Este trabajo está dedicado al pintor asturiano Juan Carreño de Miranda, uno de los grandes retratistas del siglo XVII y muy amigo del genio Diego Velázquez.
Según los especialistas: Aplicó a sus lienzos el estilo aristocrático de su forma de vida, captando con elegancia y psicología a los personajes de la Familia Real y de la Corte madrileña.
Carreño Miranda, legó una impresionante colección de retratos, que se hallan en buena parte en el Museo del Prado.
Espero que la recopilación que he realizado de Carreño de Miranda os resulte interesante y contribuya en la divulgación de su magnífica obra.
RESUMEN BIOGRÁFICO:
Carreño de Miranda- (Juan Carreño de Miranda).(1614-1685)
Nació en el año 1614 en Avilés (Asturias) en el seno de una familia de nobles hidalgos. Se trasladó a estudiar Madrid con los pintores Pedro de las Cuevas y Bartolomé Román, ambos pintores de la escuela madrileña, fue también discípulo de Velázquez.
Se especializó en el retrato solemne, muy austero, en tonos pardos y con fondo neutro, sin detalles ni recreación sobre adornos, joyas, fondos de paisaje o demás, y sin apenas alusiones visibles a la dignidad del retratado, que impone su status con su pose y su presencia digna. Carreño y Velázquez heredan directamente su estilo de una Escuela de retratistas muy importante, en la cual participaron Sánchez Coello y Sofonisba Anguissola.
También pintó cuadros de temática religiosa utilizando un estilo ornamental, de origen italiano, propio del barroco final, y realizó también varios frescos de asuntos mitológicos. Pintó unos frescos religiosos en la catedral de Toledo, que hablan el idioma del Barroco pleno.
Estudió la pintura veneciana y las obras de la escuela flamenca, en especial las de Rubens.
La influencia de Velázquez, así como la de Rubens y Van Dyck fue profunda.
Juan Carreño de Miranda, falleció en el año 1685.
Eugenia Martínez Vallejo más conocida como "la monstrua" pintada en dos versiones por Carreño de Miranda.
Su obra más destacada
- Sagrada Familia (1649) Parroquia de San Martín, Madrid
- Magdalena penitente (1654) Real Academia de Bellas Artes, Madrid
- San Sebastián (1656) Óleo, Museo del Prado
- Asunción de la Virgen (1657) Museo de Bellas Artes de Bilbao
- Fundación de la Orden de los Trinitarios (1666) Óleo, Museo del Louvre
- Martirio de San Bartolomé (1666) Museo Meadows, Dallas, Estados Unidos
- San Antonio de Padua en gloria (1665-1668) Fresco, Bóveda de la iglesia de San Antonio de los Alemanes, Madrid.
- San Bernardo ante la Virgen (1668) Museo Parroquial de Pastrana, Guadalajara
- Marquesa de Santa Cruz (1665-1670) Marqueses de Santa Cruz, Madrid
- Marqués de Santa Cruz (1665-1670) Marqueses de Santa Cruz, Madrid
- Condesa de Monterrey (1665-1670) Museo Lázaro Galdiano, Madrid
- Carlos II a los 10 años (1671) Museo de Bellas Artes de Asturias, Oviedo
- La reina viuda doña Mariana de Austria (1669-1672) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Carlos II (1671-1673) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Carlos II (1675) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Doña Mariana de Austria (1670-1675) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Doña Mariana de Austria (1671-1675) Museo de Bellas Artes de Vitoria
- Santa Ana enseñando a leer a la Virgen (1674-1678) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Festín de Herodes (1680) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Piotr Ivanovich Potemkin, embajador de Rusia (1681) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Dama desconocida ¿Duquesa de Feria? (1675-1680) Hospital Tavera, Toledo
- Bufón Francisco Bazán (1684-1685) Óleo, Museo del Prado, Madrid
- Carlos II como gran maestre del Toisón de Oro (hacia 1682) Óleo, Rohrau (Austria), Colección Harrach
Estatua del pintor Juan Carreño de Miranda, situada en Avilés.
ALGUNAS OBRAS:
El retrato de La reina viuda doña Mariana de Austria, es uno de los cuadros más conocidos del pintor español Juan Carreño de Miranda. Está realizado en óleo sobre lienzo. Mide 211 cm de alto y 125 cm de ancho. Fue pintado en 1669. Se encuentra en el Museo del Prado, Madrid, España.
La protagonista de este cuadro es doña Mariana de Austria, reina consorte de España de 1649 a 1665 y Regente de 1665 a 1675, segunda esposa de Felipe IV.
Diego Velázquez la había retratado diecisiete años antes, cuando era la joven reina, recién casada con su tío Felipe IV. A los 31 años quedó viuda, gobernando el país como regente de su hijo Carlos II.
Carreño, que fue nombrado en 1669 pintor del rey, la retrató a los cuatro años de muerto el marido, vistiendo tocas de viuda, muy semejantes a las de las monjas. La figura se enmarca en el Salón de los Espejos del Alcázar de Madrid. Hay otro cuadro con la reina Mariana de Austria en traje de viuda en el Museo de Historia del Arte de Viena de Viena.
Judit y Holofernes. Carreño de Miranda, Juan (Copia de Reni, Guido), óleo sobre lienzo, 220 x 135 cm. Museo del Prado.
Es copia fiel de una composición de Guido Reni, que fue muy estimada en su tiempo y de la cual consta que se hicieron varias repeticiones. Se considera original de la versión conservada en la Sedlmayer Collection de Ginebra, fechable hacia 1625-1626. La soberbia técnica con que está resuelta la calidad de las telas, el acentuar dramáticamente ciertos efectos que el original resuelve de modo más clásico y frío, y la maestría con que se ha interpretado la fuerza poderosa de la figura femenina, subraya la seguridad de Carreño al enfrentarse con modelos de un mundo estilístico en principio alejado de lo que era más usual en su tiempo y en su ambiente, pero que sin duda ejercía atracción sobre su temperamento. Esta obra constituye una importante aportación al mejor conocimiento del sustrato clásico de que hace gala Carreño en más de una ocasión (Texto extractado de Pérez Sánchez, A. E.: Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo (1650-1700), Madrid, 1986).
Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. 1674-78. Museo del Prado Esta obra que contemplamos ocupaba el ático del retablo mayor del convento de Santa Ana de Carmelitas Descalzas de Madrid. En ella se trata un asunto muy habitual en la Contrarreforma como es el tema mariano, debido a que los protestantes ponían en duda la virginidad de María y su función como intercesora ante Dios. Por ello se puso tan de moda la Inmaculada Concepción y se realizaron numerosas escenas relacionadas con la vida de la Virgen. Carreño nos presenta el momento en que santa Ana enseña las primeras letras a su hija María en presencia de san Joaquín. Unas gradas alfombradas ocupan el primer plano para crear un mayor efecto monumental, continuado por la columna salomónica y las arcadas que contemplamos al fondo, transmitiendo así que nos encontramos en un interior. La composición se organiza de forma piramidal, empleando una perspectiva alta debido a su elevado emplazamiento. Las figuras son amplias y escultóricas, iluminadas por la luz que penetra por la izquierda, deteniéndose en los rostros y en las manos. Los querubines de la parte superior nos indican que estamos presenciando un hecho relacionado con la divinidad. La factura de Carreño es rápida y suelta, a base de largas pinceladas que recuerdan a la escuela veneciana y a Velázquez, creando un magnífico efecto ambiental a través del aire que rodea a las figuras. En cuanto al colorido, juega con el contraste entre los ocres, blancos y azules con el rojo de la alfombra de primer plano, resultando una obra excepcional.
Fundación de la Orden de los Trinitarios. 1666. Museo Nacional del Louvre. Posiblemente nos encontremos con una de las obras más impactantes de Carreño de Miranda, más conocido por su faceta como retratista. Fue realizada en el año 1666 para la iglesia del convento de los Trinitarios de Pamplona y cuando fue entregada nos cuenta Palomino que al ver el cuadro los religiosos de cerca "lo abominaron de suerte que no lo quisieron recibir; y si no hubiera sido por la aprobación de Vicente Berdusán no lo hubieran admitido". De esta manera se ponen de manifiesto las dificultades de los artistas en el siglo XVII cuando incorporaban alguna innovación en su estilo. Y es que gracias a su contacto con Rizi, Carreño maneja el pincel con mayor soltura, utilizando pequeños toques con los que produce efectos lumínicos sensacionales como se aprecia en este lienzo, en el que aun se muestra como un profundo admirador de Rubens. El francés Juan de Matha fundó la Orden de los Trinitarios a finales del siglo XII motivado por la visión que nos presenta el artista: en el momento de alzar la Sagrada Forma durante su primera misa, se le apareció un ángel cuyas cruzadas manos se apoyaban en las cabezas de dos prisioneros, uno musulmán y otro cristiano. San Juan comprendió que tenía que fundar una orden dedicada a la redención de los prisioneros cristianos. El diseño de la composición es de Rizi mientras que la ejecución es de Carreño. San Juan eleva la Hostia, centro de todas las miradas, acompañado de varios sacerdotes vestidos con casullas bordadas de oro y plata. La poderosa arquitectura del fondo nos permite ver un paisaje y una escena difícilmente identificable, mostrando un sensacional efecto de perspectiva. Sin embargo, la zona superior es la de mayor calidad; presidida por la Trinidad, un coro de ángeles músicos otorga un profundo dinamismo al situarse en marcados escorzos típicamente barrocos. El escenario se llena de colorido, resaltado por el empleo de una luz intensa que sitúa la zona de la izquierda en penumbra. Los rostros de los personajes están repletos de expresividad, mostrando su alta calidad como retratista. Con este tipo de composiciones podemos dar por cerrada la etapa naturalista del barroco, entrando de pleno en el barroco efectista que tanta fuerza tiene en la escuela madrileña.
Festín de Herodes. 1656. Oleo sobre lienzo. 80 x 53 cm. Museo del Prado. Madrid. El asunto que presenta Carreño en este bello lienzo está inspirado en la vida de san Juan Bautista, eligiendo como culminación de la historia la presentación de la cabeza del Bautista por parte de Salomé a su madre, Herodías, y al rey Herodes. De esta manera, Herodias culminaba su venganza utilizando para ello a su bella hija. La escena se desarrolla en un palacio renacentista de clara inspiración veneciana cuyas arquitecturas se aprecian en el fondo. Las figuras se reúnen alrededor de una mesa tratada con un marcado escorzo por el artista para crear sensación de profundidad. En primer plano encontramos una figura de espaldas que nos introduce en la escena para dejar paso a un pajecillo negro que parece presentar al sorprendido rey la plateada bandeja con la cabeza. Los rostros de los personajes son tremendamente expresivos, creando un perfecto efecto dramático. El estilo empleado por Carreño recuerda a Veronés, tanto por la monumentalidad de las arquitecturas como por el lujo de los vestidos y la fastuosidad del evento. La sensación atmosférica creada es sensacional, provocando la difuminación de los contornos de las figuras de la misma manera que hacían Tiziano o el propio Velázquez. La valía de la obra es tal que se realizaron diversas copias en su tiempo.
San Antonio predicando a los peces, óleo sobre lienzo, 249 x 165 cm, firmado, 1646. Museo del Prado. Obra de Juan Carreño de Miranda.
Se trata de la primera obra firmada y fechada de Carreño llegada hasta nosotros y muestra al pintor en una fase de su estilo todavía muy vinculada a los maestros de la primera mitad del siglo. El propio Palomino, que conoció y trató a Carreño alude a este cuadro como de su mano, aunque más a sus principios, indicando sin duda, como sus contemporáneos advertían bien, lo que de arcaico había en esta composición. Los ángeles niños especialmente, con sus escorzos algo forzados y sus formas en exceso turgentes, están cerca de lo que hacía Pereda hacia 1640, y de lo que Rizi muestra en su San Andrés del mismo año, lleno también de recuerdos de la generación precedente. Lo que resulta más típicamente barroco, avanzando en la dirección de ligereza técnica, con la pincelada, arrebatada y nerviosa y rico colorido, es el curioso paisaje marítimo, con las vibrantes cabezas de los peces que constituyen un curiosísimo ejemplo de naturaleza viva (Texto extractado de Pérez Sánchez, A. E.: Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo (1650-1700), Madrid, 1986).En el grupo de figuras del ángulo superior izquierdo han sido representados dos ángeles tocando instrumentos musicales, un arpa diatónica similar a modelos españoles de la Edad Moderna, y una corneta de tipo renacentista, haciendo la parte melódica de un conjunto instrumental propio del Barroco. Las cornetas curvas fueron las más frecuentes en los conjuntos de ministriles del Renacimiento y en las agrupaciones instrumentales del Barroco, mientras que las rectas tenían un timbre más dulce y fueron menos utilizadas. En el ángulo superior derecho, un ángel interpreta un órgano portativo, mientras que en el centro, bajo la figura del Niño Jesús, otro ángel toca un bajo de violón.El órgano está apoyado sobre una mesa y el ángel tañe el teclado mientras canta inclinando la cabeza hacia su izquierda. Aunque no se ven fuelles, el ángel que está detrás tiene una mano levantada, que puede indicar que mueve los fuelles o quizá que está marcando el ritmo, pues tanto el organista como otro ángel situado a su derecha están cantando. El que se representa en la obra es un órgano portativo, realejo en castellano de la época, de pequeñas dimensiones y potencia sonora discreta. Su uso se hizo frecuente en los ritos religiosos, siendo muy habituales las representaciones de órganos realejos en la iconografía cristiana de la Península Ibérica.En el caso del violón, el contorno de su caja, las efes y las escotaduras laterales marcadas son rasgos propios del instrumento, y se distingue el diapasón de color oscuro y corto, característico de los instrumentos de arco de la época, así como el clavijero curvo y abierto, en forma de hoz que no se cierra en voluta. Junto con los ángeles instrumentistas aparecen ángeles cantores portando partituras, todo ello acompañando la predicación del santo a los peces, que se acercan milagrosamente a escuchar sus enseñanzas (Texto extractado del Proyecto Iconografía Musical, U.C.M.).
Anunciación, siglo XVll. Iglesia de Nuestra Señora de la la Asunción de La Guardia, Toledo. Obra de Juan Carreño de Miranda
La Monstrua desnuda (Eugenia Martínez Vallejo). Óleo sobre lienzo. 165 x 108 cm. Museo del Prado. Madrid. Eugenia Martínez Vallejo era una de las personas con defectos físicos o psíquicos que formaban una pequeña corte alrededor de los infantes de España. A Eugenia en concreto se la conocía como La Monstrua. Sin embargo, el papel de estas personas en palacio era con frecuencia extraordinariamente valioso. Se les buscaba como compañía de los infantes, porque su estatura los aproximaba a ellos, les daba confianza como niños que eran. Pero su edad proporcionaba a los jóvenes príncipes ese profesor continuo o esa dama de confianza que aseguraba su cuidado constante, además de su diversión. Con frecuencia los infantes, al hacerse adultos, conservaban junto a ellos a estos amigos de infancia, como el caso de Isabel Clara Eugenia, la hija de Felipe II, que se retrató frecuentemente con su bufona particular y que lloró como nadie su muerte. Este retrato fue además realizado por uno de los más estimados pintores del rey, Juan Carreño de Miranda, que la tomó como modelo varias veces. Carreño retrató la vida de la Corte de Carlos II como ningún otro pintor había hecho, mostrando la debilidad de ese rey al que llamaban "hechizado". Tanto el tema, el empleo de seres humanos diferentes, pintorescos, como la realización pictórica de la obra nos hablan del Barroco, una época sensual y colorista, en la cual lo extraño era singularmente apreciados.
Eugenia Martinez Vallejo "la Monstrua vestida". Óleo sobre lienzo. 165 x 107 cm. Museo del Prado. Madrid
Pedro Ivanowitz Potemkin, embajador de Rusia, óleo sobre lienzo, 204 x 120 cm, h. 1681. Museo del Prado. Obra de Juan Carreño de Miranda.
Retrato de cuerpo entero de Pedro Ivanowitz Potemkin, embajador ruso enviado a España a la corte de Carlos II por el zar Fedor II en 1668 y entre 1681 y 1682, momento en el que se cree fue realizada la obra.
La composición de la pieza, que recorta la figura sobre fondo negro, permite destacar la riqueza del vestuario y subrayar su exotismo, e imaginar la impresión que la embajada rusa debió causar en España.
Este cuadro se cita en 1686 en el obrador de los pintores de cámara del Alcázar de Madrid.
Duque de Pastrana. Óleo sobre lienzo. 217 x 155 cm. 1650 h. Museo del Prado. Madrid. Este magnífico cuadro fue adquirido en 1896 de la colección del Duque de Osuna. Representa a uno de sus antepasados, un joven noble que murió a los treinta años por una caída de caballo. El retrato resulta imponente en la majestad de la figura, que se halla adecuadamente resaltada por su ubicación en el Museo del Prado: al fondo de una larga sala de retratos menores, el del Duque corona la totalidad de la pared final, contemplando nuestro avance hacia él con mirada soberbia y elegante. La influencia más obvia es la de Van Dyck, que supo plasmar esa elegancia desprovista de dureza que tiene también el autor de este lienzo, Carreño de Miranda. Éste ha sabido captar magistralmente un aire de melancólico misterio que presta un atractivo adicional a la figura de este cortesano del siglo XVII, de aspecto sorprendentemente contemporáneo.
Duque de Pastrana. öleo, c.1670. 213 x 123 cm. Mueo de Sao Paulo. Brasil
San Sebastián. 1656. Oleo sobre lienzo. 171 x 113 cm. Museo del Prado. MadridLa Reforma Católica tuvo honda repercusión en España, cuya pintura se vio sometida a estrictos criterios morales. El tema barroco más frecuente era el religioso, y se evitaba el desnudo en la medida de lo posible (la famosa Venus de Velázquez es el único desnudo femenino de ese siglo). Elegir el tema del martirio de San Sebastián era la excusa para un pintor de representar un desnudo masculino. Carreño de Miranda lo ha elegido y nos muestra un espléndido cuerpo varonil, anatómicamente proporcionado e increíblemente sensual en su pose retorcida y su color cálido heredado de la Escuela veneciana. El martirio apenas deja ver sus huellas en la piel inmaculada del santo: tan sólo una referencia en la flecha clavada en el muslo, que apenas sangra. El tema se destaca en primer plano sobre un fondo indefinido de paisaje, cuyos tonos azulados contribuyen a resaltar de nuevo la suavidad de la carne, para un cuadro que no debemos olvidar es de tema religioso.
Bufón Francisco Bazán. Juan Carreño de Miranda. Óleo sobre lienzo. 200 x 101 cm. 1684-85. Museo del Prado. Conocemos bastantes datos acerca de este personaje; procedía de la Casa de Gracia de Zaragoza llegando a Madrid en 1677 llamado por don Juan José de Austria. Su apodo era "Anima del Purgatorio" ya que repetía constantemente que se encontraba en ese lugar. Debido a su prodigiosa memoria estaba considerado como el espía de don Juan José en palacio, ocupando un lugar cercano al rey Carlos II. Carreño ha continuado al estilo velazqueño a la hora de realizar este retrato, presentándonos al personaje en pie, recortando su figura sobre un fondo neutro sin ninguna referencia espacial. Vestido de negro, la silueta del bufón parece integrarse con el fondo, creando así un mayor efecto teatral. Sólo el cuello y el memorial que sujeta en su mano derecha otorgan claridad al conjunto, así como la perfecta cabeza y las manos. El pintor muestra al bufón en una actitud digna, como un funcionario más de la corte. El estilo de Carreño es rápido y preciso, tomando a la perfección las enseñanzas de Velázquez.
Carlos II. 1675. Oleo sobre lienzo. 201 x 141 cm. Museo del Prado. Madrid. El Barroco español es pródigo en retratos oficiales, muy diferentes a los que se hacían en el resto de Europa. La Escuela española está marcada por la figura de Velázquez, a cuya influencia se somete también el gran pintor autor de este lienzo. El modelo retratado es Carlos II, el Hechizado. Niño enfermizo, retraído, delicado, aparece terriblemente solo en mitad del lujo agobiante de la sala donde se le retrata. Carreño utiliza modelos venecianos que infunden a la pintura un hondo sentido del color y el movimiento, especialmente a través del grueso cortinaje rojo que envuelve a medias la figura del pequeño. Éste, con las piernas abiertas desmañadamente, se apoya en una gigantesca mesa adornada con un león, que parece aumentar la fragilidad del retratado. El personaje, de tez blanquísima y cabellos rubios, está vestido de terciopelo negro con calzas blancas, en esa austera moda española que se usaba en el siglo XVII. Su figura oscura contrasta con la calidez rojiza de la estancia.
Carlos II. 1685. Oleo sobre lienzo. 75 x 60 cm. Museo del Prado. MadridCuando Carreño realizó este soberbio retrato de Carlos II el monarca contaba con unos 25 años. Era el último hijo de Felipe IV y Mariana de Austria, siendo siempre una persona enfermiza y de aspecto triste. Fue criado por 31 nodrizas durante casi cuatro años, sin caminar hasta los 10 lo que motivaría que el pueblo cantase esta coplilla: "El Príncipe, al parecer, / por lo endeble y patiblando, / es hijo de contrabando, / pues no se puede tener ...". A pesar de sus achaques físicos, tenía una inteligencia desarrollada y una gran afición por el arte, produciéndose en su reinado un importante desarrollo económico, especialmente tras la devaluación monetaria del duque de Medinaceli. Sus últimos años estuvieron marcados por la sucesión, llegándose a exorcizar al monarca lo que motivaría su apodo de "El Hechizado". El pintor nos presenta a don Carlos de medio cuerpo, vistiendo ropajes negros, con la golilla blanca y el collar de la orden del Toisón como únicos adornos. Una espada y un cinturón plateados completan los accesorios. Pero el centro de atención del retrato es el rostro, donde destaca la expresión melancólica del rey, manifestando el artista incluso cierto cariño hacia el retratado. El estilo rápido y vaporoso recuerda a Velázquez, resultando una obra de gran belleza y expresividad.
Carlos II con el uniforme de gala de la Orden del Toisón de Oro. Colección Harrach. Rohrau Austria
Carlos II rey de España. 1650. Óleo sobre lienzo. 78 x 65 cm. Museo de Bellas Artes de San Francisco. San Francisco. California. USA
San Hermenegildo en prisión (h. 1656) Óleo sobre lienzo. 124x116 cm. Museo de Bellas Artes de Asturias. Oviedo. Considerada obra menor de entre las realizadas por Juan Carreño de Miranda, es una representación en la que el santo se encuentra sentado, en actitud de calma y serenidad, con una cruz sujeta por la mano derecha. Es una cruz lisa y estrecha, de tamaño casi natural –según la figura del personaje– quien la mira con arrobamiento, mientras la mano derecha señala las cadenas, símbolo de su cautiverio, tiradas en el suelo.
Está vestido a la romana –tal como hemos visto en las imágenes anteriores–, según los cánones de las iconologías tradicionales: sandalias y polaina, rica coraza y manto azul que rodea la parte inferior de su cuerpo al modo regio.
Otras obras
Don Bernabé de Ochoa Chinchetru. Lienzo; 2,01 x 1,12 m. Firmado, -Juan Carreño f. 1660 Md-. NUEVA YoRK. Hispanic Society. 1653
Doña María Luisa de Orleans. Lienzo; 2,10x1,47 m. Juan Carreño (h. 1683). Monasterio de Guadalupe. Cáceres
Anunciación Lienzo; 1,60x2,29 m. Firmado; Juan Carreño Fac. 1653. MADRID. Hospital de la V.0.T.
Desposorios de Santa Catalina. Lienzo; 1,5Ox2,40 m. Juan Carreño (1653). MADRID. Hospital de la V.0.T.
Don Francisco Diego Benavides Bazán y Pimentel, Marqués de Santa Cruz. coll. Madrid. Marqueses de Santa Cruz. 1665-70
Doña Francisca de Velasco, Marquesa de Santa Cruz
Felice de la Cerda y Aragón, Marquesa de Priega, 1677
Fernando de Valenzuela, c. 1675
Condesa de Monterrey (1665-1670) Museo Lázaro Galdiano, Madrid. Obra de Juan Carreño de Miranda
Baptism of Christ, c. 1680
El enano Micho o Misso. Lienzo; 1,40 x 1,02 m. (h. 1680). Meadows Museum at Southern Methodist University, Dallas, Texas
Inmaculada Concepción. Lienzo; 1,98x1,48 m. Juan Carreño (h. 1665-1670). Madrid. Propiedad particular. 1653
El martirio de San Bartolomé. 1666. Óleo sobre lienzo. Colección de Algur H. Meadows. Dallas. Texas. USA
Asunción de la Virgen. Lienzo; 3,2O x 2,25 m. Firmado; Juan Carreño. Poznan National Museum. Polonia
Magdalena penitente. Lienzo; 1,62 x 1,24 m. Firmado; Juan Carreño, 1647. Oviedo. Museo de Bellas Artes de Asturias
Magdalena penitente. Lienzo; 2,20 x 1,80 m. Firmado; J. Carreño fecit-año 1654. Madrid. Real Academia de Bellas Artes
Retrato de Carlos V. ? Atribuido a Juan Carreño de Miranda. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo.
San Bernardo ante la Virgen. Firmado; Juan Carreño F-Año 1668 ?. Pastrana (Guadalajara). Museo Parroquial
San Dámaso (1685). Lienzo; 2,06 x 1,09 m. Madrid. Ayuntamiento (Casa de la Villa). Autores: Carreño y Palomino.
San Damián. 1665-70
Portrait of a Woman. 1650-1670
Marie Louise d'Orléans
La Infanta Margarita
Belshazzar's Feast
Cinco religiosas concepcionistas franciscanas
Retrato de infanta ?
Don Antonio el Inglés (previosly believed to be Velazquez's work). Museo del Prado
Doña Mariana de Austria. 1671. Óleo sobre lienzo. 110 x 87.5 cm. Museo de Bellas Artes de Vitoria
Inmaculada Concepción. Hacia 1680. Óleo sobre lienzo, 194 x 139 cm. I. E.S. San Isidro. Capilla de la Inmaculada, Madrid. Obra de Juan Carreño de Miranda
Inmaculada Concepción. 1666
Asunción de la Virgen (o Inmaculada). Lienzo; 1,67 X 1,25 m. Juan Carreño (h. 1657). Bilbao. Museo de Bellas Artes
Irod's feast
Pedro Iwanowitz Potemkim, embajador de Rusia. Lienzo. 204 x 120 cm. Museo del Prado. Madrid
Retrato de Don Juan José de Austria. 1640-1643. Óleo sobre lienzo. 78,5 x 61 cm. Museo de Bellas Artes de Budapest. Budapest. Hungría
Retrato de la Duquesa de Feria. Dama de la Casa de Medinaceli. C. 1683
San Vincente Ferrer
Santiago el Mayor en la batalla de Clavijo. 1660. Óleo sobre lienzo. 231 x 168 cm. Museo de Bellas Artes de Budapest. Budapest. Hungría
St. Anthony of Padua (1195-1231) adoring the Christ Child
Three Franciscan Martyrs in Japan - The martyrdom of the Japanese Franciscans
Un Cardenal. C. 1683
Virgen de Atocha. Museo del Prado. Madrid
Otros trabajos en colaboración con otros pintores
Iglesia de San Antonio de los Alemanes. Madrid. La iglesia tiene planta elipsoidal, construida por el arquitecto Pedro Sánchez, a partir de 1624 como complemento del Hospital de Portugueses, que había sido creado por Felipe III en 1606. Tras la independencia de Portugal, se le cambió el nombre a la Iglesia y al Hospital por el de San Antonio de los Alemanes. El interior de la iglesia está cubierto con pinturas al fresco, en las que se representan temas relacionados con la vida de San Antonio de Padua. En su decoración participaron el escultor portugués Manuel Pereira, y los pintores Luva Giordano, Vicente Carducho, Eugenio Cajés y Carreño de Miranda entre otros.
Iglesia de San Antonio de los Alemanes. Madrid. Hacia 1660 Francisco Ricci y Carreño de Miranda pintan la cúpula. El primero con arquitecturas fingidas, técnica introducida aquí por los italianos traídos por Velázquez, Mitelli y Colonna. Carreño de Miranda realiza en la parte central La Apoteosis Celestial de San Antonio. En muchas guías todavía se muestran fotos amarronadas anteriores a la reciente restauración.
Cúpula de San Antonio de los Alemanes. Cúpula elíptica de San Antonio de los Portugueses (también llamada de San Antonio de los Alemanes y de la Hermandad del Refugio) con pinturas al fresco de Luca Giordano, Francsco Ricci y Antonio Carreño de Miranda, a quien corresponde la Gloria de San Antonio de Padua que ocupa el cielo de la bóveda.
Capilla del Ochavo. Catedral de Toledo. En la cúpula frescos con tematica teologal de Francisco Ricci y Juan Carreño de Miranda.
Retrato de Juan Carreño de Miranda. (1614-1685)
Monumento a Don Juan Carreño de Miranda, Aviles, Asturias
Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado el trabajo recopilatorio del pintor Barroco español Juan Carreño de Miranda, desde luego tiene una obra excelente, lamentablemente poco conocida.
CARREÑO DE MIRANDA
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