Arias Fernández, Antonio

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megaurbanismo
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Arias Fernández, Antonio

Mensaje por megaurbanismo » Mié, 08 Dic 2021, 18:46

Este trabajo recopilatorio está dedicado al pintor barroco madrileño Antonio Arias Fernández. Discípulo de Pedro de las Cuevas, fue uno de los mejores pintores de la escuela de Madrid. Sus obras más representativas son la Moneda del César (1646) y la serie de los Apóstoles, pinturas que lo sitúan a la altura de los grandes de su época. Es una lástima que el grueso de su obra haya desaparecido.

Antonio Arias Fernández (Madrid, c. 1614 - Madrid, 1684), pintor barroco español, perteneciente a la Escuela madrileña. Su estilo es bastante personal, con gusto por las formas rotundas, y una gran maestría en la caracterización de sus personajes, sobre todo en la expresión de los rostros. El modelado escultórico de las figuras, la paleta de colores claros y cierto naturalismo nos remiten a la obra de Juan Bautista Maíno, mientras que algunas de sus vírgenes son francamente zurbaranescas. Con el tiempo sus composiciones irán resultando más arcaicas, apegado a formulismos escurialenses e incapaz de adaptarse a las nuevas tendencias del barroco más decorativo.

Nacido en Madrid de padre gallego, se formó en el taller de Pedro de las Cuevas. Mostró una gran precocidad, pues según Antonio Palomino, a los catorce años recibió su primer encargo importante: el retablo de los carmelitas calzados de Toledo (perdido).

Con veinticinco años (1639) participó en la decoración del Salón Dorado del Alcázar de Madrid. Dos años más tarde se habla de dos cuadros que ha de hacer para la alcoba de su magestad, de los que únicamente se conserva el Carlos V y Felipe II del Museo Nacional del Prado, depositado en la Universidad de Granada. Representados los monarcas sentados y en escorzo, atendiendo al lugar alto en que debía ir colocado, no desmerece en calidad de las obras realizadas por otros artistas con destino al mismo encargo (Alonso Cano). Sin embargo, Arias no volvería a trabajar para la Corte.

Siempre según Palomino, fue un artista de gran cultura, interesado en la literatura y la música. Hacia 1645 debía de encontrarse ya bien establecido y contar con cierto prestigio, al menos entre la clientela eclesiástica, pues disponía de taller propio con aprendices.

Es a esa clientela a la que se destina su producción compuesta casi exclusivamente por lienzos religiosos, ya sean de carácter íntimo, o bien, de grandes dimensiones y elaboración más compleja. La primera obra de este género que de él se conoce es una Santa María Egipciaca de colección particular, obra interesante, por presentar un desnudo femenino, y que alguna vez se ha creído de Antonio Pereda a causa de la sequedad del dibujo de los ángeles niños que rodean a la santa. En 1645 está firmado el Cristo recogiendo sus vestiduras del convento madrileño de las Carboneras del Corpus Christi, claroscuro intensamente emotivo tratado con toques de minucioso naturalismo. Un año más tarde firma La moneda del César del Museo del Prado, procedente de la iglesia de Nuestra Señora de Montserrat de Madrid, su obra más conocida y en la que más se acusa la influencia de Maino, de composición ordenada con predominio de los colores agrios. De 1656 es el San Agustín y Santa Mónica del Real Monasterio de Santa Isabel, que Ponz creyó de Alonso Cano, y quizá le pertenezca también el lienzo del altar frontero, dedicado a San Antonio Abad y San Pablo Ermitaño, figuras monumentales y algo rígidas. Algo posterior es la serie de pinturas de la Pasión de Cristo para el claustro del convento agustino de San Felipe. Los dos cuadros que se conocen de ella presentan los mismos rasgos característicos: figuras monumentales de perfiles bien definidos y composición severa.

Su actividad en estos años es intensa, también como tasador, alcanzando una holgada situación económica. Lo confirman los documentos de concierto de segundas nupcias (1660) y la generosa dote que otorga en 1662 a una hija de su primer matrimonio, Úrsula, que quizá sea la mencionada por Palomino como pintora ella misma. El inventario de sus bienes, con ocasión del segundo matrimonio, corrobora, además, lo que afirma Palomino de sus aficiones, encontrándose entre éstos varios instrumentos musicales y un número considerable de libros.

A partir de este momento, sin embargo, las noticias escasean. En 1668 fallece su segunda esposa, doña Leonor Ordóñez, que lo deja por heredero diciendo quisiera que fuera de mucha importancia para que tuviera mucho descanso con ello, lo que podría aludir a alguna enfermedad. En cualquier caso, la única obra firmada en estos años finales es el San Antonio Abad de las madres Mercedarias de don Juan de Alarcón, fechado en 1675, que conserva plenamente los rasgos característicos de su pintura, francamente arcaicos, repitiendo incluso en volumen y gesto el de la Santa Mónica pintada veinte años atrás para el monasterio de Santa Isabel. Se explicaría así el declinar de sus últimos años, al que alude Palomino, hasta morir en la más absoluta miseria en el Hospital General de Madrid (1684).

Obras destacadas:

- Retablo de los carmelitas calzados, Toledo (1628, perdido)
- Carlos V y Felipe II (1639, Universidad de Granada)
- La Virgen del Rosario (164.., Madrid, iglesia de San Pascual)
- Cristo recogiendo sus vestiduras (1645, Convento de las Carboneras, Madrid)
- La moneda del César (1646, Museo del Prado)
- Virgen con el niño Jesús (Ca. 1655, Museo del Prado)
- San Agustín y Santa Mónica (1656, iglesia del Monasterio de Santa Isabel)
- Camino del Calvario (1657, Convento de San Pascual, Madrid), originalmente ejecutado para el claustro de San Felipe el Real.
- Lavatorio de los pies a los apóstoles (1657, Museo de Pontevedra), de orígen idéntico al anterior.
- Virgen con Cristo muerto en los brazos y San Juan (1658, León, Carvajalas)
- San Antonio Abad (1675, coro bajo del convento de madres mercedarias de Don Juan de Alarcón)

Espero que la recopilación que he conseguido del pintor madrileño, sea de vuestro interés y contribuya en la divulgación de su obra.

Algunas Obras


Antonio Arias en el Museo del Prado


Antonio Arias Fernández (Madrid, h. 1614-1684). Pintor español. Formado con Pedro de las Cuevas, fue un artista precoz. A los catorce años, según Palomino, recibió su primer encargo: el retablo de los carmelitas calzados de Toledo (perdido). En 1639 contrató, junto a otros artistas, cuatro lienzos para la decoración del salón dorado del Alcázar Real, siendo Carlos V y Felipe II la única obra de su mano que del conjunto se conserva. A partir de 1645, en que abrió un estudio en Madrid, tuvo numerosos encargos en su mayor parte de carácter religioso, tanto obras devocionales como lienzos destinados a series conventuales. Entre las primeras destacan Cristo recogiendo sus vestiduras (1645, convento de las Carboneras, Madrid); La moneda del César (1646, donado por los duques de Monteleón al monasterio benedictino de Montserrat de Madrid); San Antonio de Padua (1650, colección Plasencia, Bilbao); Virgen con el Niño (h. 1655), y Piedad (1658, convento de las Carvajalas, León); así como numerosas representaciones de temas marianos, evangélicos y de santos. De las series, cabe señalar los once lienzos de la Pasión de Cristo para el claustro del convento de San Felipe el Real -de los cuales el Museo del Prado conserva Cristo con la cruz a cuestas, encuentra a la Verónica y Jesucristo lavando los pies a san Pedro, firmados en 1657-, y dos Apostolados con el Salvador. A juzgar por la biblioteca que poseía, era hombre culto, que se diferenciaba del prototipo del artista de su tiempo. Falleció, según Palomino, en la miseria, en el Hospital General de la corte.

Obras

- La moneda del César, óleo sobre lienzo, 191 x 230 cm, firmado, 1646 [P598].
- Virgen con el Niño, óleo sobre lienzo, 91 x 129 cm, firmado [P599].
- Cristo con la cruz a cuestas, encuentra a la Verónica, óleo sobre lienzo, 232 x 166 cm, firmado, 1657 (en dep. en el convento de San Pascual, Madrid) [P3528].
- Virgen del Rosario, óleo sobre lienzo, 285 x 144 cm, firmado (en dep. en el convento de San Pascual, Madrid) [P3529].
- Carlos V y Felipe II, óleo sobre lienzo, 160,5 x 214,5 cm (en dep. en la Universidad de Granada) [P5582].
- Jesucristo lavando los pies a san Pedro, óleo sobre lienzo, 206 x 167 cm, firmado, 1657 (en dep. en el Museo de Pontevedra) [P5985].
- San Matías apóstol, óleo sobre lienzo, 193 x 100 cm, h. 1635-1665 (en dep. en el Museu de l'Empordà, Figueras, Gerona) [P7531].


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Carlos V y Felipe II, óleo sobre lienzo, 160,5 x 214,5 cm. Museo del Prado (en dep. en la Universidad de Granada). Obra de Antonio Arias Fernández.

Esta representación conjunta de dos soberanos ofrece una tipología infrecuente en la tradición retratística hispánica. Su peculiar disposición responde al simbolismo del espacio para el que fue encargada: el Salón Dorado del Alcázar de Madrid. Se trataba de una gran sala para las ceremonias públicas del Rey, que, además, servía de antesala a su dormitorio, la llamada Pieza de las Furias. Entre las décadas de 1630 y 1640 ambas estancias fueron redecoradas. Fue entonces cuando se decidió disponer de una serie iconográfica de los reyes de Castilla que llegara hasta el entonces titular, Felipe IV. Lo significativo es que el conjunto se distribuyó entre los dos ámbitos, arrancando en el espacio privado de la alcoba y concluyendo en la zona pública. De esta manera se escenificaban los vínculos dinásticos del monarca, haciendo visible la línea de sucesión y convocando a sus antepasados como testigos de su propia existencia: desde su sueño a sus apariciones ante la corte.Arias pintó cuatro lienzos para esta serie, en cuya elaboración participaron algunos de los pintores más sobresalientes del Madrid del momento. Como el resto de sus compañeros, se atuvo a un formato y unas condiciones predefinidos. Los cuadros se situarían en la parte alta de los muros, a unos ocho metros, y debían incluir retratos sedentes emparejados. Esto explica la colocación de los personajes, como asomados desde una galería, y el punto de visión para el que están pensados.El joven Arias buscó cierta naturalidad en los personajes, dentro de la severidad propia de las figuras entronizadas. Sus fisonomías repiten fielmente los retratos que hizo Tiziano, optando, en el caso de Felipe II, por el modelo que le mostraba como príncipe, para remarcar su juventud respecto a su padre (P411). El mismo cuidado se revela en los atributos identificativos. Carlos V es revestido con un manto y tiene detrás la corona imperial, mientras que Felipe porta una bengala y apoya su mano sobre un orbe, símbolo de la extensión planetaria de sus posesiones (Texto extractado de Aterido, A. en: El arte del poder. La Real Armería y el retrato de corte, Museo Nacional del Prado, 2010, p. 228).


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La moneda del César, óleo sobre lienzo, 191 x 230 cm, firmado, 1646. Museo del Prado. Obra de Antonio Arias Fernández.


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Virgen con el Niño. 1655, óleo sobre lienzo, 91 x 129 cm, firmado. Museo del Prado. Obra de Antonio Arias Fernández.

El estilo de Antonio Arias es uno de los más personales de su generación, evocando en parte a Maino. Sus figuras son escultóricas, bien definidas, como podemos apreciar en esta Virgen con Niño de gran atractivo. La escena se desarrolla en un interior como nos sugiere la columna y el cortinaje del fondo, sobre el que se recorta la solemne figura de María, no exenta de naturalidad e intimismo. El cesto con la labor que encontramos en primer plano es una muestra clara de la pintura naturalista que triunfó en España durante las primeras décadas del siglo XVII. Al fondo encontramos un paisaje de atardecer, realizado para otorgar profundidad al conjunto. Las figuras se presentan en primer plano, ocupando el mayor espacio posible de lienzo, destacando el claro e intenso colorido y la dureza de los plegados de las telas, quizá inspiradas en Durero o incluso en Zurbarán.

Otras obras

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San Pedro De Alcántara. 1642. Óleo lienzo, 195 x 153 cm. Obra de Antonio Arias Fernandez.


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San Juan Bautista con el cordero. Autor: Antonio Arias Fernandez. Óleo lienzo, 195 x 153 cm. Firmado: Antonio Arias Fernández, 1642. Leyenda: Se trata de una obra temprana, ejecutada con tan sólo 22 años, pero donde ya se aprecia ese virtuosismo que caracteriza la obra de Antonio Arias. En la pintura destaca esa captación psicológica que consigue plasmar en el San Juan Bautista con esa mirada perdida hacia el infinito. Destaca también el juego de luces y sombras y el estudio anatómico del Bautista.

Pues esto es todo amigos, espero os haya gustado el pequeño trabajo recopilatorio dedicado al pintor barroco madrileño Antonio Arias Fernández.

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