Museo Nacional de Escultura (Valladolid)

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megaurbanismo
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Museo Nacional de Escultura (Valladolid)

Mensaje por megaurbanismo » Dom, 23 Oct 2022, 15:50

Este trabajo recopilatorio está dedicado a un gran Museo, unos de los pocos que casi en exclusiva que se dedican a la escultura de nuestro país, el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, tuve la oportunidad de conocerlo hace muchos años, del cual guardo un grato e instructivo recuerdo. Hoy quiero dedicarle una pequeña retrospectiva, para dar a conocer las grandes maravillas que allí, en el corazón de Castilla, guardan al abrigo del Pisuerga.
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El Colegio de San Gregorio de Valladolid, era la principal sede del Museo Nacional de Escultura. Posteriormente en julio de 2009, le cambiaron la denominación, y pasó a llamarse 'Museo Nacional Colegio de San Gregorio'. Actualmente ha recuperado su antiguo nombre, pues así popularmente se le seguía llamando.
Esta institución cultural expone esculturas que abarcan desde los siglos XIII al XIX de la Península Ibérica y los antiguos ámbitos de vinculación con España (Hispanoamérica, Flandes, Italia, etc). Posee una colección única de tallas y esculturas de artistas como Gregorio Fernández, Juan de Juni, Juan de Mesa, Pedro de Mena, Martínez Montañés, Alonso Cano, Jorge Inglés, Diego de Siloé, Felipe Vigarny, Pompeo Leoni, Alonso Berruguete, Pedro López de Gámiz, Luis Salvador Carmona, Francisco Salzillo...
La colección de pintura, aunque secundaria también goza de grandes obras de pintores de la talla de Pedro Berruguete, Zurbarán, Rubens, Jan Brueghel, Juan de Roelas, Antonio Moro, Gregorio Martínez, Luis Egidio Meléndez...
Espero que este trabajo recopilatorio del museo de escultura vallisoletano, sea del interés de los amantes del arte, que frecuentan esta sección del foro de xerbar, y en lo posible contribuya en su divulgación.
Museo Nacional de Escultura
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El Museo Nacional de Escultura, perteneciente al Ministerio de Cultura de España, es un museo español situado en la ciudad de Valladolid (comunidad autónoma de Castilla y León).
Alberga esculturas desde la Baja Edad Media hasta inicios del siglo XIX, así como cierto número de pinturas de gran calidad (Rubens, Zurbarán o Meléndez, entre otros). Es la colección escultórica española más importante de la Península y una de las más destacadas europeas de este ámbito temático.
Se llamó, desde 1933, Museo Nacional de Escultura, aunque en julio de 2008, se cambió su denominación a Museo Nacional Colegio de San Gregorio,1 con el objetivo de modernizar su nombre, como otros museos, y resaltar el renovado edificio histórico en el que se halla su núcleo expositivo. Sin embargo, en noviembre de 2011 el Consejo de Ministros recuperó su denominación original, al incorporarle los fondos del antiguo Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, cerrado al público y carente de sede estable desde los años 60. Desde el 29 febrero de 2012, una importante muestra de la colección se visita en la Casa del Sol, otra de las sedes del Museo Nacional de Escultura.
El 18 de septiembre de 2009, tras la completa remodelación de su sede principal —obra maestra de la arquitectura del siglo XV—, y la reestructuración y ampliación de su colección, abrió de nuevo sus puertas.
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El Museo Nacional de Escultura es uno de los museos españoles más antiguos: fue fundado en octubre de 1842 como Museo Provincial de Bellas Artes. Su colección se formó con obras de arte procedentes de los conventos, suprimidos en 1836 por el régimen liberal, tal como sucedió en los países europeos cercanos, y que fueron instaladas en el Palacio de Santa Cruz de Valladolid, su primera sede.
Debido a la calidad de los fondos custodiados —y para resaltar la riqueza de sus tallas de madera—, este museo provincial recibió en 1933 la categoría de Museo Nacional de Escultura a iniciativa de la II República, y particularmente del historiador de la escultura española Ricardo de Orueta, Director General de Bellas Artes, quien instaló la colección en una nueva sede: el Colegio de San Gregorio.
En el curso de su trayectoria, los fondos del Museo Nacional de Escultura se han venido acrecentado con donaciones y legados de particulares, depósitos y sobre todo con compras por el Estado de esculturas, y también de pinturas, dada la pluralidad de los fondos. Hoy se cuenta entre los museos europeos más originales.
Desde 1990 se ha llevado a cabo una renovación integral; partiendo del Palacio de Villena, adquirido en 1986, que se halla situado frente al Colegio. En 1998, se inició la restauración del Palacio, que concluyó pronto. Y, durante la instalación temporal de la colección en dicho Palacio, que se alargó diez años, se llevó a cabo una rehabilitación arquitectónica de la sede principal y la modernización de los equipamientos del Colegio de San Gregorio. Los arquitectos Fuensanta Nieto y Enrique Sobejano, encargados de ella, recibieron el Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales de 2007.
Debido al valor singular de este edificio, a su significado histórico y a su cercanía ideológica con buena parte de los fondos que custodiaba, en julio de 2008 pasó a denominarse Museo Nacional Colegio de San Gregorio. Sin embargo, con la redistribución de los Museos nacionales, a finales de 2011, ha recuperado de nuevo su nombre —Museo Nacional de Escultura— tras lograr una importante ampliación de fondos: los modelos escultóricos del pasado antiguo, del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, cuyo ideal era tanto ampliar la perspectiva escultórica, como hacer que los fondos de copias en yeso de obras clásicas cumpliesen con una función social y cultural en la formación artística.
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Vista de una sala del Museo Nacional de Escultura (Valladolid)
Reforma y reapertura
El 18 de septiembre de 2009 el Museo reabrió sus puertas al público. El restaurado edificio alberga, desde entonces, la exposición permanente en el antiguo Colegio de San Gregorio, que resalta por su singularidad y belleza: es una obra maestra de la arquitectura de finales del siglo XV.
La recuperación global de esta antigua sede, la ampliación de sus espacios, la nueva presentación de su colección (más amplia que nunca), la modernización de sus equipamientos y la exposición de piezas —que cumple los requisitos de la museografía más exigente—, abren una nueva etapa en su historia. Se proyecta, entre otras cosas, el documental Fuego en Castilla, del cineasta José Val del Omar, rodado en el Colegio entre 1958 y 1960.
Se ha adecuado a continuación el Palacio de Villena para sala de exposiciones temporales, de modo que:
- En 2010 se exhibió una importante muestra internacional, Lo sagrado hecho real, después de estar en la Galería Nacional de Londres, que la organizó.
-En 2011 se mostró «Primitivos. El siglo dorado de la pintura portuguesa (1450-1550)», donde el arte de los Primitivos portugueses vino por vez primera a España, procedente de Lisboa (Museu de Arte Antiga) y otras ciudades lusas.
Además en 2011 se expuso El Museo Crece, con las adquisiciones de 2005 a 2010; y finalmente Figuras de la exclusión, a partir de piezas de la colección.
-En 2012, tras la continuación de la anterior, se expuso Josep M. Sert: El Archivo fotográfico del modelo.
-En 2013, se expuso Diálogos de lo sagrado, con esculturas de europeas, asiáticas y africanas. Asimismo en 2013 se produjo Instante blanco, con intervenciones de Bernardí Roig, entre las piezas de San Gregorio, que se prolongó a enero del año siguiente.
-En 2014, se ofreció Entre el Cielo y la Tierra. Doce miradas al Greco cuatrocientos años después, exposición en el aniversario del pintor, que exploraba el lugar en el que se sitúa la influencia del Greco en el arte de hoy a través del trabajo que desarrollan doce artistas actuales, junto al Apostolado de El Greco del Museo Nacional de Escultura, que se halla depositado en Oviedo.
-También en 2014 organizó el Museo, junto con AC/E, una exposición sobre su fundador, Esto me trae aquí. Ricardo de Orueta (1868-1939), en el frente del arte, que fue Director General de Bellas Artes en la II República, durante 1931-33 y en 1936; Orueta además fue un gran historiador de la escultura (dedicado a analizar a destacados autores de este Museo), y definidor de los aspectos culturales de la Constitución del 31. Luego, dirigido siempre por el MNE, circuló por Málaga y Madrid.
-En julio de 2015, se expone, con apoyo de Obra Social La Caixa, Tiempos de melancolía.
Por otro lado, este segundo edificio de Villena está diariamente en activo: acoge una parte de la administración y un Belén napolitano, utiliza una renovada sala de conferencias y proyecciones, dispone de una amplia biblioteca y de los talleres de restauración.
Y como en noviembre de 2011, se acordó oficialmente la recuperación de la original denominación de Museo Nacional de Escultura y se incorporó a sus fondos la colección del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, se acoge en Villena su gran biblioteca especializada en historia del arte, específicamente en escultura, y su archivo histórico, que conserva importantes documentos.
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Retablo de la Capilla de San Gregorio.
Museo Nacional de Reproducciones Artísticas
Fue creado por la Real Orden de 31 de enero de 1877 (luego se integraría en el Patronato Nacional de Museos con ese título, por Orden de 31 de agosto de 1968). Pero, en 1961, el Museo Nacional de Reproducciones Artísticas, instalado hasta ese momento en el Casón del Buen Retiro, se trasladó al edificio del Museo de América, aunque ya sin exponerse al público. No fue su sede definitiva: en 1990 se recogió, provisionalmente, en los sótanos del edificio del Museo Español de Arte Contemporáneo, hoy sede del Museo del Traje, exponiéndose tan solo un reducido número de obras en una única sala, situada en los bajos del edificio, más de cara a los estudiantes de la cercana Facultad de Bellas Artes, que acudían allí a dibujar los vaciados de las esculturas de la Antigüedad, que al público en general. Durante veinte años sus colecciones han estado almacenadas completamente o en su práctica totalidad, a la espera de su realojamiento en un espacio visitable. Fue suprimido en noviembre de 2011, al incorporar sus fondos al Museo Nacional de Escultura.
Sus colecciones están constituidas por copias de obras famosas hechas por importantes formadores europeos; se realizaron mediante la técnica del vaciado, es decir, con moldes especiales sacados de los propios originales. Ofrecen un excelente repertorio de obras maestras, principalmente de escultura, de toda la cultura occidental que van desde el arte egipcio y caldeo-asirio, deteniéndose sobre todo en el clásico grecorromano (más destacables), pero también por el arte medieval (románico-gótico), renacentista y barroco, hasta llegar al siglo XIX.
Se hicieron las copias en un momento de esplendor reproductivo, el siglo XIX, por los mejores museos europeos, de Londres, París, Berlín o Nápoles. De ahí la calidad de estos dobles de unos 'originales' que, además, como en el caso grecorromano -que destacan especialmente en esta colección-, eran ellas mismas copias, pues se perdieron o destruyeron los originales.
Parte sustantiva de esa colección se puede ver en el Museo Nacional de Escultura desde el 29 de febrero de 2012. Era una institución que llevaba una década cerrada al público y carecía de sede estable desde hacía medio siglo.
Pues se presenta, como exposición permanente, una selección de los fondos del Museo Nacional de Reproducciones Artísticas. Para ello se abordó la restauración del Palacio del Conde de Gondomar, separado del Colegio de San Gregorio por un jardín, y que había sido ya adqurido por el Estado en 1999. En la actualidad está completamente acondicionada su capilla, la Iglesia de San Benito el Viejo, mientras que el resto del palacio se encuentra aún en fase de acondicionamiento.
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Palacio de los Condes de Gondomar – Museo Nacional de Escultura (Valladolid)
Sedes
Debido al creciente número de piezas y la necesidad de espacio para albergarlas, el Museo se ha visto obligado progresivamente a aumentar sus espacios. Al inicial Colegio de San Gregorio se añadió el Palacio de Villena, situado enfrente, y después el complejo del Palacio del Conde de Gondomar, separado por del Colegio de San Gregorio por un jardín e integrado por el propio palacio y su capilla, la Iglesia de San Benito el Viejo.
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El Palacio de Santa Cruz albergó la primera colección del entonces Museo Provincial de Bellas Artes desde 1842 hasta 1933.
Colegio de San Gregorio
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Detalle de la fachada del Colegio. La flor de lis fue el emblema de su fundador, Alonso de Burgos.
Este magnífico edificio se construyó a finales del siglo XV por iniciativa de Alonso de Burgos, obispo de la diócesis de Palencia y dominico confesor de los Reyes Católicos. En 1487 obtuvo del prior del convento de San Pablo la cesión de la capilla del Cristo y las huertas sobre las cuales se levanta el edificio central del Museo Nacional de Escultura.
El Colegio se edificó entre 1488 y 1496, alrededor de un patio de dos pisos unidos con una bella escalera. Ambos presentan elementos decorativos propios del gótico tardío: motivos con yugos y flechas, hojarascas que invaden todas las superficies. El primer piso del claustro se resuelve con arcos de medio punto, apeados sobre columnas helicoidales, y el segundo, mediante ventanales con antepechos calados y tracerías de gran belleza, realizados en piedra. Alrededor del patio, antes se encontraban las celdas, la capilla y el comedor.
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La fachada, un retablo en piedra, incluye elementos figurativos complejos que parecen apelar a la educación y sus beneficios. Se cree ver en ella la mano de Gil de Siloé. Es una preciada muestra del estilo isabelino, en la que empiezan a apuntarse rasgos del Renacimiento. El cuerpo bajo presenta un arco carpanel que acoge la portada, que está flanqueada por esculturas de salvajes: se ha dicho que hacen el oficio de guardianes. En el segundo cuerpo se muestra esculpido el árbol de la vida, junto con varios escudos de fray Alonso de Burgos. El escudo de los Reyes Católicos preside la fachada. La diferencia entre éste y el escudo del patio separa la fecha en que se esculpieron: una anterior, otra posterior a la toma de Granada.
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Escudo Real localizado en el patio del Colegio de San Gregorio. No presenta la granada por lo que se supone que es anterior a 1492.
La capilla, situada en el extremo sur, tiene un lugar destacado en el conjunto. Fue construida por Juan Guas, y tenía originalmente acceso tanto desde por el Colegio como a través de un portada, hoy cegada, que existe en el crucero del lado de la Epístola de la vecina iglesia de San Pablo. De estilo gótico tardío, hispanoflamenco, consta de cabecera poligonal más un tramo que hace de cuerpo de la capilla. Ambos se cubren con bóveda de crucería estrellada de piedra. A los pies de la capilla se encuentra el coro, con una pequeña tribuna para el órgano. La riqueza de esta capilla era notable, pues el retablo, construido en 1489 era de gran calidad, así como el sepulcro de fray Alonso de Burgos en el centro de la capilla, obra de Felipe Vigarny. Ambas obras desaparecieron durante la Guerra de la Independencia.
Los colegiales tuvieron un papel fundamental en la España del siglo XVI, como mostró especialmente Marcel Bataillon en su obra mayor, Erasmo y España.
El edificio fue colegio hasta el siglo XIX, pero muy debilitado ya en sus funciones. En el siglo XX, a partir de 1933, por decisión del gobierno de la II República, se convirtió en la sede original del museo tras el traslado desde el Colegio de Santa Cruz de las piezas; hoy, tras ser remozado, es la sede principal del Museo Nacional de Escultura.
Palacio de Villena
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El Palacio de Villena (Valladolid) Fue construido en el siglo XVI, siguiendo la traza del edificio de Francisco de Salamanca (el arquitecto que reconstruyó la Plaza Mayor de Valladolid). Ofrece un proporcionado patio del siglo XVI, con dos pisos, arcos de medio punto apeados sobre columnas jónicas y medallones en las enjutas, al que abre la escalera principal, de tres tramos, abierta al claustro.
El edificio ha pasado de familia en familia por sucesivas herencias. Su fachada presenta un esquema horizontal con torres en los extremos, que provienen de una gran reforma del edificio efectuada a finales del siglo XIX. Sobre la portada de entrada, renacentista y con arco de medio punto, podemos observar una regia ventana con las armas del propietario. Estos dos últimos elementos datan de la primera edificación del siglo XVI y presentan gran similitud con los que podemos encontrar en el Palacio del Licenciado Butrón, también en Valladolid. Hoy alberga la sala de conferencias, los talleres de restauración, el depósito y el Belén napolitano.
Es muy destacable la Biblioteca, del todo renovada en 2010 con nuevos equipos; está preparada para dar cabida, además, a los fondos de historia de escultura del antiguo Museo de reproducciones, así como al archivo histórico de esta antigua institución, innacesible desde hacía años. Por todo ello es edificio relevante del Museo Nacional de Escultura, aunque su actividad más visible se sitúe en el edificio de enfrente, el Colegio de San Gregorio.
Casa del Sol o Palacio del Conde de Gondomar
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El Palacio del Conde de Gondomar, más conocido como Casa del Sol, fue construido hacia 1540, por el licenciado Díaz de Leguizamón. Su fachada está construida en piedra de sillería. Posee dos pisos, con grandes huecos protegidos por buenas rejas. Destaca la portada, en arco de medio punto flanqueado por dos pares de columnas corintias, con balcón encima de ella y coronada por una peineta, añadida hacia 1600, con el escudo del Conde de Gondomar y un Sol que da nombre a la casa. La decoración es de estilo plateresco, con grutescos. A los lados de la fachada aparecen sendas torres que dan rango palacial al edificio.
La Casa del Sol fue adquirida en 1599, junto con el patronato de la capilla mayor de la iglesia de San Benito el Viejo, por don Diego de Sarmiento de Acuña (1567-1626), Conde de Gondomar. El Conde amplió el palacio para poder colocar su rica y conocida biblioteca en él. Los anaqueles con libros ocupaban por completo, hasta el techo, las paredes de cuatro grandes salas. Los libros fueron vendidos por los descendientes de don Diego a Carlos IV en 1806 y se conservan en su mayoría en la Biblioteca Nacional de España.
En 1912 la Casa del Sol, junto con su capilla, la Iglesia de San Benito el Viejo, fue comprada por las Madres Oblatas, quienes permanecieron en ella hasta 1980, fecha en la que esas edificaciones fueron compradas por los Padres Mercedarios Descalzos, siendo adquirido por el Estado en 1999. La Casa del Sol está fundida con la capilla físicamente, por estar empotrado en él, y también funcionalmente, por su papel en el pasado.
En la actualidad, completamente restaurado, se encuentra en fase de estudio para su acomodación a los espacios del Museo.
Iglesia de San Benito el Viejo, capilla de la Casa del Sol
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Torre de la llamada Casa del Sol o palacio del conde de Gondomar pegada a la Iglesia de San Benito el Viejo. Desde el 2011 es la sede de la exposición permanente de reproducciones artística en yeso. Pertenece al conjunto museístico del Museo de Escultura de Valladolid, España.
De 1276 data el primer testimonio de ella. Existía como ermita, y en 1375 se convirtió en parroquia.
Será en el siglo XVI cuando el templo se vincule a la Casa del Sol, al palacio colindante, a través de relaciones de patronazgo, en un primer momento con los propietarios iniciales, el Licenciado Sancho Díaz de Leguizamón y su mujer doña Mencía de Esquivelque, quienes, en 1540, piden permiso para rehacer la capilla mayor del templo, y dedicarla a lugar de enterramiento. Es parte, pues de la Casa del Sol, ya desde el Renacimiento.
El escudo nobiliario del exterior de la capilla mayor es obra de los canteros Juan de Celaya y Martín de Uriarte, labrado hacia 1601, por mandato de don Diego Sarmiento de Acuña, conde de Gondomar que había adquirido su patronato en 1599; también D. Diego encargó la reconstrucción de la iglesia, junto con una cripta bajo la capilla mayor para su enterramiento. En 1629 Francisco de Praves y Gregorio Fernández dieron trazas y condiciones para construir el retablo mayor de la iglesia, que se realizó de acuerdo con ellas, aunque el retablo no ha llegado hasta hoy (desaparece a principios del siglo XIX). El templo siguió como Parroquia hasta 1812, en que fue transformado en almacén. Parte de las obras de arte que atesoraba se trasladaron a la iglesia de San Martín de esta misma ciudad, desapareciendo otras. En 1921, San Benito el Viejo volvió a abrirse al culto como capilla de las Madres Oblatas, que habitaban desde 1912 la vecina Casa del Sol. Se volvió a cerrar de nuevo hace años; en 1999 fue adquirida por el Estado, y en 2012 se abrió tras su rehabilitación.
Posee una sencilla nave única, de cinco tramos, con crucero de brazos cortos; el coro alto está situado en los pies. Se cubre actualmente mediante bóvedas de medio cañón con lunetos terminadas en 1939, ya que hasta mediados del siglo XVIII, su cubrición había sido mediante artesonados de madera, realizándose hacia 1750 unos cielorrasos condenando los artesonados. El estilo es el llamado clasicismo español o herreriano, si bien en las primeras décadas del siglo XX la iglesia fue reformada.
Entre 2011 y 2012 se ha llevado a cabo su acondicionamiento, para su integración efectiva en el Museo de Escultura; y, desde febrero de 2012, hay una exposición definitiva de parte de los fondos del antiguo Museo Nacional de Reproducciones Artísticas.
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Ábside con escudo del conde de Gondomar de la Iglesia de San Benito el Viejo junto a la Casa del Sol del conde de Gondomar.
Colección
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El Museo Nacional de Escultura expone muchas esculturas nacionales, y algunas europeas, así como algunas pinturas, que abarcan desde los siglos XIII al XIX de la Península Ibérica y los antiguos ámbitos territoriales vinculados a España (Latinoamérica, Flandes e Italia). Están presentes pintores como Bononi, Rubens, Zurbarán, Ribalta o Meléndez, pero el centro de su colección corresponde a esculturas de los siglos XV a XVII.
El recorrido a través de la colección permanente que se expone en el Colegio de San Gregorio sigue un orden histórico-temporal, que a su vez, se mezcla con una distribución temática.
Algunas pinturas que alberga el Museo Nacional de Escultura de Valladolid
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Santa Faz. Francisco de Zurbarán. 1658. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La Santa Faz, símbolo de la Pasión, fue tratada por Francisco de Zurbarán en diversas ocasiones a lo largo de su carrera. Atento a las formas más solemnes y místicas de la muerte, Zurbarán ofrece todo un ejercicio de estilo. Admirablemente pintado, deslumbra por el rigor de la geometría y la meditada calidad de sus blancos. Y, sobre todo, por ese filo de irrealidad obtenido gracias al choque visual entre una faz impalpable y la concreción física de nudos, cuerdas y pliegues.
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Pedro Berruguete. Piedad. Hacia 1480. Óleo sobre tabla. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Vírgen con el Niño. Obra de Gregorio Martínez. Óleo sobre tabla. 184 x 92 cm. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Gregorio Martínez - Anunciación de María. Óleo sobre tabla. 315 x 216 cm. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Gregorio Martínez - La Anunciación de la capilla del banquero Fabio Nelli. Antiguamente albergada en la Catedral de Burgos, actualmente conservada en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Francisco Martínez - La Inmaculada con Santa Águeda, San Francisco y don Andrés de Vega, 1609, óleo sobre lienzo, 291 x 166 cm. Museo Nacional de Escultura de Valladolid, procedente del monasterio de San Benito el Real. Obra de Francisco Martínez, hijo de Gregorio Martínez.
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Heráclito y Demócrito es un cuadro del pintor Peter Paul Rubens, realizado en 1603, óleo sobre tabla. 95 x 125 cm. Se conserva en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid, España.
El pintor lo realizó como encargo para el valido de Felipe III de España, Francisco Gómez de Sandoval Rojas y Borja, conocido como el Duque de Lerma. Tras pasar por diversas colecciones, en diciembre de 1999 fue vendido en subasta por el magnate sirio del petróleo Akram Ojjeh, en la sala Christie's de Londres, y lo adquirió el Ministerio de Cultura español por unas 661.000 libras esterlinas (unos 175 millones de pesetas).
El tema. La representación del tema artístico de Heráclito y Demócrito fue muy frecuente en el siglo XVII como contraposición del optimismo frente al pesimismo en la vida.1 Se representa a Heráclito de Éfeso y Demócrito, filósofos griegos del siglo V a. C.
En el cuadro se muestra a los dos filósofos representantes de caracteres opuestos mirando fijamente al espectador y colocados a ambos lados de un globo terráqueo en el que se aprecian los territorios del norte de Europa y centroeuropeos rodeados de mares, a modo de un portulano en el que es visible la rosa de los vientos. Sus identidades quedan aclaradas en inscripciones con caracteres griegos que recorren los bordes de sus mantos.
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Juana I de Castilla, posiblemente por Jacob van Lathem, en torno a 1500
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Calvario por Antonio Moro, 1573
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Tentaciones de San Antonio Abad por Jan Brueghel (principios siglo XVII)
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Alegoría de la virgen Inmaculada por Juan de Roelas, 1616
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Presentación del Niño en el templo por Diego Valentín Díaz, 1650
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San Antonio de Padua por Thomas Willeboirts Bosschaert, en torno a 1650
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Bodegón de frutas y utensilios de cocina por Luis Egidio Meléndez, 1765
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San Francisco y Santo Domingo en el refectorio (segunda mitad siglo XVII). Obra de Felipe Gil de Mena
Esculturas
Obras medievales
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La Virgen con el Niño, anónimo, taller castellano, finales del siglo XIII.
En la Sala 2 del Museo se exponen una serie de piezas que pueden considerarse puramente medievales, situadas cronológicamente entre los siglos XIII y XV. La mayoría de las obras son anónimas, rasgo habitual de este periodo, pero otras están atribuidas a autores como el Maestro del retablo de la capilla de la Buena Mañana, o a los círculos de Juan de Malinas o Van der Weyden.
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Retablo de San Jerónimo por Jorge Inglés.
Siglo XV
Se exponen una serie de obras de transición al Renacimiento, realizadas en su mayoría por artistas del siglo XV como Jorge Inglés, Rodrigo Alemán o Alejo de Vahía.
Entre las obras correspondientes a esta época se encuentra La Piedad, una obra representativa del Gótico tardío que refleja el avance hacia el naturalismo emprendido por algunos focos artísticos centroeuropeos en los inicios del siglo XV.
Al siglo XV corresponden también obras de las escuelas flamenca e hispano-flamenca como el Retablo de la vidad de la Virgen, procedente del Convento de San Franciso de Valladolid, el Retablo de San Jerónimo, obra de Jorge Inglés, la Silla de Coro de Rodrigo Alemán y las obras pictóricas de San Atanasio y San Luis de Tolosa del Maestro de San Ildefonso.
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Piedad, anónimo (hecho en Alemania), 1406-1415.
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Retrato funerario de Luis Pimentel y Pacheco, anónimo, taller leonés, siglo XV.
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Retablo de la vida de la Virgen, anónimo, del taller de Amberes, hacia 1515.
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Busto del joven emperador Carlos, anónimo, taller de Flandes, hacia 1520.
Renacimiento
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Alonso Berruguete: Sacrificio de Isaac.
Durante los primeros años del siglo XVI, conviven dentro del espíritu renacentista distintos estilos como el clasicismo italiano, la tradición flamenca y el Manierismo de Alonso Berruguete. Dentro de la colección artística de este siglo, se puede contemplar el Retablo de la Pasión de Cristo, obra de fray Rodrigo de Holanda, representativo de la estética flamenca, la Sagrada Familia, de Diego de Siloé o la Virgen con el Niño de Felipe Vigarny.
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Diego de Siloé: Sagrada Familia
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Felipe Vigarny: Virgen con niño
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La Muerte por Gil de Ronza, 1523.
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San José con el Niño por Pedro López de Gámiz (tercer cuarto del siglo XVI)
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Antigua Sillería del Coro bajo de la iglesia de San Benito de Valladolid
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Alonso Berruguete: Adoración de los Reyes Magos.
A esta época corresponde también la Sillería del Coro Bajo de San Benito el Real, contratada en 1525 para celebrar los Capítulos Generales de los benedictinos en Castilla, cuyo principal centro era el monasterio de San Benito el Real de Valladolid. Su diseño y ensamblaje fue encargado a Andrés de Nájera. El conjunto está integrado por cuarenta sitiales; de ellos treinta y cuatro corresponden a los monasterios de la Congregación y el resto a benefactores de la misma. En cada sitial figura el nombre del monasterio en su respaldo, su titular, el fundador o un personaje relacionado con el monasterio en su tablero y el escudo en el remate. El único sitial policromado es el que pertenece al monasterio de Valladolid, haciendo constar su importancia sobre los demás. La sillería baja está formada por veintiséis sitiales decorados con episodios de la vida de Cristo y la Virgen. El conjunto presenta una rica ornamentación renacentista a base de grutescos, medallones, mascarones y trofeos.
Por último, en dos espacios diferenciados del resto, se expone parte de la producción artística de los dos autores más importantes del Manierismo expresivo castellano del siglo XVI; Alonso Berruguete y Juan de Juni. Asimismo, se exponen obras de los directos discípulos de estos autores como Francisco Giralte -San Francisco-, Leonardo de Carrión y Diego Rodríguez -Las tentaciones de San Antonio Abad-.
La escultura del último tercio de siglo, romanista, está representada por Juan de Anchieta —San Onofre— y Pedro de la Cuadra —Redención de Cautivos—.
Retablo de San Benito el Real
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Parte del Retablo de Alonso Berruguete.
El retablo procedente de la iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid ocupa tres salas del Colegio, las antiguas aula de Artes, la cocina y el refectorio. El retablo fue encargado por el abad fray Alonso de Toro en 1526 a Alonso Berruguete y terminado en 1532. Debido a su gran volumen y la ausencia de algunas piezas el conjunto se presenta fragmentado.
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Martirio de San Sebastián, de Alonso Berruguete.
En su montaje original, consta de un gran cuerpo central semicircular y dos alas rectas laterales. Verticalmente se reparte en once calles y horizontalmente en dos grandes cuerpos y un banco o predela. Dentro de esta gran estructura se encuentran las figuras de bulto, relieves y pinturas siguiendo un esquema dirigido a un espectador capaz de comprender su mensaje como eran los monjes benedictinos en cuya iglesia se albergaba el conjunto.
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La Adoración de los Magos, de Alonso Berruguete.
En la calle central del retablo se disponían de arriba a abajo los temas: El Calvario, La Asunción de María y San Benito. Los elementos restantes se distribuyen en tres bancos o niveles. En el primero, se hallarían catorce esculturas representativas del Antiguo Testamento como El sacrificio de Isaac, Jacob y sus doce hijos en representación de las doce tribus de Israel. Sobre los patriarcas del Antiguo Testamento, en el segundo nivel, se hallan alusiones al Nuevo Testamento en referencia a las figuras de los doce apóstoles que rodean relieves con escenas de la infancia de Cristo:Nacimiento, Adoración de los Reyes Magos, Presentación en el templo y Huida a Egipto. En el tercer nivel, se hallan escenas de la vida de San Benito y figuras del santoral cristiano.
Juan de Juni
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Juan de Juni: El entierro de Cristo
De la obra del escultor franco-español destaca El entierro de Cristo. Procedente del desaparecido convento de San Francisco, desamortizado, está formado por siete esculturas de tamaño mayor que el natural, en el centro de la escena se encuentra la figura de Cristo yacente, mientras que el resto de los personajes proceden a su amortajamiento; retirando espinas, perfumando el cuerpo o limpiando las heridas.
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Juan de Juni: El entierro de Cristo (detalle)
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Juan de Juni: San Antonio de Padua
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Juan de Juni: San Juan Bautista
Otras obras del maestro franco-español son El Calvario procedente del palacio de los Águila de Ciudad Rodrigo, la escultura de San Antonio de Padua y una excelente Santa Ana, que se halla desde 1843 en el Museo.
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Pedro López de Gámiz: San José con el Niño
Se exhiben también esculturas de Pedro López de Gámiz -San José con el Niño— o Esteban Jordán —Entierro de Cristo—.
Barroco
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Retrato de Gregorio Fernandez por Diego Valentín Díaz. Museo Nacional de Escultura (Valladolid)
En el capítulo de la escultura barroca, destacan las obras de Gregorio Fernández, máximo exponente del naturalismo barroco castellano, como Paso de la Sexta Angustia, Santa Teresa, El bautismo de Cristo y el formidable Cristo yacente.
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Gregorio Fernández: San Diego de Alcalá, 1605.
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Gregorio Fernández: Sed Tengo , 1612-1616.
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Gregorio Fernández: Camino del Calvario, 1614.
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Gregorio Fernández: San Sebastián , 1615-1620.
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Gregorio Fernández: La sexta angustia (1616-1617).
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Gregorio Fernández: Cristo yacente, 1627.
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Gregorio Fernández: Santa Teresa de Jesús, 1624.
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Bautismo de Cristo, madera policromada, c.1630; escultura de Gregorio Fernández (1576-1636), policromía atribuida a Diego Valentín Díaz. Museo Nacional de Escultura, Valladolid.
También se exhiben obras de Alonso Cano —S. Juan Bautista, S. Jerónimo penitente—, Juan Martínez Montañés —S. Juan Evangelista—, Pedro de Mena —la destacada Magdalena penitente— o José de Mora —Virgen de la soledad—. Destacan además dos pinturas excepcionales, una Santa Faz de Francisco de Zurbarán y una tabla de Peter Paul Rubens -Demócrito y Heráclito-.
La escultura tardobarroca del siglo XVIII está representada en el Museo por Juan Alonso de Villabrille y Ron -Cabeza de San Pablo-, Francisco Salzillo -San Francisco-, Pedro de Sierra -Inmaculada-, o Luis Salvador Carmona, con varias obras entre las que descuella un Crucificado.
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La Elevacion de la Cruz por Francisco del Rincón, 1604.
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San Juan Bautista por Alonso Cano, 1634.
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Retablo de San Diego por Bartolomé Carducho, 1604-1606.
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Santa Eulalia por Luis Salvador Carmona (mediados del siglo XVIII).
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Estatua del Duque de Lerma
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San Francisco de Asís por Francisco Salzillo, siglo XVIII.
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San Juan Evangelista por Juan Martínez Montañés, 1638.
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Magdalena penitente por Pedro de Mena, 1663-1664.
Pasos procesionales
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Camino del Calvario, uno de los pasos que procesan durante la Semana Santa de Valladolid.
El Museo Nacional de Escultura custodia y conserva buena parte de la escultura procesional de Valladolid. Como un hecho singular museístico desde 1922 accede al préstamo de varios conjuntos escultóricos a las cofradías de la Semana Santa vallisoletana. En total, son 104 imágenes procedentes de sus fondos las que se integran en los correspondientes pasos.
El museo acoge, entre otros, los pasos La elevación de la Cruz de Francisco de Rincón, Sed Tengo, y Camino del Calvario de Gregorio Fernández o El Santo Sepulcro o paso de Los Durmientes de Alonso de Rozas.
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Exaltación de la cruz, uno de los pasos que salen durante la Semana Santa de Valladolid.
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Vista de una sala del Museo Nacional de Escultura de Valladolid
Las imprescindibles del Museo Nacional de Escultura de Valladolid
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Relieve del Bautismo de Cristo. Gregorio Fernández. 1624 - 1628. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El relieve presenta una técnica habitual en Gregorio Fernández: las figuras de Cristo y San Juan Bautista están casi exentas y el fondo se resuelve mediante bajorrelieve y pintura. Resultan igualmente característicos el naturalismo en la representación anatómica y la elegancia de las actitudes.
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Cristo yacente. Gregorio Fernández, c. 1627. Museo Nacional de Escultura, Valladolid. La representación de Cristo muerto y tendido sobre un sudario, cuya iconografía aparece ya en el último cuarto del siglo XVI, estaba destinada normalmente al banco de los retablos para poder ser colocado el Jueves Santo y recibir adoración. Como es habitual en la obra de Gregorio Fernández, el estudio anatómico es todo un alarde, y aúna la talla, la policromía y los postizos para convencer de la realidad humana del cadáver de Cristo.
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Paso procesional de Sed Tengo. Gregorio Fernández. 1612 - 1616. Sala temática de Pasos Procesionales. Museo Nacional de Escultura, Valladolid. La calidad artística del primer paso conocido de Gregorio Fernández es insuperable, reflejándose en las dinámicas pero equilibradas actitudes y en el dominio de las anatomías y expresiones.
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La Magdalena penitente. Pedro de Mena. 1664. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Es una de las creaciones más personales de Mena y una obra cumbre de la escultura hispana, por la magistral fusión de la policromía naturalista, la maestría de la talla y la expresión de arrepentimiento. Envuelta en un estera de palma y con el rostro marcado por la penitencia, la santa arrepentida dirige su mirada al crucifijo al tiempo que su mano dibuja un gesto de arrobamiento místico.
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San Juan Bautista. Alonso Cano. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta imagen es una de las más originales de la escasa producción escultórica de Alonso Cano y presenta a un San Juan Bautista adolescente, sentado sobre una peña, dialogando ensimismado con el cordero. Los finos rasgos del rostro envuelto en un halo de melancolía y los cabellos de aspecto humedecido reunidos en largos mechones responden al gusto del maestro granadino.
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San Juan Evangelista. Obra de Juan Martínez Montañés, c. 1638. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La figura de San Juan tuvo un enorme éxito en los conventos sevillanos a comienzos del siglo XVII y se convirtió en una de las series más logradas de la producción de Martínez Montañés. Aspectos como la clásica serenidad, la talla minuciosa y la disposición de los paños, confirman la autoría del maestro, cuando contaba ya 70 años.
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Santo Entierro. Juan de Juni, c. 1541 - 1544. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El Santo Entierro de Juni destaca por su marcado carácter escenográfico. Fue pensado para ser visto de frente, dentro de un retablo, y está compuesto por siete figuras. La principal, Cristo muerto, articula la disposición de las seis restantes, que concentran en sus manos el mayor peso expresivo. El eclesiástico y escritor Antonio de Guevara encargó esta obra para su sepulcro.
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Retablo de San Benito el Real (detalle). Alonso Berruguete. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Se trata de la obra que condensa las particularidades del estilo de Berruguete. Contratado en 1526, tras la estancia del artista en Italia, el retablo era una enorme máquina arquitectónica que se desmontó en 1881, por efecto de la Desamortización. Su actual montaje en el Colegio de San Gregorio presenta una amplia reconstrucción, que hasta ahora no había sido posible por falta de espacio.
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Estatua orante del Duque de Lerma. Pompeo Leoni. 1608 · Capilla. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La escultura del Duque de Lerma y la de su esposa, Dª Catalina de la Cerda, nos traen inmediatamente a la memoria el recuerdo de los sepulcros reales de El Escorial, lo que se ha interpretado como un intento de rivalizar con los monarcas, subrayado por la coincidencia en la autoría de Pompeo Leoni. Las dos imágenes son fiel reflejo del arte puesto a disposición del poder y del deseo de los altos estamentos de vencer a la muerte a través de la fama.
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Cristo crucificado. Luis Salvador Carmona. 1740 - 1760. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Es una obra paradigmática del estilo académico, que funde la tradición y las nuevas propuestas estéticas dieciochescas bajo el perfecto dominio de la técnica. Trabajado con minuciosa verosimilitud, la calidad de la talla se refuerza con el recurso barroco a los postizos; la policromía sobria, de carnación pálida a pulimento, sin excederse en la sangre.
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Santa Catalina de Alejandría. Círculo de Aniello Perrone. 1683 - 1687. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta obra es un perfecto ejemplo de la relación artística existente entre Nápoles y España durante la Edad Moderna. La obra procede del convento de Agustinas de Monterrey de Salamanca. La composición, marcadamente dinámica, encuentra modelos de referencia en la escultura romana del pleno barroco, introducida en Nápoles a través de algunos discípulos de Bernini. Destaca la refinadísima policromía a punta de pincel realzada con aplicaciones plateadas, propia de una obra de importancia y calidad.
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La Muerte. Gil de Ronza, c. 1522. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta escultura pertenece al ambicioso conjunto escultórico encargado al flamenco Gil de Ronza para una capilla funeraria en el convento de San Francisco de Zamora. Atestigua la vigencia ya avanzado el siglo XVI de una visión de la muerte marcada por el miedo, el sentido de lo macabro y la conciencia de la miseria humana, y representada como una anatomía humana en descomposición. Cubierta con su sudario y sosteniendo la trompeta del Juicio Final, ilustraba el momento de la Resurrección de los muertos.
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Retablo relicario de la Anunciación. Vicente y Bartolomé Carducho. 1604 - 1606. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La vinculación de estas obras a la figura del Duque de Lerma explica la sorprendente suntuosidad que presentan, destinadas a expresar la protección del convento franciscano de San Diego por parte del poderoso valido de Felipe III. Su diseño recuerda al de los armarios relicarios de El Escorial, y combina los elementos arquitectónicos, pictóricos y escultóricos, disponiendo de toda una galería de figuras sagradas, con un viril en el pecho destinado a albergar la reliquia correspondiente.
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Cabeza de San Pablo. Juan Alonso Villabrille. 1707. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El arte del barroco español no ahorró esfuerzos en la ostentación de la crueldad cuando trataba la muerte heroica de los primeros mártires. El tema de las cabezas cortadas gozó de notable fortuna, impulsado por la Contrarreforma en su campaña doctrinal contra las tesis protestantes. La cabeza de San Pablo está representada sobre un suelo pedregoso con tres fuentes que, según la tradición, brotaron donde cayó tras la decapitación.
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Piedad. Anónimo alemán, c. 1406 - 1415. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. A pesar de no figurar entre las escenas descritas en los Evangelios, el tema de la Piedad alcanzó una gran popularidad en el arte, al amparo de la creciente humanización del sentimiento religioso a fines del Medievo. Esta delicada obra esculpida en piedra se encuadra dentro de un grupo que tiene su origen a fines del siglo XIV en el Sacro Imperio Romano Germánico (quizá en Praga), que se extendieron por toda Europa y que son conocidas como Bellas Piedades, por la dulcificación de las actitudes. Eran veneradas en monasterios influyentes, vinculadas a familias de alcurnia, como este ejemplar, procedente de San Benito el Real.
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Retablo de la vida de la Virgen. Anónimo flamenco, c. 1515 - 1520. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta obra presenta una excepcionalidad que la aparta de la retablística castellana, en aspectos como su forma de la caja, la configuración de las escenas o detalles de la indumentaria y las arquitecturas, actualizadas para responder a los ideales de la «devotio moderna», movimiento piadoso que reclamaba una espiritualidad íntima y cercana. En su factura se advierten dos manos diferentes, y todo parece indicar que es Amberes el lugar con más posibilidades a la hora de proponer un centro productor para este retablo.
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Retablo de San Jerónimo. Jorge Inglés, c. 1455. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El retablo procede del convento jerónimo de la Mejorada de Olmedo y está atribuido al pintor Jorge Inglés. Estilísticamente presenta rasgos de la pintura flamenca hispanizada, con tipos humanos caracterizados por un realismo trágico, y un tratamiento basado en la minuciosidad en los detalles ly en os plegados, amplios y acartonados.
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Retablo Mayor del monasterio de la Mejorada de Olmedo. Alonso Berruguete y Vasco de la Zarza, c. 1525 · Capilla. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El retablo es resultado de la colaboración entre Vasco de la Zarza, que murió un año después de la firma del contrato, y un joven e inexperto Alonso Berruguete, que debió asumir la realización de la mayor parte del retablo. A pesar de su juventud, Berruguete logra reflejar en esta primera obra muchas de las características de su producción: la fuerza expresiva, el alargamiento de las figuras, la inestabilidad en las posturas y la originalidad compositiva.
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Sillería de San Benito. Andrés de Nájera y otros. 1525 - 1529. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La Congregación benedictina de Castilla convirtió su casa de Valladolid en un influyente centro de poder que extendía su radio de acción por la mayor parte del territorio hispano. De este modo, el monasterio de San Benito el Real se dotó de un ornato que afirmara la identidad de la orden, representada en esta sillería coral.
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Sillería de coro con la Inmaculada. Pedro de Sierra. 1735. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta sillería, procedente del convento de San Francisco de Valladolid, se encuentra entre las obras más excelentes del barroco castellano. La Virgen es una magnífica muestra del Rococó y la sillería presenta una sobriedad en la traza que contrasta con la pormenorizada y rica decoración dedicada a la exaltación de la Orden franciscana. En 1933 se instaló en el coro alto de la Capilla del Colegio de San Gregorio, recuperando una ubicación similar a la original.
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Belén napolitano. Anónimo napolitano. 1701 - 1800. Palacio de Villena. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. La práctica de montar Belenes, Nacimientos o Pesebres en tiempo de Navidad, realizados con pequeñas figuras móviles, hizo su entrada en los hogares en fecha temprana, pero adquirió una fuerza especial desde fines del siglo XV. Alcanzó un esplendor particular en el Nápoles de los Borbones, como este que pertenece al Museo, con centenares de personajes, accesorios, paisajes y edificios, organizados en animadas escenas de la vida cotidiana, propias de una bulliciosa ciudad mediterránea.
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Laocoonte. Formador: Trilles. 1887 · Original de Agesandro, Atenodoro y Polidoro, hallado en Roma. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El propio prestigio del que ya gozaba esta obra en la Antigüedad, el hecho de que los hombres cultos del Renacimiento la conocieran y estimaran, a través de textos, incluso antes de que fuera descubierta, la admiración que suscitó su salida a la luz en el siglo XVI, la reverencia inmediata que obtuvo, la sensación de vinculación con la antigüedad clásica que embargó a los estudiosos y artistas que la contemplaron son algunas de las razones que hacen de esta pieza uno de los iconos del arte occidental. En nuestro caso, interesante no solo por la calidad de la reproducción, sino por mantener, congelado, el gesto erróneo con el que fue conocida durante la mayor parte de nuestra época.
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Torso Belvedere. Formador: Brucciani. 1889 · Original de procedencia desconocida.Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El Torso Belvedere constituye sin duda una de las referencias que han conformado el arte occidental. Su mera presencia se impone, aunque sea a través de una copia en escayola. Y, además, hemos de admitir que estamos ante una copia de singular calidad, que refleja y evoca aspectos del original tales como la delicada técnica al servicio de la expresión de la potencia, la solidez de la construcción y el dominio del espacio tridimensional. Lamentablemente, está incompleta. ¿O debemos agradecer al azar ese estado de no acabamiento, de no cerrado, de no definido que suele marcar las más notables manifestaciones artísticas de la humanidad?
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Doríforo. Formador: Hofmann. 1888 · El original, procedente de Pompeya, copia la obra de Policleto. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Ninguna obra de arte nace aislada, en medio de la nada. Todas son fruto de, entre otras cosas, su contexto. Pero pocas como esta atesoran tantos significados con respecto a lo que fue y sigue representando el mundo griego. Este portador de lanza, fruto de un minucioso estudio de las proporciones, encierra en sí un canon, una idea de la relación del todo y las partes, que constituye una de las claves del pensamiento griego. La atrevida especulación de los milesios, el esqueleto numérico de la realidad detectado por los pitagóricos, incluso los lejanos precedentes egipcios asoman en este prodigio de presencia que constituye, como es sabido, uno de los grandes retos del arte.
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Cabeza de Hera. Formador: Hoffman. 1888 · Original procedente del Templo de Hera, Olimpia. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Esta cabeza de Hera, esposa de Zeus, poderosa y engañada, representa en nuestra colección los albores de la plástica griega clásica. La pieza refleja fielmente el vínculo que el original mantiene aún con el bloque de piedra del que procede, nos recuerda que estamos al principio de un camino. Pero la sonrisa que le adorna, la famosa sonrisa arcaica, nos sugiere que ese camino no va a limitarse, como siempre, al mundo imaginario de lo divino, que la realidad y lo humano ya constituyen una poderosa atracción para el genio griego.
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Discóbolo. Formador: Brucciani. 1889 · Original procedente de Villa Adriana, Tívoli. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. El discóbolo, una de las estatuas que identifican a la Antigüedad, es también un paradigma del juego de espejos que, en realidad, representan las obras que arte grecorromano llegadas hasta nosotros. La pieza fue vaciada a partir de una de las réplicas romanas que copiaron, o solamente se inspiraron, en el original griego, de bronce y tamaño mayor que todas las conservadas. Casi desde su primera aparición, en 1781, los artistas y eruditos fueron conscientes de que no se trataba de un original, pero ello no disminuyó un ápice de su interés, que ha adquirido tintes dramáticos cuando poderosos dirigentes europeos de todas las épocas han tratado de hacerse con ellas.
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Fauno danzante. Formador: Scognamiglio. 1882 · Original procedente de la Villa del Fauno, Herculano. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Con este Fauno nos situamos al final del ciclo plástico griego. En escultura, este periplo había comenzado con las efigies de los dioses para integrar posteriormente la nobleza de lo humano y concluir con imágenes de prácticamente todo, hasta de lo banal. Al tiempo, la técnica permitía a los artistas separarse de la rigidez del bloque y llegar a sugerir la máxima ligereza. Conocimiento anatómico y dominio técnico de la fundición se aplican aquí a la representación de una escena liviana: la alegría de un sátiro del cortejo de Baco. Desde su aparición en 1830 la pieza fue considerada uno de los máximos ejemplos de la capacidad creativa de la Antigüedad.
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Máscara de Agamenón. Formador: Gillieron. 1914 · Original procedente de Micenas, Grecia. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Con esta pieza retrocedemos en el tiempo, hasta mediados del segundo milenio a. C., a la plena Edad del Bronce. Habitaban entonces el entorno del Egeo poblaciones griegas organizadas en núcleos independientes, gobernados por poderosos señores locales. De todos, el rey de Micenas parece haber sido uno de los más respetados y a uno ellos, a Atreo, atribuyó Schliemann esta máscara. Hoy sabemos que no es así, aunque resta cierta base: se trata de la máscara funeraria de un poderoso señor aqueo de Micenas. La manufactura áurea original ha sido aquí fielmente reproducida, de modo que no es difícil utilizarla como trampolín para evocar aquél mundo de palacios perdidos, escritura silábica y armas de bronce: el mundo de la Guerra de Troya.
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Retablo. Alonso de Berruguete. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Retablo Mayor de San Benito El Real. Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Vista del patio del Colegio de San Gregorio, sede principal del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
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Fachada del Colegio de San Gregorio. Sede principal del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

Web del Museo Nacional de Escultura de Valladolid

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PUES ESTO ES TODO AMIGOS, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO LA RECOPILACIÓN QUE HE REALIZADO DEL MUSEO NACIONAL DE ESCULTURA DE VALLADOLID. UN MUSEO QUE BIEN MERECE UNA VISITA CON TIEMPO, HAY MUCHO QUE VER.

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