Museo del Prado, Pintores Españoles

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megaurbanismo
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Museo del Prado, Pintores Españoles

Mensaje por megaurbanismo » Sab, 22 Oct 2022, 17:12

Este trabajo está dedicado a mi museo favorito: El Museo Nacional del Prado, Madrid; al cual me honro de pertenecer como amigo protector. En este trabajo he realizado una recopilación de algunas obras de los pintores españoles más relevantes, que he buscado en distintas páginas de Internet, aunque por espacio me he dejado sin representar muchas obras y muchos artistas.
Espero que esta presentación divulgativa sea del agrado de los amantes al arte, que frecuentan esta sección del foro de xerbar.
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Campus Museo Nacional del Prado
MUSEO DEL PRADO
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El Museo del Prado es una de las pinacotecas más importantes del mundo, y cuenta con una amplia colección de pintura española, italiana y flamenca. Está situado en Madrid. Junto con otros dos centros, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Reina Sofía, forma en el Paseo del Prado el llamado Triángulo del Arte de Madrid, meca de numerosos turistas de todo el mundo.
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Edificio Villanueva del Museo del Prado.
Un poco de historia:
El edificio que alberga el Museo del Prado fue concebido inicialmente por Carlos III, dentro de sus afanes ilustrados, como Gabinete de Historia Natural, en el marco de una serie de instituciones de carácter científico a ubicar en el proyecto de reurbanización del llamado Salón del Prado. A estos efectos, Carlos III va a contar con uno de sus arquitectos favoritos, Juan de Villanueva, autor, además de la sede del Museo, del cercano Jardín Botánico.
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El proyecto arquitectónico de la actual pinacoteca fue aprobado por Carlos III en 1786, manifestándose como la culminación de la carrera de Villanueva y una de las cimas del neoclasicismo español, aunque, para ser sinceros, dada la larga duración de las obras y avatares posteriores, el resultado definitivo se apartaría bastante del diseño inicial.
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Pese a que la construcción se desarrollara durante los reinados de Carlos III y Carlos IV, hasta el punto de su práctica finalización a principios del siglo XIX, la llegada de las tropas francesas a España y la guerra de la Independencia iban a dejar dura huella en el edificio, destinado a fines militares (Cuartel de caballería), llegando a situarse casi en la ruina total. Sólo con el interés manifestado por Fernando VII y, sobre todo, de su 2ª esposa Isabel de Braganza, se iniciaría, a partir de 1818, su recuperación, sobre la base de nuevos diseños del propio Villanueva, sustituido, a su muerte, por su discípulo Antonio López Aguado.
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La galeria principal de Pintura del Prado
El 19 de noviembre de 1819 se inauguraba discretamente el Museo Real de Pinturas (primera denominación del museo), mostrando algunas de las mejores piezas de las Colecciones Reales Españolas, trasladadas desde los distintos Reales Sitios. Fallecida su gran impulsora meses antes, en reconocimiento de su labor se bautizaría con su nombre al salón ovalado (actual Sala 12, de Velázquez) que en aquel entonces tenía un balconaje desde el cual se podía observar la galería de escultura de la planta baja (luego convertida en salón de actos y actual Sala de las Musas, aún por inaugurar). En este comienzo el museo contaba con 3 salas y 311 cuadros, a los que en años sucesivos se irían añadiendo nuevas salas y obras de arte, destacando la incorporación de los fondos del polémico Museo de la Trinidad, creado a partir de obras de arte requisadas en virtud de la Ley de Desamortización de Mendizábal (1836) fusionado con el Prado en 1872. Tras el destronamiento de Isabel II en 1868, el Museo Real había pasado a ser nacional, medida ya irreversible al fusionarse con el de la Trinidad.
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Durante el siglo XIX y buena parte del XX, el Prado vive una situación de cierta precariedad. Las deficientes medidas de seguridad, con personal del museo residiendo en él y montones de leña almacenados para las estufas, provocan la alarma de algunos entendidos. Es célebre el artículo de Mariano de Cavia, que informaba de un (ficticio) incendio que había arrasado el Prado. Los madrileños se acercaron al lugar alarmados, y la falsa noticia ayudó a la adopción de algunas mejoras de urgencia.
A pesar de diversas ampliaciones de alcance menor, el Prado sufre limitaciones de espacio, más graves a partir de los años 60, cuando el boom turístico dispara el número de visitantes. Poco a poco, la pinacoteca se adapta a las nuevas exigencias técnicas; el sistema de filtraje y control del aire se instala en los años 80, coincidiendo con la restauración de muchas pinturas de Velázquez. El tejado, construido con materiales dispares y mediante sucesivos remiendos, sufre ocasionales goteras y no será renovado enteramente hasta los años 90.
Ampliaciones y reformas
Entre las reformas más importantes, por orden cronológico, cabe citar la de Narciso Pascual y Colomer, que diseñó la basílica y el ábside del cuerpo central (1853); la de Francisco Jareño, que desmonta la cuesta por la que se accedía a la fachada norte y crea una escalera monumental, abriendo ventanas en la parte baja (1882 y 1885); en 1927, Fernando Arbós construyó dos pabellones en la parte posterior del edificio; hacia la mitad del siglo se llevó a cabo la reforma de Pedro de Muguruza, con una remodelación de la galería central y una nueva escalera para la fachada norte (que contó con bastantes críticas, ya que destruyó la espléndida escalera ideada por Jareño), con la intención de dar más luz a la zona de la cripta; Chueca Goitia y Lorente realizaron a su vez ampliaciones en las salas (1956 y 1967). La incorporación del Casón del Buen Retiro, para albergar las colecciones de pintura de los siglos XIX y XX, se decidió en 1971.
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Actualmente, y siguiendo el proyecto de Rafael Moneo, se ha culminado la ampliación del Museo. Esta ampliación no ha supuesto cambios sustanciales para el Edificio Villanueva, centrándose en una ampliación hacia el claustro de Jerónimos (el Cubo de Moneo) de forma que el museo cuente con una superficie nueva para actividades complementarias. La ampliación se presentó el 27 de abril de 2007 si bien la inauguración oficial se anuncia para Noviembre de 2007, con una amplia selección de pintura española del siglo XIX, que ha permanecido almacenada unos diez años.
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Nueva entrada, tras la ampliación del Claustro de la Iglesia de San Jerónimo

Algunas curiosidades
Ningún museo o institución en el mundo alberga tantas obras de los siguientes artistas como el Museo del Prado:
- Goya (unas 120 pinturas, incluyendo casi todos sus cartones para tapices)
- Tiziano (unas 30), junto con importantes series de Tintoretto y Veronés
- El Greco (35)
- Patinir (varias de sus obras maestras, de su cortísima producción)
- Rubens (alrededor de 80 obras, algunas pintadas a dúo con otros artistas)
- Velázquez (unas 45 pinturas, de las apenas 100 catalogadas)
- Murillo, Ribera, Zurbarán, Maino, Carducho, Alonso Cano, Vicente López, Sorolla, Fortuny...

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La Gloria de Tiziano, 1551-54. Óleo sobre lienzo, 346 × 240 cm
En el museo se encuentra el cuadro llamado La Gloria pintada por Tiziano para Carlos V, que junto al retrato de la Emperatriz le acompañarían en su retiro del monasterio de Yuste en Cáceres-Extremadura.
Se guarda también el Retrato ecuestre de la reina Margarita del pintor Bartolomé González, mostrando dos de las joyas más famosas del Joyero de la Corona de España: la perla llamada Peregrina (actualmente en poder de Elizabeth Taylor) y el diamante el Estanque, hallado en tierra de Madrid y tallado por Jacome Trezzo.
Se encuentran asimismo las pinturas con que Goya decoró su finca de Madrid llamada “La quinta del sordo”. Adquirida la propiedad por el barón Emil d’Erlanger, ordenó su traslado a lienzo y, tras presentarlas en París, al no despertar el interés del Museo del Louvre, decidió legarlas al Prado.
En sus inicios, el museo abría apenas dos o tres días a la semana, y cerraba siempre que llovía, se supone que para evitar masificaciones y suciedad. Por otro lado, durante mucho tiempo las salas no estaban debidamente pavimentadas, y el polvo debía eliminarse regando el suelo con agua.
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Cristo bendiciendo, de Fernando Gallego, Museo del Prado.

Colecciones del Museo
Pintura española. Con gran diferencia, la mayor colección del mundo. Cronológicamente abarca desde murales románicos del siglo XII hasta Goya (siglos XVIII-XIX), incluyendo pintura medieval, con Bartolomé Bermejo y Berruguete, renacentista, con autores como Pedro Machuca y Juan de Juanes, manierista con el protagonismo absoluto de El Greco, y barroca con Zurbarán, Ribera, Murillo y Velázquez. Sólo las colecciones de estos cuatro autores suman 200 pinturas.
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Luis Meléndez. Bodegón con manzanas, peras, cajas de dulce y recipientes, 1759. Óleo sobre lienzo, 37,5 x 50,3 cm.
Del siglo XVIII, destacan aparte de Goya los bodegones de Luis Meléndez y la variada colección de Luis Paret, considerado el mejor pintor español de estilo rococó. Actualmente se trabaja en la puesta en valor de la pintura española del siglo XIX posterior a Goya, que incluye riquísimos fondos desde el Neoclasicismo hasta Fortuny y Sorolla que recientemente se han inaugurado 12 salas incorporándolas a la colección permanente del museo en el edificio Villanueva.
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El Museo del Prado en Octubre de 2009 reordenó el esplendor del siglo XIX en doce nuevas salas y 176 obras
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Vista de las nuevas salas del Museo del Prado dedicadas a las colecciones del siglo XIX, con las que la pinacoteca superará la barrera temporal de Goya y prolongará el recorrido del visitante con obras de Sorolla, Fortuny, Madrazo y Rosales.
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’El testamento de Isabel la Católica’, de Eduardo Rosales, en una de las nuevas salas del Museo del Prado dedicadas a las colecciones del siglo XIX.
La Pintura extranjera y la escultura están en otros temas independientes indicados en la cabecera.
Enlaces interesantes:
Museo del Prado (Página web oficial) http://www.museodelprado.es/
Centro virtual Cervantes: http://cvc.cervantes.es/actcult/museoprado/default.htm
Commons alberga contenido multimedia sobre Museo del Prado, http://es.wikipedia.org/wiki/Museo_del_Prado
Comenzamos el viaje virtual de los famosos cuadros del Museo Nacional del Prado dedicados a los Maestros Pintores nacionales

VELÁZQUEZ
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Detalle de su atorretrato en Las Meninas. Museo del Prado.
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Las Meninas. Considerado el cuadro más importante de Diego Velázquez y el estandarte del Museo del Prado. Titulado: Las Meninas o la familia de Felipe IV. Fue pintado por Velázquez en 1656, óleo sobre lienzo, 381 x 276 cm. Museo Nacional del Prado.
Retrato de la infanta Margarita, hija de Felipe IV (1605-1665), rodeada de su servicio o “familia” en una sala del Alcázar de Madrid. El cuadro más famoso de Velázquez encierra una compleja composición construida a partir de una admirable habilidad para el uso de la perspectiva, de la plasmación de la luz y de la representación de la atmósfera.
Las interpretaciones sobre el tema y la plasmación del mismo han sido múltiples. Las más numerosas subrayan la reivindicación de la nobleza de la pintura frente a las prácticas artesanales. Velázquez se autorretrata pintando el propio cuadro a la izquierda del lienzo, afirmando así la supremacía del arte de la pintura. La infanta Margarita (1651-1673), vestida de blanco, aparece rodeada en el centro de la composición por sus damas de compañía, las “meninas” María Agustina de Sarmiento e Isabel de Velasco, dos bufones de la corte, María Bárbola y Nicolasito Pertusato, y un perro mastín. Detrás de ella, aparecen conversando un guardadamas, la dueña Marcela de Ulloa, y, en la puerta, al aposentador José Nieto. Los reyes, Felipe IV y Mariana de Austria (1634-1696), se reflejan en el espejo del fondo, dando lugar a un juego espacial de extraordinaria complejidad.
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La Rendición de Breda. Obra de Diego de Velázquez. También conocido como 'Las Lanzas'. 1634-1635, óleo sobre lienzo, 307 x 367 cm. Museo Nacional del Prado.
La rendición de Breda, una de las obras más famosas de su autor, fue pintada para el Salón de Reinos del palacio del Buen Retiro en 1634-1635. Ese salón de ceremonias se decoró con doce cuadros de batallas que mostraban victorias obtenidas por los ejércitos de Felipe IV entre 1625 y 1633...
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La fragua de Vulcano. Obra de Velázquez. 1630. Óleo sobre lienzo, 223 cm x 290 cm. Este lienzo fue adquirido por Felipe IV en 1634, citándose en el inventario de 1701 del Palacio del Buen Retiro, y en los inventarios de 1772 y 1794 del Palacio Real de Madrid. Ingresó en 1819 en el Museo del Prado.
El dios Apolo, coronado de laurel y vestido con túnica anaranjada, entra en la fragua de Vulcano para avisarle del adulterio de su esposa Venus, diosa de la belleza, con Marte, dios de la guerra. Apolo, dios de la poesía y de la música, conocedor de la verdad representa la superioridad de las Artes frente a la Artesanía, representada en Vulcano, dios romano del fuego y protector de los herreros. Esta obra, ideada totalmente por Velázquez sin mediación de encargo alguno, encierra una alabanza a su profesión de artista elevando la pintura al nivel de la poesía y la música, y distanciándola de la práctica artesana.
Destacan en esta obra, realizada en Roma durante el primer viaje de Velázquez a Italia, las referencias a la estatuaria grecorromana en el tratamiento de los desnudos y al barroco clasicista italiano. La composición está basada, aunque ampliamente modificada, en un grabado de Antonio Tempesta.
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Los borrachos o Triunfo de Baco. Obra de Diego Velázquez.1628-29, óleo sobre lienzo, 165 x 225 cm. Museo del Prado. Esta obra es la primera de tema mitológico que pinta Velázquez, instalado en la corte desde 1623. En 1629 Velázquez recibe, según cédula real, cien ducados en pago por su primera pintura mitológica. En ella desarrolla un discurso pictórico sobre las bondades del vino y su capacidad para consolar a las gentes de las penalidades de la vida diaria.
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Cristo en la cruz. Óleo sobre lienzo. 100 x 57 cm. Museo Nacional del Prado. Obra atribuida a Diego Velázquez, tal vez de su taller, con firma apócrifa y fecha 1631, conservada en el Museo del Prado, desde 1946.
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El Cristo crucificado o Cristo de San Plácido, es una pintura de Diego Velázquez, óleo sobre lienzo 250 × 170 cm. Este lienzo es onservado en el Museo del Prado desde 1829.
Durante su primer viaje a Italia entre 1629 y 1630 Velázquez pudo estudiar las obras de los grandes maestros. Sus estudios del desnudo a partir de obras clásicas se pondrán de manifiesto en La fragua de Vulcano y La túnica de José, pintadas allí. Esos estudios habrían posibilitado el magistral desnudo de este cuadro, por la fusión que demuestra de serenidad, dignidad y nobleza. Es un desnudo frontal, sin el apoyo de escena narrativa, con el que Velázquez hace un alarde de maestría y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura. Por su espiritualidad y misterio esta obra inspiró al escritor y filósofo español Miguel de Unamuno un extenso poema titulado El Cristo de Velázquez.
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La coronación de la Virgen, obra de Diego Velázquez. Pintado para el oratorio del cuarto de la Reina en el Alcázar madrileño. Hacia 1635. Óleo sobre lienzo. 176 x 124 cm. Museo Nacional del Prado. Cuadro de devoción privada de Isabel de Borbón", en el que destaca el equilibrio y la serenidad de la composición, llamada a la meditación sosegada e íntima. Como precedentes formales se han apuntado pinturas y estampas de varios autores: El Greco, Martin de Vos o incluso Rubens, aunque en todo caso la interpretación personal de Velázquez supera cualquier filiación. Tanto la disposición de los personajes sagrados y el gesto de la Virgen como el tono rojizo de las vestiduras son posiblemente una sutil alusión al temprano culto al Corazón de María.
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Las hilanderas o La fábula de Aracne. Obra de Diego Velázquez. Hacia 1657. Óleo sobre lienzo, 220 cm x 289 cm. Museo Nacional del Prado.
Representación compleja y altamente intelectual del mito clásico de Aracne. Según la fábula narrada por el autor romano Ovidio (Metamorfosis, Libro VI, I), Aracne era una joven lidia (Asia Menor) maestra en el arte de tejer, que retó a Atenea, diosa de la Sabiduría, a superarla en habilidad. Ésta, consciente durante la competición de la supremacía de la mortal y viendo su burla al representar en su tapiz la infidelidad conyugal de su padre Zeus, convirtiéndose en toro y raptando a la ninfa Europa, convirtió a Aracne en araña.
El mito aparece representado en dos planos bajo la apariencia de un día cotidiano en la Fábrica de Tapices de Santa Isabel. Al fondo de la escena el rapto de Europa aparece hilado en el tapiz que cuelga de la pared y, ante él Atenea, vestida con armadura, castiga a Aracne. Las mujeres que observan el suceso, y que podríamos confundir con clientas de la fábrica, serían en realidad las jóvenes lidias testigos del momento. En primer término, las hilanderas representarían el desarrollo del concurso. Atenea, hilando en la rueda y Aracne devanando una madeja.
Esta obra ha sido interpretada por los estudiosos como una alegoría a la nobleza del arte de la pintura y una afirmación de la supremacía del propio Velázquez. La complejidad iconográfica elevaría la creación pictórica a la altura de otras artes mejor consideradas en el siglo XVII, como la poesía o la música, y las referencias a grandes pintores, como Tiziano y Rubens elevarían a Velázquez a la altura de los grandes genios de la Historia del Arte. Este cuadro fue pintado para don Pedro de Arce, montero Real. Sus dimensiones fueron ampliadas en el alto y en el ancho tras el daño sufrido por la obra en el incendio del Alcázar de Madrid en 1734. Estuvo expuesto en el Palacio del Buen Retiro entre 1734 y 1772, citándose después en los inventarios de 1772 y 1794 del Palacio Real de Madrid. Ingresó en las colecciones del Museo del Prado en 1819.
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La Adoración de los Reyes Magos o Epifanía. Obra de Velázquez, 1619, óleo sobre lienzo, 203 x 125 cm. Museo del Prado
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San Antonio Abad y San Pablo ermitaño, obra de Velazquez. 1633. Oleo sobre lienzo. 257 x 188 cm. Museo del Prado
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Mercurio y Argos de Velázquez. Museo del Prado
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Felipe III a caballo, de Velázquez, h. 1628, óleo sobre lienzo, 300 x 314 cm. Museo del Prado
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La reina Margarita de Austria, de Velázquez, a caballo, óleo sobre lienzo, 279 x 309 cm. Museo del Prado
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La Infanta doña Margarita de Velázquez. Museo del Prado
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Don Diego del Corral y Arellano, oidor del Consejo Supremo de Castilla, hacia 1632 de Velázquez. Museo del Prado
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Doña Antonia de Ipeñarrieta y Galdós y su hijo Luis, c. 1632, de Velázquez. Museo del Prado
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Doña Maria de Austria, reina de Hungía, 1630, de Velázquez. Museo del Prado
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El bufón Don Sebastián de Morra, c. 1645, de Velázquez. Museo del Prado
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Don Luis de Góngora y Argote, de Velázquez. Museo del Prado
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Francisco Pacheco. Su maestro y suegro, c. 1622, de Velázquez. Museo del Prado
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Felipe IV, cazador, Museo del Prado, de Velázquez. Museo del Prado
Velázquez en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/aprende/en ... eccb5978e9

GOYA
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Los fusilamientos del 3 de Mayo, seguramente sea la obra más famosa de Goya. Título oficial: El 3 de mayo en Madrid: Los fusilamientos de patriotas madrileños. Francisco de Goya y Lucientes. 1814. Óleo sobre lienzo, 268 cm x 347 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Colección Real.
Representación de los fusilamientos de patriotas de Madrid por el ejército de Napoleón, como represalia al levantamiento del 2 de mayo de 1808 contra la ocupación francesa.
Los soldados franceses, de espaldas a la derecha de la composición, apuntan a los madrileños que han de morir. El dramatismo y la tensión de la escena quedan subrayados por el uso de la luz, que ilumina fuertemente a los héroes permitiendo diferenciar sus caracteres y actitudes en un detallado estudio psicológico de los personajes.
Esta obra fue realizada junto a su pareja, El 2 de mayo de 1808 en Madrid: La lucha con los mamelucos (P748), a iniciativa del regente don Luis en 1814. Ambas pudieron servir para decorar un arco de triunfo durante la entrada de Fernando VII en su retorno a Madrid o como conmemoración en las celebraciones del 2 de mayo.
El lienzo sufrió daños durante su traslado a Valencia en 1937, durante la Guerra Civil española, ya restaurados.
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El 2 de mayo de 1808 en Madrid: La lucha con los mamelucos. Francisco de Goya y Lucientes. 1814. Óleo sobre lienzo, 268,5 cm x 347,5 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Colección Real.
En 1814 Goya se dirige al regente, el cardenal don Luis de Borbón, proponiéndole la realización de obras que rememoraran hechos de la Guerra de la Independencia (1808-1812): "....para perpetuar por medio del pincel las más notables y heroicas acciones o escenas de nuestra gloriosa insurrección contra el tirano de Europa". Se representa aquí la revuelta del pueblo de Madrid el 2 de mayo de 1808, que atacó con navajas y cuchillos a los mamelucos, soldados turcos del ejército francés de Napoleón, que se llevaban a Francia a los hijos menores de Carlos IV y María Luisa, lo que determinó el comienzo de la Guerra de Independencia ese mismo día.
Junto a El 3 de mayo en Madrid: Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (P749), pudo decorar un arco de triunfo que adornara las calles de Madrid durante la entrada de Fernando VII, o se utilizó para la celebración conmemorativa del 2 de mayo.
En el lateral izquierdo se observan las huellas del accidente que el lienzo sufrió en 1937 en el traslado de los fondos del Museo, con destino a la Sociedad de Naciones en Ginebra, durante la Guerra Civil.
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La familia de Carlos IV. Francisco de Goya y Lucientes. 1800, óleo sobre lienzo, 280 x 336 cm. Esta obra figura en 1814 en el Palacio Real de Madrid y en 1824 en las colecciones del Museo del Prado.
Retrato de la familia del rey Carlos IV (1748-1819) realizado entre Aranjuez y Madrid en la primavera y verano de 1800, poco tiempo después de ser nombrado Goya primer pintor de cámara, en el que resalta la maestría del pintor para individualizar caracteres.
Los precedentes de esta compleja composición son el Retrato de Felipe V con su familia de Louis-Michel van Loo (P2283) y Las Meninas de Velázquez (P1174), ambas obras en las colecciones del Museo del Prado.
Los personajes retratados están presididos por los reyes en el centro, María Luisa de Parma (1751-1818) y Carlos IV, junto a sus hijos el infante don Francisco de Paula (1794-1865) y la infanta doña María Isabel (1789-1848). En el grupo de la izquierda, el príncipe de Asturias y futuro Fernando VII (1784-1833), vestido de azul, el infante don Carlos María de Isidro (1788-1855), segundo en la sucesión al trono, la infanta doña María Josefa (1744-1801), hermana del Rey, y una joven no identificada. En el grupo de la derecha, el infante don Antonio Pascual (1755-1817), hermano del Monarca, doña Carlota Joaquina de perfil (1775-1830), reina de Portugal e hija mayor de los Reyes, y los príncipes de Parma, la infanta doña María Luisa (1782-1824), que sostiene en brazos a su hijo el infante don Carlos Luis, y su marido don Luis de Borbón (1799-1883), futuro rey de Etruria.
Destaca el cuidado en el diseño de los trajes, a la última moda, de las joyas, posiblemente creaciones del joyero de la corte Chopinot y de las condecoraciones, como la banda de la Orden de Carlos III, de la recién creada Orden de María Luisa, el Toisón de Oro y las cruces de la Inmaculada y de San Jenaro.
La armoniosa, clara y a un tiempo compleja composición, revela la maestría del artista. La sutil definición de los caracteres atestigua la capacidad del pintor para analizar al ser humano.
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El propio Goya, además, se autorretrató al fondo de la composición con la misma escrupulosa veracidad.
Más info: https://www.museodelprado.es/aprende/en ... 77093e8554
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La maja desnuda. Obra de Francisco de Goya. 1795 - 1800. Óleo lienzo, 98 cm x 191 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Palacio de Manuel Godoy, Madrid, 1800; bienes requisados a Godoy, Academia de San Fernando, «almacén de cristales», entre 1808-13, a partir de entonces en una sala reservada de la Academia (1901); ingresó en el Museo del Prado en 1902.
Imagen de Venus desnuda, tendida sobre un diván de terciopelo verde con almohadas y colcha. La leyenda ha querido ver en la modelo a la duquesa de Alba, aunque también ha sido identificada con Pepita Tudó, amante de Godoy desde 1797.
En 1800 aparece citada por primera vez en el palacio de Manuel Godoy sin su pareja, La maja vestida (P741), como sobrepuerta. En 1808 aparece mencionada por segunda vez junto a La maja vestida (P741), en el inventario realizado por Frédéric Quilliet, agente de José Bonaparte, de los bienes de Manuel Godoy, quien quizás las encargó. Y en 1813 se describe a las damas como Gitanas en el inventario de incautación de bienes de Godoy por el rey Fernando VII.
Esta obra ingresó en el Museo del Prado en 1901, procedente de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde había permanecido a lo largo de dos periodos: entre 1808-1813 y de 1836 a 1901, habiendo sido secuestrada por la Inquisición en el intervalo.
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La maja vestida. Obra de Francisco de Goya. Está realizado en óleo sobre lienzo, 95 x 188 cm. Fue pintado entre 1802 y 1805. Se encuentra en el Museo Nacional del Prado, Madrid, desde 1910, después de un largo periodo en la Real Academia de San Fernando.
En origen, esta pintura y su «hermana», La maja desnuda, recibían el nombre de «gitanas» y no de «majas». Así aparecen en el inventario de los bienes de Manuel Godoy, que fue su primer propietario. Se supone que se colocaban una sobre otra, la vestida sobre la desnuda, para sorprender al público cortesano.
El traje blanco de esta Maja se ciñe de tal forma a la figura, en particular el sexo y los pechos, que parece más desnuda que la otra. La cintura la resalta mediante una lazada rosa. La nota de color del cuadro la pone la chaquetilla corta o bolero, similar al de los toreros, de mangas anaranjadas con los puños rematados con encaje negro. Lleva zapatos dorados de pequeño tamaño.
Goya la pintó con pinceladas sueltas, pastosas y muy libres, a diferencia de la Maja desnuda, en que el pintor es más cuidadoso en el tratamiento de las carnaduras y sombreados. La figura de la maja está bañada con una luz que destaca las diferentes texturas.
Se retrata a la misma mujer recostada en un lecho y mirando directamente al observador. No se sabe, a ciencia cierta, quién es la retratada. Se apuntó la posibilidad de que se tratara de la decimotercera duquesa de Alba María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo, amiga de Goya. No obstante, dado que el primer propietario fue Godoy, se ha considerado más probable que la modelo directamente retratada haya sido la entonces amante y luego esposa del propio Godoy, Pepita Tudó.
También ha suscitado dudas el objeto rojizo que se asoma bajo los cojines; algunos pensaron que era la empuñadura de una daga o puñal, lo que acentuaría las connotaciones novelescas y eróticas del retrato. Otras fuentes creen que es un abanico cerrado.
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La gallina ciega, 1789, de Goya.
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La merienda a orillas del Manzanares, 1776, de Goya.
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El quitasol, 1777, de Goya.
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La boda, 1792 de Goya.
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Los zancos, 1791-92, de Goya.
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Saturno devorando a su hijo. 1819-1823, de Goya.
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Duelo a garrotazos. 1819-23, de Goya.
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El aquelarre en la actualidad, con bordes recortados. 1821-23, de Goya
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La romería de San Isidro muestra las constantes estilísticas más características de las Pinturas negras. 1819-23, de Goya.
Francisco de Goya en el Museo del Prado

EL GRECO
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La Trinidad, obra de "El Greco".1577-1579, óleo sobre lienzo, 300 x 179 cm. Esta obra del convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo pasó a la colección del escultor Valeriano Salvatierra, fue adquirida en 1827 por Fernando VII y se trasladó al Museo del Prado en 1832.
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La Santa Faz, Museo del Prado. El Greco.
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La Crucifixión, óleo sobre lienzo, 312 x 169 cm, firmado, h. 1600. El Greco.
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La Resurrección de Cristo, óleo sobre lienzo, 275 x 127 cm, firmado, posterior a 1590. El Greco.
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La Anunciación, obra de El Greco. Óleo sobre tabla, 49 x 37 cm. Museo del Prado, Madrid.
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La Adoración de los Pastores, obra de El Greco. 1540-1614 óleo sobre lienzo (319 x 180 cm) Museo del Prado, Madrid.
Esta impresionante obra la realizó el Greco para presidir el altar de su propia tumba en Santo Domingo el Antiguo, de Toledo. Su profundo sentimiento religioso, con un misticismo cada vez más exacerbado, se refleja en la expresión de asombro o recogimiento de los pastores ante la contemplación de la imagen luminosa del Niño Jesús, que parece desvelar cuidadosamente la Virgen con sus manos. La imagen del pastor arrodillado, probable autorretrato, que une sus manos en actitud de recogimiento y oración, parece reflejar el propio fervor del pintor, con sus ojos a la altura de Jesús, quien parece establecer con él un intenso diálogo con la mirada.
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La Coronación de la Virgen, Museo del Prado de el Greco. Museo del Prado
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Fábula. Obra de El Greco. Hacia 1580. Óleo sobre lienzo. 50 x 64 cm. Pequeña pintura, recortada respecto a su tamaño original y de enigmático asunto, fue también denominada Proverbio, Alegoría o, simplemente, Escena de género; se conocen tres versiones originales, además de algunas copias y reinterpretaciones antiguas.
Más info: http://www.museodelprado.es/enciclo...abula-el-greco/
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El Caballero con La Mano en el Pecho 1577-79 óleo sobre lienzo (81 x 66 cm) Museo del Prado, Madrid. Quizá sea el retrato más aclamado de El Greco
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Caballero anciano. 1587-1600, Museo del Prado. El Greco.
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Un Fraile trinitario o dominico, Museo del Prado. El Greco.
Más info de El Greco en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/aprende/en ... b6840808d0

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Puerta de Goya del Museo del Prado, Madrid.
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Vista general nocturna del museo de El Prado, en Madrid, en la Noche Europea de los Museos el 16 de mayo de 2015.

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megaurbanismo
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Re: Museo del Prado, Pintores Españoles

Mensaje por megaurbanismo » Sab, 22 Oct 2022, 17:22

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Puerta de Murillo. Museo del Prado.

MURILLO
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La Inmaculada Concepción de los Venerables/Soult. Bartolomé Esteban Murillo. Óleo sobre tela, 274 x 190 cm., h. 1678. Museo Nacional del Prado. La Inmaculada Concepción de los Venerables/Soult. Autor de numerosas Inmaculadas, en los últimos años de su vida Murillo crea una fórmula ideal en la que aparece la Virgen vestida de blanco y azul, con las manos cruzadas sobre el pecho, pisando la luna y con la mirada dirigida al cielo, con un claro impulso ascensional, muy barroco, que coloca a la figura de María en el espacio empíreo habitado de luz, nubes y ángeles, y que sirve para aunar dos tradiciones iconográficas: la de la Inmaculada propiamente dicha y la de la Asunción.
La pincelada suelta y enérgica, la composición helicoidal, el uso de la luz y la sensación de movimiento que emana de la obra, hacen de ella un extraordinario ejemplo del arte barroco.
Encargada por Justino de Neve (1625-1685) para el Hospital de los Venerables Sacerdotes de Sevilla, fue llevada en 1813 a Francia durante la Guerra de la Independencia por el mariscal Soult y, tras exponerse durante casi un siglo en el Museo del Louvre, en 1941 ingresa en el Museo del Prado.
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El sueño del patricio. Bartolomé Esteban Murillo. 1662-65. Óleo sobre tela, 232 x 522 cm. Museo Nacional del Prado. Conjunto pictórico que representa el origen milagroso de la fundación de Santa Maria Maggiore de Roma. Fueron encargados para la iglesia sevillana de Santa María la Blanca, remodelada en los años posteriores a 1660 y concebidos como programa de exaltación mariana que desarrolló la bula papal de 1661 sobre el misterio de la Inmaculada Concepción.
El sueño del patricio Juan muestra la aparición de la Virgen al patricio y a su esposa mientras duermen, momento en el que María les encomendó que levantasen una gran iglesia bajo su advocación en el monte Esquilino con la planta diseñada por una milagrosa nevada.
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El patricio revelando su sueño al Papa Liberio. Bartolomé Esteban Murillo. 1662-65. Óleo sobre tela, 232 x 522 cm. Museo Nacional del Prado. Conjunto pictórico que representa el origen milagroso de la fundación de Santa Maria Maggiore de Roma. Fueron encargados para la iglesia sevillana de Santa María la Blanca, remodelada en los años posteriores a 1660 y concebidos como programa de exaltación mariana que desarrolló la bula papal de 1661 sobre el misterio de la Inmaculada Concepción.
El patricio revela su sueño al Papa ilustra la visita del matrimonio al papa Liberio, quien había tenido una aparición parecida, para contarle su sueño. Al fondo, el cortejo se dirige hacia el lugar indicado, donde la Virgen, con el Niño en sus brazos, preside el milagro de la nevada.
Ambos lienzos (El sueño del patricio y El patricio revelando su sueño al Papa Liberio) se cuentan entre los más importantes de la producción de Murillo, tanto por su tamaño como por su ambición compositiva y la magistral manera en que está resuelta la narración pictórica. Fueron llevados a Francia por el mariscal Soult con destino al Museo Napoleón. En 1816 son devueltas a España y depositadas en la Real Academia de San Fernando, pasando posteriormente al Museo Nacional del Prado.
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El martirio de San Andrés. Bartolomé Esteban Murillo. 1675 - 1682. Óleo sobre lienzo, 123 cm x 162 cmuseo Nacional del Prado. Procedencia: Colección Real (Palacio de Aranjuez, Madrid, pieza de vestir la reina, 1818, nº 419).
Obra de su última etapa, en la que cultiva un estilo que ha sido calificado como "vaporoso", en el que las figuras pierden nitidez de contornos gracias a la utilización de una luz y un color que unifican todo. Esta suavidad en el tratamiento de la materia pictórica no resta contundencia expresiva a las formas, y no impide que Murillo transmita una gran carga expresiva a una de las pocas escenas de contenido dramático que realizó. Tanto el tono general de la composición como muchos de sus detalles revelan el conocimiento de los cuadros y estampas de Rubens, y especialmente del Martirio de San Andrés del Hospital de San Andrés de los Flamencos de Madrid.
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El buen pastor. Bartolomé Esteban Murillo. 1660. Óleo sobre lienzo. 123 x 101,7 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Colección Real (adquirido por el cardenal Gaspar de Molina y Oviedo, Sevilla; adquirido por Isabel de Farnesio, Madrid, 1744; colección Isabel Farnesio, Palacio de la Granja de San Ildefonso, Segovia, 1746, nº 831; La Granja, sala de la princesa, 1766, nº 831; Palacio de Aranjuez, Madrid, pieza de dormir los Reyes, 1794, nº 831).
Murillo es uno de los grandes pintores de temas infantiles, tanto por sus famosas escenas costumbristas protagonizadas por niños como por sus representaciones religiosas. En esta obra aparece el Niño Jesús en la parábola bíblica del buen pastor que apacienta y cuida de sus ovejas. Se trata de un tipo de imágenes de gran éxito entre la sociedad sevillana de la época, y cuya eficacia devocional se ha mantenido intacta a través de los siglos. En ellas se conjuga un estilo sabio y delicado con un contenido amable y dulce.Originariamente era algo más pequeño, pero fue ampliado antes de 1746 para que formara pareja con San Juan Bautista niño (P00963).La flor de lis indica la pertenencia a la colección de Isabel de Farnesio, gran coleccionista de la obra de Murillo.Procede de la Colección Real.
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Los niños de la Concha. Murillo. Hacia 1670. Óleo sobre lienzo, 104 cm x 124 cm. Museo del Prado. Ingresó en las Colecciones Reales a través de la reina Isabel de Farnesio, gran coleccionista de la obra de Murillo. El Niño Jesús da de beber con una concha a su primo Juan, identificado por la Cruz y el Cordero. En el cielo, en un rompimiento de Gloria, unos ángeles niños presencian la escena, sacralizando el hecho. En la filacteria la frase “Ecce Agnus Dei”, palabras de San Juan Bautista que aluden a la condición de Cristo como Cordero de Dios.
Murillo juega con el encanto de los temas infantiles tan habituales en él, pero al tiempo, introduce una prefiguración del Bautismo de Cristo por parte de Juan a orillas del río Jordán. La composición procede de una estampa del pintor boloñés Guido Reni, a su vez inspirada en Annibale Carracci.
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Sagrada Familia del pajarito, obra de Bartolomé Esteban Murillo, hacia 1649-1650, óleo sobre lienzo, 144 x 188 cm., Madrid, Museo del Prado. Con un tratamiento de la luz y un estudio de los objetos inanimados todavía zurbaranescos, Murillo crea un ambiente intimista de apacible cotidianidad que será el característico de su pintura, abordando el hecho religioso, en el que la figura de San José cobra especial protagonismo, con los recursos propios del naturalismo y una personal y humanísima visión.
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Virgen de la Servilleta. Autor: Murillo. Fecha: 1664-66. Óleo sobre lienzo, 68 x 72 cm. Museo del Prado. Madrid. Existen dos tradiciones recogidas por O´Neill en 1883 relacionadas con el título de esta obra, una de las más populares de Murillo. La primera de ellas hace referencia a que el pintor solía desayunar en el Convento de los Capuchinos tras oír misa. Un día, tras el cumplido desayuno, los frailes se apercibieron que faltaba una servilleta que días más tarde fue devuelta por Murillo tras pintar una Virgen con un Niño. La segunda versión narra como un devoto fraile solicitó al pintor una Virgen con Niño de pequeño formato para concentrase en sus oraciones. Murillo le respondió afirmativamente pero le solicitó la tela necesaria para su ejecución. El fraile le entregó la servilleta y el pintor la realizó sobre ella. Ambas leyendas son falsas ya que el soporte sobre el que está realizada la obra es lienzo, no tela de mantel. La Virgen con el Niño forma parte de la decoración del retablo mayor del Convento de los Capuchinos de Sevilla, ubicándose concretamente en la portezuela del tabernáculo. Murillo ha sabido captar a la perfección en ambos personajes la ternura y la afectividad. El Niño se inclina hacia el espectador, dirigiendo sus grandes ojos hacia nosotros, lo que motivó la popularidad del lienzo entre los sevillanos. La obra está realizada con una pincelada rápida y certera, rodando a ambos personajes de una sensación atmosférica que diluye sus contornos y crea un efecto de espiritualidad. Los vivos colores y la delicadeza de las carnaciones recuerdan a Rafael mientras que las atmósferas serán tomadas de Velázquez o Rubens, dos pintores importantes para Murillo tras su viaje a Madrid, sin dejar de lado a Tiziano y Van Dyck.
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Virgen del Rosario. Autor: Murillo. Fecha: 1650/55 Óleo sobre lienzo, 164 x 110 cm. Museo del Prado. La devota sociedad española del Barroco solicitará a los pintores un importante número de imágenes de la Virgen María debido a que los protestantes estaban cuestionando muchos dogmas relacionados con ella, como la virginidad o haber sido concebida sin pecado original. Esto provocó una inmensa devoción mariana en nuestro país, paladín del catolicismo, frente a la impiedad de los protestantes, según los contemporáneos de Murillo. Por lo tanto, el pintor aprovechó la enorme demanda de obras marianas para crear iconografías personales. Una de ellas es la Virgen del Rosario, donde aparece María sentada con el niño en brazos, sosteniendo el rosario con la mano derecha. Ambas figuras están recortadas sobre un fondo neutro para dar un mayor efecto volumétrico, acentuado al llevar las piernas a un lateral del cuadro. A pesar de estar juntos apenas se relacionan entre sí, ya que miran hacia el espectador; sólo sus mutuos abrazos les ponen en contacto, omitiendo los juegos de miradas entre madre e hijo tan característicos de Rafael. Los tonos que emplea son bastante oscuros aunque intenta alegrar la gama cromática con el rojo y el azul, símbolos de martirio y eternidad respectivamente. Bien es cierto que María no fue martirizada, pero sufrió el martirio de su hijo siendo considerada, pues, mártir psicológica. La pincelada empleada por el artista es algo más suelta que en la Sagrada Familia del Pajarito y anticipa el efecto vaporoso que pronto le convertirá en el primer pincel de Sevilla.
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La Anunciación. Obra de Murillo. Hacia 1660. Óleo sobre lienzo. 125 x 103 cm. Museo del Prado. Escena del Nuevo Testamento (Lucas 1, 26-38) que narra la Anunciación del Arcángel San Gabriel a la Virgen y la aceptación de María de convertirse en la madre Dios por medio de la intercesión del Espíritu Santo. La Virgen aparece acompañada de tres de sus atributos tradicionales, el costurero y el libro, símbolos de su laboriosidad y devoción, y las azucenas, símbolo de su pureza.
Cuadro de carácter devocional, esta obra forma parte de un tipo de pintura sencilla y llena de ternura que gozó de gran éxito entre la sociedad sevillana tras la epidemia de peste de 1649.
Este lienzo fue adquirido en Sevilla en 1729-33 por la reina Isabel de Farnesio, citándose en el inventario de 1746 del Palacio de la Granja y en el inventario de 1794 del Palacio de Aranjuez, ambos en Madrid.
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La conversión de San Pablo. Obra de Murillo. 1675 - 1682. Óleo sobre lienzo, 125 cm x 169 cm. Museo del Prado. Narra el momento en que San Pablo cae del caballo y oye la pregunta de Cristo "¿Por qué me persigues?", lo que provoca su conversión. La escena posee un sentido muy dinámico y utiliza el color, la luz y las masas de una manera muy barroca, en la que se juega con el contraste entre el espacio casi vacío ocupado por la luz y Cristo, y el abigarrado grupo de San Pablo y sus acompañantes ante un fondo tenebroso.Se considera compañero del Martirio de San Andrés (P00982) debido a sus similitudes en cuanto a caracteres estilísticos y formato.
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San Jerónimo. Obra de Murillo. Hacia 1650-52. Lienzo, 187 cm x 133 cm. Museo del Prado.

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La adoración de los pastores, Obra de Murillo. Hacia 1657. Óleo sobre lienzo, 187 cm x 228 cm. Museo del Prado

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Retrato de Nicolás de Omazur, 1672, óleo sobre lienzo, 83 x 73 cm, Madrid, Museo del Prado. Murillo
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Aparición de la Virgen a San Bernardo, hacia 1655. Museo del Prado. Murillo
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Rebeca y Elíecer. Murillo. Hacia 1655. Óleo sobre lienzo, 108 cm x 151,5 cm. Museo del Prado.
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La descensión de la Virgen para premiar los escritos de San Ildefonso. Museo del Prado. Murillo
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Visión de San Francisco de Porciúncula, hacia 1670. Museo del Prado. Murillo
Ver obra de Murillo en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/aprende/en ... 272a459f15

ZURBARÁN
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Zurbarán. La Inmaculada Concepción, 1630. Óleo sobre lienzo, 128 x 89. Museo del Prado
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Zurbarán. Cristo crucificado con donante, 1640, óleo sobre lienzo, 244 x 167,5 cm. Museo del Prado
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Martirio de Santiago. Francisco de Zurbarán. Hacia 1640. Óleo sobre lienzo, 252 cm x 186 cm. Museo del Prado. Santiago está siendo decapitado por orden de Herodes Agripa, que aparece tras él con turbante. Zurbarán recurrió a fórmulas procedentes de estampas firmadas por Antón Wierix y por Durero, que le sirven para organizar una composición monumental, repleta de detalles magníficos, como la noble cabeza del perro que asoma por la derecha.
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Zurbarán. Lucha de Hércules con el León de Nemes. 1634. Lienzo. 135 x 167 cm. Museo del Prado
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Zurbarán. Hércules abrasado por la túnica del centauro Neso, 1634. Museo del Prado
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Hércules y el cancerbero. Francisco de Zurbarán. 1634. Óleo sobre lienzo, 132 cm x 151 cm. El último de los doce trabajos de Hércules tuvo lugar en el infierno. El acceso al mismo estaba custodiado por el Cancerbero, un terrorífico perro provisto de tres cabezas que permitía la entrada, pero no la salida, de quienes osaban traspasar la puerta del reino de la oscuridad. Para doblegar al fiero guardián, Hércules le amenazó con la clava o garrote hasta encadenarlo. Se establece aquí de nuevo la relación entre la fuerza y astucia desplegada por el semidiós y la manifestada por su descendiente, el rey de España.Formó parte de la serie de lienzos sobre los trabajos de Hércules que realizó Zurbarán para la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro.
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Zurbarán. Aparición de San Pedro a San Pedro Nolasco, 1629 (179 x 223 cm.), Museo del Prado
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Zurbarán. La Visión de San Pedro Nolasco, 1628. Museo del Prado
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Zurbaran. Bodegón de jarras, c. 1636. Óleo sobre tela, 46 x 84 cm. Museo del Prado
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La defensa de Cádiz contra los ingleses. Francisco de Zurbarán. 1634. Óleo sobre lienzo, 302 x 323 cm. Museo del Prado. Representa a don Fernando Girón, gobernador de Cádiz, dando instrucciones a sus subordinados para organizar la defensa de la ciudad, amenazada por la escuadra inglesa que aparece al fondo. Ese suceso, que tuvo lugar en 1625, fue una de las acciones bélicas elegidas para decorar el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro en Madrid, junto con otras encomendadas a pintores españoles como Velázquez, Maíno, Vicente Carducho o Pereda.
Es una obra importante y singular dentro de la carrera de Zurbarán, no sólo porque fue un encargo de la corte, sino también porque se trata de una de las escasas ocasiones en las que se acercó a un tema de la “historia civil”. El artista muestra algunas de las virtudes que le convierten en un punto de referencia de la historia de la pintura española de su tiempo, como su precisión retratística o su capacidad para reproducir de manera exacta y detallada una gran variedad de texturas.
Obra de Zurbarán en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... d37423b0c0

RIBERA
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El sueño de Jacob. Obra de José de Ribera. 1639. Óleo. Lienzo, 179 x 233 cm. El cuadro narra el sueño misterioso del patriarca Jacob, según relata el Génesis, quien aparece dormido, recostado sobre el brazo izquierdo. Detrás de él se encuentra un árbol y al otro lado la escala de luz por la que suben y bajan los ángeles.
El asunto muestra la capacidad técnica de Ribera para construir un discurso metafórico. A través de la representación de un pastor tendido a descansar en el campo describe uno de los episodios bíblicos más conocidos. La visión en primer plano del personaje sólidamente construido y los rasgos realistas de la escena sirven para hacer verídico el sueño milagroso, que se describe en un haz de luz bajo un cielo azul y gris.
Ribera da aquí una de sus numerosas pruebas de su delicado sentido del color y su exquisita capacidad para la composición, al contraponer en diagonal los volúmenes del primer plano.
Probablemente se trate de uno de los cuadros que se citan en 1658 en el inventario de don Jerónimo de la Torre, permaneciendo en poder de su familia hasta 1718. En 1746 reapareció entre las pinturas de la reina Isabel de Farnesio con atribución a Murillo.
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San Andrés Apóstol, c. 1630. Óleo sobre lienzo, 123 × 95. Museo del Prado en Madrid. Es un ejemplo del tenebrismo de la primera época de José de Ribera, con marcados contrastes entre las zonas iluminadas y las sombrías.
Este cuadro presenta una figura aislada, Andrés el Apóstol. La luz le cae desde la izquierda, violentamente. La figura está representada con gran realismo. Para este tipo de cuadros, Ribera copiaba modelos del natural, como los propios pescadores de Nápoles.
Representa al apóstol Andrés abrazado a la cruz en forma de aspa de su martirio. En la mano, lleva un anzuelo con un pez, recordando su oficio de pescador. Quedan fuertemente iluminados el rostro y el torso desnudo del santo.
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La Trinidad (1635-1636). Museo del Prado. Obra de José de Rivera.
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nmaculada, hacia 1630, óleo sobre lienzo, 220 x 160, Museo del Prado. Obra de José de Rivera.
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San Pablo ermitaño, 1640, óleo sobre lienzo, 143 x 143 cm. Obra de José de Ribera. Museo del Prado
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Combate de mujeres. Obra de José de Ribera. 1636. Óleo sobre lienzo, 235 x 212 cm. Museo del Prado.
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Visión de san Francisco de Asís, óleo sobre lienzo, 120 x 98 cm, h. 1636-1638. Obra de José de Ribera. Museo del Prado
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El martirio de San Felipe. José de Ribera. 1639. Óleo sobre lenzo, 234 x 234 cm. Se encontraba en el antiguo Alcázar de Madrid y se piensa que fue un encargo de Felipe IV, que quiso tener así a su patrón. En la actualidad se encuentra en el Museo del Prado de Madrid.. El martirio de San Felipe es un lienzo del pintor español José de Ribera (1591-1652), una de las grandes obras dentro de su producción pictórica. Pertenece a la escuela española del siglo XVII.
Durante un tiempo se pensó que representaba el martirio de San Bartolomé, pero no se encuentra aquí el gran cuchillo con el que suele representársele, alusivo a que fue desollado vivo. Por eso se acabó considerando que se trata de san Felipe.ni
La escena representa los preparativos para el martirio del Santo, descrito en su leyenda por Santiago de la Vorágine. Según dicha leyenda, murió crucificado pero no sujeto por clavos sino amarrado con cuerdas. La composición de la escena está realizada geométricamente, sobre líneas diagonales y verticales. Ribera emplea aquí el escorzo de manera bastante violenta. El Santo está pintado con una gran fuerza mística, en actitud de abandono, y con un estudio del desnudo magnífico. La luz ilumina su rostro, revelando sufrimiento y resignación. Los contrastes de luz y sombras de su cara potencian el dramatismo.
Los sayones que le sujetan para izar el cuerpo se ven en primer término; uno de ellos ayuda sujetando las piernas. A la derecha hay un grupo de personas que curiosean la escena y parece que la comentan. A la izquierda por el contrario las personas que aparecen están ajenas a lo que sucede; en este grupo hay una mujer que sostiene en sus brazos un niño pequeño y que mira hacia el espectador, poniendo el contrapunto tierno y delicado a la crueldad que domina el resto de la escena.1 Algunos críticos han querido ver en esta figura una alegoría de la Caridad.
Es una obra de madurez del pintor, a juzgar por el tratamiento del colorido, los toques de pincel y el espléndido desnudo. Es menos caravagista que en obras anteriores, dotando al lienzo de mayor luminosidad. Se ha apuntado la posibilidad de que le hayan influido pintores más clasicistas como Guido Reni o Domenichino. El cromatismo se aleja de los tonos terrosos propios del barroco español, acercándose más a la influencia veneciana. El crítico Eugenio D'Ors llegó a decir de esta obra que por su vistosidad era «casi, casi, como un ballet ruso».
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San Sebastián, 1636, óleo sobre lienzo, 127 x 100 cm. Obra de José de Ribera. Museo del Prado
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Arquímedes. 1630. Obra de José de Ribera. Museo del Prado
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La mujer barbuda de José de Ribera (Fundación Casa Ducal de Medinaceli, Casa de Medinaceli -depositado en el Museo del Prado-).
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Ticio, 1632, óleo sobre lienzo, 227 x 301 cm. Obra de José de Ribera. Museo del Prado
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Ixión, 1632, óleo sobre lienzo, 220 x 301 cm. Obra de José de Ribera. Museo del Prado
Obra de José de Ribera en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... a6f3cfd004

MAÍNO
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Pentecostés - El Retablo de de San Pedro Mártir -considerada su obra maestra- fue realizada por Juan Bautista Maíno, (Pastrana, 1578 - Madrid, 1649), pintor español del Barroco. Óleo sobre lienzo, 285 x 163 cm. Museo del Prado.
Tras su viaje a Italia y quizás por el norte de Europa, Maíno recibe el encargo de pintar para los monjes dominicos de Toledo el retablo mayor de San Pedro Mártir, con el tema de las Cuatro Pascuas: Navidad (P03227), Epifanía (P00886), Resurrección (P05080) y Pentecostés (P03018). Antes de concluir el encargo el pintor ingresa en la Orden. Está firmado en el sillar del asiento de la Virgen.
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Supuesto retrato de Juan Bautista Maino, detalle de la Adoración de los Reyes Magos.
En 1612 Fray Juan Bautista Maíno se comprometió con los dominicos de San Pedro Mártir, en Toledo, para realizar el retablo mayor de su iglesia conventual. La estructura fue trazada por el arquitecto Juan Bautista Monegro, y en ella el pintor debía integrar diez pinturas. Cuatro de ellas debían representar, en grandes dimensiones, los episodios más importantes de la vida de Jesús: las dos Adoraciones, la Resurrección y Pentecostés; es decir, las imágenes fundamentales del mundo católico, conocidas como las Cuatro Pascuas. Se incluyeron además cuatro figuras de santos inscritos en paisajes que se relacionan con el impulso de este género que se estaba generando en Roma en los primeros años del siglo XVII. Además sendas representaciones de santo Domingo de Guzmán y santa Catalina de Siena coronaban el retablo. El encargo era un trabajo de gran enjundia que demostraba el prestigio que Maíno había alcanzado un año después de su establecimiento en Toledo tras regresar de Roma. Las grandes telas debieron de llevarse a cabo tras un laborioso trabajo que reflejaba el compromiso del pintor de acabarlas “en toda perfección”. Todas las pinturas se concibieron atendiendo a su ubicación y teniendo en cuenta los elementos escultóricos del conjunto.
El Retablo de de San Pedro Mártir, debió de causar conmoción en la ciudad por su carácter novedoso. La monumentalidad, el colorido, la factura y la concepción de cada composición entroncaban de manera directa con la vanguardia pictórica italiana. En las grandes telas destacaban los componentes deudores de Caravaggio, especialmente la fuerza, el dinamismo, la iluminación y la corporeidad de las figuras.
Maíno finalizó este encargo en 1614, con una demora de catorce meses. Un retraso que podría explicarse por la complejidad técnica de las obras, especialmente los cuatro lienzos principales, y porque el pintor ingresó en la orden de dominicos.
Maíno permaneció vinculado durante varios años al convento de San Pedro Mártir y en ese tiempo se ocupó de realizar otras composiciones. Sin duda las más significativas son las pinturas murales de la iglesia. En los dos arcosolios que flanqueaban el altar mayor representó las alegorías de las cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia, Fortaleza y Templanza. Además, debajo del coro y junto a la puerta de ingreso a la iglesia, pintó una exaltación de la Virgen como Regina angelorum, rodeada de ángeles músicos y por las imponentes imágenes de Aarón y Moisés. Estos murales se fechan entre 1620 y 1624.
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La adoración de los Magos. Fray Juan Bautista Maíno. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado.
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Adoración de los pastores. Fray Juan Bautista Maíno. 1611-1613. Óleo sobre lienzo. 315 x 174 cm. Museo del Prado.
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Resurrección de Cristo. 1612 - 1614. Óleo sobre lienzo, 295 cm x 174 cm. Fray Juan Bautista Maíno. Museo del Prado.
Más info del Retablo de San Pedro Mártir, considerada la obra maestra de Juan Bautista Maíno.
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Recuperación de la Bahía de Brasil. Fray Juan Bautista Maíno. 1634-1635. Óleo sobre lienzo. 309 x 381 cm. Museo del Prado. En 1827 este cuadro pasó de la Real Academia de San Fernando al Museo del Prado. El Museo del Ejército es lo único que queda del antiguo Palacio del Buen Retiro, construido bajo Felipe IV, y contiene su sala más importante, el llamado Salón de Reinos. Para este salón se encargó el lienzo que nos ocupa. Era una sala destinada a recepciones diplomáticas y actos oficiales. En ella, el rey quería exponer lienzos con sus triunfos militares más sonados, como por ejemplo la Rendición de Breda de Velázquez. Maíno pintó la escena de la recuperación por tropas españolas de Bahía de Brasil, importante puerto comercial del imperio colonial que se estaba desmoronando. Maíno, sin embargo, elude el tono triunfalista de las otras pinturas del Salón para realizar casi una alegoría en contra de la guerra. Al fondo, efectivamente, se tiene una vista topográfica de la zona, con los barcos y las tropas después de la batalla. A la derecha, el rey es agasajado a través de su representación en un tapiz. Tras la figura del rey aparece la del valido, el Conde-Duque de Olivares, queriendo simbolizar quién estaba realmente detrás del poder. El general recibe los honores de la victoria, pero todo ello se desarrolla en una esquina, en un plano acartonado que resta volumen e importancia al hecho. La mirada del espectador es captada sin embargo al lado contrario, por una masa de color y personajes que atrae inevitablemente la atención. Allí están las figuras de los heridos en la batalla, junto a las mujeres que los cuidan y unos niños. No hay sangre, no hay dramatismo, tan sólo un cuerpo medio desnudo sostenido en los brazos de una mujer, que bien podría simbolizar la Caridad, pues se halla rodeada de niños y tiene aspecto de matrona (ésta es la manera habitual de representar a dicha virtud). Así pues, en el cuadro de conmemoración de una batalla, lo que realmente protagoniza la escena son las consecuencias terribles de la misma victoria, los muertos y los heridos. Maíno resulta en este sentido increíblemente avanzado para las posturas imperialistas de la España del siglo XVII. Anticipándose al futuro, Maíno es consciente de que las victorias militares de España no son más que humo que pronto se disipará ante el poderío británico y francés. Efectivamente, tan sólo unos años después España perdería de nuevo y definitivamente esta importante plaza brasileña.
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Pentecostés, 1615-1620, óleo sobre lienzo, 324 x 246 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
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Retrato de caballero, 1618-1623, óleo sobre lienzo, 96 x 73 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
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Magdalena penitente. 1615. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
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La Magdalena penitente en la gruta de Sainte-Baume, 1612-1614, óleo sobre tabla, 58 x 155 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
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Paisaje con San Antonio Abad, 1612-1614. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
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Paisaje con San Juan Evangelista, 1612-1614, óleo sobre lienzo, 74 x 163 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Maíno
Ver obra de Maíno en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... a296d3953d

Francisco BAYEU
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Asunción de la Virgen, 1760, óleo sobre lienzo, 137 x 81 cm. Obra de Francisco Bayeu
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El triunfo del cordero de Dios, 1778, óleo sobre lienzo, 48 x 58 cm. Obra de Francisco Bayeu
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El Olimpo: batalla con los Gigantes, 1764, óleo sobre lienzo, 68 x 123 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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El puente del canal de Madrid, 1784, óleo sobre lienzo, 36 x 95 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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El paseo de las Delicias, en Madrid, 1785, óleo sobre lienzo, 37 x 56 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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Merienda en el campo, 1784, óleo sobre lienzo, 37 x 56 cm, firmado. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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La creación de Adán, 1772, óleo sobre lienzo, 59 x 33 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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Adán y Eva reconvenidos por su pecado, 1772, óleo sobre lienzo, 59,3 x 32,7 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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Abraham y los tres ángeles, 1771, Francisco Bayeu y Subías. Óleo sobre lienzo, 59 x 33 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
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Cuadro con trece bocetitos para cartones de tapices. 1786. Óleo sobre lienzo. 45 x 96 cm. Museo del Prado. Obra de Francisco Bayeu
Francisco Bayeu en el museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... a001ad1989

VICENTE LÓPEZ
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El pintor Francisco de Goya y Lucientes. 1826. Óloe sobre lienzo, 95,5 x 80,5 cm. Museo del Prado
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Fernando VII, con uniforme de Capitán General. 1814, óleo sobre lienzo, 107,5 x 82,5 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente López Portaña
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Félix Máximo López, Primer Organista de la Real Capilla. 1820. Óleo sobre lienzo, 101 cm x 75 cm. Museo del Prado
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Doña María Cristina de Borbón, reina de España (cuarta esposa de Fernando VII), 1830, óleo sobre lienzo, 96 x 74 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente López Portaña
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María Isabel de Braganza, reina de España, h. 1816, óleo sobre lienzo, 70 x 59 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente López Portaña
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El sueño de san José, 1805, óleo sobre lienzo, 187 x 118 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente López Portaña
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La Huida a Egipto, h. 1794-96, óleo sobre lienzo, 14 x 21 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente López Portaña
Vicente López en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 45623a9d84

FORTUNY
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Viejo desnudo al sol. 1873. Óleo sobre lienzo, 74 x 58 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
Fue el artista español más internacional de todo el siglo XIX y el gran maestro de la pintura preciosista de gabinete en toda Europa. Su arte marcó decisivamente el gusto del mercado por sus anecdóticas escenas de género, extendiéndose la huella de su influencia a una enorme cantidad de discípulos, seguidores e imitadores de su obra.
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Desnudo en la playa de Portici, 1874, óleo sobre tabla, 13 x 19 cm. Museo Nacional del Prado. obra de Mariano Fortuny
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Fantasía sobre Fausto. Mariano Fortuny. 1866. Óleo sobre tabla, 40x69 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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La reina María Cristina pasando revista a las tropas, 1865-67, óleo sobre lienzo, 300 x 460 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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La batalla de Wad-Rass, 1862-63, óleo sobre papel, 54 x 185 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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Marroquíes, óleo sobre tabla, 1872-74, 13 x 19 cm, firmado. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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Los hijos del pintor, María Luisa y Mariano, en el salón japonés, 1874, óleo sobre lienzo, 44 x 93 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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Jardín de la casa de Fortuny, óleo sobre tabla, 40 x 27 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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Corral, óleo sobre lienzo, 1869, 38 x 46 cm, firmado. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
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Corrida de toros, 1869. Óleo sobre lienzo, 30,3 cm x 46,2 cm. Museo del Prado. obra de Mariano Fortuny
Mariano Fortuny en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 8fefb6ec08

SOROLLA
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Chicos en la playa. 1910. Óleo sobre lienzo. 118 x 185 cm. Museo del Prado. Obra de Joaquín Sorolla. El pintor valenciano es uno de los inductores de la modernidad en España con sus brochazos de luz y el uso de colores muy vivos.
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¡Aún dicen que el pescado es caro!. 1894, óleo sobre lienzo, 151,5 x 204 cm. Museo del Prado. Obra de Joaquín Sorolla
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El pintor Aureliano Beruete. 1902. Óleo sobre lienzo, 115,5 x 110,5 cm. Museo del Prado. Obra de Joaquín Sorolla
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Retrato de Aureliano de Beruete y Moret. 1902. Óleo sobre lienzo, 140 x 82 cm. Museo del Prado. Obra de Joaquín Sorolla
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La actriz doña María Guerrero como «La dama boba», 1906, óleo sobre lienzo, 131 x 120,5 cm. Museo del Prado. Obra de Joaquín Sorolla
Joaquín Sorolla en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... dc32f513e4
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Sala central del Museo del Prado. La mayor parte de la obra expuesta en el Museo del Prado corresponde a las colecciones de los Reyes Españoles que durante siglos fueron coleccionistas de arte adquiriendo algunas y encargando otras. La colección real se remonta a los tiempos de Felipe II, los Reyes Católicos y otros monarcas anteriores a ellos. Los Habsburgo y los Borbones fueron los principales coleccionistas de las obras de arte que hoy conforman el patrimonio del Museo del Prado.

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megaurbanismo
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Re: Museo del Prado, Pintores Españoles

Mensaje por megaurbanismo » Sab, 22 Oct 2022, 17:29

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Acceso Museo del Prado. Puerta de Jerónimos.
Otros maestros españoles representados en el Prado
PEDRO BERRUGUETE
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Santo Domingo y los albigenses, 1493-99, técnica mixta sobre tabla, 122 x 83 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Berruguete
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La muerte de San Pedro Mártir. 1493-99, técnica mixta sobre tabla, 128 x 82 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Berruguete.

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Auto de Fe, presidido por santo Domingo de Guzmán, h. 1493-99, óleo sobre tabla, 154 x 92 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Berruguete.
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Santo Domingo resucita a un joven, h. 1493-99, técnica mixta sobre tabla, 122 x 83 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Berruguete.
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El milagro de la nube, h. 1493-99, técnica mixta sobre tabla, 132 x 84 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Berruguete.
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Aparición de la Virgen a una comunidad de dominicos, h. 1493-99, técnica mixta sobre tabla, 130 x 86 cm. Museo del Prado. Obra de Pedro Berruguete.
Pedro Berruguete en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 4b9b65d0ca

LUIS DE MORALES
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Presentación de Jesús en el templo, h. 1560-68, óleo sobre tabla, 146 x 114 cm. Museo del Prado. Obra de Luis de Morales.
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Virgen con Niño. 1570, óleo sobre tabla, 57 x 40 cm. Museo del Prado. Obra de Luis de Morales.
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Cristo justificando su Pasión. Hacia 1565. Óleo sobre tabla, 71 x 49 cm Museo del Prado. Obra de Luis de Morales.
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Virgen con el Niño y san Juanito, h. 1570, óleo sobre tabla, 70 x 57 cm. Museo del Prado. Obra de Luis de Morales.
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Virgen con el Niño. 1565. Museo del Prado. Obra de Luis de Morales.
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Piedad, san Juan y Magdalena, hacia 1570, óleo sobre tabla, 84 x 131 cm. Museo del Prado. Obra de Luis de Morales. Una de las imágenes más características de Luis de Morales es la Dolorosa sosteniendo el cuerpo muerto de Jesús al pie de la Cruz; una iconografía esencial y efectista convertida en objeto de devoción que alcanzó gran éxito en la época. En este tríptico, procedente de algúnoratorio privado, la tabla central aparece flanqueada por los bustos de María Magdalena y San Juan.
Luis de Morales en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 99819a6f6e

JUAN DE JUANES
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Ecce-Homo. Hacia 1570, óleo sobre tabla, 83 x 62 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes. Esta visión directa y frontal de Cristo coronado de espinas, atado y sosteniendo una caña a modo de cetro, es una de las más divulgadas del autor. Presenta una factura minuciosa que recuerda la de la pintura flamenca. La figura, muy iluminada, destaca sobre un fondo oscuro que potencia la concentración emocional del espectador en la patética imagen.
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El Salvador, óleo sobre tabla. 1545-50, óleo sobre tabla, 73 x 40 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes
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San Esteban en la sinagoga, hacia 1562, óleo sobre tabla, 160 x 123 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes
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San Esteban acusado de blasfemo. Hacia 1562, óleo sobre tabla, 160 x 123 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes
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San Esteban conducido al martirio. Hacia 1562, óleo sobre tabla, 160 x 123 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes
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Martirio de san Esteban. Hacia 1562, óleo sobre tabla, 160 x 123 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes
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La última cena. Hacia 1562. Óleo sobre tabla, 116 x 191 cm. Museo del Prado. Obra de Juan de Juanes
Juan de Juanes en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... e30c9fbedd

ALONSO CANO
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El milagro del pozo, 1638-40, óleo sobre lienzo, 216 x 149 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
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La Crucifixión, segundo tercio del siglo, óleo sobre lienzo, 130 x 96 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
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Cristo muerto sostenido por un ángel, 1646-52, óleo sobre lienzo, 137 x 100 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
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San Bernardo y la Virgen, óleo sobre lienzo, 267 x 185 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
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San Jerónimo penitente, óleo sobre lienzo, 177 x 209 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
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La Virgen y el Niño, h. 1646-1650, óleo sobre lienzo, 162 x 107 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
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Rey de España, c. 1643, óleo sobre lienzo, 165 x 125 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.
Alonso Cano en el Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 0f3ed3b752

EDUARDO ROSALES
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Doña Isabel la Católica dictando testamento. 1864. Óleo sobre lienzo, 290 x 400 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
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Muerte de Lucrecia, 1871, óleo sobre lienzo, 258 x 347 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
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Presentación de don Juan de Austria al emperador Carlos V, en Yuste, 1869, óleo sobre lienzo, 76,5 x 123,5 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
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Episodio de la batalla de Tetuán, 1868, óleo sobre lienzo, 75 x 125 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
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Ofelia, óleo sobre lienzo, 60 x 95 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
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Ciocciara, óleo sobre lienzo, 125 x 75 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
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Desnudo femenino (al salir del baño), h. 1869, óleo sobre lienzo, 185 x 90 cm. Museo del Prado. Obra de Eduardo Rosales
Eduardo Rosales en el Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 38ebaea0fe

VICENTE CARDUCHO
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Victoria de Fleurus, 1634. Óleo sobre lienzo, 297 x 365 cm., la obra fue pintada para el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Actualmente está en el Museo del Prado. Obra de Vicente Carducho
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Socorro de la plaza de Constanza, 1634, óleo sobre lienzo, 297 x 374 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente Carducho
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Expugnación de Rheinfelden, 1634, óleo sobre lienzo, 297 x 357 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente Carducho
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San Juan de Mata renuncia al doctorado y lo acepta luego por inspiración divina, 1634, óleo sobre lienzo, 240 x 234 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente Carducho
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La Sagrada Familia, 1631, óleo sobre lienzo, 150 x 115 cm. Museo del Prado. Obra de Vicente Carducho
Vicente Carducho en el Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 1ad379970e

JOSÉ MADRAZO
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La Aurora, c. 1819. Óleo sobre lienzo, 87 x 54 cm. Museo del Prado. Obra de José Madrazo.
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Coracero francés, h. 1813. Óleo sobre lienzo, 200 x 130 cm. Museo del Prado. Obra de José Madrazo.
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El amor divino y el amor profano, 1813, óleo sobre lienzo, 198 x 149 cm. Museo del Prado. Obra de José Madrazo.
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Jesús en casa de Anás. También conocido como Jesús ante el Sumo Sacerdote. 1803. Óleo sobre lienzo, 176 cm x 231,5 cm. Museo del Prado. Obra de José Madrazo.
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La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos, h. 1808, óleo sobre lienzo, 307 x 462 cm. Museo del Prado. Obra de José Madrazo. José de Madrazo era el líder indiscutible del Neoclasicismo español tras el intervalo de la Guerra de la Independencia. Este Neoclasicismo se nutrió de las enseñanzas del francés David, el pintor oficial del régimen, que con su pureza de líneas y su capacidad sintética enseñó a los neoclasicistas españoles la mesura formal, que no emocional, del nuevo arte. En La Muerte de Viriato, Madrazo plantea la regla de las tres unidades, que se había extraído del teatro clásico: unidad de acción, unidad de espacio y unidad de movimiento. La propia escena parece de teatro, puesto que los telajes de la tienda del asesinado parecen los telones de fondo del escenario, que impiden que la mirada del espectador vague sobre otros motivos que no sean la escena principal. En ésta se priman el dolor y el sentimiento, la tragedia que significa para las tropas íberas la muerte de su jefe. Como en un friso clásico, las figuras se alinean a lo largo del espacio, perfectamente proporcionadas, armoniosas en sus movimientos hasta el punto de crear un ritmo visual que conduce la mirada desde la cabecera del muerto hasta el extremo izquierdo, donde la tienda se abre ante un ejército que espera ansioso saber la suerte de su comandante. La luz es diáfana, unitaria, y perfila los contornos de los objetos sin dar lugar a contrastes ni manchas. Tiene todas las características de un arte que pretende recuperar la esencia formal del clasicismo.
José Madrazo en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... f0523f4a9f

MUÑOZ DEGRAIN
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Antes de la boda, 1882, óleo sobre lienzo, 119 x 93 cm. Obra de Antonio Muñoz Degrain
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Paisaje de la Sierra de las Agujas, tomado desde la loma del Caball-Vernat, 1864, óleo sobre lienzo. Obra de Antonio Muñoz Degrain
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Paisaje del Pardo al disiparse la niebla. 1866. Óleo sobre lienzo, 200 x 300 cm. Museo del Prado. Obra de Antonio Muñoz Degrain
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Chubasco en Granada, o Recuerdos de Granada. 1881 h. Lienzo, 97 x 144,5 cm. Museo del Prado. Obra de Antonio Muñoz Degrain
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Los amantes de Teruel. 1884. Óleo sobre lienzo, 330 x 516 cm. Museo del Prado. Obra de Antonio Muñoz Degrain
Muñoz Degrain en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... d4a5bac311

MARTÍNEZ DEL MAZO
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Familia del pintor. Museo del Prado. Obra de Martínez del Mazo.
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La cacería del Tabladillo en Aranjuez. Lienzo. 249 x 187 cm. Museo del Prado. Obra de Martínez del Mazo.
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Vista de la ciudad de Zaragoza, 1647, óleo sobre lienzo, 181 x 331 cm. Museo del Prado. Obra de Martínez del Mazo.
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La emperatriz doña Margarita de Austria, 1666, óleo sobre lienzo, 205 x 144 cm. Museo del Prado. Obra de Martínez del Mazo.
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La infanta doña Margarita de Austria, h. 1660, óleo sobre lienzo, 212 x 147 cm. Museo del Prado. Obra de Martínez del Mazo.
Martínez del Mazo en el Museo del Prado https://www.museodelprado.es/coleccion/ ... 60f20d67a5

MORENO CARBONERO
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El príncipe Carlos de Viana. 1881. Óleo sobre lienzo 310 x 242 cm. Museo del Prado. Obra de José Moreno Carbonero
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La conversión del duque de Gandía, también conocido como 'Francisco Borja ante el féretro de Isabel de Portugal', 1884, óleo sobre lienzo, 315 x 500 cm. Museo del Prado. Obra de José Moreno Carbonero
Moreno Carbonero en el Museo del Prado
Otos maestros
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Bartolomé Bermejo - Santo Domingo de Silos entronizado como obispo. 1474-77. Óleo sobre tabla, 242 x 130 cm. Museo del Prado
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José Antolínez - El tránsito de la Magdalena. Óleo sobre lienzo. 205 x 163 cm. Museo del Prado.
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Alejandro de Loarte - La Gallinera. 1626. Óleo sobre lienzo, 166 x 128 cm. Museo Nacional del Prado.
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Luis Paret - Carlos III comiendo ante su corte. Museo del Prado
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José Camarón - Una romería. Museo del Prado
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Jerónimo Jacinto Espinosa - San Juan Bautista. 1645 h. Óleo sobre lienzo, 112 x 91 cm. Museo del Prado
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Juan de Espinosa (pintor barroco español, activo entre 1628 y 1659) - Bodegón ochavado con racimo de uvas. 1646. Óleo sobre lienzo, 67 x 68. Madrid, Museo del Prado.
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Alejo Vera y Estaca - Entierro de San Lorenzo en las catacumbas de Roma. 1862. Óleo sobre lienzo, 223,6 cm x 232,5 cm. Museo del Prado.
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Mateo Cerezo el Joven - Bodegón de cocina. Hacia 1664, óleo sobre lienzo, 100 x 127 cm. Museo del Prado
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Sánchez Coello - El Príncipe Don Carlos. 1557. Óleo sobre lienzo. 109 x 95 cm. Museo del Prado
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Sánchez Coello - Retrato de Felipe II. 1580. Óleo sobre lienzo. 88 x 72 cm. Museo del Prado
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Pantoja de la Cruz - El nacimiento de la Virgen. 1603. Óleo sobre lienzo, 260 cm x 172 cm. Museo del Prado
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Pantoja de la Cruz - La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II. Copia de Sánchez Coello. Hacia 1605. Óleo sobre lienzo, 120,1 x 84 cm. Museo del Prado.
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Antonio Gisbert - Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga. 1888. Óleo sobre lienzo, 390 cm x 601 cm. Museo del Prado. Una obra maestra y un manifiesto político en defensa de la libertad.

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Lorenzo Vallés - Demencia de doña Juana de Castilla. 1866, óleo sobre lienzo, 238 x 313 cm. Museo del Prado
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Francisco Pradilla - Doña Juana la Loca, 1877. Óleo sobre lienzo, 340 cm x 500 cm. Museo del Prado
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Casado del Alisal - La rendición de Bailén o La Capitulación de Bailén. 1864. Óleo sobre lienzo, 500 x 338 cm. Museo del Prado
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Antonio Carnicero - Globo Mongolfier en Aranjuez. 1784. Óleo sobre lienzo, 169 x 279,5 cm. Museo del Prado
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Federico de Madrazo - malia de Llano y Dotres, condesa de VilchesA. 1853. Óleosobre lienzo, 126 x 89 cm. Museo del Prado. Es la obra cumbre del retrato romántico. Federico de Madrazo pintó en 1853 a su modelo a la manera francesa
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Carlos de Haes - La canal de Mancorbo en los Picos de Europa. 1876. Una gran muestra del paisaje realista del siglo XIX. Óleo sobre lienzo, 168 x 123 cm. Museo del Prado.
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José Casado del Alisal - La rendición de Bailén o La Capitulación de Bailén. 1864. Óleo sobre lienzo, 500 x 338 cm. Museo del Prado, típica pintura de historia con claras alusiones a la obra de Velázquez. Es representativo del género "realismo retrospectivo": gran tamaño, luz velazqueña, actitud variada en los personajes y una notable verosimilitud general.
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El nacimiento de Venus, de Antonio María Esquivel. Con la adquisición de este lienzo, los fondos del Prado se enriquecen con el que probablemente sea el mejor desnudo femenino del Romanticismo español y una de las obras más exquisitas salidas nunca de los pinceles de su autor.
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Antonio María Esquivel - Los poetas contemporáneos. Una lectura de Zorrilla en el estudio del pintor. 1846. Óleo sobre lienzo, 144 x 217 cm. Museo del Prado. El pintor recrea una escena imaginaria de los más importantes escritores de su tiempo, reunidos en el estudio de Esquivel para escuchar la lectura de una obra de Zorrilla. El artista se retrata en el centro del cuadro de una forma que recuerda al propio Velázquez en 'Las meninas', y abandona su tarea para escuchar al creador de 'Don Juan Tenorio'.
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Juan de Flandes - La Crucifixión. 1509-19. Óleo sobre tabla, 123 x 169 cm. Museo del Prado. Obra documentada de Juan de Flandes, conocido sólo por las pinturas que realiza en Castilla desde 1496 en que entra al servicio de Isabel la Católica. Al morir la Reina en 1504, continua trabajando en Salamanca y en Palencia y debe adaptar su estilo al tipo de obras que le demanda la nueva clientela, a veces de grandes dimensiones como el retablo mayor de la Catedral de Palencia, para el que hace esta tabla, destinada a la calle central del banco.
Juan de Flandes concibe el espacio de esta Crucifixión con un punto de vista bajo, que evoca las composiciones de Mantegna y la dota de resonancias italianas, por el modo de disponer al los personajes con un dominio de líneas rectas que otorgan monumentalidad al conjunto. Para llamar la atención sobre Cristo Crucificado, situado en el centro, ante un fondo de paisaje, idea un semicírculo de figuras en torno a Él.
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Nacimiento de Cristo con la Adoración de los ángeles. Maestro de Sigena. 1519. Óleo sobre tabla, 172 x 150 cm. Museo del Prado. Ambientado en un marco de clásicas arquitecturas, el cuadro muestra a la Sagrada Familia, con el niño tumbado en el suelo, ocupando el primer plano de la composición. Formando parte de este grupo, en el centro, destaca un ángel ataviado con túnica blanca que sujeta con sus manos una filacteria de gran tamaño en la que aparece notado el Gloria que entona el coro. Este círculo de figuras se completa con un orante vestido con túnica verde, situado junto a San José. Tras dicho elenco, entre los muros, se halla un nutrido coro angélico que conduce nuestra vista hacia el fondo de la composición donde se ha representado el anuncio a los pastores. En esta escena un ángel sostiene una filacteria con el texto del Gloria, sin música escrita, y uno de los pastores tañe un aerófono, quizás una dulzaina. La arquitectura de aire renacentista, el modo original de componer e incluso la gama cromática, vinculan a este enigmático y personal pintor con el arte centroeuropeo y en particular con Michael Pacher. Las monumentales figuras, dotadas de una artificiosidad que se hace patente en los complejos plegados, resultan demasiado grandes para el marco arquitectónico. Procede del retablo mayor del Panteón Real del monasterio de Sigena (Huesca).
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La Piedad. Obra de Fernando Gallego. 1465-70. Técnica mixta sobre tabla, 118 x 111 cm. Museo del Prado. Representación del dolor de la Virgen por su hijo muerto, la Piedad, abrazando el cuerpo inerte de Cristo apenas cubierto por el paño de pureza, y con la Cruz, símbolo de su martirio, tras ellos. A su izquierda, los anónimos donantes, representados a menor tamaño, entonan el Miserere mei, Domine (“ten compasión de mí, Señor”), inicio del salmo 50 solicitando el perdón de Cristo para merecer los frutos de la Redención. Al fondo, entre el paisaje rocoso, se levanta una ciudad amurallada que evoca a Jerusalén, como si fuera una ciudad medieval.
Fernando Gallego, prescindiendo de las heridas y sangre de Cristo que suelen aparecer en la representación de la Piedad, concentra el dramatismo de la escena en la intensidad del abrazo de la Virgen a su Hijo y en la expresión de su rostro, y destaca la soledad de María, en una composición piramidal con su túnica roja -alusiva al dolor de la Pasión- y su manto azul.
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EFernando Gallego - Cristo bendiciendo, h. 1492 , técnica mixta sobre tabla, 169 x 132 cm. Museo del Prado. Cristo entronizado, vestido con túnica roja y sujetando la bola del Mundo en su mano izquierda, bendice con la derecha flanqueado por las figuras de la Iglesia y de la Sinagoga y rodeado por el Tetramorfos.
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La Virgen de los Reyes Católicos, de autor anónimo conocido como Maestro de la Virgen de los Reyes Católicos, c. 1491-93. Museo del Prado. Ejemplo del goticismo imperante en la pintura de la época. Obra atribuida a Pedro Berruguete entre otros...
Maestro de la Virgen de los Reyes Católicos es el nombre asignado por la historiografía, en espera de poder asociarlo de forma fehaciente a alguno de los pintores hispanoflamencos conocidos, al maestro anónimo autor de la tabla Virgen de los Reyes Católicos, procedente del Real Monasterio de Santo Tomás de Ávila y actualmente en el Museo del Prado.
El cuadro es un temple sobre tabla de 123 x 112 cm, y su fecha se establece en 1490.2 La composición es similar a la de una sacra conversazione: en una estancia con ventanas que dejan ver un paisaje de características convencionales del estilo flamenco, aparecen representados la Virgen con el Niño en un trono, y en un plano inferior, de pie, dos santos en hábito dominico: Santo Domingo de Guzmán y Santo Tomás de Aquino; el primero, por ser el fundador de la Orden Dominica (con un libro, por ser doctor de la Iglesia y un lirio, símbolo iconográfico de la Virgen, por su particular devoción mariana -instauró el rezo del rosario-) y el segundo, por ser el titular de la advocación del monasterio (con un libro, por ser también doctor de la Iglesia, y con la maqueta del edificio). En un plano inferior, arrodillados, como donantes, los Reyes Católicos y dos de sus hijos (Juan y se cree que Isabel), junto con dos frailes de la misma orden, identificados con Tomás de Torquemada, inquisidor general de Castilla y fundador del convento (junto al rey), y san Pedro Mártir, inquisidor de Verona, con el cuchillo y la herida abierta en la cabeza que caracterizan su iconografía, quien para algunos aparecería prefigurado como Pedro Mártir de Anglería, humanista y confesor de la reina a cuya lado aparece. El suelo, de baldosas, así como la tarima sobre la que se halla el trono de la Virgen, los reclinatorios de los Reyes y las ventanas, presentan una perspectiva algo forzada.
En su ubicación original, se guardaba en el oratorio del Cuarto Real del monasterio de Santo Tomás de Ávila. La desamortización de 1836 produjo su traslado al Museo de la Trinidad, de donde posteriormente pasó al Museo del Prado. Valentín Carderera la fechó, por estimación de la edad de los hijos de los reyes, en 1484, fecha aproximada de fundación del monasterio abulense. En la actualidad se retrasa su ejecución, interpretándose que la juventud de los personajes representados es consecuencia de su idealización.
Carderera proponía la autoría de Pedro Berruguete, Cruzada Villaamil y Pedro de Madrazo la de Michael Sittow. También se ha relacionado con otros maestros anónimos, como el Maestro de Santa Cruz, el Maestro de Miraflores o el Maestro de Ávila, del que le separan unos treinta años; o un pintor de la órbita de Fernando Gallego.
La donación de José Luis Várez Fisa al Museo del Prado
El museo recibe la donación de 12 obras maestras de arte medieval español
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Virgen de Tobed. Jaume Serra. 1359. Tempera sobre tabla, 161,4 x 117,8 x 14 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa.
La incorporación de este conjunto a los fondos del Museo palia algunas de las carencias de esta parte de la colección y contribuye a enriquecer y complementar otros estilos o autores ya representados. Conforme a lo estipulado en el acuerdo de donación, la colección se expondrá en una sala bajo el nombre "Sala Várez Fisa", en reconocimiento a la generosidad de los donantes. La sala estará ubicada dentro del nuevo emplazamiento de las colecciones de pintura española del Románico al Renacimiento siendo encomendada su instalación por el Real Patronato a Rafael Moneo, responsable de la ampliación del Museo y patrono del mismo. En esta misma sala se expondrán también el Retablo de San Cristóbal, donado por el patriarca de la familia José Luis Várez Fisa en 1970, y la tabla de Lluís Borrassà, San Andrés se niega a adorar a los ídolos, adscripción del Estado y procedente de la misma colección.
Entre las obras donadas destaca sobremanera el panel central del retablo del altar mayor de la Iglesia de Santa María de Tobed (Zaragoza), La Virgen de Tobed (h. 1359-1362). Atribuida a Jaume Serra, une a su calidad artística su importancia histórica, al incluir como donante al futuro Enrique II, el primer rey castellano de la dinastía Trastamara, que también reinaría en la corona de Aragón desde 1412.
Las tres pinturas románicas de principios del siglo XIII, procedentes de Cataluña y Castilla, completan una parte de la colección del Prado no suficientemente representada, en particular en lo que a pintura sobre tabla se refiere. Los dos frontales donados –el de Sollalong (Ripoll) del Maestro de Lluça y el de Arnedillo (La Rioja)- son de mayor calidad que el frontal de Guils que actualmente guarda el Museo. Por su parte, la pintura mural de Sant Esteve de Andorra sumará a los ejemplos castellanos de Maderuelo y San Baudelio de Berlanga de Duero una muestra del románico pirenaico, inexistente en el Prado.
La pintura italogótica y del gótico internacional es la que más se enriquece. La aportación más destacada será la Virgen de Tobed, con representaciones de Enrique de Trastamara, su mujer y sus hijos, ejemplo relevante del estilo italogótico catalán y obra capital del conjunto. El retablo del Maestro de Torralba, uno de los artistas del gótico internacional activos en Aragón a principios del siglo XV, tiene el valor además de encontrarse prácticamente completo y en buen estado de conservación.
La pintura hispanoflamenca también se fortalece con la incorporación del San Antonio abad de Joan Reixach, que completa la representación del arte hispanoflamenco valenciano al sumarse al Tríptico con pasajes de la vida de Cristo de Louis Alincbrot, maestro brujense afincado en Valencia. El hispanoflamenco consolida asimismo su importancia con la tabla de Diego de la Cruz, que aporta un ejemplo tardío de uno de los pintores castellanos más relevantes.
La pintura de los inicios del renacimiento se enriquece con las dos tablas de Pedro Berruguete de los Padres de la Iglesia, que se suman a las que ya poseía el Prado, quedando magníficamente representada una faceta muy significativa de la obra del pintor evocadora de su estancia en Urbino, ausente hasta el momento en el Museo.
La escultura refuerza su presencia con las dos obras que se incorporan. El Retablo de San Juan Bautista, de los inicios del gótico, debe valorarse por su rareza y su buen estado de conservación. La Virgen entronizada con el Niño, atribuida a Gil de Siloe, prácticamente idéntica a la que se conserva en la cartuja de Miraflores, es otra contribución importante, al ser Siloe uno de los artífices más destacados de la escultura europea del siglo XV.
El gran artesonado procedente de Valencia de Don Juan (León), de hacia 1350, es una pieza singular de 11 x 6 metros, que cobijará al resto de las obras donadas por José Luis Várez Fisa en la sala dedicada a su colección.
Con la aceptación de esta donación el Museo amplía la selecta nómina de donantes y legatarios que a lo largo de su casi bicentenaria historia han enriquecido extraordinariamente los fondos fundacionales de la pinacoteca. El nombre de Várez Fisa se unirá así por derecho propio a los de Ramón Errazu, Pablo Bosch, Pedro Fernández Duran, Francesc Cambó y la marquesa de Balboa.
Enlace para ver otras donaciones y legados en el Museo del Prado
Relación de obras donadas
Además de la popular 'Virgen de Tobed' de Jaume Serra, puesta más arriba, son las siguientes:
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Virgen Entronizada con el Niño. Gil de Siloe. Siglo XV. Alabastro con restos de policromía y dorado, 82 x 50 x 38 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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Retablo de San Juan Bautista. Anónimo. Último cuarto del siglo XIII, León. Madera tallada y policromada, 249,3 x 198 x 12,3 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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Retablo de la Virgen. Maestro de Torralba. Primera mitad del siglo XV. Temple sobre tabla, 366 x 279,3 x 12 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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El Lavatorio. Maestro de San Esteve de Andorra. 1216 - 1220. Pintura mural traspasada a lienzo, 241,5 x 201,5 x 8,7 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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San Antonio Abad. Joan Reixach. 1440 - 1450. Temple sobre tabla, 105 x 77,4 x 5,8 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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Frontal con escenas de la infancia de Cristo. Pintor castellano (La Rioja). Primer tercio del siglo XIII. Temple sobre tabla, 104,7 x 134,2 x 10 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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Frontal de Solanllong (Ripoll) Maestro de Lluça. 1200 - 1210. Témpera sobre tabla, 102 x 108,3 x 7,5 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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San Gregorio el Grande y San Jerónimo. Pedro Berruguete. 1495 - 1500. Banco de un retablo, tabla, 61 x 74 x 6,7 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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San Ambrosio y San Agustín. Pedro Berruguete. 1495 - 1500. Banco de un retablo, tabla, 60,7 x 74,5 x 6,5 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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Cristo de Piedad con David y Jeremías. Diego de la Cruz. 1500. Óleo sobre tabla, 60,5 x 93,5 x 4,5 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
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Artesonado en madera tallada y policromada. Anónimo. Mediados del siglo XIV, León. Tabla, 11,5 x 6,3 m. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa
Várez Fisa ya donó dos obras en 1970
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Retablo de San Cristóbal. Anónimo. Escuela: Española. Cronología: Siglo XIV. Temple sobre tabla, 266 cm x 184 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Donación José Luis Várez Fisa, 1970
Pequeño retablo dividido en tres calles y tres cuerpos dedicado a San Cristóbal, protector contra la muerte súbita, que ocupa la calle central, rematada por la Crucifixión. San Cristóbal, mártir del siglo III recibió su apelativo, "portador de Cristo", a raíz de su leyenda. Nacido con el nombre de Offerus o Réprobo, el santo quiso poner su enorme fuerza y descomunal tamaño al servicio del rey más poderoso de la Tierra, pero en todos halló grandes debilidades. En su búsqueda encontró un ermitaño que le habló de ofrecer sus dones a Cristo, le convirtió y le bautizó. Desde ese momento Cristóbal aceptó transportar a la gente de una orilla a otra de un caudaloso río como acto de devoción. Un día tuvo que llevar un Niño cuyo peso aumentaba a medida que se acercaban a la orilla. El Niño, interrogado por Cristóbal sobre el fenómeno, desveló su identidad como Cristo respondiendo que Él era el amo del Universo y sobre Él recaía todo su peso. Como prueba de ello, mandó que el santo clavara en el cauce del río el bastón en el que se apoyaba y de él milagrosamente nació una palmera.
San Cristóbal aparece representado sosteniendo con su brazo izquierdo una piedra de molino, como prueba de su fuerza extraordinaria, y apoyándose en la milagrosa vara. Sobre él se sienta el Niño Jesús sosteniendo la bola del Mundo dividida en tierra, cielo y agua. En las calles laterales aparecen escenas de las vidas y martirios de otros santos: San Pedro, San Blas y San Millán, identificados con sus nombres en las molduras que los separan, y un ángel turiferario -portador de un incensario- en el remate.
Perteneciente al estilo francogótico o gótico lineal, propio de la pintura castellana del siglo XIV, el artista ha mantenido la perspectiva jerárquica en las figuras destacando especialmente la calidad del dibujo. De origen desconocido, se supone que este retablo pudo proceder de un monasterio benedictino riojano al incluir una escena de la vida de San Millán. El león y el castillo que se repiten en los límites de la obra simbolizan los reinos de Castilla y León, y sugieren que la obra pudo haber sido destinada a una fundación Real.
También en 1970 Várez Fisa donó la tabla de Lluís Borrassà, 'San Andrés se niega a adorar a los ídolos', adscripción del Estado y procedente de la misma colección. De esta obra no he obtenido imagen.
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Vista de la fachada principal del Museo del Prado, con la estatua de Velázquez.

Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado este laborioso y extenso trabajo recopilatorio dedicado a los pintores nacionales del Museo del Prado... ¡El mejor de los museos!

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