Fernando VII con el hábito de la orden de Carlos III (Ayuntamiento de Valencia y Museo Municipal de Játiva, Valencia), retratará en varias ocasiones al mariscal Soult y a otros militares franceses.
El estilo retratístico de Vicente López, respetuoso y objetivo con sus personajes, captados con un personal sentido realista -heredado de la tradición naturalista valenciana, a través de los lienzos de Ribalta y Ribera-, junto a su extraordinaria maestría en la reproducción de las calidades de los tejidos y en la suntuosidad de las joyas y oropeles, hicieron que el 26 de julio de 1814 Fernando VII reclamara al artista valenciano a la corte, nombrándole el 1 de marzo del año siguiente su primer pintor de cámara. Desde entonces se convertirá en el pintor más solicitado de la aristocracia y burguesía adinerada madrileñas, alternando su trabajo en Palacio con su actividad docente, los puestos oficiales y sus encargos particulares.
Vicente López Portaña en el billete de 25 pesetas de 1931.
Vicente López pinta en 1818 la espectacular Alegoría de la donación del casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid (Prado), contribuyendo decisivamente en esos años al proyecto del Real Museo de Pinturas, designado por la Corona para seleccionar y restaurar los cuadros que habían de constituirlo, y cuya dirección artística asumirá desde 1823. Tres años después realiza su soberbio retrato El pintor Francisco de Goya y Lucientes (Prado), sin duda, su obra más conocida y la efigie más emblemática del pintor aragonés, con destino a la galería de artistas contemporáneos del Museo.
Director del programa decorativo del Palacio Real de Madrid, Vicente López pinta en 1828 para uno de sus techos la Alegoría de la institución de la orden de Carlos III, multiplicándose en esos años su actividad retratística. En 1831 termina el retrato de Fernando VII con el hábito de la orden del Toisón de Oro para la Embajada de España ante la Santa Sede, quizá la efigie más imponente y sobrecogedora de este monarca, mientras que su personalísimo estilo se va acomodando al lenguaje formal, que no al espíritu, del pujante romanticismo de la época isabelina.
Vicente López fiel a su estética y formación, y como primer pintor de cámara de la joven Isabel II, inicia en esos años por encargo real una monumental pintura de la historia clásica con el tema de Ciro el Grande ante los cadáveres de Abradato y Pantea, obra ambiciosa y singular, hoy desaparecida, que dejó inconclusa. Hasta su vejez, conserva inalterables sus excepcionales dotes técnicas, que le permiten continuar su incansable actividad de pintor y dibujante hasta pocos días antes de su muerte, en que concluye el retrato del General Narváez (Museo de Bellas Artes de Valencia San Pío V), y fallece en Madrid el 22 de julio de 1850, cuando era Primer Pintor de Cámara de Isabel II.
Obras en el Museo del Prado
- El pintor Francisco de Goya y Lucientes, óleo sobre lienzo, 95,5 x 80,5 cm, firmado, 1826.
- Doña María Cristina de Borbón, reina de España (cuarta esposa de Fernando VII), óleo sobre lienzo, 96 x 74 cm, 1830.
- El infante Antonio Pascual de Borbón, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm, h. 1815-1816.
- María Josefa Amalia de Sajonia, reina de España, 70 x 59 cm, h. 1828.
- María Antonia de Borbón, princesa de Asturias, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm, h. 1815-1816.
- María Isabel de Braganza, reina de España, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm, h. 1816.
- Retrato del teniente coronel Juan de Zengotita Bengoa, óleo sobre lienzo, 107 x 88 cm, firmado, 1842.
- La señora de Carballo, niña, óleo sobre lienzo, 104 x 84 cm, h. 1838-1840.
- La Huida a Egipto, óleo sobre lienzo, 14 x 21 cm, h. 1794-1796.
- Fray Tomás Gasco, óleo sobre lienzo, 64 x 44 cm, h. 1800.
- Carlos IV y su familia homenajeados por la Universidad de Valencia, óleo sobre lienzo, 348 x 249 cm, 1802.
- El obispo Pedro González Vallejo, óleo sobre lienzo, 76 x 62 cm (en dep. en el Museo de Belas Artes da Coruña).
- Antonio Ugarte y su esposa, María Antonia Larrazábal, óleo sobre lienzo, 146 x 196 cm, 1833.
- Doña Salvadora Torra, viuda de Camarón, pastel sobre papel, 58 x 45 cm.
- José Gutiérrez de los Ríos, óleo sobre lienzo, 128 x 93 cm, firmado, 1849.
- Retrato de la señora Delicado de Imaz, 109 x 86 cm, h. 1836.
- El sueño de san José, óleo sobre papel pegado a cartón, 27 x 19 cm, h. 1791-1792.
- La liberación de san Pedro, óleo sobre papel pegado a cartón, 27 x 19 cm, h. 1791-1792.
- María Pilar de La Cerda y Marín de Resende, duquesa de Nájera, óleo sobre lienzo, 114 x 91 cm, h. 1795.
- La miniaturista Teresa Nicolau Parody, óleo sobre lienzo, 65 x 65 cm, h. 1832-1835.
- Francisco Tadeo Calomarde, óleo sobre lienzo, 85 x 68 cm, h. 1831-1832 (en dep. en la Real Academia de la Historia, Madrid), Copia.
- Alegoría de la institución de la orden de Carlos III, óleo sobre lienzo, 117 x 109 cm, 1827-1828.
- Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid, temple sobre lienzo, 950 x 620 cm, firmado, 1818.
- El arzobispo Juan José Bonel y Orbe, óleo sobre lienzo, 126 x 98 cm [P4402], Copia.
- Retrato de Alejandro Mon, óleo sobre lienzo, 217 x 146,5 cm, 1850.
- Ignacio Gutiérrez Solana, veedor de las reales caballerizas, óleo sobre lienzo, 99,5 x 76 cm, firmado, h. 1823.
- Félix Antonio Máximo López, primer organista de la real capilla, óleo sobre lienzo, 101 x 75 cm, 1820.
- Don Pedro Alcántara de Toledo y Salm Salm, XIII duque del Infantado, óleo sobre lienzo, 230 x 165 cm, firmado, 1827.
- Luis Veldrof, aposentador mayor y conserje del Real Palacio, óleo sobre lienzo, 100 x 80 cm, h. 1823-1825.
- Henry O'Shea, óleo sobre lienzo, 93 x 75 cm, posterior a 1828-1830.
- El infante Carlos María Isidro, óleo sobre lienzo, 58 x 44,5 cm, h. 1823.
- Adoración de la Sagrada Forma, óleo sobre lienzo sobre tabla, 70 x 36 cm, h. 1791-1792 (en dep. en el Museo de Jaén).
- Pedro Caro Sureda, marqués de la Romana, óleo sobre lienzo, 25 x 18 cm (en dep. en el Museo de Bellas Artes de Granada), Copia.
- Retrato de caballero, óleo sobre lienzo, 64 x 45 cm, h. 1816-1818.
- Fernando VII, con uniforme de capitán general, óleo sobre lienzo, 107,5 x 82,5 cm, h. 1814-1815.
- María Francisca de la Gándara y Cardona, condesa viuda de Calderón, óleo sobre lienzo, 128 x 98 cm, firmado, 1846.
- Fernando VII, con uniforme de capitán general, óleo sobre lienzo, 102 x 76 cm, 1814.
- María Cristina de Borbón, con el hábito del Carmen, óleo sobre lienzo, 78 x 63 cm.
- El Buen Pastor, óleo sobre tabla, 22,8 x 16,8 cm, h. 1800 (en dep. en el Museo Municipal de Málaga).
- Isabel II niña, en pie, óleo sobre lienzo, 156 x 108 cm, h. 1835-1836 (en dep. en el Tribunal Supremo de Justicia, Madrid).
- El sueño de san José, óleo sobre lienzo, 187 x 118 cm, firmado, 1805.
- Medallón decorativo, aguada sepia amarillenta y tinta sobre papel verjurado amarillento, 152 x 220 mm.
- Alegoría de las Ciencias, aguada sepia amarillenta y preparado a lápiz sobre papel verjurado amarillento, 173 x 148 mm, h. 1794-1795.
- Bautismo de san Hermenegildo por san Leonardo, aguada sepia, albayalde, clarión, lápiz negro y sanguina marrón oscura sobre papel agarbanzado verjurado, 445 x 392 mm, h. 1816.
- Fernando VII, con uniforme de capitán general, lápiz negro sobre papel amarillento, 276 x 218 mm, h. 1816-1818.
- María Isabel de Braganza, reina de España, lápiz negro sobre papel amarillento, 325 x 270 mm, h. 1816-1818.
- San Frutos, aguada parda y preparado a lápiz sobre papel verjurado amarillento, 260 x 180 mm, h. 1805.
- La beata Josefa María de santa Inés de Beniganim, aguada parda y lápiz sobre papel verjurado amarillento, 212 x 175 mm, h. 1805.
- Imagen de la Virgen de la Fuencisla en su altar, aguada parda y lápiz sobre papel verjurado amarillento, 285 x 190 cm, h. 1815-1816.
- Santa con angelitos en un paisaje, aguada sobre papel, 190 x 135 mm.
- Aparición del Niño Jesús a san Antonio de Padua, aguada sepia y lápiz sobre papel verjurado amarillento, 214 x 160 mm, h. 1816-1818.
- Descanso en la Huida a Egipto / Fragmento de carta, aguada y pluma sobre papel verjurado amarillento, 85 x 70 mm, h. 1821.
- Jesús con la cruz a cuestas, camino del Calvario, aguada parda y violácea y lápiz sobre papel verjurado amarillento, 180 x 135 mm, h. 1842-1846.
- Dos rodelas de escudos coronadas, con genios y famas, aguada parda y lápiz sobre papel verjurado amarillento, 183 x 292 mm.
- Fernando VII con el hábito de la orden del Toisón de Oro, aguada sepia y lápiz negro sobre papel amarillento, 195 x 124 mm, h. 1829-1830.
- Isabel de Mayrand y el conde de Salmony, junto a su castillo, aguada parda y lápiz sobre papel verjurado, 172 x 122 mm, h. 1791-1792.
- Encuentro del rey Etelredo y Etelgiva, aguada parda y lápiz sobre papel amarillento, 172 x 122 mm, h. 1791-1792.
- San Francisco y santa Clara adorando la Santa Faz de Alicante (encabezamiento de una cédula), aguada y lápiz sobre papel, 165 x 225 mm, h. 1800-1805.
- La basílica de San Francisco el Grande de Madrid, aguada parda y lápiz sobre papel amarillento, 50 x 75 mm.
- Amorcillo jugando con un perro (modelo para tarjeta de visita de Vicente López y señora), aguada parda sobre papel amarillento, 47 x 68 mm, h. 1805-1810.
- Amorcillo cabalgando sobre un perro (modelo para la tarjeta de visita de la vizcondesa de Biota), aguada parda sobre papel amarillento, 50 x 75 mm, h. 1805-1810.
- San Francisco Javier bautizando indios, aguada parda y preparado a lápiz sobre papel verjurado amarillento, 200 x 140 mm. Copia.
- Orla decorativa con la aparición de la Virgen a san Simón Stock y varios santos carmelitas, aguada parda y pluma sobre papel amarillento, 362 x 530 mm, h. 1816.
- Virgen de la Merced, entronizada sobre nubes, aguada sepia y lápiz sobre papel verjurado amarillento, 215 x 150 mm, h. 1794-1797.
- Predicación de san Juan Bautista, aguada sepia, pluma y preparado a lápiz sobre papel amarillento, 205 x 152 mm, firmado, h. 1832-1835.
- Pedro Cano, canónigo de la catedral de Valencia, clarión, lápiz negro y sanguina sobre papel, 200 x 155 mm, firmado, 1843.
- Ciro el Grande ante los cadáveres de Abradato y Pantea, clarión y lápiz negro sobre papel gris amarillento, 556 x 870 mm, h. 1826.
- El milagro (la reina María Cristina de Borbón encomienda a la Virgen... la salud de Fernando VII), aguada y pluma sobre papel, 312 x 216 mm, 1833
Espero que este trabajo recopilatorio dedicado al gran pintor valenciano, os guste y contribuya a la divulgación de su excepcional obra.
Cabeza del pintor Vicente López (1772–1850), esculpida en piedra. esculpita por Josep Piquer i Duart
Algunas obras
Autorretrato de Vicente López Portaña.
El pintor Francisco de Goya y Lucientes. 1826. Óleo sobre lienzo. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña. Vicente López fue el pintor más retardatario y convencional de toda la corte de Fernando VII. En los inicios de su carrera se reveló como un excepcional alumno de la academia valenciana, y durante su juventud, llamado a la corte madrileña, demostró una singular maestría en la ejecución minuciosa de los retratos de nobles que le encargaban continuamente. Sin embargo, según avanzaba la época, Vicente López seguía sin avanzar y cultivaba un estilo dieciochesco, cuando ya Goya había realizado tremendas innovaciones en el terreno pictórico. Fernando VII, monarca reaccionario como pocos, recelaba de Goya y contempló con agrado su exilio. Su puesto como pintor del rey se lo adjudicó a López, que sólo realizó dos cuadros de interés. Uno fue el retrato de un organista ciego, profundamente conmovedor. El otro gran cuadro fue este retrato de Goya. Tal vez fue la personalidad del retratado lo que traspasó de fuerza y vigor la pintura conformista de López, pero no hay duda, de que como en el cuadro del organista, nos encontramos ante un prodigioso retrato, ambos expuestos en el Museo del Prado. La fidelidad al modelo no se desequilibra hacia lo físico y la captación de las materias, las texturas o el color, sino que se encuentra compensada con una perfecta penetración psicológica del sujeto, que parece hablarnos directamente desde esos ojos profundos y ese gesto imperioso. Goya aparece, como era frecuente en la época, con sus atributos de pintor, la paleta, los pigmentos extendidos y los pinceles en la mano. Se trata de un maravilloso homenaje de López al gran genio que desbordó la vida de su época.
Doña María Cristina de Borbón, reina de España (cuarta esposa de Fernando VII). 1830, óleo sobre lienzo, 96 x 74 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente Lopez.
Retrato de la reina María Cristina (1806-1878), cuarta esposa de Fernando VII (1784-1833) y madre de Isabel II (1830-1904), luciendo la banda de la Orden de María Luisa, la venera de la Orden del Águila y la Estrella de Isabel Teresa de Austria. Cuadro encargado como retrato de bodas para su esposo y tío, fue especialmente apreciado por el Monarca, quien lo colgó en su despacho.
Es una de las obras más suntuosas de López, siendo el pintor especialmente minucioso en la fisonomía de la Reina y en las calidades de telas y joyas, empleando su característica técnica preciosista y pulida. La iluminación, concentrada en el rostro y brazos de doña María Cristina, contribuye a otorgar cierto aire melancólico a la composición.
Carlos IV y su familia homenajeados por la Universidad de Valencia. 1802. Óleo sobre lienzo, 348 x 249 cm. Museo del Prado. Obra de de Vicente López Portaña.
Durante su visita a Valencia en 1802, la Universidad Literaria de esa ciudad regaló al manorca este cuadro que muestra a la propia Universidad, encarnada en una joven matrona, presentando a la familia real a las distintas facultades: Teología, Derecho, Filosofía o Medicina. Les acompaña la diosa Minerva, que señala hacia la Paz, la Victoria y la Abundancia, que sobrevuelan la simbólica recpción
El infante Antonio Pascual de Borbón, h. 1815-1816, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña.
Retrato de busto, ante un fondo neutro. El Infante (1755-1817) viste uniforme de gala de capitán general. Sobre el pecho luce el toisón de oro, las grandes cruces de Carlos III e Isabel la Católica y la de Caballero de Santiago. Realizado hacia 1815-16, época en que López pinta en el mismo formato varios retratos de la familia real al acceder al puesto de primer pintor de cámara. El retratado había de tener, por tanto, unos 60 años. Lo tenía Fernando VII en la pieza de su antedormitorio y llegó al Prado en 1847, directamente del Palacio Real, al ser seleccionado por José de Madrazo para su proyecto del Museo Iconográfico.
María Josefa Amalia de Sajonia, reina de España, h. 1828, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña.
Peinada con el cabello recogido con peineta de carey y bucles a ambos lados de la frente, luce la banda y cruz de la orden de María Luisa. La factura del retrato y la madurez del semblante de la reina, notablemente más adulto que la imagen juvenil que retratara López hacia 1819, como la moda de su peinado, contribuyen a fechar la obra hacia 1828, cuando la soberana contaba 23 años, uno antes de su muerte.
María Antonia de Borbón, princesa de Asturias, h. 1815-1816, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña.
Retrato de busto largo, viste traje imperio azul con escote y guantes. Al cuello, collar de perlas de dos vueltas, igual que el que adorna su cabello ensortijado, y bajo el pecho la banda y cruz de la orden de María Luisa. El retrato copia la efigie de la Princesa grabada por Brunetti sobre dibujo de Antonio Carnicero, fuente icnográfica ya utilizada por López muchos años antes, cuando incluyera la figura de la malograda princesa en el ambicioso retrato colectivo de Carlos IV y su familia homenajeados por la Universidad de Valencia (P02815) exactamente con la misma postura y semblante, corroborando su carácter póstumo la postura e inexpresividad de la retratada y su simplicidad técnica, ajena a la palpitación e inmediatez de los retratos de López pintados del natural.
María Isabel de Braganza, reina de España, h. 1816, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña.
Retrato en óvalo, de busto corto, con la cabeza ligeramente inclinada, peinada y vestida a la moda imperio, con el cabello rizado ceñido por una diadema. Viste traje de terciopelo rojo, de talle alto y amplio escote, bordeado de encaje como las mangas, adornadas con rosetas bordadas, también con encaje. Luce collar de perlas, placa y banda de la orden portuguesa de Cristo y banda de la española María Luisa, además de la insignia ovalada de la orden femenina austriaca de la Cruz y la Estrella.María Isabel de Braganza (1797-1818) fue la segunda esposa del rey Fernando VII, con quien casó el 28 de septiembre de 1816. Tuvo una hija, María Isabel Luisa, nacida el 21 de agosto de 1817, que murió pocos meses después, el 9 de enero de 1818, por cuyo embarazo el ayuntamiento le regaló el edificio conocido desde entonces como Casino de la Reina, para el que López pintara una complicada alegoría (P04094). Falleció en Madrid el 26 de diciembre de 1818 sin ver abierto el Real Museo de Pinturas, empresa en cuya creación se ha subrayado tradicionalmente la voluntad de esta reina, y que inmortalizaría Bernardo López en su Retrato de la reina Isabel de Braganza como fundadora del Museo del Prado (P00863), pintado en 1829 por el hijo y discípulo de Vicente López, copiando precisamente la presente efigie. Este retrato hubo de ser el que inaugurara la serie de efigies de la Familia Real realizada por López en este formato que guarda el Prado (P00866, P00868 y P00867), y que se rompería con el de la última esposa del Rey, María Cristina de Borbón (P00865), de diferente tamaño y composición.Realizado con toda probabilidad en los meses inmediatos a sus bodas con Fernando VII, ha de ser el citado con el número 3 entre los cinco realizados por el pintor para el monarca y reseñados por López en la relación de 1829, conservándose de él numerosas réplicas y copias al óleo y al pastel, así como un dibujo para grabar y varios grabados sobre éste. Fue trasladado al Museo del Prado desde el Palacio Real de Madrid por José de Madrazo, cumpliendo R.O. de 1-12-1847, para formar parte del frustrado Museo Iconográfico.
Retrato del teniente coronel Juan de Zengotita Bengoa, 1842, óleo sobre lienzo, 107 x 88 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña.
Retratado de más de medio cuerpo, con uniforme de gala de coronel de la Escolta Real, antiguo regimiento de Guardia de Corps. De rostro magro, flequillo rizado y poblado bigote, en la mano izquierda luce dos espléndidas sortijas de brillantes y sostiene el vistoso morrión de su unidad, adornado con llorón de plumas blancas y un mascarón con el escudo real y la figura de un sol. En la derecha, enguantada, sujeta el bastón y el otro guante, posando ante un grueso cortinaje descorrido, que deja entrever una chimenea. Apellido perteneciente a una familia de origen vasco arraigada en Berrín, quizá pudiera identificarse con un Juan de Cengotitabengoa Beranoaguirre, nacido y bautizado en esta población vizcaína el 9 de febrero de 1804, e hijo de Joaquín Cengotitabengoa y Cengottittauriarte y de Ana Teresa de Beranoaguirre Solozábal y Cengottittabeitia, ambos naturales de Mallabia, donde todavía se conserva un caserío con los escudos familiares. Tendría por tanto treinta y ocho años cuando posara para los pinceles de López. Dado lo inusual del apellido en los ambientes cortesanos del Madrid isabelino, Sánchez Cantón sugirió por su parte que podría ser también ser familiar de Joaquín de Zengotita Bengoa, oidor de la Cancillería de Valladolid, juez conservador del Real Palacio de esta ciudad en 1827 y académico de San Fernando desde 1824 a 1832, y de Pedro Alcántara Zengotita Bengoa, arquitecto y nombrado también académico de mérito de San Fernando el 18 de agosto de 1822. A pesar de tratarse de un retrato de evidente rigor formal, tanto en la pose del personaje como en la etiqueta de su indumentaria militar, el cuadro es espléndida muestra de la maestría absoluta que destilan los pinceles de López aun en sus últimos años, incluso en los retratos de encargo. En efecto, realizado cuando el pintor tenía setenta años de edad, llama especialmente la atención la morbidez con que el artista trata los bordados de la guerrera, la empuñadura del sable o las plumas del casco y, muy particularmente, el modelado de la mano izquierda, así como la intensidad de la mirada, con el ojo derecho lagrimoso y ligeramente caído (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 84).
Antonio Ugarte y su esposa, María Antonia Larrazábal, 1833, óleo sobre lienzo, 146 x 196 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Ugarte está en pie y viste uniforme de gala de secretario del rey, sobre el que ostenta importantes condecoraciones. Del cuello penden la cruz de la orden rusa de Santa Ana y la insignia greffier de la orden del Toisón de Oro, cuya banda le cruza el pecho. Luce además la cruz de la orden de Danebrog de Dinamarca y la placa de otra condecoración extranjera. Apoya su mano izquierda en una mesa sostenida por esfinges, sobre la que descansan el sombrero y bastón del uniforme y un gran cortinaje rameado color morado. La derecha reposa en el sillón tapizado de terciopelo verde en que está sentada su esposa, que luce rico vestido bordado en plata de raso blanco y gasa, a la moda Imperio, sosteniendo en las manos los guantes y un abanico. Adornada con espléndidas joyas, lleva brazaletes de camafeos en ambos brazos, collar y pendientes de brillantes. Está peinada a la moda de las tres potencias, con tirabuzones enmarcándole las sienes, y lleva prendido en el cabello un cordón de brillantes con un colgante en forma de pájaro sobre la frente y vistosas plumas de avestruz. Cubriendo el sillón caen la capa azul de su vestido y un vistoso chal. Antonio Ugarte y Larrazábal (1780-1833) fue uno de los personajes más influyentes de la camarilla de Fernando VII. Navarro de nacimiento, se trasladó a los quince años a Madrid en busca de fortuna, trabajando durante su adolescencia de esportillero y mozo de plaza, escribiente y maestro de baile, hasta que se instaló como hombre de negocios, llegando a conocer al futuro rey cuando todavía era Príncipe de Asturias, gozando de sus más íntimas confidencias y secretos. Personaje responsable de algunas de las actividades más turbias de la política fernandina, intervino muy directamente en la fraudulenta compra de navíos rusos para la reconquista de América, a espaldas del gobierno. Tras la caída del régimen liberal, en 1823, fue designado secretario del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Nombrado por Fernando VII ministro embajador de Turín el 17 de marzo de 1825 para alejarle de Madrid, se mantuvo en este cargo durante dos años. Debió de morir a los pocos meses de que Vicente López le retratara en este lienzo. Además de ser el único retrato de matrimonio conocido de Vicente López en su dilatada y fecunda trayectoria es, a pesar de la elegancia impostada de sus protagonistas -muestra en realidad de unos nada disimulados deseos de ostentación- uno de los ejemplos retratísticos más significativos de esta época de la producción del artista, en el que utiliza el hábil recurso de sentar a la esposa de Ugarte para solventar la diferencia de su mayor estatura respecto a su marido (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 80).
José Gutiérrez de los Ríos. 1849, óleo sobre lienzo, 128 x 93 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Está retratado hasta las rodillas a sus sesenta y nueve años, sentado en un sillón. Viste traje y corbata negros, chaleco marfil y un bello broche en la pechera de la camisa. En la solapa luce la venera de caballero de Montesa y de la botonadura del chaleco pende la leontina de su reloj. Apoya el brazo derecho en un libro sobre varias cartas, en una de las cuales se lee la dedicatoria, sobre un velador cubierto con un tapete. En esa mano luce un espléndido anillo, sujetando en la derecha los lentes. Detrás, un cortinaje parcialmente descorrido deja ver el ventanal que ilumina el interior de la estancia. José Gutiérrez de los Ríos y Sarmiento de Sotomayor nació en Lisboa en 1780, siendo el segundo hijo de Carlos José Gutiérrez de los Ríos, VI conde de Fernán Núñez (1742-1795), y de María de la Esclavitud Sarmiento, V marquesa de Castel-Moncayo (1760-1810), nobles bien conocidos a través de los soberbios retratos pintados por Goya. Caballero de la orden de Montesa desde 1808, año en que todavía residía en Lisboa, fue coronel de la división mandada por el marqués de la Romana durante la guerra de la Independencia, ostentando además los puestos de brigadier general y chambelán del rey Fernando VII. Su sobrina a la que se refiere la dedicatoria era Carolina Gutiérrez de los Ríos y Rodríguez de Luna, marquesa de Miravalles (1817-1872). Se trata indudablemente de una de las mejores efigies masculinas de la última producción de López, que la pintó con setenta y siete años, pocos meses antes de su muerte, intentando traducir en ella el nuevo lenguaje íntimo y elegante del retrato romántico, que había impuesto desde hacía años en la Corte de Isabel II el joven Federico de Madrazo. Así, junto a su ambientación luminosa, que envuelve al personaje en la atmósfera cálida del gabinete en el que posa con una elegancia natural y serena, resulta verdaderamente asombrosa la firmeza de su dibujo y la extraordinaria riqueza de sus infinitos matices, resueltos con una factura minuciosamente atenta y jugosa, de cuya calidad son pruebas bien elocuentes detalles como el broche del breviario sobre la mesa, la descripción de las lentes o la mano que reposa aristocráticamente sobre el libro, verdadera lección académica del arte de pintar (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 86).
Retrato de la señora de Delicado de Imaz, h. 1833 , óleo sobre lienzo, 109 x 86 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
La dama, de unos cincuenta años, está retratada de más de medio cuerpo, sentada en un sillón tapizado de verde sobre el que descansa un llamativo chal de cachemir, de vivos colores. Luce un vestido de terciopelo azul oscuro, y se cubre los hombros con una mantilla de blondas blanca. Ricamente enjoyada, lleva un magnífico brazalete y anillos en la mano derecha, en la que sujeta el abanico, descansando la izquierda enguantada sobre el regazo. Peinada a las tres potencias, sujeta el moño con un soberbio alfiler en forma de luna y estrella tachonado de brillantes, haciendo juego con la cadena que adorna su frente, los pendientes y el broche del escote. Del cinturón del traje pende la correa de un reloj de oro. Un ventanal y un cortinaje de terciopelo rojo sirven de fondo al retrato. El extraordinario verismo del que López hizo gala en toda su carrera hace sin duda de este espléndido retrato uno de los más impertinentes pintados jamás por el artista. En un intento de suplir la belleza que la modelo no ofrece, ésta quiso inmortalizarse -con una bien poco disimulada ostentación- luciendo sus mejores galas, pudiéndose fechar el retrato con toda precisión por la moda de su atuendo, joyería y peinado, en los últimos años del reinado de Fernando VII. La seguridad dibujística del pincel del ya anciano maestro, su sabia matización de las distintas calidades de tejidos y joyas, unidas a su especial destreza en la reproducción de las calidades táctiles de telas y objetos, sitúan esta efigie entre los retratos más refinados de plena madurez del pintor valenciano. Frente a ello, la observación atentísima y pasmosamente veraz con que está descrito el rostro de la poco agraciada señora, cejijunta y con la delatora sombra de vello sobre los labios, son prueba de la falta de razón de quienes han tachado repetidamente a este gran maestro de retratista adulador, siendo por el contrario juez implacable, extremadamente objetivo -y en ocasiones como ésta, involuntariamente cruel- con sus modelos menos apuestos. El cuadro se expuso en 1913 como Retrato de señora, y, al ingresar en el Prado, identificó a la retratada su entonces director, el pintor Fernando Álvarez de Sotomayor (1875-1960), quien, al parecer, la llegó a conocer en vida (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 82).
Félix Antonio Máximo López, primer organista de la real capilla, 1820, óleo sobre lienzo, 101 x 75 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Retrato de Félix Máximo López Crespo (1742-1821 ), primer organista de la Real Capilla y notable músico y compositor, encargado por su primogénito Ambrosio López.
Obra formal en la que se subraya la categoría del personaje por medio de una serie de detalles, especialmente el uniforme rojo y azul de su cargo palatino, los entorchados de los puños de la casaca que indican su categoría dentro de la Real Casa y el bastón de director de orquesta que apoya en su brazo derecho.
La técnica empleada, preciosista y pulida, característica de López, se complementa con una iluminación que viene de arriba, otorgando al retratado un carácter romántico, melancólico y espiritual.
A diferencia de lo acostumbrado en otros pintores, la partitura que sostiene el organista es perfectamente reconocible, siendo los primeros nuevos compases de una pieza titulada “Obra de los locos / Primera parte / All[egr]o Mod[era]to”.
Esta obra fue comprada a don Pablo Bosch con destino el Museo del Prado, por Real Orden de 20 de junio de 1879.
María Pilar de La Cerda y Marín de Resende, h. 1795, duquesa de Nájera, óleo sobre lienzo, 114 x 91 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
La joven dama, que aparenta alrededor de veinte años, está sentada junto a un velador, en el que se ven varios medallones y un libro, y sobre el que descansa el codo izquierdo. Luce un magnífico traje de raso gris y rosa, con manteleta y bocamangas de encaje. La blancura de su piel y la finura de su talle le infunden una fragilidad delicada y elegante. De rostro afilado y sereno, en el que resaltan sus grandes ojos, se toca la cabeza con una rizada y ahuecada peluca blanca, a la moda de finales del siglo XVIII, y se cubre con un vistoso sombrero de copa alta, adornado con plumas. En las manos, sobre el regazo, sostiene un abanico. María del Pilar de la Cerda y Marín de Resende Cernesio y Fernández de Heredia nació en Valencia el 18 de enero de 1777 y fue bautizada dos días después en la parroquia de los Santos Juanes. Hija de los condes de Parcent, familia a la que López conocía y para la que había realizado por esos años algunos otros retratos, como el de José María de la Cerda y Tárrega, conde de Parcent (Museo de Pontevedra), casó en Valencia el 1 de agosto de 1795 con Diego Isidro Guzmán y de la Cerda Fernández de Córdoba y Guzmán, primo segundo suyo, encargándose probablemente en esas fechas el retrato al pintor con motivo de los esponsales. Dama de honor de la reina María Luisa, que la condecoraría el 4 de septiembre de 1799 con la orden de su nombre, tras su matrimonio asumió por consorte los títulos de marquesa de Quintana del Marco, de Guevara, de Montealegre, de Aguilar de Campóo, y condesa de Paredes de Nava, de los Arcos, de Añover de Tormes, de Campo Real, de Castañeda, Castronuevo, Treviño, de Valencia de Don Juan y de Villamediana. Falleció en Alicante el 17 de noviembre de 1812. Este lienzo puede considerarse la obra maestra de la primera producción retratística de Vicente López (1772-1850), correspondiente al período de sus años valencianos inmediatamente posteriores a su estancia en Madrid, en los que todavía no está cuajado su estilo más personal, que se definiría plenamente a partir de 1800. Establecido en Valencia desde 1792 ya con la aureola de prestigio de haber estudiado en la corte, Vicente López intentó satisfacer el gusto de la alta sociedad valenciana de la época, incorporando en sus retratos las nuevas modas estilísticas aprendidas de los más afamados maestros cortesanos. Gracias a ello y a sus excepcionales dotes técnicas logró erigirse en el pintor de mayor renombre en el panorama artístico valenciano de su tiempo. En efecto, como ocurre con otras interesantes efigies pintadas por el artista en estos mismos años, como la de El grabador Pedro Pascual Moles (Barcelona, MNAC), López intenta conjugar en este lienzo modelos y lenguajes retratísticos diversos, lo que explica las dudas iniciales sobre su enigmática autoría, ingresando en el Museo como obra dudosa de Maella, Goya o Paret, debido a su singular eclecticismo estilístico, que resultaba entonces desconcertante, dada su espléndida calidad. Así, en él se advierte un acercamiento al refinamiento elegante y jugoso del mundo de Paret, tanto en su composición, de marcada intención decorativa, resuelta con gran amplitud espacial y una elegante inclinación de la pose algo afectada de la modelo, de una sutil languidez rococó, como en el refinamiento de su técnica y colorido, mientras que en los brillos rutilantes del raso y los crujientes pliegues de las telas parece advertirse un recuerdo goyesco. Sin embargo, el modelado rotundo de las carnaciones y el torneado definido de brazos y manos son ya enteramente propios del estilo de Vicente López, que emplea como cierre del fondo del retrato un cortinaje de encendidos reflejos, procedentes a su vez de la paleta de Maella. Al comentar el retrato con motivo de su ingreso en el Prado, Xavier de Salas afirma con todo acierto que, si no tratamos de los retratos de Goya, es éste, sin duda, uno de los más hermosos retratos setecentistas que hoy atesora nuestro Museo (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 182).
Alegoría de la institución de la orden de Carlos III, 1827-1828, óleo sobre lienzo, 117 x 109 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Boceto preparatorio para el fresco del Palacio Real de Madrid y eslabón intermedio entre la pintura definitiva, su modellino dibujado y los dibujos de estudios aislados para varias figuras de la composición.Su ejecución es, lógicamente, mucho más fresca y jugosa que el fresco definitivo, con el que apenas presenta ligeras diferencias, por otra parte insignificantes dentro de una máquina de semejante envergadura y complicada composición, poblada de gran cantidad de figuras.Así, en el boceto no aparece el genio alado que tañe el arpa que sostiene el Placer, la Monarquía Española mira hacia el infante recién nacido y no hacia el cielo, como en la bóveda; también mira en distinta dirección el paje del segundo término que sostiene, a la derecha, el almohadón con la corona real, y la cigüeña, que tiene en el boceto su cabeza hacia delante y no hacia atrás como en el fresco, añadiéndose además algunos angelitos entre el humo que se eleva hacia la Inmaculada. El templo de orden dórico sobre el que se celebra la ceremonia, es en el boceto más estrecho en sus intercolumnios, causando el consiguiente efecto de mayor esbeltez y altura. En la cornisa lateral en la que se representa la Paz arrojando a los Vicios, se añaden en la pintura final dos figuras masculinas más mesándose los cabellos, un geniecillo volando, portador de una antorcha, y otro más, con un martillo. En el grupo del testero lateral derecho, tampoco aparece la figura del Honor, que se añade en el fresco, junto a la de otros dos geniecillos.Teniendo en cuenta que la decoración de la bóveda ya quedó designada en 1825 y, conociendo el riguroso y forzosamente lento proceso de elaboración con que López afrontaba obras de esta envergadura, la ejecución de los dibujos y estudios previos, así como del presente boceto para la decoración del techo palatino debieron iniciarse bastante antes de la conclusión de éste (Texto extractado de Díez, J.L.: Vicente López: (1772-1850), 1999, p. 78).
Alegoría de la donación del Casino a la reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid, 1818, temple sobre lienzo, 950 x 620 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Imagen alegórica que alude al regalo del desaparecido palacete conocido como “Casino de la Reina” por el municipio de Madrid a Isabel de Braganza, con motivo de su boda en 1816 con el rey Fernando VII (1784-1833).
Esta obra, inspirada en las composiciones de los frescos de Corrado Giaquinto para el Palacio Real de Madrid, fue pintada para decorar el techo del salón principal del propio palacete, aunque no se instaló hasta la completa remodelación de éste en 1818.
Ignacio Gutiérrez Solana, veedor de las reales caballerizas, h. 1823, óleo sobre lienzo, 99,5 x 76 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Don Pedro Alcántara Álvarez de Toledo y Salm Salm, XIII duque del Infantado, firmado, 1827, óleo sobre lienzo, 230 x 165 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
El duque está retratado de cuerpo entero, a sus cincuenta y nueve años, ante un paisaje de campo abierto. Viste uniforme de capitán general, sobre el que luce la gran cruz y banda de la orden de Carlos III e insignia y banda del toisón, además de la cruz laureada de San Fernando, la placa de la orden portuguesa de Cristo y la francesa del Saint Sprit. Con el brazo izquierdo sostiene el bicornio y con el derecho señala hacia un mapa de la Península Ibérica de edición inglesa, viéndose junto a éste su estuche, varios instrumentos de cartografía y un catalejo. Se trata de un gran retrato militar de aparato, en el que el general aparece en gallarda actitud de mando, junto a sus utensilios para planificar las estrategias de campaña, siguiendo el modelo creado en Francia a finales del siglo XVIII y extendido por toda Europa, cuyos esquemas ya había utilizado en España años antes Goya en retratos como el de El general Urrutia (P736), así como el propio López en las efigies de El mariscal Suchet (Castillo de Vernon, duquesa de la Albufera) y de El general José Pascual de Zayas y Chacón (La Habana, Museo de Bellas Artes). Pedro Alcántara Álvarez de Toledo Silva y Mendoza, XIII duque del Infantado, IX duque de Pastrana, X duque de Lerma, X de Francavilla, cuatro veces grande de España, príncipe de Mélito y Éboli, XI marqués de Távara, XIV marqués de Santillana, XII de Cenete, XIII de Argüeso y de Campóo, X de Algecilla, IX de Almenara, XI conde de Villada, XXI conde de Saldaña y XI marqués de Cea, XIV conde del Real de Manzanares y XII del Cid, nació en Madrid el 20 de julio de 1768. Hijo de Pedro de Alcántara Álvarez de Toledo, XII duque del Infantado, y de la princesa Mariana de Salm-Salm, fue personaje de extraordinaria significación política y militar en la España de su tiempo, costeando en 1793 la creación de su propio regimiento para luchar contra los franceses en Cataluña y, años más tarde, en 1800, en la famosa guerra de las Naranjas en Portugal, zona que señala con su dedo en el mapa. Aunque sirvió algún tiempo como coronel de José Bonaparte, fue personaje de confianza del rey Fernando VII, a quien acompañó a Bayona. Al mando de un cuerpo del ejército luchó en 1809 en la guerra de la Independencia. En 1812 fue designado miembro de la Junta de la tercera Regencia, llamada del Quintillo, así como en la de 1823. Al año siguiente sería nombrado ministro de Estado y presidente del Gobierno, cargo que abandonó en 1826, falleciendo en Madrid el 27 de noviembre de 1841 soltero, aunque con descendencia natural de sus relaciones con Manuela Lesparre, por lo que su ducado pasó a la casa de Osuna. El lienzo es ejemplo extraordinariamente significativo de las excepcionales dotes de Vicente López para los grandes retratos cortesanos con abundante carga decorativa, en los que cobra una especial relevancia la descripción virtuosista de las indumentarias, así como la reproducción de los más mínimos detalles de bordados y condecoraciones, signos al cabo de rangos sociales, jerarquías oficiales y honores públicos (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 78).
Retrato de Doña Francisca de la Gándara. 1846. Óleo sobre lienzo, 128 x 98 cm. Museo del Prado, Madrid. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Fernando VII, con uniforme de Capitán General. 1814. Óleo sobre lienzo, 107,5 x 82,5 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Fernando VII de Borbón, llamado «el Deseado» o «el Rey Felón» (San Lorenzo de El Escorial, 14 de octubre de 1784-Madrid, 29 de septiembre de 1833), fue rey de España entre marzo y mayo de 1808 y, tras la expulsión del «rey intruso» José I Bonaparte, nuevamente desde diciembre de 1813 hasta su muerte, exceptuando un breve intervalo en 1823, en que fue destituido por el Consejo de Regencia.
Hijo y sucesor de Carlos IV y de María Luisa de Parma, depuestos por obra de sus partidarios en el Motín de Aranjuez, pocos monarcas disfrutaron de tanta confianza y popularidad iniciales por parte del pueblo español. Obligado a abdicar en Bayona, pasó toda la Guerra de Independencia preso en Valençay, siendo reconocido como el legítimo rey de España por las diversas juntas, el Consejo de Regencia y las Cortes de Cádiz.
Con la derrota de los ejércitos napoleónicos y la expulsión de José Bonaparte, Napoleón le devolvió el trono de España (Tratado de Valençay). Sin embargo, el Deseado pronto se reveló como un soberano absolutista, y uno de los que menos satisfizo los deseos de sus súbditos, que lo consideraban sin escrúpulos, vengativo y traicionero. Rodeado de una camarilla de aduladores, su política se orientó en buena medida a su propia supervivencia.
Entre 1814 y 1820 restauró el absolutismo, derogando la Constitución de Cádiz y persiguiendo a los liberales. Tras seis años de guerra, el país y la Hacienda estaban devastados, y los sucesivos gobiernos fernandinos no lograron restablecer la situación.
En 1820 un pronunciamiento militar dio inicio al llamado trienio liberal, durante el cual se restablecieron la Constitución y los decretos de Cádiz, produciéndose una nueva desamortización. A medida que los liberales moderados eran desplazados por los exaltados, el rey, que aparentaba acatar el régimen constitucional, conspiraba para restablecer el absolutismo, lo que se logró tras la intervención de los Cien Mil Hijos de San Luis en 1823.
La última fase de su reinado, la llamada Década Ominosa, se caracterizó por una feroz represión de los exaltados, acompañada de una política absolutista moderada o incluso liberaldoctrinaria que provocó un profundo descontento en los círculos absolutistas, que formaron partido en torno al infante Carlos María Isidro. A ello se unió el problema sucesorio, sentando las bases de la Primera Guerra Carlista, que estallaría con la muerte de Fernando y el ascenso al trono de su hija Isabel II, no reconocida como heredera por el infante Carlos.
Fernando VII ha merecido por parte de los historiadores un unánime juicio negativo, pasando a los anales de la historia de España como el Rey Felón... Leer más
Sueño de San José. 1791-1792. Museo del Prado. Madrid. Museo del Prado. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Otras obras
Fernando VII con el hábito de la Orden de Carlos III. 1808. Ayuntamiento. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Portrait of Don Juan Francisco Ximénez del Rio, Archbishop of Valencia. 1799-1800. Oil on canvas, 123 x 89 cm. Museo de Bellas Artes, Bilbao. Obra de de Vicente López Portaña
Fernando VII con el hábito de la Orden del Toisón de Oro. 1831. Palazzo di Spagna. Embajada de España. ante la Santa Sede. Roma. Italia. Obra de de Vicente López Portaña
Isabel II niña, estudiando geografía. 1842. Patrimonio Nacional. Reales Alcázares. Sevilla. Obra de de Vicente López Portaña
Isabel II niña, estudiando geografía. 1842. Patrimonio Nacional. Reales Alcázares. Sevilla. Obra de de Vicente López Portaña
Isabel II, recién nacida. 1831. Colección particular. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Joaquín de Pedro y Llorens, V Marqués de San José. 1810-12. Colección particular. Obra de de Vicente López Portaña
La infanta Luisa Fernanda de Borbón, estudiando música. 1842. Patrimonio Nacional. Reales Alcázares. Sevilla. Obra de de Vicente López Portaña
La Reina María Luisa de Parma. 1819. Copia de Goya. Patrimonio Nacional. Palacio Real. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
María Francisca de Braganza, Infanta de España y Portugal. 1823. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
María Isabel de Borbón, Reina de las Dos Sicilias. 1831. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Portrait of Don Mateo Casado y Sirelo. 1839. Oil on canvas, 89 x 72 cm. Private collection. Obra de de Vicente López Portaña
Los hijos del conde de Casa Flórez. 1850. Óleo sobre lienzo. 154 x 206 cm. Museo Goya. Castres. Francia. Obra de Vicente López y Portaña
Dionisia O´Lawlor y Caballero, Duquesa de Vistahermosa. 1841. Guillermo de Osma. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
El General Pascual Zayas y Chacón. 1818. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana. Cuba. Obra de de Vicente López Portaña
Francisca Ramón, Nodriza de Isabel II. 1830-31. Patrimonio Nacional. Palacio Real. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Ventura Caro, Capitán General de Valencia. 1799. Colección particular. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Saint Sebastian Tended by Saint Irene, 1795. J. Paul Getty Museum, Los Angeles. Obra de de Vicente López Portaña
Adoration of the Trinity. 1791-92. Oil on canvas, 112 x 80 cm. Private collection. Obra de de Vicente López Portaña
Arca de la Alianza. 1797. Óleo sobre lienzo. 132 x 61 cm. Museo Goya. Castres. Francia. Obra de de Vicente López Portaña
El Rey Ezequías haciendo ostentación de sus riquezas a los legados del Rey de Babilonia. 1789. Museo de Bellas Artes. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Alegoría de la donación del casino a la Reina Isabel de Braganza por el Ayuntamiento de Madrid. Boceto. Vicente López. 1817. Colección Masaveu. Oviedo. Obra de de Vicente López Portaña
Alegoría de la Institución de la Orden de Carlos III. 1828. Patrimonio Nacional. Palacio Real. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Genealogía de Cristo. 1799-1800. Colección Lassala. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Esther. 1800. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Débora. 1800. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Rebeca en el pozo. 1800. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Moisés convierte en sierpe su bastón. 1800. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Judith con la cabeza de Holofernes. 1800. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
David derramando agua del aljibe de Belén. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Coronación de la Virgen. Iglesia parroquial. Silla. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Judith mostrando la cabeza de Holofernes. Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Grao. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
La profetisa María. Iglesia de Nuestra Señora del Rosario. Grao. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Expulsión de los Moriscos por San Juan de Ribera. 1796. Catedral. Capilla del Santo Cáliz. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Glorificación del Beato Nicolás Factor. 1795-1796. Iglesia de Santa María de Jesús. Camerín del Beato Factor. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
La Trinidad en Gloria, con Santos, Reyes y Ángeles. 1791-1792. Colección particular. Nueva York. USA. Obra de de Vicente López Portaña
Los Reyes Católicos recibiendo una embajada del Rey de Fez. 1790. Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Obra de de Vicente López Portaña
La Potestad soberana en el ejercicio de sus facultades. 1825-6. Patrimonio Nacional. Palacio Real. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
San Vicente Mártir ante Decio. 1795. Boceto. Meadows Museum. Dallas. Texas. USA. Obra de de Vicente López Portaña
Santa Matilde socorriendo a los necesitados. 1798-1800. Colección particular. Bilbao. Obra de de Vicente López Portaña
Tobías el joven restablece la vista a su padre. 1789-1790. Museo de Bellas Artes. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Virgen del Rosario en Gloria, con Santo Domingo de Guzmán y Santa Catalina de Siena. 1800. Colección particular. Obra de de Vicente López Portaña
Asunción de la Virgen. 1805-10. Colección particular. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Céfiro y Flora. 1833-4. Museo de San Telmo. San Sebastián. Obra de de Vicente López Portaña
Ciro el Grande ante los cadáveres de Abradato y Pantea (Boceto). 1839. Colección particular. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
San José con el niño Jesús. 1814. Fundación Selgas-Fagalde. El Pito. Asturias. Obra de de Vicente López Portaña
San Miguel Arcángel. 1806-8. Boceto. Colección particular. Madrid. Obra de de Vicente López Portaña
Incredulidad de Santo Tomás. 1849. Iglesia de Santo Tomé. Toledo. Obra de de Vicente López Portaña
Oración en el huerto. 1804-6. Museo Municipal. Xativa. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Virgen de la merced, redentora de cautivos. 1798-1803. Museo de Bellas Artes. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Virgen de la Misericordia, rodeada de Santos y Pobres. 1809. Deposito de la Diputación provincial de Valencia. Museo de Bellas Artes. Valencia. Obra de de Vicente López Portaña
Virgen de los Desamparados acogiendo a los pobres. 1838. Colección Masaveu. Oviedo. Obra de de Vicente López Portaña
Virgen del Carmen con el niño. 1832. Catedral. Tortosa. Tarragona. Obra de de Vicente López Portaña
Busto en bronce dedicado al pintor valenciano Vicente Lopez Portaña Ubicación: Plaza Temple. Valencia. Vicente Lopez Portaña[/b] (Valencia, 1772 - Madrid, 1850). Pintor español del Neoclasicismo. Se trata de una obra del escultor valenciano José Esteve Edo colocado en un pedestal e inaugurado el 30 de abril de 1974. Sobre el mismo y bajo el escudo de la ciudad la leyenda: "Valencia al pintor Vicente Lopez / 1772 + 1850 / Abril 1974".
Escultura de Vicente López Portaña en Valencia. Como dato curioso: Apareció en los billetes de 25 pesetas de 1931 durante la segunda republica española.
Retrato de Vicente Lopez Portaña por su hijo Bernardo López Piquer
Enlace para ver más obras de Vicente Lopez Portaña: http://www.artcyclopedia.com/artists/lo ... cente.html
PUES ESTO ES TODO AMIGOS, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO EL TRABAJO DEDICADO ALGRAN PINTOR VALENCIANO VICENTE LÓPEZ PORTAÑA. UN EXCEPCIONAL ARTISTA QUE CADA DÍA ESTÁ MÁS RECONOCIDO Y QUE A MÍ ME FASCINA. A PESAR DE QUE LA CRÍTICA LE ACUSA DE POCA GRACIA EN SUS COMPOSICIONES.
VICENTE LÓPEZ PORTAÑA
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