Rogelio de Egusquiza

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megaurbanismo
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Rogelio de Egusquiza

Mensaje por megaurbanismo » Mar, 28 Dic 2021, 08:40

Este trabajo recopilatorio está dedicado a Rogelio de Egusquiza y Barrena (Santander 1845 - Madrid 1915), pintor, escultor y grabador, nacido en Astilleros, Santander. Culto y melómano, es un gran desconocido para el público. "El ilustre olvidado" le llamará Diego Bedia Casanueva, experto en arte, cuando aborde la figura de este personaje. Es escasa la biografía encontrada y apenas ha sido objeto de materia de investigación.
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Rogelio de Egusquiza fue, junto a Joaquín Marsillach, uno de los dos únicos amigos españoles que tuvo Wagner.
En un primer momento se dedica a la pintura de historia, dará paso al retrato de la alta sociedad y a escenas de género. En 1879 viaja a Munich para asistir a la representación de la tetralogía de "El anillo del Nibelungo" quedando tan impactado, que dedicará sus veinte años posteriores a la pintura wagneriana. Solo la dejará a final de siglo para concentrarse en el siglo de Oro español.
Está vinculado al Wagnerianismo madrileño.Este pintor montañés fue admirador y amigo de Wagner. La obra del músico ejercerá enorme influencia en su pintura. Mantuvo relación personal con el compositor alemán y su mujer Cósima, siendo uno de los escasísimos españoles que logró entrar en la intimidad del círculo del Wagner junto a español el doctor José de Letamendi o Joaquín Marsillach. Se relacionó con pintores de su tiempo como Mariano Madrazo y Fortuny, Ricardo Madrazo, Beruete y Moret, Cecilio Plá... los cuales conocieron la obra de Wagner por Egusquiza.
La mayor parte de su obra wagneriana se desarrolló en París, donde fijó su residencia. Sus cuadros estudian la naturaleza del personaje e intentan transmitir su sentido y su estado anímico a partir de la expresión corporal.
Paloma Ortíz de Urbina Sobrino en su trabajo "La huella de Richard Wagner en la pintura española" dice de este personaje cultivado, polifacético y europeísta , y citando a Berruete, que "su temperamento y su competencia musical (tocaba el órgano y el piano e interpretaba las obras de su querido amigo) le inclinaron a la filosofía de Shopenhauer y a las artes alemanas, allá por el año 1876.
Su admiración por Wagner fue tal que le llevó a visitarBayreuth en 1879. Manteniendo a partir de entonces contacto con el compositor alemán. El "Parsifal" de 1882 marcó mucho su trayectoria pictórica. Mariano Fortuny y Madrazo dice que volvió de Bayreuth "completamente transformado y fascinado. Sólo veía armonías simples, líneas severas, entonaciones grises y austeras".
E igual que Wagner, se preocupó del tratamiento de la luz sobre la escena. Suprimir la iluminación inferior a favor de una superior, más espiritual. Son pinturas que evocan austeridad, recogimiento, soledad, concentración, pureza, espiritualidad.
Obras más significativas: Sus dos grandes lienzos, "Tristán e Isolda. La Vida" y "Tristán e Isolda. La Muerte", Retrato de Wagner, Retrato de Shopenhauer, y Luís II de Baviera. Diversos cuadros, dibujos y aguafuertes de personajes operísticos wagnerianos: Kundry, Parsifal, Amfortas, Titurel, El santo Grial... retratos y grabados de personajes célebres como Goya, Calderón de la Barca...
"La dicha y la tristeza de los dos, la muerte y la vida de los dos, todo ello estaba tan estrechamente entretejido, que lo que el uno padecía, el otro lo sentía. Lo que alegraba a uno, el otro lo percibía....Su tormento común era tan claramente visible en sus rostros, que se podían describrir indicios seguros de su amor en su aspecto exterior"(Gottfried von Strassburg)
Espero que la recopilación que he conseguido de este artista español, sea del interés de los aficionados al arte que frecuentan esta sección de arte, y contribuya en su divulgación.

Algunas obras

Egusquiza en el Museo del Prado
Rogelio de Egusquiza (Santander, 1845-Madrid, 1915). Pintor, escultor y grabador español. Discípulo de Francisco Mendoza, en 1860 se traslada a París e ingresa en la Escuela de Bellas Artes, donde tiene como profesor a Léon Bonnat. En 1862 viaja por Inglaterra, Bélgica, Holanda y Alemania y en 1869 se instala definitivamente en la capital francesa. Su primera andadura está marcada por la pintura de historia, vía que pronto abandona para dedicarse a los retratos de la ­alta sociedad y a escenas de género, muy en la línea de Fortuny, a quien conoce y admira. La tensa situación política por la que atraviesa Francia le lleva a trasladarse a Madrid, aunque regresa a París tan pronto como le es posible. Desde allí viaja de nuevo a Roma, donde trabaja con Raimundo y Ricardo de Madrazo en el taller de Fortuny, que acababa de fallecer, hasta la primavera de 1875. Compagina esta actividad con su asistencia a la Academia de España. En 1876 su obra experimenta un giro decisivo motivado por la pasión que despierta en él la figura de Richard Wagner. En 1879 viaja a Múnich para asistir a la representación de El anillo del nibelungo, y queda tan sobrecogido que decide ir a Bayreuth para conocer al compositor personalmente. De regreso a París, entra a formar parte del grupo de creadores simbolistas imbuidos de wagnerianismo y acomete una serie de obras en las que se aprecia una nueva concepción del arte como vehículo místico y sacralizado. Dentro de este contexto deben entenderse sus retratos del filósofo Arthur Schopenhauer y de Luis II de Baviera, así como su participación en el primer salón de la Rosa Cruz (1892), al que concurre en las ediciones de 1893, 1896 y 1897. En la Exposición Universal de París de 1900 presenta su serie de cinco estampas sobre Parsifal, que le hace merecer la medalla de plata y, poco después, la Legión de Honor. Durante veinte años consagra su obra a esta temática wagneriana que solo al final del siglo deja paso a otros intereses, como el siglo de oro español. Dentro de esta nueva etapa lleva a cabo una serie de retratos de Calderón de la Barca, Goya y Cervantes, creadores a los que, por otra parte, empezaba a reivindicar el propio contexto finisecular. Antes de morir dona parte de su obra al Museo de Reproducciones Artísticas, a la Biblioteca Nacional y al Conservatorio Nacional de Música. A su vez, dona en 1902 al Museo de Arte Moderno una serie de dibujos y grabados que pasaría al Museo del Prado en 1971. En ella encontramos cuatro estudios de cabezas muy detallados, que constituyen una primera aproximación a los caracteres wagnerianos de Kundry, Titurel, Amfortas y Parsifal. Representadas con luz cenital y en actitud de recogimiento y concentración espiritual, estas efigies encuentran su réplica al óleo y al aguafuerte en el seno del propio Museo, que también posee un busto de bronce de Richard Wagner (1892), así como una serie de retratos al aguafuerte.
Obras en el Prado
- Kundry, óleo sobre lienzo, 292 x 180 cm, firmado, 1906 [P6029].
- Parsifal, óleo sobre lienzo, 242 x 186 cm, firmado, 1906 [P6030].
- Retrato de señora, óleo sobre lienzo, 55 x 46 cm, firmado, 1913 [P6769].
- Amfortas, óleo sobre lienzo, 240 x 180 cm, firmado (en dep. en el Museo de Cáceres) [P7137].
- Titurel, óleo sobre lienzo, 250 x 190 cm, firmado (en dep. en el Museo de Cáceres) [P7138].
- Retrato de Richard Wagner, bronce fundido, 49 x 24 x 23 cm, firmado, 1892 [E560].
- Figura wagneriana, pastel sobre papel, 447 x 333 mm, firmado, 1895 [D4930].
- Parsifal, carbón y pastel sobre papel, 450 x 370 mm, firmado, 1890 [D4931].
- Desnudo femenino y estudio de extremidades, lápiz y pastel sobre papel, 300 x 540 mm, firmado, 1893 [D4932].
- Titurel, sanguina sobre papel, 440 x 300 mm, firmado, 1890 [D4933].
- Amfortas, carbón y tiza sobre papel, 516 x 381 mm, firmado, 1890 [D4947].
- Kundry, carbón y tiza sobre papel, 490 x 370 mm, firmado, 1893 [D4948].
- Retrato de Francisco de Goya, aguafuerte sobre papel, 470 x 350 mm, firmado, 1902 [G1517].
- Retrato de Calderón de la Barca, aguafuerte sobre papel, 507 x 380 mm, firmado, 1902 [G1518].
- Retrato de Calderón de la Barca, aguafuerte sobre papel, 507 x 380 mm, firmado, 1902 [G1519].
- Tristán e Isolda, aguafuerte y punta seca sobre papel, 469 x 350 mm, firmado, 1896 [G1520].
- Kundry, aguafuerte y punta seca sobre papel japón, 515 x 385 mm, firmado, 1894 [G1521].
- Titurel, aguafuerte y punta seca sobre papel japón, 517 x 380 mm, firmado, 1899 [G1522].
- Amfortas, aguafuerte y punta seca sobre papel japón, 506 x 368 mm, firmado, 1894 [G1523].
- El Santo Grial, aguafuerte, aguatinta y punta seca sobre papel japón, 300 x 242 mm, firmado, 1893 [G1524].
- Parsifal, aguafuerte y punta seca sobre papel japón, 509 x 365 mm, firmado, 1895 [G1525].
- Retrato de Luis II de Baviera, aguafuerte, aguatinta, bruñidor, punta seca y rascador sobre papel japón, 507 x 400 mm, firmado [G1526].
- Retrato de Arturo Shopenhauer, aguafuerte sobre papel, 462 x 360 mm, firmado [G1748].
- Retrato de Ricardo Wagner, aguafuerte y aguatinta sobre papel, 550 x 385 mm, firmado [G1749].

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Santo Grial, Rogelio de Egusquiza. Aguatinta y punta seca sobre papel japonés, 300 x 242 mm, 1893. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
Egusquiza era ya un artista de larga trayectoria cuando en septiembre de 1879 conoció personalmente a Richard Wagner, al que ya admiraba y seguía, siendo el único artista español que mantuvo una verdadera relación, aunque esporádica y respetuosa, con el compositor. El acercamiento al músico transformó por completo sus intereses artísticos, concentrándose desde entonces en la iconografía de las creaciones musicales del maestro alemán.
Con una perseverancia casi obsesiva, a lo largo de los años Egusquiza estudió en dibujos, grabados y lienzos a los protagonistas de Parfisal -la última creación operística de Richard Wagner concebida como una gran alegoría de la salvación humana-causando en su tiempo gran eco entre los escasos intelectuales y artistas españoles agrupados en torno a la Asociación Wagneriana de Madrid y alcanzando así su mayor consagración como pintor.
La afectación de cada uno de los personajes, bañados por la luz sobrenatural que irradia de la bondad redentora del Santo Grial, definió la estética de estas obras wagnerianas de Egusquizal. Para subrayar su comunión espiritual se concentra radicalmente en la expresión alucinada de las figuras, imbuidas siempre de un estilo declamatorio y teatral, de una gestualidad extrema, que corresponde a su propia naturaleza escénica y que trasmite la extraordinaria profundidad del drama interior de sus personajes.
Egusquiza
Egusquiza, Rogelio (Santander, 1845 - Madrid, 1915), pintor, escultor y grabador español, discípulo de Francisco de Mendoza, en 1860 se traslada a París e ingresa en la escuela de Bellas Artes, donde tiene como profesor a Léon Bonnat. En 1862 viaja por Inglaterra, Bélgica, Holanda y Alemania y en 1869 se instala definitivamente en la capital francesa.
Su primera andadura está marcada por la pintura de historia, vía que pronto abandona para dedicarse a los retratos de la alta sociedad y a escasas escenas de género, muy en la línea de Fortuny, a quien conoce y admira. La tensa situación política por la atraviesa Francia le lleva a trasladarse a Madrid, aunque regresa a París tan pronto como le es posible. Desde allí viaja de nuevo a Roma, donde trabaja con Raimundo y Ricardo de Madrazo en el taller de Fortuny, que acababa de fallecer, hasta la primavera de 1875. Compagina esta actividad con su asistencia a la Academia de España. En 1876 su obra experimenta un giro decisivo motivado por la pasión que despierta en él la figura de Richard Wagner. En 1879 viaja a Múnich para asistir a la representación de El anillo del nibelungo, y queda tan sobrecogido que decide ir a Bayreuth para conocer al compositor personalmente. De regreso a París, entra a formar parte del grupo de creadores simbolistas imbuidos de wagnerianismo y acomete una serie de obras en las que se aprecia una nueva concepción del arte como vehículo místico y sacralizado. Dentro de este contexto deben entenderse sus retratos del filósofo Arthur Shopenhauer y de Luis II de Baviera, así como su participación en el primer salón de la Rosa Cruz (1892), al que concurre en las ediciones de 1893, 1896 y 1897.
En la Exposición Universal de París de 1900 presenta su serie de cinco estampas sobre Parsifal, que le hace merecer la medalla de plata y, poco después, la Legión de Honor. Durante veinte años consagra su obra a esta temática wagneriana que solo al final del siglo deja paso a otros intereses, como el siglo de oro español. Dentro de esta nueva etapa lleva a cabo una serie de retratos de Calderón de la Barca, Goya y Cervantes, creadores a los que, por otra parte, empezaba a reivindicar el propio contexto finisecular. Antes de morir dona parte de su obra al Museo de Reproducciones Artísticas, a la Biblioteca Nacional y al Conservatorio Nacional de Música. A su vez, dona en 1902 al Museo de Arte Moderno una serie de dibujos y grabados que pasaría al Museo del Prado en 1971. En ella encontramos cuatro estudios de cabezas muy detallados, que constituyen una primera aproximación a los caracteres wagnerianos de Kundry, Titurel, Amfortas y Parsifal. Representadas con luz cenital y en actitud de recogimiento y concentración espiritual, estas efigies encuentran su réplica al óleo y al aguafuerte en el seno del propio Museo, que también posee un busto de bronce de Richard Wagner (1892), así como una serie de retratos al aguafuerte.

Algunas obras en el Museo del Prado
Parsifal
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Rogelio de Egusquiza - Parsifal. Óleo sobre lienzo, 242 x 186 cm. 1910. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1914
Parsifal es una ópera de Richard Wagner (1813-1883) inspirada en la leyenda artúrica del Santo Grial. Para salvar al Rey de una grave enfermedad Parsifal debe recuperar el Grial de manos del mago traidor Klingsor y sus bellas huríes, entre las que destaca la malvada Kundry que Egusquiza pinta en cuadro parejo (P06029). La victoria de Parsifal se debe a que renuncia a la tentación del placer carnal, a su autarquía y ascetismo. Las leyendas sobre personajes wagnerianos fueron tema primordial de las obras de Egusquiza que fue además de importancia capital para la introducción del wagnerismo en España, miembro de honor de la Asociación Wagneriana e inspirador de temas wagnerianos en sus discípulos y colegas. En este caso Egusquiza destaca la espiritualidad del tema con el contraste de luz y el carácter simbolista de la escena.
La última creación operística de Wagner está inspirada en un poema medieval relacionado con la literatura artúrica y narra la historia del legendario caballero Perceval, cuya vida está destinada a custodiar el Santo Grial. Con la misión de salvar a Amfortas, Gobernador del Reino del Grial, de una herida mágica producida por la Lanza de Longinos, que le ha hecho enfermar, Parsifal -considerado como un “casto inocente, iluminado por la compasión”- parte del castillo de Montsalvat. Tiene como misión recuperar esa misma lanza, que está ahora en poder del mago Klingsor, quien para impedírselo cuenta con la ayuda de Kundry. Ésta es una malvada hechicera que anhela, secretamente, redimirse de sus malas acciones que la mantienen maldita desde hace siglos, por haberse reído del sufrimiento de Cristo camino del Calvario.
El triunfo de Parsifal y su regreso a Montsalvat, debido no sólo a su habilidad como caballero sino a su ascética independencia y a la bondad de sus decisiones, coincide con la muerte de Titurel, padre de Amfortas y primer custodio del Grial y de la Lanza, fallecido sin conocer el feliz desenlace. La Lanza cura definitivamente el sufrimiento de Amfortas y Parsifal, aclamado ya como su nuevo guardián, oficia una ceremonia con el Grial tras la que Kundry queda también perdonada y encuentra descanso eterno mientras una simbólica paloma se posa primero sobre el Cáliz y finalmente sobre el propio Parsifal. El Mal, en cualquiera de sus manifestaciones, se desvanece así ante la presencia del Bien Supremo.
Aunque empezó a trabajar en ella en 1857, no la estrenó hasta 1882. Wagner la bautizó como Festival escénico sacro, prohibiendo la representación de la misma fuera del teatro de Bayreuth, único escenario donde se garantizaba una programación a la altura moral de la intensidad religiosa de su creación.
Fue precisamente en España –país en el que está ambientada la obra- dónde se estrenó legalmente por primera vez fuera de Bayreuth, en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el 31 de diciembre de 1913, tras levantarse la prohibición wagneriana que había sido respetada universalmente, y alterada sólo una vez por la Metropolitan Opera de Nueva York en 1903. No es extraño que España fuera el escenario de ese primer estreno respetuoso con los designios de su autor, pues era uno de los lugares fuera de Alemania donde Wagner tuvo más fervorosos –y organizados- adeptos. El propio Egusquiza es buen ejemplo de ello, pues participó, junto a otros importantes personajes culturales del momento, de la llamada Asociación Wagneriana de Madrid, y otras agrupaciones parecidas surgieron en varios puntos del país, dedicadas a promover la difusión de su música. Algunas, como la de Barcelona, destacaron enormemente en el panorama internacional por sus brillantes y activas iniciativas.
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Kundry. Rogelio de Egusquiza. Óleo sobre lienzo, 296 x 180 cm. 1906. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1914
Personaje femenino principal de Parsifal, último drama musical en tres actos de Richard Wagner (1813-1883) donde alcanza el ideal de redención de carácter cristiano (Festival Sagrado). Estrenado en 1882, Kundry tiene sus correspondencias en carácter y estética en los personajes de Venus en Tannhäusser (1845) y de Ortud en Lohengrin (1850), ambos definidos por el autor. Su actitud es fuertemente contradictoria y siempre sumida en permanente división: como animal repta y se humilla sirviendo a los intereses de los caballeros del Grial, su máximo objetivo; cuando es servidora del mago Klingsor, se transforma sin embargo, en mujer deseable, muy sensual, poseedora de un gran atractivo erótico y capaz de perturbar intensamente a los mismos caballeros. Su registro corresponde al de mezzosoprano o al de soprano dramática.
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Titurel, Rogelio de Egusquiza. Sanguina sobre papel, 440 x 300 mm, 1890. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902.
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Amfortas. Rogelio de Egusquiza. Clarión y carbón sobre papel, 516 x 381 mm. 1890. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Kundry. Rogelio de Egusquiza. Carbón y clarión sobre papel, 490 x 370 mm. 1893. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Parsifal. Rogelio de Egusquiza. Carbón y pastel sobre papel, 450 x 370 mm. 1890. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Titurel. Rogelio de Egusquiza. Aguafuerte y punta seca sobre papel japonés, 517 x 380 mm. 1893. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Amfortas. Rogelio de Egusquiza. Aguafuerte y punta seca sobre papel japonés, 506 x 368 mm. 1894. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Kundry. Rogelio de Egusquiza. Aguafuerte y punta seca sobre papel japonés, 515 x 385 mm. 1894. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Parsifal. Rogelio de Egusquiza. Aguafuerte y punta seca sobre papel japonés, 509 x 365 mm. 1895. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Richard Wagner. Rogelio de Egusquiza. Aguatinta, 550 x 385 mm. Antes de 1902. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Luis II de Baviera. Rogelio de Egusquiza. Aguatinta sobre papel japonés, 507 x 400 mm. Antes de 1902. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902
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Richard Wagner. Rogelio de Egusquiza. Bronce fundido, 49 x 24 x 23 cm. 1892. Madrid, Museo Nacional del Prado. Donación del autor, 1902

Otras obras
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Una noche en Venecia. Rogelio de Egusquiza
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Dama obdervando una foto. Firmado R. Egusquiza. 1915.óleo sobre madera, 28 x 21 cm
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'Seated woman in pink'. Rogelio de Egusquiza
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Un caballero de la alta sociedad, firmado y "un amigo paganos, R. Egusquiza" con dedicación, 1915 óleo sobre lienzo, 55 x 45 cm.
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'Dama sentada sobre una alfombra de piel de león.' Rogelio de Egusquiza
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Al final del baile. Firmado R. Egusquiza. 1915. Óleo sobre panel, 105 x 70,5 cm
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Un descanso durante el baile. Firmado y fechado por Rogelio de Egusquiza 1879. Óleo sobre lienzo, 55 x 85 cm
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Muerte de Tristan e Isolda. Rogelio de Egusquiza. 1910. Óleo sosbre lienzo,1.600 x 2.400 mm. l Museo de Bellas Artes de Bilbao

Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado el trabajo recopilatorio dedicado a Rogelio de Egusquiza(1845 - 1915), pintor, escultor y grabador, nacido en Astilleros, Santander. Culto y melómano, es un gran desconocido para el público. "El ilustre olvidado" le llamará Diego Bedia Casanueva, experto en arte, cuando aborde la figura de este personaje. Es escasa la biografía encontrada y apenas ha sido objeto de materia de investigación. Curiosamente Egusquiza fue, junto a Joaquín Marsillach, uno de los dos únicos amigos españoles que tuvo Wagner.

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