Pablo de Céspedes

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megaurbanismo
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Pablo de Céspedes

Mensaje por megaurbanismo » Mié, 15 Dic 2021, 08:45

Este trabajo recopilatorio está dedicado a Pablo de Céspedes (1538 - Córdoba, 26 de julio de 1608) fue un pintor, escultor, arquitecto, tratadista de arte, humanista y poeta español.


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El conocimiento de Pablo de Céspedes se debe fundamentalmente a Francisco Pacheco, humanista y amigo de Céspedes. Otros biógrafos del pintor fueron Antonio Palomino (1715), Juan Agustín Ceán Bermúdez o el conde de la Viñaza.

Según Palomino nació en Córdoba hacia 1548, pues le supone de sesenta años al morir, en casa de Francisco López Aponte. Se crio con su tío Pedro de Céspedes de quien heredó la ración (prebenda en la Catedral de Toledo), hecho señalado por Pacheco. Sin embargo según la profesora María Ángeles Raya[cita requerida] habría nacido en Alcolea de Torote (actual provincia de Guadalajara) en fecha aún no conocida, pero con anterioridad a 1548. Céan Bermúdez adelanta su nacimiento hacia 1538.

Se educó en la casa en la que nació estudiando las primeras letras, Gramática y Filosofía hasta la edad de dieciocho años (dieciséis según Jonathan Brown) cuando entró en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se graduó en Griego, Latín, Hebreo y Toscano y donde además adquirió una amplia formación humanística. Ambrosio de Morales le confió el desempeño de su cátedra en varias ocasiones. Se desconoce cualquier dato de su formación artística; las primeras referencias proceden de Roma, donde, según Pacheco, pasó siete años. Seguramente se inició en la pintura desde pequeño y perfeccionó su estilo en Roma conociendo a los grandes artistas del Renacimiento italiano y copiando y dibujando obras clásicas. El Conde de la Viñaza habla ya de como desde pequeño hacía figuras en el borde de sus libros de estudio.

Giovanni Basglione refiere que Céspedes se encontraba en Roma durante el pontificado de Gregorio II, que comenzó en 1572. En su primer viaje se habría hospedado en la casa del obispo de Zamora (hay confusiones a este respecto sobre si fue en el primer o en el segundo viaje cuando se hospedó allí). Se sabe que en 1577 se hallaba en Córdoba. Pacheco nos habla de que volvió en 1575, año en el que, el 7 de septiembre, tomó posesión de una ración en la Catedral de Córdoba, con general aprobación del cabildo de canónigos y del obispo. Gonzalo Estaquero, prebendado cordobés, se presentó al cabildo y con asistencia del notario Nicolás Rodríguez, exhibió las bulas por las que se concedía a su representado la ración que tenía y disfrutaba Pedro de Céspedes. El cabildo examinó los documentos realizando información acerca del requisito de limpieza de sangre, con el resultado de no existir ningún antecedente musulmán o judío, lo que hizo posible que Pablo de Céspedes recibiese la ración. A pesar de esto se ha podido constatar con varias fuentes que Céspedes no celebró misa en su vida. Tras su vuelta a Córdoba ayudó a su amigo y maestro Ambrosio de Morales a preparar el tercer volumen de su crónica general e inicio correspondencia con el historiador Fernández Franco.

En 1577 realizó su primer viaje a Sevilla para ordenarse de subdiácono y a partir de ese momento sus viajes a Sevilla se hicieron frecuentes, siendo en una de las ocasiones huésped de Francisco Pacheco el cual le hizo un retrato; en esta ciudad también hay diferentes pinturas suyas. Se cree que pudiese tener casa en ella ya que en uno de sus escritos comenta como perdió una estatuilla “egipcia” que tenía en Sevilla al cuidado de un criado suyo junto a otros cosas. Céan Bermúdez cuenta que su última estancia en esta ciudad fue en 1603.

En 1580 se encontraba en Córdoba siendo partícipe de las investigaciones sobre la limpieza de sangre de un compañero prebendado; permaneció allí hasta 1582, año en que el cabildo le comisionó para ir a Roma un año más. Su estancia allí se prolongó, pues en el cabildo del día 18 de noviembre se acordó se le mandasen notas para que regresara a Córdoba. En Italia se vio influenciado por la pintura italiana. Conoció y admiró la obra de Miguel Ángel, al que no conoció en persona por haber fallecido cuatro años antes, de Rafael y de Correggio. Además de Roma, visitó Nápoles, Cumas, Orvieto, Siena, Florencia, Parma, Módena y Génova. En Roma se sabe que se relacionó con varios pintores como Federico Zuccaro de quien fue discípulo y de Cesare Arbasia con el que regresó a España. Como pintor aprendió la técnica al fresco, lo que puede apreciarse en sus obras de una capilla de la iglesia romana de Santa Trinitá dei Monte. También dejó muestras de su pintura en la pared de la iglesia de Araceli.

Regresó a Córdoba en 1585 y pasó algún tiempo en Sevilla, donde se relacionó con los ambientes literarios y artísticos de la ciudad. En Córdoba siguió su vida artística y humanista, frecuentando las tertulias y la amistad de los hombres más destacados en las letras y artes; pintó obras para la catedral cordobesa, entre ellas el Retablo de la Santa Cena y el retablo de la capilla de Santa Ana. También se dedicó a la enseñanza del arte, siendo discípulos suyos Juan de Peñalosa, Antonio Contreras y Alonso Vázquez; no pudo serlo, en cambio, Juan Luis Zambrano, a quien Antonio Palomino hace el mejor de sus discípulos, pues nacido en 1598 tenía únicamente diez años al morir Céspedes. Todos ellos siguieron su estilo llegando incluso a superarlo.

Céspedes fue conociendo a los distintos miembros de la academia sevillana. Sus relaciones con estos se encuentran documentadas gracias a las referencias de Pacheco en su Arte de la Pintura. El aspecto más interesante de la asociación de Céspedes con la academia sevillana es su interés por la teoría artística, como demuestran sus cartas. Pacheco comenta que hacía tan poco caso de su hacienda que perdía mucho de su renta por pintar y que apenas sabía contar un real, también comenta que no tuvo vicios conocidos, aunque esta frase en concreto se encuentra repetida en varias biografías de Francisco Pacheco. Su casa recogía muchos objetos que trajo de Italia o encontró en Andalucía, como cuadros, estampas, libros, grabados, dibujos, cera, calcos y vaciados que se pueden encontrar inventariados en el libro de Rafael Ramírez de Arellano Ensayo de un catálogo biográfico de escritores de la provincia de Córdoba.

De las personalidades que influyeron en las ideas teóricas de Céspedes hay que señalar el peso de su formación renacentista en la Universidad de Alcalá de Henares y sobre todo su maestro Ambrosio de Morales. Sin embargo el mayor influjo recibido por sus amistades será el manierista a través de Fernando de Herrera, Fernando de Guzmán en poesía, Zuccaro o Pacheco en pintura. Tuvo estrecha amistad con Benito Arias Montano, el doctor Alderete, Cesare Arbasia, Fernando de Herrera, Pacheco, don Juan de Arguijo, el maestro Medina, el padre Luis del Alcázar, don Fernando de Guzmán y Alonso de Córdoba y Aguilar.

Desde 1604 los padecimientos físicos le impidieron pintar o utilizar el cincel, lo que hizo que se dedicase completamente a la lectura de los clásicos y a escribir. Se sabe que murió en 26 de julio de 1608 en Córdoba (según Pacheco contaba con sesenta años), donde se haya enterrado debajo de uno de los arcos del crucero, frente a la capilla de San Pablo porque en ella acostumbraba a revestirse según cuenta el conde de la Viñaza, en su epitafio se puede leer:

PAULUS DE CESPEDES

HUIUS ALMAE ECCLESIAE PORCIONARIUS,
PICTURAE, SCULTURAE, ARCHITECTURAE,
OMNIUMQUE ARUM ARTIUM, VARIARUMQUE
KLINGUARUM PERITISSIMUS HIC SITUS EST:
OBIT ANNO DOMINI
M.DCVIII.
SEPTIMO KALENDAS SEXTILLIS

Pablo de Céspedes, racionero de esta santa iglesia, peritísimo en la pintura, escultura, arquitectura y todas las bellas artes, y en varios idiomas yace aquí. Murió el año del señor 1608, el veintiséis de julio.

Pinturas

- Trinità dei Monti (Roma).
- Sala Capitular de la Catedral de Sevilla.
- Sagrada Cena de la Catedral de Córdoba.
- Retablo del Convento de Santa Ana (Córdoba).
- Retablo de Santa Ana del Monasterio de Guadalupe (Cáceres).

Obras literarias

- Discurso de la comparación de la antigua y moderna pintura y escultura.
- Poema de la Pintura.
- Discurso de la arquitectura del templo de Salomón.
- Carta a Pacheco sobre los procedimientos técnicos de la pintura.


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Placa conmemorativa de Pablo de Céspedes, en la casa donde falleció, en Córdoba.

Espero que la recopilación que he conseguido de este pintor español, sea del interés de los aficionados al arte que frecuentan esta sección, y contribuya en su divulgación.


Algunas obras


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Pablo de Céspedes, según un grabado de Tomás López Enguídanos sobre dibujo de Maea, 1791.



Intervención de Pablo de Céspedes en la Mezquita.Catedral de Córdoba


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Catedral-Mezquita de Córdoba, Plano de la Ampliación de Almanzor

Entre los años 987 y 990 se llevó a cabo la tercera, última y mayor ampliación de la aljama de la capital del Califato de Córdoba, siendo califa Hisam II, y ostentando el poder real su primer ministro Almanzor, de ahí que se la conozca como ampliación de Almanzor.

Con esta obra, el hayib no sólo consiguió solventar la necesidad de lograr un mayor espacio de culto, necesario debido al aumento poblacional de la ciudad, sino que además consiguió de esta manera atraerse a los alfaquíes3, ante los cuales probó así la fortaleza y veracidad de su fe islámica, algo de lo que se había empezado a dudar.

Esta ampliación, y a diferencia de las anteriores realizadas durante los gobiernos de Abd al-Rahman II y de al-Hakam II, no consistió en una prolongación del edificio hacia el río, sino que, debido a la proximidad del mismo y al deseo de respetar la exquisitez de la maqsura de al-Hakam II, se decide aumentar el ancho del edificio hacia el Este. Para ello, se construyeron ocho nuevas naves longitudinales que, junto a las once anteriores, constituyen las diecinueve actuales. Aquí merece la pena señalar que, según algunas fuentes, la decisión de respetar el anterior mihrab, no sólo fue debida a lo extraordinario de su belleza, sino por la inexistencia entonces de operarios debidamente formados que pudieran construir uno nuevo que rivalizase con el anterior.

Sin embargo, esta decisión de sumar nuevas naves por uno solo de sus laterales trajo consigo la ruptura de la simetría que se había venido manteniendo, quedando descentrados desde entonces tanto el mihrab como la nave mayor.

Para llevar a cabo dicha obra, fue necesaria la ocupación y desaparición de la calle limítrofe con el muro oriental, la expropiación de las viviendas existentes en aquel lugar y la destrucción del pabellón de abluciones5 allí situado y su sustitución por uno nuevo, cuyos restos fueron recientemente descubiertos. Además, el muro Oriental de la propia Mezquita fue horadado por arcos de herradura que, apoyados en dobles columnas, destruyeron las puertas del mismo. Los restos de algunas de ellas podemos verlos situados entre dichos arcos, en especial la situada en el extremo Sur, que es la que ha llegado más entera hasta nosotros. El Patio de los Naranjos fue ampliado en las mismas dimensiones que el edificio y bajo él, se construyó un aljibe con una capacidad de 700 metros cúbicos.

En cuanto a lo construido por Almanzor, aunque por sí solo constituye casi la tercera parte de toda la construcción, no aporta nada nuevo de importancia a lo ya existente anteriormente e incluso se puede hablar de una decadencia artística. Se mantuvieron el mismo tipo de arcadas, desapareciendo en las dovelas6 la alternancia entre piedra y ladrillo rojo, siendo sustituido este último por piedra pintada de ese mismo color. Igualmente, se utilizaron los mismos tipos de arcos de herradura, apuntado y polilobulado de la ampliación de al-Hakam II. Los muros son más débiles que los anteriores y las ornamentaciones de las fachadas se dan en forma de chapados12, a diferencia de las dovelas talladas existentes en las fábricas precedentes de la Mezquita.


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Aunque las columnas carecen de basa, su apoyo no se realiza de forma individual, sino sobre extensos muros subterráneos. Se repite la anterior sucesión cromática en los fustes, situando capiteles de estilo corintio sobre los de color violeta y de estilo compuesto sobre los de color azul. Los capiteles fueron tallados todos nuevos y en algunos de ellos aparecen las marcas de los maestros canteros que los realizaron. En el primer tramo transversal de la ampliación, vemos cómo los arcos son trebolados. La causa es la presencia en el lugar del muro Norte y de su refuerzo, lo cual disminuye el espacio a recorrer por dichos arcos. Igualmente, se da en este lugar la primera utilización que de ojivas túmidas hicieron los musulmanes.

Los techos originales se sustituyeron por miedo a un incendio durante el siglo XVIII, colocándose en su lugar bóvedas encamonadas.

Queremos finalizar aquí la descripción de la parte musulmana de esta monumental y bella construcción que hemos intentado mostrar en nuestras páginas con las mismas palabras de Abd al-Rahman III, utilizadas igualmente por Don Miguel Salcedo Hierro en su libro “La Mezquita, Catedral de Córdoba: Templo universal, cumbre de arte, vivero de historias y leyendas” para terminar la descripción de la misma parte del edificio:

"Los monarcas perpetúan el recuerdo de su reinado mediante el lenguaje de las bellas construcciones. Un edificio monumental refleja la majestad del que lo mandó erigir".

* * *


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Catedral-Mezquita de Córdoba, Portada de la Capilla de San Clemente.

Al igual que ya ocurriera con las anteriores ampliaciones de la antigua Mezquita, también la de Almanzor fue adaptada al uso cristiano con la instalación de numerosas capillas en sus muros Sur, Este y Norte, además de algunos altares. A lo largo de este recorrido, iremos viendo cada uno de estos elementos, dejando aparcadas las que se encuentran adosadas al Crucero de la Catedral, las cuales veremos con detenimiento en el reportaje que dedicaremos a esta parte.

Comenzamos, pues, en el muro Sur, donde nos detendremos en primer lugar en el Museo de San Clemente, instalado en una zona cuya historia y origen encontramos siglos atrás. Dos han sido las capillas que estuvieron aquí situadas, ambas desaparecidas hoy día. La primera de ellas fue la antigua Capilla de los Sousas, que tuvo como primera advocación la de Santa Lucía y, más adelante, la de la Encarnación; de ella, podemos ver un arco con inscripciones góticas como único testigo de su existencia. La segunda es la Capilla de San Clemente, primera fundación que se hizo en la Catedral, la cual se la asignó el propio Fernando III “el Santo” para acoger sus restos y los de sus familiares, si bien finalmente éstos se encuentran en la Catedral de Sevilla. Más adelante, en 1262, su hijo Alfonso X “el Sabio” donó la capilla a los señores de la Casa de Aguilar. Durante años, aquí estuvieron guardadas varias piezas de las tropas reales y de la nobleza que fueron usadas en la Reconquista, en el año 1236.

La utilización de este lugar como espacio museístico se puede decir que se empezó a gestar en el año 1932, cuando el arquitecto Félix Hernández Giménez (Barcelona, 1889 – Córdoba, 1975) instaló aquí la portada ya vista de San Clemente y la de la Sacristía de los Recaudos, o del Punto, además de la reja renacentista de la mencionada Capilla de Santa Lucía y de la Encarnación con el escudo de armas de los Sousas. Más adelante, en 1987, el también arquitecto Gabriel Ruiz Cabrero ubicó aquí la portada medieval de la Capilla de San Felipe y Santiago.
Catedral-Mezquita de Córdoba, Portada de la Sacristía de los Recaudos.


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Portada de la Sacristía de los Recaudos.

Finalmente, el Museo de San Clemente tal y como lo conocemos fue inaugurado el 18 de marzo de 1996. Además de lo ya mencionado, en él podremos contemplar piezas de inigualable valor, como una pila para abluciones que procede del baño de la zona califal de al-Hakam II; un capitel original de la zona de la ampliación de Almanzor; o la maquinaria del reloj que se instaló en la torre de la Catedral en 1742, entre otras. También merece nuestra atención el sarcófago del adelantado31 Don Alfonso Fernández de Montemayor, de 1390, o un relieve procedente de la antigua Capilla de San Ildefonso realizado en piedra hacia el año 1507 y en el que se representa la imposición de la casulla32 a dicho santo de manos de la Virgen.


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Catedral-Mezquita de Córdoba, Portada de la Capilla del Sagrario

Capilla del Sagrario de la Catedral. Su construcción original se llevó a cabo por los deseos del obispo fray Martín de Córdoba y Mendoza y se remonta a 1578, primer año de su mandato. El lugar escogido fue éste, donde ya había intervenido la mano del arquitecto Hernán Ruiz I para instalar, en 1517, la librería del Cabildo, si bien desde 1390 se encontraba aquí una capilla bajo la advocación de Santiago. Sin embargo, las obras para reconvertir este espacio en Sagrario no serían terminadas hasta el segundo cuarto del siglo XVI, siendo ya obispo Don Antonio de Pazos y Figueroa, entre los años 1582 y 1586. Precisamente la sepultura de este prelado se encuentra delante de las gradas del altar, como así consta en la lápida realizada por Ambrosio de Morales.

Antes de entrar, veremos la portada de acceso, formada por una reja de hierro policromada, obra de Hernando de Valencia fechada en 1578. Sobre ella, en el centro del frontón partido, se encuentra el escudo de fray Martín de Córdoba. En la parte interior de la puerta, hay una serie de pinturas murales en la que se muestra a los mártires Habencio, Jeremías y Wistremundo, en un lado, y a Pedro, Walabonso y Sabiniano, en otro.


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Catedral-Mezquita de Córdoba, Capilla del Sagrario

Una vez dentro, la capilla tiene planta rectangular, ocupando tres naves y cuatro espacios de arcos, y está cubierta con bóvedas de crucería gótica. Todo el recinto está revestido con pinturas murales encargadas en 1583 al artista italiano César Arbasia, quien comenzó los trabajos dos años después, terminándolos en 1586. Sin embargo, su obra ha llegado a nuestros días con numerosos retoques, especialmente los llevados a cabo en el siglo XVIII.

En la cabecera de cada una de las naves, se instaló un altar. El principal tiene a los lados las imágenes de los profetas David e Isaías, mientras que el muro central está coronado con una representación de la Santa Cena. Realizada en 1585, originalmente estuvo rodeada por un marco de madera, el cual le fue retirado en una de las últimas restauraciones; su autoría está atribuida a Teodosio Sánchez de Rueda, con datación de 1720; cuando fue retirado, se instaló en la Sacristía, donde se le ha añadido una reproducción fotográfica de la pintura del Sagrario.

Bajo esta Santa Cena, está el sagrario como tal, instalado en un pequeño camarín34 que está rodeado en su parte externa por un dintel de mármol rosa y cuyo interior fue revestido por una talla de madera policromada, obra del año 1578 hecha por el maestro Guillermo de Orta. Las puertas muestran escenas de la Pasión de Cristo, siendo sus autores el pintor Alonso de Herrera y el tallista Guillermo Ruiz.

En cuanto a las naves laterales, ambas cabeceras se encuentran ocupadas por sendos lienzos: el del lateral derecho presenta uno de los momentos de Jesús en la Oración en el Huerto, mientras que el del lado izquierdo nos enseña a Jesús despidiéndose de la Virgen.


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Catedral-Mezquita de Córdoba, Bóveda de la Capilla del Sagrario

Por lo que respecta al resto de la decoración, ésta se basó, por expreso deseo del obispo Pazos, en la exaltación de los Santos Mártires. Poco después de que el prelado ocupara su cargo en la diócesis cordobesa, se dio permiso para que los mártires San Acisclo y Santa Victoria, patronos de Córdoba, pudieran recibir culto. Así, la realización de los frescos estuvo convenientemente guiada por Ambrosio de Morales y Pablo de Céspedes, agrupándose los temas en tres tipos: reflejo de paisajes, personajes que sufrieron martirio y denominaciones de los representados. De este modo, en el muro de la derecha se nos muestra a Pelagio, Eulogio y Leocricia; Adulfo, Juan y Aurea; Aurelio, Sabigoto y Georgio; y Félix, Liliosa e Ysac. Por su parte, en el lateral izquierdo se nos presenta a Zoilo, Victoria y Acisclo; Fausto, Januario y Marcial; Perfecto, Flora y María; y Wistremundo, Habencio y Jeremías.

En la fotografía que acompaña estas líneas, podemos admirar la bóveda de crucería gótica que cubre la nave central, en la cual está representado un bellísimo paisaje celestial perfectamente integrado en los nervios de la cubierta.

Antes de terminar nuestra visita al Sagrario, merece la pena destacar, especialmente para que no caiga en el olvido, que aquí, frente al altar, están enterrados los obispos Don Fernando de la Vega y Fonseca, Don Jerónimo Ruiz Camargo y Don Francisco de Alarcón y Covarrubias. Y decimos olvido porque, tal y como indica Miguel Salcedo Hierro en su libro “La Mezquita, Catedral de Córdoba”, no hay lápida que recuerde que sus restos descansan en este lugar ya que, además, la entrada a la cripta fue cubierta con el nuevo pavimento de la capilla.


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Capilla de San Marcos, Santa Ana y San Juan Bautista. Catedral de Córdoba, refundada en el año 1594 por los hermanos Don Cristóbal y Don Andrés de Mesa y Cortés, canónigo y racionero de la Catedral, respectivamente, si bien ya había sido fundada anteriormente en 1470 por el racionero Gainza.

Estamos ante una capilla distinta de las anteriores, pues cuenta con una portada exterior, atribuida en este caso a Juan de Ochoa. Se trata de un arco de medio punto con dobles pilastras a los lados y rematado con un frontón triangular que acoge en su centro el escudo de sus patronos. Escudo que aparece también en la reja entre dos figuras recostadas que representan a dos de las virtudes teologales.

Dentro, vemos esta vez un sencillo retablo con forma de arco de medio punto, hecho de piedra y compuesto de banco y un solo cuerpo. En el primero, vemos imágenes de la Aparición del Ángel a San Joaquín, de Jesucristo y del Abrazo en la Puerta Dorada, mientras que en el cuerpo, en un gran lienzo, están representados en primer plano San Andrés y San Juan Bautista, y, detrás de ellos, Santa Ana y la Virgen con el Niño. Todas las pinturas han sido atribuidas a Pablo de Céspedes.

El altar de esta capilla también tiene un frontal de azulejos de principios del siglo XVIII. Por otra parte, a los lados hay sendas lápidas sobre los fundadores con inscripciones del año 1622.

Enlace para leer el artículo completo: La Catedral - Mezquita de Córdoba (V): la ampliación de Almanzor de Lourdes Morales Farfán



Otras obras


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Santa Ana, la Virgen y el Niño. Monasterio de Guadalupe, Cáceres. Obra de Pablo de Céspedes


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Descenso de Cristo al Limbo, Indianápolis Museum of Art. Obra de Pablo de Céspedes


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Asunpción de la Virgen. Obra de Pablo de Céspedes


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La Trinidad y San Ignacio. Obra de Pablo de Céspedes


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La Última Cena. Obra de Pablo de Céspedes


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Decorazione della volta, c. 1570 . Obra de Pablo de Céspedes


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Homme assis. Obra de Pablo de Céspedes


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Retrato de Pablo de Céspedes.

Más info

Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado el trabajo recopilatorio dedicado a Pablo de Céspedes (1538-1608) fue un pintor, escultor, arquitecto, tratadista de arte, humanista y poeta español.

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