Juan De Arellano

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megaurbanismo
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Juan De Arellano

Mensaje por megaurbanismo » Mié, 08 Dic 2021, 18:43

Este trabajo recopilatorio, está dedicado al pintor barroco madrileño Juan de Arellano, sobresalió en el género de pintura de flores. Fue un gran conocedor de las técnicas flamencas e italianas, que supo plasmar en sus cuadros. Logró tener un estilo personal, caracterizado por la simpleza, la minuciosidad y la armonía. Fue discípulo de Juan de Solís, se inició tardiamente en el arte, y comenzó copiando floreros del gran Mario Nuzzi.

Juan de Arellano, se consagró, ya siendo adulto, como el artista más importante dentro de esta especialidad de la historia del arte español. Entre sus discípulos más importantes se encuentra su hijo, José de Arellano, y Bartolomé Pérez de la Dehesa, su yerno.

Juan de Arellano (Santorcaz, Madrid, 1614 – Madrid, 1676) Nacido en Santorcaz en 1614, pronto quedó huérfano de padre y se trasladó con su madre a Alcalá de Henares, donde entró en el obrador de un hoy desconocido pintor. Allí estuvo ocho años, y a los dieciséis volvió a Madrid, al taller de Juan de Solís, pintor de cierto prestigio que trabajaba para la reina Isabel de Borbón. Se mantuvo los primeros años haciendo trabajos de necesidad, como pequeñas pinturas devocionales y otros encargos de menor empeño, incluso pintando carrozas, hasta que se decidió a encarar la pintura de flores, género en que destacó sobremanera.

En 1639 casó con María Banela; pero escaso tiempo después enviudó, y no dudó en casarse en segundas nupcias con una sobrina de su maestro Solís, de nombre María de Corcuera, con quien tuvo cuatro hijos: una hija, que casó a su vez con el más importante de sus colaboradores, Bartolomé Pérez de la Dehesa; y tres hijos, que también ejercieron la misma profesión que el padre. Los veinte últimos años de la vida de Arellano fueron los más ricos e intensos, pues mantenía “una de las más célebres tiendas de pintura que hubo en esta Corte”, a decir de Palomino, frente a las gradas de San Felipe el Real, institución hoy desaparecida que se encontraba en la actual calle Mayor, cercana a la Puerta del Sol. Allí no sólo se pintaban floreros y fruteros, sino también paisajes, alegorías de los sentidos, cacerías, estaciones, retratos reales e imágenes religiosas, seguramente casi de manera industrial. Ello le permitió vivir de manera desahogada, como muestra el inventario de bienes realizado a su muerte en 1676.

Quizá comenzó, en sus orígenes, copiando floreros de otros pintores, en especial del italiano Mario Nuzzi (1603-1673), a cuya elegancia sumó el rigor de los bodegones flamencos del jesuita Daniel Seghers y de Jan Brueghel de Velours, dos de los grandes maestros del género. A esa simbiosis perfecta añadió después el estudio directo del natural en floreros emparejados o formando series de cuatro, por lo general, donde la ligereza, la variedad y la sutileza son las señas de identidad del modo de hacer de Arellano.

Juan de Arellano, fue influído por artistas italianos y flamencos gracias a los cuadros existentes en colecciones madrileñas. Hacia 1646, cuando se data la primera obra, el pintor más famoso de flores de Europa era el jesuita flamenco Seghers, en cuyas obras también se inspiró Juan Arellano introduciendo gran variedad de flores, pájaros e insectos.

Arellano debutó con trabajos modestos de pintura decorativa, y fue hacia 1650 cuando empezó a despuntar en Madrid, con un activo taller y comercio de cuadros que contó con la ayuda de diversos ayudantes, entre ellos presumiblemente sus hijos y su yerno, Bartolomé Pérez de la Dehesa, quien según Palomino le pintaba las figuras de las guirnaldas florales, tarea en la que también contó con la colaboración de Francisco Camilo. Esta actividad en equipo explica las desigualdades de calidad entre pinturas que ostentan su firma. Se supone que los precios fluctuaban según el formato y la calidad técnica y de pigmentos, pues se conocen bodegones de Arellano muy dispares: algunos tienen apenas un tulipán en un jarrón, y otros acumulan docenas de flores de morosa ejecución.

Al contrario que Juan van der Hamen y los bodegonistas flamencos en general, Arellano no elaboró cuadros complejos en cuanto a cantidad de elementos o escenografía. Cada cuadro muestra un solo ramo, dispuesto en el centro en primer término y, en general, en una simetría apenas animada por flores ligeramente movidas o insectos que revolotean sobre ellas. Los ramos, bien manojos sencillos o composiciones en cascada, se disponen en jarrones y demás recipientes. Éstos son mayormente cestos de mimbre y vasos de vidrio, muchos de forma oval (búcaro). En algunos casos, Arellano representa recipientes de metal (plateado o dorado) y ya de manera excepcional, vasos tallados en piedras semipreciosas como lapislázuli y mármol.

El realismo de las flores reproducidas se explicaría porque Arellano las pintaba del natural, elaborando los ramos en su estudio. Pero los botánicos afirman que un mismo bodegón muestra flores de distintas épocas del año, imposibles de reunir sin las técnicas de invernadero actuales. Se ha supuesto, por tanto, que Arellano recopilaba bocetos o modelos parciales de flores y las repetía en los bodegones según criterios estéticos, sin atender a la lógica estacional.

Al igual que otros expertos del genero, Arellano fue poco estudiado por los expertos hasta el siglo XX, cuando el género de bodegón recobró protagonismo entre los coleccionistas por su valor decorativo. Actualmente, sus cotizaciones son muy elevadas; cuadros de este artista superan los 200.000 euros en el mercado internacional. Por suerte, gran parte de su producción se conserva en España y muchas de las pinacotecas españolas de importancia cuentan desde antiguo con ejemplos de este artista. El Museo del Prado alberga un buen repertorio, también hay bodegones en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y un bodegón especialmente ambicioso se exhibe en el Museo de Bellas Artes de Bilbao.

Antonio Palomino, en su Parnaso Español Pintoresco Laureado, publicado en Madrid en 1724, dedicó una de las biografías a la figura de Juan de Arellano, y por ello pasa en la actualidad por ser la fuente literaria fundamental para el estudio de este destacado pintor; en ella afirma que Arellano fue “tan superior” en la pintura de flores, “que ninguno de los españoles le excedió en la eminencia de esta habilidad”, y es ésa la fortuna que el destino le ha guardado en la historia del arte español.

Espero que la recopilación que he realizado de este pintor barroco madrileño os resulte interesante y sirva para divulgar su obra.


Algunas obras


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Bodegón de frutas. Obra de Juan de Arellano. Hacia 1660. Lienzo, 28,5 cm x 37 cm. Museo Nacional del Prado. Procedencia: Adquisición a Edmund Peel y Asociados, 1991

Naturaleza muerta con melocotones y peras sobre un plato de estaño. Aunque se conoce a Arellano fundamentalmente como excelente pintor de flores, también se sabe que en su taller se porducían pinturas de otra temática, especialmente bodegones de frutas, que posteriormente eran vendidos en la tienda de su propiedad, situada frente a la iglesia de San Felipe. Este lienzo es el único conocido de este género firmado por el autor, por lo que su importancia es manifiesta.En la composición, la sensación de horizontalidad se rompe con la colocación vertical de alguna de las peras. Pese a que los diferentes planos no están bien delimitados, lo que origina sensación de acumulación de elementos, y de que la consecución de las calidades de las pieles no evoca la de los conocidos pétalos de las flores, el autor ha conseguido una pintura armoniosa y entonada. Los perfiles de las frutas están delimitados por líneas oscuras, a veces bastante gruesas. Predomina la gama de los colores ocres en el fondo y en la mesa, a la que se unen unas tonalidades verde grisáceas de la piel de las peras y los amarillos con toques rojos que dan idea de la madurez de los melocotones. La luz baña la escena desde el ángulo superior derecho, produciendo sombras entre las propias frutas y en el lateral izquierdo (Orihuela, M. Museo del Prado. Últimas adquisiciones, 1982-1995. Madrid, 1995, 41)


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Florero de cristal. Obra de Juan de Arellano. 1668. Óleo sobre lienzo, 83 x 62 cm. Museo del Prado. Juan de Arellano ha sido el principal punto de referencia de la pintura de flores en España durante el siglo XVII, tanto por la calidad y abundancia de sus obras como por su condición de cabeza de una escuela prolífica. Este florero, obra de madurez, presenta las características de su maestría: Composición esbelta y monumental, ordenada simétricamente en la que las flores de gran variedad llenan el espacio en aparente desorden. Cada una de las especies conserva una personalidad diferenciada, integrandose en un todo dinámico y vivaz que hace que estas parezcan frescas y recién cortadas. A la sensación de frescura y vivacidad contribuyen también el recipiente de cristal y el agua que contiene.


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Canastilla de flores. Autor: Juan de Arellano. Lienzo. 84 x 105 cm. Museo del Prado. Madrid. Fue Sánchez Cotán quien definió las cualidades y características del bodegón español, que se mantuvieron apenas sin variaciones en gran parte del siglo XVII. En estos cuadros, de proporciones apaisadas, se muestran muy pocos elementos, frutas, hortalizas y aves, que aparecen colgados o alineados sobre el alféizar de una ventana, tratados con preciso dibujo y denso modelado, mientras una intensa luminosidad les destaca sobre un oscuro fondo, acentuando su realismo y plasticidad. Este Canastillo de flores pintado por Arellano es un excelente ejemplo de este tipo de trabajos que tuvieron bastante éxito entre los clientes españoles.


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Guirnalda de flores. Autor: Juan de Arellano. Fecha: 1652. Óleo sobre lienzo, 58 x 73 cm. Museo del Prado. Resultan curiosas este tipo de obras en la pintura barroca española, más habituada a temática religiosa o retratística. Sin embargo, no falta escenas de carácter decorativo, ejecutadas por artistas de "segunda fila" en su tiempo pero que hoy día demuestran su elevada calidad como es el caso de Juan de Arellano. Esta guirnalda con flores y paisaje fue realizada por el artista en los inicios de su madurez profesional, cuando contaba con 38 años, mostrando la influencia de la pintura flamenca que tan apreciada era en la corte madrileña y en las diferentes ciudades españolas. La composición resulta tremendamente original al apreciarse en el centro del lienzo un pequeño paisaje ejecutado en diferentes planos con tonalidades ocres, verdes y azules. Una cartela de plata enmarca el diminuto paisaje, coronada por la guirnalda en la que encontramos narcisos, rosas, lirios o tulipanes, profundamente iluminados para acentuar la belleza y el colorido de las flores. El conjunto se recorta sobre un oscuro fondo, creando un sensacional efecto de volumetría. El estilo de Arellano es tremendamente minucioso, permitiendo contemplar los insectos que se posan en las flores o incluso sus espinas, recordando el estilo de Jan Brueghel de Velours que más tarde asimilará en algunas ocasiones el propio Rubens.


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Bouquet. Juan de Arellano. Óleo sobre lienzo. 83 x 63 cm. Colección privada. Madrid


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Canastilla de Flores. Juan de Arellano. 1671. Óleo sobre lienzo. 84 x 105.5 cm. Museo de Bellas Artes de Bilbao


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Florero. Juan de Arellano. Lienzo. 103 x 77 cm. Museo del Prado. Madrid


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Florero. Juan de Arellano. Lienzo. 83 x 63 cm. Museo del Prado


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Florero. Juan de Arellano. 83 x 63 cm. Museo del Prado


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Florero. Juan de Arellano. 103 x 77 cm. Museo del Prado


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Florero. Juan de Arellano. Lienzo. 60 x 46 cm. Museo del Prado


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Florero. Juan de Arellano. Lienzo. 60 x 45 cm. Museo del Prado


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Florero. Juan de Arellano. Lienzo. 84 x 105 cm. Museo del Prado


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Florero. Juan de Arellano. Lienzo. 84,5 x 105 cm. Museo del Prado


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Florero y paisaje. Juan de Arellano. Lienzo. 58 x 73 cm. Museo del Prado


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Florero de cristal (1668), bodegón de Juan de Arellano. Madrid, Museo del Prado. Obra de Juan de Arellano


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Jarrón de flores. Biblioteca Museu Víctor Balague. Obra de Juan de Arellano


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Concierto de las Aves (Pájaros y Flores). Obra de Juan de Arellano


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San Cristobal. 1667. Parroquia de San Torcuato en Santorcaz. Madrid. Obra de Juan de Arellano


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Eine Allegorie des Tastsinns, Öl auf Leinwand, 106 × 165 cm. Obra de Juan de Arellano

Este trabajo recopilatorio, está dedicado al pintor madrileño, sobresalió en el género de pintura de flores. Fue un gran conocedor de las técnicas flamencas e italianas, que supo plasmar en sus cuadros. Logró tener un estilo personal, caracterizado por la simpleza, la minuciosidad y la armonía. Calificado por los expertos como el mejor pintor español en su especialidad.

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