ALONSO CANO

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megaurbanismo
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ALONSO CANO

Mensaje por megaurbanismo » Mar, 07 Dic 2021, 18:08

Este trabajo recopilatorio está dedicado a un gran artista barroco, el granadino Alonso Cano uno de los grandes genios, al que admiro, que ha dado nuestro país, posiblemente muchos no conozcamos la importancia y calidad de su prolífica y variada obra, pero sin duda es un referente para las artes en España.

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Réplica de un autorretrato original de Alonso Cano perdido, óleo sobre lienzo, 72 x 67 cm, Museo de Cádiz

Alonso Cano. Granada (España). (1601-1667) Pintor, escultor, retablista, arquitecto... en fin un gran artista, posiblemente el más completo de su época.

Nació en Granada en 1601. En 1614 su familia, atraída por el esplendor de la ciudad, se trasladó a Sevilla. dos años después, el 17 de agosto, Alonso entraba como aprendiz en el afamado taller del pintor Franciso Pacheco. Allí conoció y coincidió con Velázquez.

En 1625 se casó con María de Figueroa, que endulzó por breve tiempo el temperamento rudo y violento de quien descargaba su ira en la piedra o en la madera.

En 1652, Alonso Cano fue nombrado por Felipe IV racionero de la catedral de Granada, con la condición de que fuera ordenado sacerdote en el plazo de doce meses, durante ese tiempo mostró una ternura oculta y subterránea, en 1658 Alonso Cano, a instancias de rey, cedió y fue ordenado sacerdote por el obispo de Salamanca y Felipe IV forzó al cabildo a aceptar al recién ordenado escultor como racionero de la catedral.

Falleció el 3 de septiembre de 1667 en Granada, no sin antes –demostrando su genio y personalidad- rechazar el crucifijo que se le tendía por no ser de su gusto.


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Inmaculada Concepción, 1618-20, obra atribuida a Diego Velázquez o Alonso Cano, los investigadores no se ponen de acuerdo, aunque parece que las opininiones más numerosas se decantan por el maestro granadino. Centro de Investigaciones Diego Velázquez de Sevilla.

Con esta presentación que realizo, desde el foro de xerbar, pretendo hacerle un pequeño homenaje, para contribuir a la divulgación y reconocimiento de su genial obra, que abarca óleos, frescos, retablos, esculturas y hasta arquitectura.Espero que os guste.


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Estatua con la figura de Alonso Cano (Granada 19/03/1601 - 03/09/1667), pintor, retablista, escultor y arquitecto, considerado por muchos como el artista más completo del Siglo de Oro.


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"Monumento a Alonso Cano realizado por Antonio Cano en 1943 y situado en la Plaza del Palacio Arzobispal de Granada.". Entre sus obras en la Catedral destacan: La fachada principal El retablo de la InmaculadaLa estatua se encuentra en la Plaza de Alonso Cano, junto a la Iglesia del Sagrario de la Catedral de Granada.

Biografía según la Wikipedia


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ALONSO CANO. Insigne Pintor y Escultor. nació en Granada el año de 1600, y murió en la misma Ciudad en 1676.

Alonso Cano. España. (1601-1667) Su padre, Miguel Cano, era un prestigioso ensamblador de retablos de origen manchego. Junto a él Alonso aprendió sus primeras nociones de dibujo arquitectónico y de talla en madera y muy pronto comienza a descubrirse su enorme talento.

En 1614 se traslada a Sevilla, donde aprende pintura de la mano de Francisco Pacheco, maestro de Velazquez, y escultura de Juan Martínez Montañés. En 1624, dos años antes de obtener el título de Maestro Pintor, realiza su primer cuadro, un San Francisco de Borja con la inconfundible huella de Pacheco. Fue durante varios años compañero de Velazquez.

Sus obras fueron una mezcla entre el manierismo italiano y el Barroco. Sus dibujos fue de lo más destacado de su obra. En una época en la cual dominaba el tenebrismo, él fue capaz de ser colorista en sus trabajos, como Zurbarán, Sánchez Cotán y Juan Bautista Mayno.

En 1629 hizo su obra más grandiosa el Retablo del Altar Mayor de la Iglesia de Santa María de Lebrija (Sevilla). Otras de sus pinturas destacadas son Milagro del Pozo, San Francisco de Borja, Retablo del Altar Mayor de la Iglesia de Santa María de Lebrija, Retablo del Niño Jesús de Getafe.

En 1627 muere, al parecer de parto, su primera esposa, María de Figueroa. Vuelve a casarse en 1631, esta vez con Magdalena de Uceda.

En 1638 se traslada a la capital, donde el valido de Felipe IV, el Conde-Duque de Olivares, le nombró pintor de cámara. Estuvo de paso por la corte madrileña, donde tuvo contacto con las colecciones reales y la pintura veneciana del siglo XVI.

Como escultor, sus obras más famosas son el retablo de Nuestra Señora de la Oliva en la iglesia de Lebrija, y las figuras colosales de San Pedro y San Pablo.

En 1644 su esposa murió asesinada, por lo que, Alonso fue acusado de asesinato y fue incluso torturado, aunque no se le pudo condenar, al haberse demostrado que era inocente. Huyó a Valencia con la intención de hacerse monje.

En 1652 se marchó hacia Granada donde obtuvo el cargo de racionero de la Catedral, gracias a la colaboración de Felipe IV. Allí completó la decoración de la Capilla Mayor. Sin embargo tuvo constantes enfrentamientos con los canónigos de allí. Consiguió poco después ser maestro mayor de la Catedral, aunque al poco tiempo de este nombramiento, murió. Fue enterrado en la cripta de la Catedral de Granada.

Durante toda su vida fue un pendenciero y los duelos estuvieron siempre a la orden del día. Pese a ganar grandes cantidades de dinero, siempre estuvo endeudado, llegando a pisar la cárcel, aunque su amigo Juan del Castillo pagó las deudas.


Obras más destacadas

· Virgen de la Oliva (1629)
· Inmaculada del Facistol (1655 - 1656) en la sacristía de la Catedral de Granada.
. Inmaculada (1648) Museo Diocesano de Arte Sacro, en Vitoria
· Virgen de Belén
· Busto de San Pablo
· Cabeza de San Juan de Dios
· Portada de la Catedral de Granada


OBRA PICTÓRICA:


Biografía y obra de Alonso Cano en el Prado

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El milagro del pozo, 1638-40, óleo sobre lienzo, 216 x 149 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.

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La Crucifixión, segundo tercio del siglo, óleo sobre lienzo, 130 x 96 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.

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Cristo muerto sostenido por un ángel, 1646-52, óleo sobre lienzo, 137 x 100 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.

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San Bernardo y la Virgen, óleo sobre lienzo, 267 x 185 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.


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San Jerónimo penitente, óleo sobre lienzo, 177 x 209 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.


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La Virgen y el Niño, h. 1646-1650, óleo sobre lienzo, 162 x 107 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.


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EnlaceSan Benito en la visión del globo y los tres ángeles, óleo sobre lienzo, 166 x 123 cm, 1657-1660 . Obra de Alonso Cano.


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Dos reyes de España, óleo sobre lienzo, 165 x 227 cm, h. 1641. Obra de Alonso Cano.


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Rey de España, c. 1643, óleo sobre lienzo, 165 x 125 cm. Museo del Prado. Obra de Alonso Cano.

Otras obras


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La Inmaculada Concepción, 1648. Museo Diocesano de Arte Sacro, en Vitoria. Obra maestra de la pintura de Alonso Cano.


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Inmaculada Concepción, 1618-20, obra atribuida a Diego Velázquez o Alonso Cano, los investigadores no se ponen de acuerdo, aunque parece que las opininiones más numerosas se decantan por el maestro granadino. Centro de Investigaciones Diego Velázquez de Sevilla.


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Inmaculada Concepción, 1645-50. Obra de Alonso Cano.


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Inmaculada Concepción. Hacia 1650. Óleo sobre tela. Depósito de la parroquia de la Asunción de Ntra. Sra. de Berantevilla. Obra de Alonso Cano


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Virgen. San Antolín. Medina del Campo. Obra de Alonso Cano


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Cristo recogiendo las vestiduras. 1646. Obra de Alonso Cano.


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San Francisco de Borja, 1624, pintura juvenil de Alonso Cano (Museo de Bellas Artes de Sevilla).


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Cristo y la Samaritana. 1640. Obra de Alonso Cano.


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St. Vincent Ferrer Preaching. 1644-45. Obra de Alonso Cano.


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La educación de la Virgen. Obra de Alonso Cano.


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La Virgen de la leche. Es una de las pinturas más divulgadas de Alonso Cano y la obra más conocida del Museo de Guadalajara. Esta obra refleja la madurez como artista de Alonso Cano, quien la ejecutaría seguramente durante su última estancia en la Corte, entre 1657 y 1660. En ella crea una atmósfera serena y luminosa gracias al equilibrio de las formas, la delicadísima belleza y el fresco colorido. El azul luminoso del manto, el rojo de la túnica y las suaves carnaciones rosas y blancas del Niño y la cara, manos y pecho de la Virgen captan inmediatamente la atención. A su vez, la iluminación le imprime un fuerte carácter escultórico. Sobre su autoría no existen dudas, ya que el lienzo está firmado con el monograma de Alonso Cano, en la parte inferior derecha.


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Crucificado. 1650-1660. Óleo sobre lienzo. 241 x 150 cm. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid


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Cristo crucificado. 1646. Obra de Alonso Cano


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Noli me Tangere, c. 1640. Óleo sobre lienzo. 141,5 x 109,5 cm. Museo de Bellas Artes de Budapest. Hungría. Obra de Alonso Cano


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La Virgen con el Niño. 1638-48. Museo de Bellas Artes de Granada. Obra de Alonso Cano


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Alonso Cano - Saint John the Evangelist's Vision of Jerusalem. 1636-37. Obra de Alonso Cano. Este cuadro repite la composición de otro San Juan pintado para el retablo de San Juan Evangelista del convento de Santa Paula en Sevilla, anterior a 1638 y hoy en el Museo del Louvre de París.


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San Vicente Ferrer predicando. 1640-45. Obra de Alonso Cano


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San Juan Evangelista en Pathmos. 1640-46. Óleo sobre lienzo. 218 x 153 cm. Museo de Bellas Artes de Budapest. Hungría. Obra de Alonso Cano


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San Juan Evangelista dando la comunión a la Virgen. Obra de Alonso Cano


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San Juan Evangelista. 1636. Obra de Alonso Cano


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The Miracle at the Well. 1646-48. Obra de Alonso Cano


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Christ and Two Followers on the Road to Emmaus. 1635-1650. Obra de Alonso Cano


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Visión de San Antonio de Padua, 1660-1662, óleo sobre lienzo, 136 x 111 cm. Escena de las pinturas de la vida de la Virgen para el convento del Ángel Custodio en Granada. Obra de Alonso Cano


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San Juan. 1635-37. Obra de Alonso Cano


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Christ Blessing the Host by Alonso Cano, 1653-57. San Diego Museum of Art


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Cristo atado a la columna. 1657-1660, óleo sobre lienzo, 104 x 190 cm. Convento del Santísimo Cristo de la Victoria de Serradilla (Cáceres). Obra de Alonso Cano


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La flagelación o Cristo flagelado por dos verdugos, óleo sobre lienzo, 140 x 200 cm. Convento del Santísimo Cristo de la Victoria de Serradilla (Cáceres). Obra de Alonso Cano. Aparece el Salvador en pie, atado a la columna e inclinado hacia adelante, de frente. Las anatomías tanto de Cristo como de los sayones, algún artista español del último cuarto del siglo XVI. La luz es muy difusa y por medio de ella se consigue una lograda calidad ambiental del espacio. El color es francamente bueno y matizado, de reminiscencias venecianas.


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[bCristo desciende al Limbo[/b]. 1655. Se trata de uno de los lienzos más interesantes de Alonso Cano, ante el protagonismo que alcanza el desnudo femenino de Eva, comparable por calidad y sensualidad, a la Venus del espejo de Velázquez. Al fin y al cabo ambas obras son concebidas en el ambiente refinado de la Corte madrileña de Felipe IV, tan influida en lo que a la pintura se refiere, por los lienzos de los venecianos compilados en la colección real, en los que el tema del desnudo femenino alcanza gran importancia, como se evidencia en las obras de Tiziano, Tintoretto o El Veronés.


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Cristo en el Limbo. 1652. Obra de Alonso Cano


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Antonio Álvarez Osorio. 1657-60. Colección privada. Obra de Alonso Cano


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San Francisco de Borja. 1624. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Obra de Alonso Cano


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Melpomene, 1648, estampa calcográfica incorporada a Francisco de Quevedo, El Parnasso español, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, sobre un dibujo de Alonso Cano


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Thalia, estampa calcográfica incorporada a Francisco de Quevedo, El Parnasso español, Madrid, Diego Díaz de la Carrera, 1648. Grabado al aguafuerte de Herman Panneels sobre un dibujo de Alonso Cano


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The Martyrdom of Saint John, c. 1667. Obra de Alonso Cano


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Proyecto de fuente. Museo de Bellas Artes de Córdoba. Obra de Alonso Cano


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Predicació de sant Vicent Ferrer, dues versions, oli sobre tela. Alonso Cano. A la dreta la versió de la Col·lecció del Banco santander i a l'esquerra la del museu de Belles Arts de València.


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Virgen del Rosario. Catedral de Málaga, Capilla del Rosario. Este lienzo monumental fue pintado por Cano entre 1665-1666, un año antes de su muerte, para el prelado dominico, supuesto hijo natural de Felipe IV, Fray Alonso de Santo Tomás, obispo de Málaga. Es considerada una de las mejores composiciones de Cano y de la pintura del siglo XVII español. Tanto su diseño como su dibujo son excelentes, al igual que el color, reflejo del momento de plena madurez del pintor.


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Jesús y la samaritana. 1650-52. Óleo sobre lienzo. 165 x 205 cm. Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid

Este sensacional lienzo permaneció oculto en un almacén de la Academia de San Fernando hasta la exposición de la obra de Cano que se celebró en Granada en el año 1954. Formaba parte de la serie de pinturas realizadas por el maestro granadino para el refectorio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas en Sevilla. Cano se inspiró en una composición del mismo tema realizada por Aniballe Carracci, al colocar el pozo en el centro de la composición. Se trata de una obra cargada de elegancia en la que destacan el sobresaliente dibujo, la estudiada composición y la brillante ejecución, empleando tonalidades rosas para la túnica de Cristo y azules para el manto. La sensación atmosférica es una muestra de la admiración por la escuela veneciana manifestada por el maestro granadino, especialmente por Tiziano y Veronés. El paisaje del fondo aumenta la brillantez del conjunto, demostrando Cano una vez más que es uno de los mejores creadores del Siglo de Oro.


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San Bernardino y San Juan de Capistrano. 1653-57. Óleo sobre lienzom 71,50 x 95,5. Museo de Bellas Artes de Granada. Obra de Alonso Cano.


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Virgen con niño. Óleo sobre lienzo, Colegiata de San Antolín, Medina del Campo


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La Anunciación. 1660. Óleo sobre lienzo. 220 x 173 cm. Museo Goya. Castres. Francia



Retablo de Alonso Cano en Santa Paula de Sevilla


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La visión de San Juan Evangelista de Jerusalén (Wallace Colletion, Londres). Pertenecía al Retablo de Santa Paula de Sevilla. Obra de (Alonso Cano).


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San Juan Evangelista y la visión de Dios (Museo de John y Mable Ringling, Sarasota, Florida) Pertenecía al Retablo de Santa Paula de Sevilla. Obra de (Alonso Cano).


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San Juan Evangelista y la visión del Cordero (Museo de John y Mable Ringling, Sarasota, Florida). Pertenecía al Retablo de Santa Paula de Sevilla. Obra de (Alonso Cano).


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San Juan Evangelista exorcitando al demonio (Museo del Louvre, Paris). Pertenecía al Retablo de Santa Paula de Sevilla. Obra de (Alonso Cano).

Más info del Retablo de Alonso Cano en Santa Paula de Sevilla



COMO RETABLISTA:

Alonso Cano. En el ámbito de la arquitectura, especialmente en la aplicada a la construcción de retablos, Cano, es considerado un revolucionario por su uso del ornamento y de los órdenes clásicos (dórico, jónico, corintio y compuesto), así como por su aplicación de las proporciones.

Alonso Cano impresionó y asombró a sus contemporáneos gracias a su extraordinaria capacidad creativa (se repetía escasamente) y la riqueza decorativa de su obras.

Algunos motivos ornamentales de sus retablos, como los rollizos querubines y unos grandes cogollos de hojas carnosas, sacados probablemente del manierismo italiano y enriquecidos por la inventiva de Cano, tuvieron un gran éxito entre los artistas madrileños posteriores. Sin embargo, Cano era considerado más un «arquitecto-artista» que un «arquitecto-constructor». Algunos arquitectos del momento, como Juan Gómez de Mora, alababan sus trazas para retablos («obras de ensamblaje y adornos con gran primor») pero dudaban de sus capacidades en el campo de la técnica (cantería, albañilería, cálculo de estructuras).

En todo caso, a su llegada a Madrid en 1638 Cano iba precedido de cierto renombre en la construcción de retablos (no olvidemos que su padre fue un reconocido retablista en Granada y Sevilla) y parece que sus innovaciones impactaron y tuvieron gran éxito en la arquitectura madrileña de mediados del siglo XVII. Hemos conservado dos espléndidos retablos que Cano trazó antes de salir de Sevilla: el de Nuestra Señora de la Oliva en Lebrija (entre 1629 y 1631) y el de San Juan Evangelista para la iglesia del convento de Santa Paula, en la propia Sevilla (de 1635-1638).

En ellos Alonso Cano también intervino con esculturas y cuadros respectivamente, obras citadas en otros capítulos.
De las obras realizadas en Madrid sólo conocemos por ahora algunos dibujos preparatorios y estudios de detalles arquitectónicos. Entre los primeros hallamos el del retablo de la iglesia de San Andrés de Madrid, realizado hacia 1643, y el de la iglesia de San Juan de Dios, de 1653-1657. Aunque también participó en la decoración de los nichos de dos retablos para la iglesia de Santa María Magdalena de Getafe (1644-1646), no fue Cano quien trazó su estructura sino Salvador Muñoz. Otros dibujos muestran columnas, hornacinas, tabernáculos o remates de los mismos, donde Cano siempre aporta nuevas y deslumbrantes soluciones decorativas.

Para comprender el alcance de las aportaciones arquitectónicas de Alonso Cano hay, por tanto, que acudir a los retablos sevillanos.



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Retablo de Nuestra Señora de la Oliva. Este retablo fue la primera obra importante de Alonso Cano. Aunque fue su padre Miguel Cano quien recibió el encargo en 1629, éste dejó el proyecto y la ejecución del mismo en manos de su hijo Alonso, quien ayudado por el pintor Pedro Legote lo terminó en el corto espacio de tres años. Se trata de una composición que rompe el esquema clásico y puede considerarse plenamente barroca.


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Retablo de Nuestra Señora de la Oliva. Retablo mayor de la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva, Lebrija (Sevilla).Este retablo fue la primera obra importante de Alonso Cano. Aunque fue su padre Miguel Cano quien recibió el encargo en 1629, éste dejó el proyecto y la ejecución del mismo en manos de su hijo Alonso, quien ayudado por el pintor Pedro Legote lo terminó en el corto espacio de tres años. Se trata de una composición que rompe el esquema clásico y puede considerarse plenamente barroca... Más info

Retablo de San Juan Evangelista


Retablo de San Juan Evangelista de Alonso Cano. Convento de Santa Paula de Sevilla. Es un monumento histórico que se encuentra situado en el interior de su casco histórico de la ciudad, a espaldas de la parroquia de San Marcos y muy próximo a otro de los grandes conventos sevillanos, el de Santa Isabel. En el pasado contó con una extensión de terreno muy considerable, ocupado en especial por sus huertas.

En la actualidad su configuración es muy compleja, a consecuencia de las diferentes modificaciones y reformas llevadas a cabo a lo largo de su historia. Así, en su interior se combinan construcciones de gran interés arquitectónico con otras muy sencillas de tipo domésticas, que se organizan en torno a amplios espacios vacíos destinados a patios, jardines o compases... Más info


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Cabecera y altar mayor, es obra del escultor José Fernando de Medinilla (1730)

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Retablo de San Juan Evangelista. En 1635 las monjas jerónimas de Santa Paula contrataron a Alonso Cano para que realizara un retablo dedicado a San Juan Evangelista. El artista realizó tanto la traza como los lienzos que lo decoraban en origen, terminándolo antes de marcharse a Madrid en 1638. Se compone de un solo cuerpo, como el de Lebrija, y de un ático.


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Escultura de San Juan Bautista, iglesia del Convento de Santa Paula, Sevilla. Autor: Juan Martínez Montañés


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Imagen de San Juan evangelista, Iglesia del Convento de Santa Paula, Sevilla. Autor: Alonso Cano



CATEDRAL DE SANTA MARIA MAGDALENA ANUNCIACION - S XVII, GETAFE, (MADRID)

En los lados del evangelio de la Catedral de Getafe y de la epístola se encuentran dos bellos retablos, el de Nuestra Señora de la Paz, obra de Salvador Muñoz con cuadros de Alonso Cano, La circuncisión y sendas parejas de santos Tomás de Aquino y Gonzalo de Amarante, de pequeño tamaño y localizados en el banco a los lados del sagrario,y en el primer cuerpo, los cuadros de Santa Ana y Santa Isabel .Los otros cuadros son de Francisco Camilo.


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Retablo, el de Nuestra Señora de la Paz. Catedral de Getafe.

En el del Santo Nombre de Jesús, en el cual pertenecen a Alonso Cano los de san Francisco de Guzmán, san Agustín y el Ecce Homo pequeños de abajo que casi no se ven.Tambien los de san José, la Anunciación y San Miguel. De Matias Lopez son las santas Rosa de Lima e Isabel de Portugal y de Sebastian Herrera Barnuevo , La adoración de los pastores que culmina el retablo.


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Retablo del Santo Nombre de Jesús. Catedral de Getafe.

Más info de la Catedral de Santa María Magdalena de Getafe, y de Alonso Cano.

Los retablos de Alonso Cano de la Catedral de Getafe (Madrid)



COMO ESCULTOR:

Alonso Cano se inicia en el arte de la escultura desde bien temprano en el propio taller de su padre Miguel, constructor y tracista de retablos, ocupación en la que la escultura tuvo un gran protagonismo junto a la arquitectura y la pintura.

Su aprendizaje se completa durante los años en que se traslada a Sevilla (1616-1638) junto a su familia. No cabe duda que su permanencia desde 1616 en el taller del pintor y teórico Francisco Pacheco facilitó que el joven Alonso adquiriera una profunda formación que no sólo aplicaría a la pintura. En sus obras pictóricas y escultóricas observamos multitud de cualidades similares: monumentalidad y serenidad de los personajes que consiguen transmitir una gran fuerza emocional al espectador, desde su propia intimidad y gran esencia espiritual, sin necesidad de tener que acudir a gestos exagerados.

Igualmente interesante tuvo que ser su relación con la obra del gran escultor Juan Martínez Montañés, con quien parece que pudo colaborar entre 1626 y 1629, y de él tomará la serenidad, elegancia y naturalismo de sus esculturas, así como el gusto por el tratamiento minucioso de los ropajes.

De la etapa sevillana de Cano deben señalarse las esculturas que ejecuta para el retablo mayor de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Oliva en Lebrija y muy especialmente su talla principal de la Virgen con el niño, obra maestra del arte barroco. No deben tampoco olvidarse otras obras, como la imagen de Santa Teresa realizada para la iglesia sevillana de San Alberto y hoy en el convento del Buen Suceso, o la bella Inmaculada de la iglesia de San Andrés.

Su etapa madrileña (1638-1652) se nos muestra con muchas incógnitas en lo que a la escultura se refiere y debemos movernos entre especulaciones y esculturas cuya autoría no siempre se muestra con claridad. A este momento pertenece la bella y emotiva obra de Jesús Nazareno Niño con la cruz, perteneciente a la Congregación de San Fermín de los Navarros de Madrid.

Aunque no se conoce su intervención en empresas de carácter profano, no debemos descartar que pudiera trabajar en alguno de los proyectos que se estaban realizando en la Corte, en el Palacio del Buen Retiro, en el Alcázar, etc.

Una vez más será su última etapa, transcurrida en Granada (1652-1667), en la que Alonso Cano consigue presentarnos su arte más personal, y a ella debemos algunas de sus obras más famosas. Destaca entre todas ellas la bellísima y exquisita Inmaculada (1655-1656) que realizó para rematar el facistol que el mismo Cano diseñó para la Catedral, imagen que constituye un hito en el devenir de la imaginería del barroco español. También a este período pertenece el conjunto de cuatro esculturas que realizó con ayuda de su discípulo Pedro de Mena, para decorar el crucero del templo del Santo Ángel Custodio, iglesia que fue trazada por el propio Cano.

Su maestría como escultor contó con numerosos discípulos, ente los que deben recordarse dos artistas excepcionales: Pedro de Mena (1628-1668) y José de Mora (1642-1724).


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Concepción Immaculada, Alonso Cano, s. XVII, Museu del Patriarca de València. Obra de Alonso Cano


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Inmaculada. Iglesia de San Julián, Sevilla. Obra de Alonso Cano


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Virgen de Belén. Museo de la Catedral de Granada (ca. 1664).Esta pequeña talla de 45 cm fue realizada por Alonso Cano para rematar el facistol que diseñó para la catedral y para sustituir la escultura de la Inmaculada que a su vez él mismo talló y que por su belleza fue llevada a la Sacristía para facilitar su contemplación. Cano en su etapa granadina (1652-1667) tuvo una especial inclinación hacia las obras escultóricas de pequeño formato, y parece que en ellas es capaz de mostrar una mayor intimidad.

De nuevo destacaremos la belleza serena de la imagen y el minucioso tratamiento de los ropajes de María que destacan frente a la desnudez del niño. En la producción de Alonso Cano volveremos a encontrar la misma temática en varias obras pictóricas, caso de la Virgen del Lucero del Museo del Prado, o en la Virgen de Belén del Palacio Arzobispal de Granada.



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Virgen de la Oliva. Lebrija (Sevilla). Autor: Alonso Cano. 1629, tiene 183 cm., altura. Material: Madera policromada. Estilo: Barroco Español.

Tiene «el empaque y apostura de una estatua clásica.» Se trata de la imagen titular del retablo mayor de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Oliva, que realizó el artista en torno a 1630, debe destacarse la intensa belleza y serena monumentalidad que Cano consigue plasmar en esta magistral figura de la Virgen con el niño. A nivel global se ha hablado de una composición de tipo «ánfora» en la que destaca la verticalidad de María compensada por la diagonal que conforma la disposición de su pierna derecha y la figura desnuda del niño que sujeta entre sus brazos. Especial protagonismo adquiere el tratamiento del amplio ropaje que viste la Virgen, el cual dota a la escena de un interesante ritmo que compensa el estatismo de los personajes.


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Jesús Nazareno de niño con la cruz a cuestas. Con apenas 80 cm de altura en esta obra atribuida a Alonso Cano, vemos una de las constantes del arte barroco surgido tras la Contrarreforma y el Concilio de Trento que intenta conmover la devoción del espectador mediante los sentimientos, en este caso mediante el artificio dramático que fusiona la infancia y la pasión de Cristo. Desgracia- damente no termina de ser clara su autoría, aunque su atribución a Cano se avala por la extraordinaria calidad de la pieza, por su serena y contenida belleza, por el minucioso tratamiento del ropaje, por su carga emocional, que evita la exageración de los gestos, etc.
Parece que pudo ser realizada hacia 1657 cuando Cano se traslada por unos meses desde Granada a Madrid.


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San Diego de Alcalá. En los años cincuenta del siglo XVII Alonso Cano interviene muy activamente en una de sus empresas más interesantes y completas de toda su carrera. Nos referimos a la iglesia del convento femenino del Santo Ángel Custodio, de la que dio sus trazas, para la que pintó una serie de lienzos sobre la vida de la Virgen, y para la que además talló, en colaboración con su discípulo Pedro de Mena, cuatro esculturas de algo más de dos metros de altura cada una (2,03 m), para decorar las esquinas del crucero. Desgraciadamente la iglesia fue destruida en 1810 durante la invasión francesa, y su patrimonio fue desperdigado


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Escultura del Cristo de Lekaroz. La conferencia trató de las circunstancias que rodearon el envío del Cristo de Alonso Cano de Lekaroz en 1891 y su emplazamiento anterior en el convento benedictino de Monserrate de Madrid, donde lo registran las fuentes del siglo XVIII y su posterior traslado a la Academia con motivo de la desamortización en 1837. El Crucificado fue realizado por Cano en Madrid entre 1656 y 1658 a instancias de la reina doña Mariana de Austria lo que dota a la obra de una significación especial.La conferenciante hizo a continuación una revisión crítica de las supuestas restauraciones y modificaciones que había sufrido la escultura para concluir que se trataba de una obra totalmente de la mano de Cano sin modificación posterior


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San Juan Bausita (a partir de 1634). Escultura en madera policromada, obra de Alonso Cano. Procede de la iglesia de San Juan de Palma en Sevilla. Museo Nacional Colegio de San Gregorio, Valladolid


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Santa Teresa de Jesus de Alonso Cano, realizada en 1628



Intervención de Alonso Cano en la Catedral de Granada

Alonso Cano en la Catedral de Granada (1601-1667) Su padre, Miguel Cano, era un prestigioso ensamblador de retablos de origen manchego. Junto a él Alonso aprendió sus primeras nociones de dibujo arquitectónico y de talla en madera y muy pronto comienza a descubrirse su enorme talento. En 1614 se traslada a Sevilla, donde aprende pintura de la mano de Francisco Pacheco, maestro de Velazquez, y escultura de Juan Martínez Montañés. En 1624, dos años antes de obtener el título de Maestro Pintor, realiza su primer cuadro, un San Francisco de Borja con la inconfundible huella de Pacheco. Fue durante varios años compañero de Velazquez. Sus obras fueron una mezcla entre el manierismo italiano y el Barroco... Más info


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La Inmaculada del fascistol, 1655-56, obra escultórica maestra de Alonso Cano conservada en la sacristía de la Catedral de Granada. Esta pequeña escultura fue labrada en 1656 para el facistol del Coro. La peana de plaza se hizo en 1754 y la urna en 1715. La escultura granadina del siglo XVII es comparable en su interés a la arquitectura y a la pintura.

Esta Inmaculada, tallada en madera de cedro entre 1655 y 1656 y de tan sólo 55 cm de altura, es posiblemente la escultura más importante de Alonso Cano y una de las más emblemáticas de la imaginería española del siglo XVII. Fue realizada para rematar el gran facistol catedralicio, diseñado por el propio Cano, aunque su extremada belleza hizo que el cabildo decidiera trasladarla a la sacristía para facilitar su contemplación.


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Escenas de la vida de la Virgen. Entre 1652 y 1664, Alonso Cano realiza en la Catedral de Granada uno de los conjuntos más importantes de todas las series de pintura del arte español, representando la vida de la Virgen. Se le encarga la realización de siete monumentales lienzos (4,51 x 2,52 m) de terminación en medio punto, para otros tantos huecos del cuerpo principal de la Capilla Mayor de la Catedral granadina, que irían colocados a gran altura y debajo de las vidrieras del cuerpo alto.


La Vida de la Virgen en la catedral de Granada. Alonso Cano


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Inmaculada. 1662-1663. Este lienzo no es el primero de la serie de Alonso Cano, que comenzó en el año 1652 con el tema de la Encarnación, sino el que pintó en quinto lugar. Catedral de Granada. Obra de Alonso Cano.


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Nacimiento de la Virgen. El lienzo es de 1663-1664, un año posterior al de la Inmaculada y es el sexto en el orden de realización de la serie. Catedral de Granada. Obra de Alonso Cano.


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Presentación de la Virgen en el Templo. Es el tercer cuadro, se concluyó en el mismo año 1664 y es el último con el que terminó la serie de los siete cuadros. Catedral de Granada. Obra de Alonso Cano.


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Encarnación (no Anunciación). Es lo que contemplamos en el cuadro central de la Capilla Mayor, respondiendo a la advocación de la Encarnación de la Catedral de Granada. Obra de Alonso Cano.


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Visitación. Óleo sobre lienzo. Catedral de Granada. Obra de Alonso Cano. Este lienzo es solemne por los elementos arquitectónicos que recoge para insertarlo en el espacio de la Capilla Mayor y ayudar a la verticalidad. Es ahí en la columna, formando parte de la decoración de la pilastra, tras Isabel, donde reconocemos el año 1653 como el de su composición. Catedral de Granada. Obra de Alonso Cano.


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Presentación de Jesús en el Templo y Purificación de la Virgen. Cumplido el tiempo de la purificación de la Madre, según la Ley de Moisés, es preciso ir con el Niño a Jerusalén para presentarle al Señor.

La Sagrada Escritura nos dice que Cristo procedía de los pobres de Israel, por eso, cuarenta días después del nacimiento, la Virgen con San José ofrecieron sólo dos tórtolas con la sencillez, la pureza y la bondad que nos deja ver el cuadro de Alonso Cano.

Este cuadro fue realizado entre 1655 y1656, pero no fue acabado totalmente por tres motivos fundamentales:

a) por su ordenación sacerdotal

b) por otros encargos en Granada

c) porque hizo en ese tiempo la Inmaculada para el facistol

El retraso de este lienzo suscitó un pleito con el Cabildo, que no estaba conforme con su trayectoria. En 1664 lo retoca y le da pinceladas más alegres, en concreto, la capa dorada de San José, que sólo aparece esta vez en la serie.


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Asunción. Declara la Iglesia que María ha sido llevada por Dios, en cuerpo y alma, a los cielos. Jesús quiere tener a su Madre, en cuerpo y alma, en la Gloria. —Y la Corte celestial despliega todo su aparato, para agasajar a la Señora. La Trinidad recibe y colma de honores a la Hija, Madre y Esposa de Dios. En consonancia con la alegría del momento, se observa una paleta rica y vibrante, con colores claros, vivos e influencia de Tiziano, con azules, blancos y rojos, colores dados con fuerza en el manto de la Virgen, los vestidos y las nubes que hacen de base.


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Cabeza de San Juan de Dios. Alonso Cano. Museo de la Capilla Real, Granada


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Catedral de la Encarnación de Granada, Alonso Cano esculpió su fachada. El templo es una de las obras cumbres del Renacimiento español.

Con la llegada de la política centralista de Felipe II y, especialmente, con la expulsión de los moriscos de 1609, la región perdió gran parte de su fuerza económica y quedó relegada frente a otros centros locales. Sin embargo, sí se continuó desarrollando proyectos artísticos de importancia. Es el caso de la reforma de la fachada principal emprendida por Alonso Cano (1601 – 1667) en 1664 en la que se introdujeron elementos barrocos.


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Ave Maria, detalle. Exterior de la Catedral de Granada


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Catedral de la Encarnación de Granada. La magnificencia del proyecto de Alonso Cano hubiese sido aún mayor si se hubieran erigido las dos grandes torres de ochenta y un metros de altura previstas en los planos.


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El proyecto no fue terminado por diversos problemas, entre ellos la muerte de Alonso Cano en 1667, y otros económicos, por lo que finalmente, en 1684, la Catedral quedó con una torre, formada solo por tres cuerpos en lugar de los seis previstos y con un total de cincuenta y siete metros de altura.


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Alonso Cano está enterrado en la cripta de la Catedral de Granada.



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El pintor, arquitecto y escultor español Alonso Cano de Almansa (Granada, 1601 – 1667). Medallón incrustado en la fachada del Museo del Prado, Madrid.

Alonso Cano (1601-1667) es, sin duda, el artista más completo del Siglo de Oro español: pintor, dibujante, grabador, retablista, diseñador, arquitecto, escultor... Cultivó las artes en sus más variadas manifestaciones y se constituyó en figura central del siglo XVII, aunque nunca ha sido suficientemente destacada en su justa medida.

Alonso Cano se relacionó con colegas artistas como Pacheco, Martínez Montañés, Velázquez o Zurbarán; pero también conoció grandes figuras del mundo intelectual de su tiempo. En su biblioteca figuraban obras literarias de Góngora, Gracián y Quevedo, lo que propició que su arte se alimentara de los más variados saberes. Su impronta artística se perpetuó también entre sus excepcionales discípulos: Pedro de Mena, José Risueño, Herrera Barnuevo o José de Mora.

Todo ello lo hace merecedor de los homenajes que se están celebrando en el cuarto centenario de su nacimiento. En este espacio, preparado por Susana Calvo Capilla y Juan Carlos Ruiz Souza, el Centro Virtual Cervantes pretende presentar una muestra selecta del hacer artístico de Alonso Cano en sus diversas facetas creativas.

Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado el trabajo recopilatorio y que sirva a los aficionados al arte, para conocer un poco mejor al genial artista barroco español Alonso Cano. Sinceramente, pienso que estando bien considerado en general, no está lo suficientemente reconocido ni valorado internacinalmente... posiblemente si hubiese encontrado en España un mecenas "tipo Médicis" hubiese sido comparable su obra, con los más grandes artista italianos del recacimiento.

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megaurbanismo
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Re: ALONSO CANO

Mensaje por megaurbanismo » Mar, 07 Dic 2021, 18:15

La curiosa historia de La "Inmaculada de Alonso Cano"
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La Inmaculada de Alonso Cano. Hospital de los Venerables. Centro de investigación Velázquez. Fue recientemente adquirida en Febrero de 2009. Adquirido tras largas negociaciones por la Fundación Focus-Abengoa para integrar la colección del Centro de Investigación Diego Velázquez. La directora general de la Fundación, Anabel Morillo León, y el asesor científico del Centro Velázquez, Benito Navarrete Prieto, desvelarán esta tarde a los medios los secretos que rodean la compra de lapintura.
Algunos la atribuyen a Velázquez. Otros, a Alonso Cano. En lo que los expertos no se dividen es en valorar la belleza y la importancia de La Inmaculada, un lienzo de 142 x 98,5 centímetros recién rescatada por la Fundación Focus-Abengoa de Sevilla de una peripecia histórica de proporciones épicas. Se trata, apuntan esos entendidos, de una obra clave para entender la pintura del autor de Las meninas y como tal se ha incorporado a la colección del Centro de Investigación Diego Velázquez de la capital andaluza.
Está pintada en Sevilla entre 1618 y 1620, parece ser en el obrador de Francisco Pacheco y en el seno del debate en torno a la Inmaculada Concepción.
Tras siglos de idas y venidas, el lienzo adquirió protagonismo en el mundo del arte cuando Sotheby’s no consiguió venderlo en una subasta celebrada en 1994 en Londres. La puja más alta, cuatro millones de libras (unos 800 millones de pesetas de entonces) quedó muy lejos del precio acordado -y no desvelado- entre la casa de subastas y el dueño de la obra, el marchante de arte francés Charles Bailly.
Dos grandes especialistas han estado en el centro del debate sobre esta obra. La Inmaculada ha sido atribuida a Alonso Cano por el profesor y ex director del Museo del Prado Alfonso Pérez Sánchez y a Velázquez, por el profesor estadounidense Jonathan Brown. Pérez Sánchez es también asesor de la Fundación Focus-Abengoa, que prefiere no dar ninguna cifra sobre el coste económico de la adquisición.
Pese a todos estos datos, existe aún una línea de investigación que defiende que el autor del cuadro sería Velázquez. Es la asumida por el investigador norteamericano Jonathan Brown, para quien esta Inmaculada que perteneció a la colección del deán López Cepero, de la Catedral de Sevilla, es una obra de enorme valor que resume la experiencia adquirida por Velázquez mientras era discípulo de Pacheco.
Sea como sea, nadie niega su “indudable cercanía” a Velázquez (1599-1660) en el uso de los pigmentos y en su técnica. Focus-Abengoa señala, además, la carencia de “obras representativas de Alonso Cano (1601-1667) de este momento” como otro factor para su adquisición. Finalmente, destaca que La Inmaculada representa “un testimonio de la interacción entre pintura y escultura, al comprobarse en ella la influencia de la escultura del momento. Tanto la de Juan Martínez Montañés como la del propio Alonso Cano”.
Una joven virgen rodeada de un halo de luz solar, en actitud de oración, con la cabeza cubierta de doce estrellas y la luna a sus pies. Se trata de un cuadro único, una rareza, una obra maestra de la etapa sevillana de Diego de Silva y Velázquez
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Detalle de la Inmaculada de Alonso Cano
Descubrimiento. La historia del descubrimiento de esta Inmaculada Concepción, según contaba el diario El País en 1994, tuvo “algo de curiosa y de rocambolesca porque, tal como explicó el propio Bailly, el velázquez llevaba años encerrado en una miserable chambre de bonne en París. Cuando los dueños decidieron venderlo en subasta pública, en 1990, a un precio inicial de 400.000 francos, no se atrevieron a atribuírselo al pintor sevillano, limitándose a catalogarlo como un lienzo producido en el “círculo de Velázquez”. Pero Bailly, que, según sus palabras entonces, quedó deslumbrado por la visión de esta Inmaculada, de belleza casi sensual, no tuvo dudas. “Desde el primer momento en que mi hermano y yo vimos el cuadro supimos que estábamos ante una obra de arte de categoría suprema”, dijo entonces el marchante.
También fue tajante la restauradora Zahira Veliz: “La utilización de los tonos marrón tierra, no sólo en el cielo, sino en la propia túnica de la Virgen, además del recurso al esmalte en el firmamento, mezclado probablemente con azurita, son técnicas muy velazqueñas, en esa primera etapa de juventud del pintor”.
Con esas credenciales, pues, aunque con la sombra de Alonso Cano pisándole los talones, llega mañana esta Inmaculada a la ciudad mariana por excelencia.
El cuadro se presentará hoy en la fundación y se expondrá al público en el Centro de Investigación Diego Velázquez a partir de mañana. Una y otra institución están ubicadas en el Hospital de los Venerables, en el Barrio de Santa Cruz de Sevilla, pleno centro histórico.

Fuente: diariodesevilla

Añado la pieza del trabajo dedicado a la Escuela Granadina de Escultura, donde Alonso Cano tuvo un papel protagonista, siendo para mí el máximo exponente de la misma, creando grandes obras y dejando un taller con notables artistas tanto en la escultura, la imaginería o la escultura, no sólo en Granada, Andalucia o el resto de España.
Este trabajo recopilatorio está dedicado a la Escuela Granadina de Escultura y el significado e influencia que ha tenido en la Artes en nuestro país desde los siglos XVI y hasta el XIX.
La extraordinaria actividad artística desarrollada en la Granada renacentista, con la presencia de grandes artistas nacionales y extranjeros, fue la que preparó la base para que surgiera esta escuela de escultura, plagada de grandes maestros como: Diego de Siloé, Alonso Cano, Pedro de Mena, Bartolomé Ordoñez, Diego de Aranda, Baltasar de Arce, Diego de Pesquera, Felipe Vigarny, Jacopo Florentino, Pablo de Rojas, José de Mora y Familia, Alonso de Mena, Pablo de Rojas, Torcuato Ruiz del Peral, Pedro Duque Cornejo y Roldán, Pedro Antonio Hermoso y el más reciente José Navas-Parejo, José, entre otros.
Espero que os guste la recopilación que he conseguido de estos grande escultores granadinos, que en su mayoría he dedicado trabajos individualizados, y en la medida de lo posible, contribuya en su divulgación.
Escuela Granadina de Escultura
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Sagrada Familia. Obra de Diego de Siloé actualmente en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
La Escuela Granadina de Escultura va definiéndose a través del siglo XVI, hasta concretarse plenamente en el siglo XVII. La extraordinaria actividad artística desarrollada en la Granada renacentista, con la presencia de grandes artistas nacionales y extranjeros, fue la que preparó la base para que surgiera esta escuela de escultura.
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San Juan Bautista. Escultura en madera policromada que representa a San Juan Bautista, obra del escultor barroco Alonso Cano (Granada, 19 de marzo de 1601 - 3 de octubre de 1667). La obra fue contratada en 1634 para el retablo mayor de la iglesia de Villana de San Juan de la Palma. En la actualidad se encuentra custodiada en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
Los nombres que marcan los tres momentos de iniciación, desarrollo y culminación de esos rasgos granadinos son, respectivamente, Diego de Siloé, Pablo de Rojas y Alonso Cano. Los rasgos fijados por el estilo del último son los que propiamente atribuimos a la escuela granadina.
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Felipe Vigarny - Virgen con niño, relieve tallado en mármol por el Arquitecto y escultor de ascendencia francesa Felipe Vigarny, actualmente en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
De todos los artistas citados es Diego de Siloé, el que, no sólo por su afincamiento en la ciudad, sino por la potencia y variedad de su arte, logró atraer y crear un grupo de seguidores con quienes se inicia una escuela local...
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Baltasar de Arce - El Señor Atado a la Columna. Probablemente, perteneció a la Hermandad del Corpus Christi de Granada que la formaban artistas de la ciudad y tenía su sede en los Hospitalicos. En esta iglesia está enterrado Alonso de Mena.
Baltasar de Arce (?-1564). Escultor español, discípulo y continuador de Diego de Siloé. Trabajó en la ciudad de Granada desde 1558 a 1564, año en que falleció. En el museo granadino de la Alhambra existe de él una imagen mutilada de la Virgen sentada con el Niño.
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Diego de Aranda - Calvario iglesia del Sagrario de Granada, bajo la advocación de Cristo de la Salud. Diego de Aranda (s. XVI). Escultor español del siglo XVI, nacido en Granada. Era discípulo y amigo de Diego de Siloé y trabajó con él en la catedral de Granada. Es autor de las imágenes que adornan las portadas de las iglesias granadinas de Santa Ana y San Ildefonso. También intervino en los pedestales del testero oriental del palacio de Carlos V.
... El más fiel continuador fue Diego de Aranda; pero los que dan la nota más personal son Baltasar de Arce y Diego de Pesquera. El primero con su «Cristo a la columna» de la iglesia de los Hospitalicos, que nos ofrece una figura de violento movimiento concentrado, típicamente manierista, pero de intensidad expresiva prebarroca. Con más brío y grandiosidad se muestra en la figura central del fragmentado retablo mayor de la iglesia de S. Cristóbal.
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Imagen de Mercurio en la fuente del mismo nombre en la Plaza de San Francisco de Sevilla. Obra de Diego de Pesquera (segunda mitad del s. XVI) Escultor español. Su obra, en la que se percibe la influencia italiana, en especial la de Miguel Ángel, está documentada en Granada en 1563, y en Sevilla entre 1571 y 1580. Sus Virtudes de la sala capitular de la catedral de Granada y el grupo de Santa Ana, la Virgen y el Niño de la misma catedral revelan su perfecto dominio de la piedra, así como también sus esculturas Julio César y Hércules en la alameda sevillana.
Pesquera, formado en Roma según Gómez Moreno, vino a trabajar con Diego de Siloé, logrando dentro del estilo de éste acentuados efectos de finura de modelado con rasgos expresivos de tierna y desmayada sensibilidad. Trabajó en la Catedral, y destaca entre su obra la portada de la Sala capitular, con figuras de Virtudes en las que se extreman dichos rasgos. El artista pasó después a Sevilla y se pierde su huella en 1580.
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El Entierro de Cristo - Jacopo Florentino (Jacopo Torni), el Indaco (Jacopo da Torni, L'Indaco), (Florencia, 1456 - Villena (Alicante), 1526). Grupo escultórico en madera policromada. 195 x 255 cm. Entre 1521 y 1526. Museo de Bellas Artes de Granada. Procedencia: Monasterio de San Jerónimo, Granada.
Los contactos con dicha ciudad, en un intercambio de artistas e influencias, constituyen un rasgo distintivo de los decenios finales del siglo XVI. Así, como ejemplo importantísimo para el desarrollo de ambas escuelas, tenemos que destacar el monumental retablo del monasterio de San Jerónimo realizado hacia 1585. Se ha atribuido a Vázquez el Mozo, pero muy bien pudiera ser obra del granadino Melchor de Turín -o Torines- que se inició en Sevilla en el taller de Vázquez el Viejo, con quien colaboró después en alguna obra importante. Responde su estilo a un templado manierismo, seducido por la composición clara y la noble belleza de tipos y actitudes.
Realizado para el enterramiento del Gran Capitán, en el altar mayor del Monasterio de San Jerónimo, este grupo escultórico representa el Entierro de Cristo. En un primer término, Cristo yacente es colocado sobre un sarcófago por José de Arimatea y Nicodemo. En un segundo plano, la Virgen María llora la muerte de su hijo, acompañada por San Juan, María Magdalena y María, madre de Santiago el Menor. Realizado en madera policromada, dorada y estofada, destaca el suave modelado del cuerpo de Cristo, cuyo rostro aparece tranquilo y sereno. Las restantes figuras muestran un dolor sereno y contenido -característica de lo que será la escuela granadina- que nos recuerda al grupo escultórico del Laoconte.
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Martínez Montañés - Santo Domingo de Guzman penitente, del año 1607. La policromía fue realizada por Francisco de Pacheco. La escultura fue encargada para el convento de Porta Coeli, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Juan Martínez Montañés (Alcalá la Real, Jaén, 1568 - Sevilla, 18 de junio de 1649) fue un escultor español que trabajó entre la escultura del Renacimiento y la del barroco. Se formó en Granada con Pablo de Rojas y completó su educación en Sevilla, donde se estableció para el resto de su vida, convirtiéndose en el máximo exponente de la escuela sevillana de imaginería.
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Pedro de Mena - Magdalena Penitente en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Escultura de María Magdalena meditando sobre la crucifixión. Concebida con un intenso realismo, destaca en ella el bello rostro consumido por un fervoroso sentimiento de místico amor, magníficamente reflejado en la emotiva mirada dirigida al crucifijo que sostiene con una de sus manos, aislando a la santa del entorno y desligándola del mundo terrenal. Destaca el virtuosismo de la talla, con el que consigue magníficos efectos realistas en el tratamiento de las calidades.
Siglo XVII
A ese momento corresponde Rodrigo Moreno, del que sabemos hizo un «Crucificado» para Felipe II y que se dice fue maestro de Pablo de Rojas, figura ésta que marca el paso a una nueva época y el surgir de la gran imaginería andaluza. Centró la actividad escultórica de Granada y fue maestro de Martínez Montañés, quien conserva rasgos de esta formación.
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Pablo de Rojas -Nazareno de las Angustias. Iglesia de las Angustias (Granada, 1586). Había nacido hacia 1549, hijo de un pintor de origen sardo (había castellanizado su apellido de "Raxis" por "Rojas") establecido en Alcalá la Real y casado con una alcalaína; hacia 1579 se traslada a Granada, donde se forma con Rodrigo Moreno y establece taller en la parroquia de Santiago, lugar de residencia de muchos artistas que trabajaban en las numerosas iglesias y conventos que por aquellos años se levantaban en la ciudad. Fue maestro de Martínez Montañés.
A Pablo de Rojas corresponde en 1605 la ampliación del citado retablo, donde trabajan también sus colaboradores. De ellos destaca Martín de Aranda, que recoge su arte, aunque sin su vigor y nobleza, y, sobre todo, Bernabé de Gaviria, con quien evoluciona su estilo con una libertad, brío y dinamismo de aliento barroco. Conocemos por Gómez Moreno algunas fechas de su actividad entre 1603 y 1622 en que murió. De sus obras destaca de lo conservado el colosal «Apostolado» en madera dorada -terminado en 1614- en la Capilla mayor de la Catedral. Las diez figuras que realizó sorprenden por la grandiosidad de sus tipos y la valentía y dinamismo de sus gestos y actitudes, que si en algunos casos suponen una complicación violenta manierista, otras tienen una impetuosidad de movimientos de pleno barroco.
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Nazareno de Monturque (Córdoba), de 1662. Bernardo de Mora (Porreras, 1614-Granada, 1684) se instaló en Granada desde 1650 . Entró en el taller de escultura de los Mena y, más tarde, lo dirigió. Junto con Pedro de Mena fueron discípulos del maestro Alonso Cano, de los cuales recibió una notoria impronta que se puede observar en sus obras: Virgen de las Angustias, San Miguel, San Rafael y San Juan de Dios.
Como contemporáneos de Pablo de Rojas hemos de destacar también a los hermanos Miguel y Jerónimo García que, desligados de la vida de los talleres, trabajaban juntos y que ya en 1600 eran famosos, sobre todo por sus esculturas de barro. Sobresale entre todo lo que se les atribuye un importante grupo de Ecce-Homos, de gran variedad de tipos y todos ellos de cuidada técnica y honda emotividad. Unos son de muy pequeño tamaño, finísimos de modelado y policromía; pero en contraste se nos ofrece el de la Cartuja, mayor que el natural, donde se hermanan formas nobles y musculosas con detalles de observación realista, acordes con una intención devocional popular. La estrecha relación con esta obra obliga a atribuirles el grandioso «Crucificado» de la Sacristía de la Catedral que constituye el antecedente inmediato del «Cristo de la Clemencia» de Montañés.
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José de Mora - Ecce-Homo. Escultura en madera policromada, 58 x 49 x 25,5 cm. Museo de Bellas Artes de Granada. Entre 1675 y 1700. Procedencia: Convento del Ángel Custodio, Granada.
El estilo del gran maestro Alonso Cano se impuso de manera decisiva y tiránica en todas las artes. Así, el joven Mena evolucionó de acuerdo con este influjo, aunque dando una vigorosa nota personal de intenso realismo. Tras de él como último gran discípulo destaca José de Mora y Familia, hijo de Bernardo, que estiliza los tipos y sutiliza la expresión hasta la ensoñación mística. Con su hermano Diego el arte canesco se hace superficial y decorativo; pero de él brota con brío el arte de José Risueño, que vuelve a Cano y estudia directamente el natural, dando una nota de sobrio realismo, pero con sensibilidad abierta también a la gracia y belleza delicada.
El tema del Ecce-Homo como prototipo de las imágenes de la Pasión de Cristo adquiere una gran importancia en la Granada barroca. Siendo un tema muy repetido por José de Mora, el que predomina es el modelo contrarreformista, muy expresivo de la sensibilidad granadina individualista e intimista, que prefiere la imagen aislada en la soledad de una capilla o incluso más cercana, en la intimidad de la casa. José de Mora, durante su periodo de madurez creativa, realiza los tipos iconográficos de los bustos de Ecce-Homo y Dolorosa, realizados en pequeño formato. Es uno de los artistas que más éxito alcanzó, tanto por su número como por la calidad en la ejecución de estas figuras. La talla se encuentra cortada a la altura de los hombros con expresión estática y contemplativa, tristemente resignada. Cristo viste una túnica púrpura y debió de llevar una corona de espinas, a juzgar por los agujeros en la sien y el cráneo. Las manchas y gotas de sangre en la frente y la cara, así como los hematomas de los pómulos, son restos de la flagelación. La cabeza inclinada hacia delante y girada hacia la derecha, las facciones alargadas del rostro y la mirada baja, responden a la tipología que caracteriza a Mora. La boca entreabierta, la cabellera larga y la incorporación de la cuerda como elemento iconográfico de la Pasión hacen que esta imagen sea una de más conseguidas. Procede de Convento del Ángel Custodio de Granada, al igual que el busto de la Dolorosa con el que forma pareja y que también se encuentra en el museo.
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José Risueño - El Cristo del Consuelo o de los Gitanos. Es una escultura de José Risueño. Es un Cristo muerto (1698) de cuatro clavos, con los pies apoyados en un subpedáneo, que se inspira en las versiones de Zurbarán y muestra el mismo deseo de turalismo cercano que el de Mora. El cuerpo, al que el paño de tela encolada pone un contrapunto de agitación barroca, cae a plomo, recto, sin torsión, con toda la pesadumbre de la muerte reciente, que todavía no ha borrado la tensión de las cejas ni bajado la hinchazón del pecho. El modelado de las piernas, paralelas y frontales, acentúa el naturalismo en los músculos fláccidos, en la fragilidad escalofriante de las rodillas o en la minuciosa talla de los pies. «La carnosidad que consigue hacer brotar de la madera... se aumenta por la aplicación adecuada de una policromía, limpia de sangre, entonada en gamas dominantes verdosas y ocres» (García de la Concha).
Si el barroquismo sobrevive potente en Granada en las letras y en todas las artes, no nos extrañará que del taller de Diego de Mora arranquen otros escultores que mantengan los rasgos de la escuela. Así ocurre con Soledad de Torcuato Ruiz del Peral, nacido en 1708 en un pueblecito de cerca de Guadix, que formado con el citado maestro, le encontramos en 1737 al frente de un taller propio.
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Soledad de Torcuato Ruiz del Peral. Estuvo muy influido por los hermanos De Mora. José de Mora, fue el más conocido, aunque el que más influyó en la formación de Ruiz Peral, fue Diego, del que se le considera su mejor discípulo. Se trata de uno de los escultores más importantes de la imaginería barroca española, especialmente la andaluza; junto a José de Mora y familia, y especialmente Alonso Cano, ocupa un lugar preeminente en la escuela barroca granadina (ss. XVII y XVIII).
Independiente de los ecos del barroco italiano y del rococó francés, mantiene los tipos granadinos, sobre todo de José de Mora, pero buscando nuevos efectos compositivos y expresivos en los que se une la suavidad de rostros con el vigoroso movimiento de grandes pliegues con violentos efectos de policromía. Se explica que tallara la imagen más procesional de toda la escuela, cual es la «Virgen de las Angustias» de S. María de la Alhambra. Entre su variada producción destacaba el conjunto de pequeñas figuras de la sillería de coro de la catedral de Guadix -destruido en 1936-, donde realizó otras obras importantes. Junto a lo citado, su mejor creación en Granada es el «S. José con el Niño de la mano» en su iglesia parroquial. Su taller fue de gran actividad hasta su muerte en 1773.
Procedente del mismo taller hay que citar a Agustín de Vera Moreno, menos personal en su arte, pero con algunos aciertos, sobre todo en imágenes de San José -en las Carmelitas Calzadas-. Destacó sobre todo en la escultura en piedra, como vemos en las imágenes hechas para la iglesia del Sagrario y el trascoro de la Catedral, y falleció en 1760.
Los demás escultores que trabajan en Granada en los años de Peral y Vera dan una nota análoga, pero con escasa personalidad. Así Juan José Salazar, Ramiro Ponce de León, Pedro Tomás Valero y Martín José Santisteban. De sentido distinto es la obra del pintor y escultor Diego Sánchez Sarabia, de culta formación y académico de número de la Real de S. Fernando.
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Pedro Duque Cornejo y Roldán - Sillería del coro de la catedral-mezquita de Córdoba. Obra maestra de Pedro Duque Cornejo y Roldan. Además de la escultura religiosa, cultivaría la retablística, el dibujo y el grabado. Miembro de una de las más célebres sagas de artistas españoles. Su padre fue el escultor José Felipe Duque Cornejo, su madre la pintora Francisca Roldán y Villavicencio, su tía Luisa Roldan y Villavicencio "La Roldana" y su abuelo materno el patriarca del clan: Pedro Roldán y Onieva, cuyas maneras y las del italiano Gian Lorenzo Bernini serían sus fuentes de inspiración.
Entre 1714 y 1718 trabajó en Granada y dejó buenas obras el cordobés Pedro Duque Cornejo y Roldán, pero su vigoroso arte, con aparatosidad barroca de ascendencia italiana, dejó escasa huella en la obra de todos esos escultores nombrados. Tampoco pesó en la evolución de la escuela la venida en 1780 del escultor francés Miguel Verdiguier, que trabajó en la Catedral en los relieves de su fachada y en la capilla de S. Cecilio, con arte que marca el paso del rococó al neoclasicismo. Menos aún pesó el arte del escultor neoclásico Juan de Adan, que trabajó en la Catedral, y tras de él el catalán Jaime de Folch, aunque se pueda recordar al granadino discípulo del primero Pedro Antonio Hermoso, muerto en 1830.
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Retablo de la Capilla de la Antigua en la Catedral de Sevilla. Obra de Pedro Duque Cornejo y Roldan. En Sevilla, en la catedral hizo las esculturas del retablo de la Virgen de la Antigua. En 1706 se le encargan las estatuas, angelotes y medallones en mármol del desaparecido retablo del crucero de la Iglesia del Sagrario, y en 1711 hace el retablo de la iglesia de San Lorenzo.
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Pedro Antonio Hermoso - Tres escenas taurinas ('El picador herido a caballo', 'Picador herido acompañado por los toreros' y 'Pepe Hillo señalando al toro muerto entre Costillares y otros dos toreros'). Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Pedro Antonio Hermoso (Granada, 1763-Madrid, 1830) Escultor español. Fue escultor de cámara de Carlos IV y Fernando VII. De formación académica y orientación neoclásica, es autor de retablos y estatuas de San Juan de Dios (Madrid) y Moisés (Museo del Prado).
La escuela granadina continuó su evolución con modestos artistas seguidores de Peral, entre los que destaca Felipe González, cuyas obras enlazan con la de su hijo Manuel, que vive hasta mediados del siglo XIX y que nos ofrece imágenes como el «Niño Nazareno» del convento de los Ángeles y la «Soledad» de la iglesia de Sto. Domingo, que creeríamos ser obras de mediados del siglo anterior. Se produce como una vuelta a Cano y sus discípulos, rasgo que perdura en la imaginería hasta en los escultores barristas en la segunda mitad del S. XIX, Francisco Morales y Fernando Marín, con familiares y discípulos que siguen el arte de ambos y que mantienen los rasgos de la escuela hasta finalizar el siglo. Entre estos últimos destacan Pablo de Loyzaga y su discípulo José Navas-Parejo, José como últimos exponentes de esta escuela.
Capilla Real. Catedral de Granada
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Bartolomé Ordoñez, autor del Mausoleo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso en Capilla Real de Granada (a la derecha) y a la izquierda el de los Reyes Católicos, realizado por Domenico Fancelli.
Las imágenes góticas traídas a Granada en la época de los Reyes Católicos, aunque centraran la devoción, no pudieron actuar en el desarrollo de una escultura local. Fue la actividad aludida de los años del Emperador la que, teniendo como núcleo inicial las obras reunidas o realizadas en la Capilla Real, actuó en el desarrollo de la vida artística de Granada.
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La tumba de los Reyes Católicos, obra de Fancelli; la de Don Felipe y Doña Juana, debida a Bartolomé Ordóñez; el gran retablo -renovador de traza y de concepción escultórica- hecho por Felipe Vigarny y los trabajos como la «Encarnación» y el «Entierro de Cristo» -hoy en el Museo- debidos a Jacopo Florentino, constituían realizaciones maestras de nueva y variada orientación. A ello hay que unir la inmensa obra que realiza Diego de Siloé, especialmente en el monasterio de San Jerónimo y en la Catedral; y como foco, más aislado, la labor de decoración del Palacio de Carlos V, en la que interviene Nicolao de Carte, el flamenco Antonio de Leval y el discípulo del primero, Juan de Orea, en el que se une un vigoroso realismo con un sentido de la composición y del movimiento de estilo italiano.
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Isabel la Católica. Capilla Real. Catedral de Granada. Obra de Felipe Vigarny
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Fernando el Católico. Capilla Real. Catedral de Granada. Obra de Felipe Vigarny
El maestro Enrique Egas fue el encargado de hacer el proyecto de la catedral de Granada y al mismo tiempo de la Capilla Real. La construcción de esta capilla se realizó entre 1506 y 1517, llevándose a buen ritmo ya que estaría dedicada a panteón real según deseos de Carlos V. La capilla presenta una arquitectura sencilla que enlaza con el tipo de iglesia de una sola nave con ábside poligonal y coro elevado sobre los pies del templo. En un primer momento, don Fernando exigió un austero diseño que sería contrarrestado con la rica decoración que había pensado su nieto.
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Retablo-Relicario de la Capilla Real. Catedral de Granada. Obra de Alonso de Mena.
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Entrada a la Capilla Real. Catedral de Granada.
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Los restos mortales de doña Isabel y don Fernando se trasladaron aquí en 1521, labrando el escultor Domenico Fancelli un exquisito cenotafio en mármol de Carrara, en el que aparecen los monarcas yacentes sobre un lecho, como si de un túmulo exento se tratara, con decoradas paredes en talud. Dependiente de los modelos post-donatellianos ensayados previamente en el sepulcro del Infante don Juan (convento de Santo Tomás, Avila), el monumento funerario de los Reyes Católicos supone una adaptación en suelo español del tipo de sepulcro codificado por Pollaiuolo en la tumba del pontífice Sixto IV. La serenidad clasicista de los dos yacentes y la reducción de los elementos heráldicos enfatizan el papel de las escenas religiosas y alegóricas flanqueadas por los cuatro grandes grifos de las esquinas.
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En 1520 se finalizaba la gran reja con el escudo y los emblemas monárquicos, obra del maestro Bartolomé. El altar mayor se debe a Felipe Vigarny, quien lo realizó entre 1520 y 1522, uno de los primeros retablos platerescos, tallado en madera y policromado, con influencias italianizantes en lo que a la arquitectura se refiere.
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Mausoleo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso en Capilla Real de Granada (detalle)
La Capilla se completa con un segundo cenotafio, el de los reyes Juana la Loca y Felipe el Hermoso, encargado por su hijo Carlos V a Bartolomé Ordóñez en 1519, colocándose en el lugar actual en 1603.
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Retablo mayor de la Capilla Real. Catedral de Granada
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Alonso de Mena - Panel con Carlos V y su esposa en la capilla real de Granada, 1632. Alonso de Mena y Escalante (Granada, 1587 - † Granada, 1646). Fue un escultor barroco español. Continuador del estilo de Pablo de Rojas (1580-1607). Sus imágenes más célebres son las Inmaculadas y los retablos-relicarios de la catedral de Jaén y los de la Capilla Real de Granada, donde realizó los retratos reales del banco así como las imágenes de los santos de las puertas del cuerpo principal. Su hijo Pedro de Mena, fue discípulo suyo y continuador del taller de su padre, que alcanzó tanto o más renombre que su progenitor.
Con ecos de estos artistas, pero con directo y fuerte entronque con el arte de Pablo de Rojas, se ofrece el escultor Alonso de Mena, que marca con su estilo un proceso de observación naturalista, si bien de un realismo estático de lo externo con gestos impasibles. Vivió hasta 1646 y en su taller, centro de la actividad artística granadina, se formaron su hijo Pedro, Bernardo de Mora y Pedro Roldán. Los primeros encargados del taller a la muerte de Alonso, y asimismo otros múltiples discípulos mediocres, cambiaron su estilo con la vuelta de Alonso Cano a Granada en 1652.
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Capilla Real. Catedral de Granada

Nuestra Señora del Carmen de Málaga. Obra de José Navas-Parejo, escultor, orfebre e imaginero, nació en el pueblo malagueño de Álora el 22 de Octubre de 1883. A los siete años marcho con su familia a Granada y se formó profesionalmente en la Escuela de Bellas Artes Industriales de dicha Ciudad.

Pues esto es todo amigos, espero que os haya gustado el trabajo recopilatorio dedicado a la Escuela Granadina de Escultura. La verdad la mayoría de los miembros que la integran tienen una obra excepcional, casi todos representados en este foro en trabajos individuales.
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Re: ALONSO CANO

Mensaje por megaurbanismo » Mar, 07 Dic 2021, 18:18

Nuevas obras en exposición en el Museo del Prado, entre ellas hay dos de Alonso Cano

El Museo del Prado presenta en sus salas un grupo de ocho pinturas que han entrado a formar parte de sus colecciones como adscripciones del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes del año 2013. Se trata de cuadros de distintas épocas y escuelas, una tabla flamenca, seis cuadros españoles y una tela española.

Destacan la Oración en el huerto, una magnífica tela del pintor lombardo Giulio Cesare Procaccini, una tabla del mismo tema de Luis Morales, y dos obras juveniles de Alonso Cano, un periodo sin representación en el Museo.

Además se incorpora a las colecciones del Museo del Prado un San Pedro en lágrimas de gran calidad estética, de un interesante pintor naturalista todavía por identificar.

- San Jerónimo orando (a partir de 1533), Anónimo flamenco (activo h. 1520-1540)
- La oración en el huerto (década de 1560?), Luis de Morales (h. 1515 - 1586)
- Oración en el huerto (1616-1620), Giulio Cesare Procaccini (1574-1625)
- Aparición de Cristo crucificado a santa Teresa de Jesús (1629), Alonso Cano (1601-1667)
- Aparición de Cristo resucitado a santa Teresa de Jesús, o Matrimonio místico de santa Teresa (1629), Alonso Cano (1601-1667)
- Cristo ejemplo de mártires (hacia 1615), Juan de Roelas (¿-1625) y taller (atribuido a)
- Las lágrimas de san Pedro (hacia 1620-1630), Anónimo español (primera mitad del siglo XVII)
- Dios Padre retratando a la Inmaculada (hacia 1690), José García Hidalgo (1645-1717)


Aparición de Cristo crucificado a santa Teresa de Jesús y Aparición de Cristo resucitado a santa Teresa de Jesús de Alonso Cano


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'Aparición de Cristo crucificado a santa Teresa de Jesús', de Alonso Cano. Museo del Prado.

Ambos cuadros representan sendos aspectos de la personalidad de santa Teresa. Uno de ellos alude a su actividad como escritora, lo que a su vez se relaciona con su condición de “fundadora”, y le valió el título de “Doctora de la Iglesia” (1970). La vemos sentada ante una mesa en la que hay un libro y un tintero, en actitud de escribir, mientras recibe la inspiración de la imagen de Cristo crucificado. Su comparación con el Resucitado de la pintura compañera sugiere que estamos ante un “crucifijo”, y no ante la presencia real de Cristo. La otra pintura describe una de las visiones que proporcionaron fama de santidad a Teresa, a quien vemos arrodillada ante la aparición de Cristo resucitado. Ese encuentro aparece narrado en Las moradas, una de sus obras más difundidas. Allí (Morada VII, cap. II) afirma que “se le representó el Señor, acabando de comulgar, con forma de gran resplandor y hermosura y majestad, como después de resucitado, y le dijo que ya era tiempo de que sus cosas tomase ella por suyas, y Él tendría cuidado de las suyas”.

Teresa se sirve de la descripción de ese encuentro para definir cómo se operó en ella el paso desde la “unión espiritual” al “matrimonio espiritual”, un dato importante para precisar el origen de estas dos obras. Desde que ambas se incorporaron a los estudios sobre Alonso Cano, en 1955, se llamó la atención sobre la posibilidad de relacionarlas con el retablo de Santa Teresa del convento carmelita de San Alberto, en Sevilla. Su decoración fue contratada por Alonso Cano en noviembre de 1628, y en el contrato se especificaba el tema de varias de sus pinturas. Aunque no se había podido asociar directamente el asunto de ninguna de estas dos obras con las escenas que aparecen en el contrato, si entendemos que, desde el punto de vista carmelita, la aparición de Cristo resucitado a santa Teresa equivale al “matrimonio místico” entre ambos, es posible ya establecer esa asociación, pues una de las pinturas que Cano se comprometía a realizar tenía como asunto “el desposorio de Cristo y santa Teresa de Jesús”. En cuanto a su compañera, sería uno de los cuadros cuyo tema no especificaba el contrato, y que se dejaban a la elección del padre Francisco de Ortega.


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Aparición de Cristo resucitado a santa Teresa de Jesús, o Matrimonio místico de santa Teresa (1629), de Alonso Cano. Museo del Prado.

La incorporación de estas obras supone un enriquecimiento importante para la colección de Alonso Cano que custodia el Museo del Prado. Hasta ahora, todas sus pinturas en esta institución eran posteriores a 1638, el año en que el artista abandonó Sevilla para establecerse en Madrid. La incorporación es tanto más interesante, cuanto que en esas primeras décadas de su carrera, Cano desarrolló un estilo muy distinto al que cultivaría tras su marcha de Sevilla, y que se caracterizaba por el peso tan importante que tenía en él la técnica descriptiva y la iluminación naturalistas.

Fuente: museodelprado.es

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Re: ALONSO CANO

Mensaje por megaurbanismo » Mar, 07 Dic 2021, 18:22

Intervención de Alonso Cano en la Catedral de Getafe


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La Catedral de Santa María Magdalena es la catedral de la ciudad de Getafe y sede de la Diócesis de Getafe (Comunidad de Madrid). La iglesia está ubicada en el barrio Centro de Getafe, concretamente en la plaza de La Magdalena. Sus arquitectos fueron Alonso de Covarrubias y Juan Gómez de Mora. Comenzó su construcción en 1549 y se finalizó en 1770. Los estilos predominantes son el Renacentista, el Barroco y el Mudéjar de su torre, correspondiente a un templo anterior. Está considerado como uno de los mejores ejemplares de la arquitectura renacentista en la Comunidad de Madrid.


Los retablos de Alonso Cano en la Catedral de Getafe

Alonso Cano nació en Granada en 1601, y murió en esa misma ciudad en 1667. Es una de las figuras más interesantes del barroco español, destacando en pintura, escultura y en la arquitectura. Alonso Cano realizó para esta Iglesia Catedral de Getafe varias de las pinturas del retablo llamado El Nombre de Jesús, y por las que cobró 1.400 reales. También se le supone autor de algunos de los lienzos del retablo simétrico Nuestra Señora de la Paz, que fue labrado por Salvador Muñoz en 1644.


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El retablo de "Nuestra Señora de la Paz", situado en el frente de la nave lateral derecha, sobre la puerta de la antesacristía, fue realizado en 1644 por Salvador Muñoz, arquitecto, vecino de Madrid, por 500 ducados. Contiene este retablo obras de Alonso Cano, Sebastián Herrera Barnuevo y Matías López.


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El retablo del "Santo Nombre de Jesús", está situado en el frente de la nave lateral izquierda. Contiene obras de Alonso Cano y de Francisco Camilo. La construcción de este retablo se le atribuye también a Salvador Muñoz.

El 20 de septiembre de 1645, Alonso Cano recibió el encargo de pintar tres cuadros y tres tableritos para el retablo del "Santo Nombre de Jesús". Los cuadros encargados se referían, uno a la historia de la circuncisión de Jesucristo, otro de Santa Ana con Nuestra Señora en los brazos y otro de Santa Isabel con San Juan Bautista, además de un Jesucristo para la puerta del sagrario y dos tableritos, uno con Santo Tomás de Aquino y otro con San Gonzalo de Amarante.


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Santa Isabel con Juanito de Alonso Cano (166 x 83 cm.)

En un documento fechado el veintitrés de septiembre de este mismo año, el mayordomo de la iglesia solicita autorización para costear, con cargo a la fábrica de la misma, las pinturas del retablo lateral que ya tenían concertado los mayordomos del "Santo Nombre de Jesús" por 500 ducados.


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Santa Ana con la Virgen María (166 x 83 cm)


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San José con el Niño Jesús de Alonso Cano (165 x 77 cm)


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La Circuncisión de Alonso Cano (187 x 130 cm)


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La Anunciación de Alonso Cano (196 x 156 cm)

NOTA: En el inventario realizado por el cura párroco D. Eugenio Nedeo y Moya, al tomar posesión del curato el 14 de abril de 1912, denomina al retablo de "Ntra. Sra. de la Paz" (nave lateral derecha), como el retablo de la Inmaculada Concepción, y al retablo "El Santo Nombre de Jesús" (nave lateral izquierda), como retablo de "Ntra. Sra. de la Paz". Esta denominación, parece deberse a que, según consta en dos inscripciones realizadas en cerámica, y situadas en las paredes de las naves colaterales, la nave colateral derecha o del lado de la epístola, llamada hoy de San Ildefonso, se llamó hasta 1816 de la Paz. Al contrario, la nave lateral izquierda, en cuyo frente se encuentra situado el retablo "El Santo Nombre de Jesús" y que se denominó hasta 1816 del Niño, se denomina hoy de la Paz.


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Ecce Homo de Alonso Cano (50 x 29 cm.)

Otros autores denominan Santa Isabel de Hungría a Santa Isabel de Portugal y Santa Rosa de Lima a Santa Rosalía. El párroco D. Eugenio Nedeo, en el inventario citado anteriormente, denomina San Juan de la Cruz a San Ignacio de Loyola y Santa Quiteria a Santa Isabel de Hungría.


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Vista de la Catedral de la Magdaleba de Getafe (Madrid)

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Re: ALONSO CANO

Mensaje por megaurbanismo » Mar, 07 Dic 2021, 18:24

Alonso Cano en el Museo de Bellas Artes de Granada

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El Museo de Bellas Artes de Granada se encuentra instalado en el Palacio de Carlos V, obra maestra de la arquitectura renacentista de Pedro Machuca. El museo está situado en el recinto de la Alhambra. En total los fondos del museo albergan más de 2.000 piezas entre cuadros y esculturas.

El Museo de Bellas Artes de Granada es la pinacoteca más antigua de España y la más importante de esta ciudad. Se ubica en el Palacio de Carlos V, en pleno corazón del complejo nazarí de La Alhambra. Las colecciones del museo contienen pintura y escultura fechada entre el siglo XV y el XX, destacando los autores cuyo trabajo se desarrolló en Granada.

Fue inaugurado en 1839 y ha tenido distintas sedes hasta 1958 cuando ya se emplaza en la primera planta del renacentista Palacio de Carlos V, un precioso edificio insertado de forma anacrónica dentro de las construcciones y espacios de la Alhambra. El museo ha ido experimentando cambios importantes a lo largo de todo este tiempo, el último en 2003 cuando se cerró durante cinco años para proporcionarle la tecnología museográfica actual y se replanteó su discurso expositivo.

Las colecciones del Museo Bellas Artes de Granada proceden sobre todo de las desamortizaciones del siglo XIX, con gran presencia de pintura granadina religiosa creada entre el siglo XVI y el XVIII. Con el tiempo, se fueron cubriendo vacíos existentes a través de adquisiciones y donaciones de particulares, así como de la Junta de Andalucía, completando el panorama artístico hasta el siglo XX, y haciendo hincapié en los granadinos más conocidos. Entre los artistas más antiguos figuran interesantes obras de Sánchez Cotán o Alonso Cano, del arte contemporáneo no faltan ejemplos de Manuel Ángeles Ortiz, Manuel Rivera o José Guerrero.

La reapertura del museo en 2008 desveló un nuevo discurso museológico incidiendo en lo que lo más característico de éste: Granada y lo granadino, exponiendo cronológicamente el desarrollo del arte en Granada desde finales del siglo XV, mostrando la importancia histórica de la ciudad como centro artístico de primer orden en el pasado.


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La Sala II se dedica al pintor y escultor granadino Alonso Cano (1601-1667), que influyó enormemente en su ciudad en la segunda mitad del siglo XVII, entre las pinturas de santos llaman la atención San Bernardino y San Juan de Capistrano, o las de San Luis obispo y Santa Clara. A sus seguidores los encontramos en la siguiente sala (la III), entre ellos Pedro de Mena o José de Mora...


Colección del Museo de Bellas Artes de Granada

- El Museo de Bellas Artes de Granada es la más importante pinacoteca de dicha ciudad, una urbe cuya fama radica más en su patrimonio monumental que en el pictórico. Esto explica el relativo olvido en que ha subsistido esta institución hasta fecha reciente. Tras diversos cambios de ubicación, tiene su sede en el Palacio de Carlos V, notable edificio del Renacimiento anexo a la Alhambra. Fue inaugurado en 1839 y es por ello la pinacoteca provincial más antigua de España.

- Historia. El Museo de Bellas Artes de Granada hunde sus raíces en el proceso desamortizador promovido por el ministro Juan Álvarez Mendizábal en el siglo XIX. Con los bienes artísticos recogidos de los conventos y monasterios suprimidos se organizó el Museo Provincial en el exconvento dominico de Santa Cruz la Real, inaugurándose solemnemente, como testimonia la prensa local de la época, el 11 de agosto de 1839. Es, por ello, dos años anterior al más famoso Museo de Bellas Artes de Sevilla.

No sería ésta la única sede en la que radicaría el Museo a lo largo de su dilatada historia. En 1889 debe abandonar Santa Cruz la Real, siendo trasladados sus fondos artísticos a unos bajos del Ayuntamiento situados en la calle Escudo del Carmen. En 1897, abandona las Casas Consistoriales para ser trasladado a la casa nº 11 de la calle Arandas. Allí permanecería hasta 1923, año en el que cambia nuevamente de ubicación, esta vez a la Casa de Castril, en la Carrera del Darro, donde compartiría espacio con el Museo Arqueológico y la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias. A partir de entonces se retoma la vieja aspiración de ubicar el Museo en el Palacio de Carlos V, que permanecía aún inacabado y sin uso. En 1941 se traslada parcialmente a la planta baja de Palacio, habilitándose para ello tres salas. No obstante, las pésimas condiciones del edificio obligan a retornarlo a la Casa de Castril.

La acción conjunta de dos personalidades claves de la cultura granadina de mediados del siglo XX será decisiva para hacer realidad el proyecto palatino. Por una parte, el tesón de Emilio Orozco Díaz al frente de la dirección del Museo y, por otra, las gestiones de Antonio Gallego y Burín desde la Dirección General de Bellas Artes, de la que fue máximo responsable.

El 6 de octubre de 1958, con motivo de las celebraciones del V centenario del fallecimiento del emperador, se inauguró el Museo de Bellas Artes de Granada en su nueva ubicación de la planta primera del Palacio de Calos V, donde permanece este entonces. El destino cultural fue el principal estímulo para que se concluyera el noble edificio que proyectara Pedro Machuca en el siglo XVI.

El 1984 se llevó a cabo el traspaso de competencias a la Junta de Andalucía en materia de cultura, entre las cuales se encontraba la gestión de los Museos Estatales radicados en la Comunidad Autónoma. El convenio suscrito entonces fue actualizado en 1994, permaneciendo aún en vigor.

En 1994 se inician las obras de remodelación de la planta baja del Palacio de Carlos V para ubicar, entre otras dependencias, el Museo de la Alhambra. La eliminación de la entreplanta existente hasta entonces hizo necesario el traslado de parte de las dependencias del Museo de Bellas Artes al complejo edificatorio conocido como Nuevos Museos.

A finales de 2003 se cierra temporalmente el Museo para acometer las obras climatización y adecuación museográfica, gracias a las cuales se ha dotado al Museo de una moderna tecnología que compagina la conservación de los bienes muebles culturales expuestos con el confort para el visitante.


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Desde la intervención en el Palacio de Carlos V de 1994, el Museo de Bellas Artes de Granada consta de dos sedes:

- Sede expositiva. Situada en la planta primera del Palacio de Carlos V, en ella se ubican los distintos espacios expositivos destinados a exposición permanente y a exposiciones temporales.

- Sede administrativa. Localizada en el módulo dos de los Nuevos Museos, aglutina áreas funcionales como dirección, administración y técnicos, así como el resto de dependencias: áreas de reserva, taller de restauración, archivo y biblioteca.


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Una de las salas del reformado Museo de Bellas Artes de Granada en el Palacio de Carlos V de la Alhambra


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El origen del Museo va a marcarlo profundamente ya que, incluso hoy día, una parte esencial de sus colecciones procede de aquellos fondos desamortizados, que constituyen el grueso de la colección estable, en los que predomina la pintura granadina de tema religioso realizada entre el siglo XVI y el XVIII. Son obras procedentes de monasterios como el de la Cartuja, o series de cuadros que decoraron el interior de conventos como los de San Francisco, la Merced, los trinitarios o los agustinos descalzos. La colección estable también creció en número a lo largo de la pasada centuria, especialmente por la labor desarrollada por Don Emilio Orozco Díaz, director del Museo entre 1956 y 1972, que gestionó numerosas adquisiciones y donaciones con las que, entre otros logros, se cubrió la laguna que hasta ese momento suponía la ausencia de obras de los artistas granadinos de la primera mitad del siglo XX.

Por último, a partir de 1984, el Museo ha recibido un importante impulso en este terreno con la aportación de la Colección de Junta de Andalucía asignada al mismo, colección que está fundamentada en obras de los siglos XIX y XX.

Actualmente la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía ha orientado su política de adquisiciones a cubrir los puntos más débiles de la colección, centrándose en la adquisición de artistas contemporáneos granadinos de reconocido prestigio, como Manuel Ángeles Ortiz, Manuel Rivera o José Guerrero.

Igualmente tras el cierre de las salas del Museo para su acondicionamiento, se han llevado a cabo un importante número de intervenciones sobre las colecciones, que han permito detener el deterioro en unos casos y recuperar sus valores artísticos en otros. Junto con las campañas anuales de restauración, el mayor empuje en esta materia ha sido la preparación de la colección para el discurso expositivo. El trabajo desarrollado en estos cuatro años permitirá que el visitante pueda contemplar las obras que integran la exposición permanente en todo su esplendor.



Obras expuestas de Alonso Cano


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Sala dedicada a Alonso Cano


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Cabeza de San Juan de Dios. Hacia 1660-1665. Escultura en madera policromada, 28,2 cm. Obra de Alonso Cano (Granada, 1601 - 1667). Museo de Bellas Artes de Granada.

Parece que esta cabeza perteneció a una escultura de vestir, que se completaba con el hábito de tela y los atributos iconográficos del santo. La atribución a Cano y la identificación del santo representado, San Juan de Dios, se deben a Manuel Gómez-Moreno González. La obra ha sido realizada con una técnica magistral, en el modelado, en la talla y en la policromía. El volumen de la talla y los rasgos del rostro la asemejan, según Mª Elena Gómez Moreno, con los buenos retratos romanos. El tamaño del cráneo y los perfiles de la cabeza, con pelo corto, resaltan su despejada frente, el arco de las cejas, la nariz aguileña, una bien dibujada boca, y los pómulos y mentón. Pero el elemento facial más sobresaliente son los ojos de cristal, que, junto con la amplitud de dibujo y la talla de los párpados superiores, dan una mirada lejana y absorta, revelando a un hombre fuerte y de espíritu profundo. Su faceta de pintor se refleja en el tratamiento de la policromía, en la que utiliza una imprimación de tono claro rosado para conseguir unas carnaciones de gran luminosidad. A través de unas pocas pinceladas Cano consigue la barba, bigote, cejas y los cabellos de unión con la frente y las sienes. Además de los valores plásticos de esta soberbia obra hay que señalar los devocionales. San Juan de Dios es un santo íntimamente ligado a la devoción de los granadinos ya que en Granada inició su labor de caridad con los pobres enfermos, aquí nació la Orden Hospitalaria y en esta ciudad murió.


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San Diego de Alcalá. Entre 1653 y 1657. Escultura en madera policromada, 199 cm. Obra de Alonso Cano (Granada, 1601 - 1667) y Pedro de Mena (Granada, 1628 - Málaga, 1688). Museo de Bellas Artes de Granada. Procedencia: Convento del Santo Ángel Custodio, Granada.

De la serie de obras que Alonso Cano hizo para la iglesia del desaparecido convento de religiosas franciscanas del Ángel Custodio, se conserva el grupo de las cuatro grandes esculturas que ocupaban las hornacinas de las cuatro esquinas del crucero del templo: San José con el Niño, San Antonio con el Niño, San Pedro de Alcántara y San Diego de Alcalá. Estaban colocadas en alto, tal como demuestran sus composiciones, relacionadas entre sí en sus actitudes y ritmos. Últimamente se afirma que fueron talladas por Pedro de Mena con modelos y colaboración de Cano, que deja su impronta en los tipos y en las cabezas. Quizá sea esta escultura la que mejor consigue reflejar la vida interior y elevación mística del santo, absorto en sus reflexiones interiores y ajeno a todo lo que le rodea. El expresivo rostro se complementa con el acompasado y rítmico movimiento de la pierna izquierda adelantada y de sus manos recogiendo el hábito. El ritmo de la composición de los pies descalzos -adelantado el izquierdo y levemente levantado el derecho- queda estrechamente relacionado con el movimiento de brazos y hombros. El Cano pintor se plasma en la policromía, la estameña del hábito franciscano, pintado a cordoncillo en relieve y contrastando con la tersura de las manos y del rostro. Por otra parte, los tonos de las carnaciones armonizan en profundidad, tanto con el modelado como con el dibujo de la talla. Una vez más, la paleta de Cano resuelve con singular armonía una obra concebida plenamente en lo escultórico con monumentalidad y serena elegancia.


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San Jerónimo penitente en el desierto. Hacia 1660. Óleo sobre lienzo, 170 x 225 cm. Obra de Alonso Cano (Granada, 1601 - 1667). Museo de Bellas Artes de Granada.

En este lienzo, de excelentes resoluciones pictóricas y compositivas, resalta la figura del santo semidesnudo, arrodillado sobre una roca, en el momento que recibe el anuncio de su muerte. Cano coloca junto al santo algunos de sus atributos: entre sus manos la cruz y la piedra con la que se golpea el pecho; el rojo capelo de cardenal colgado sobre la roca; el león al que se dice había curado una de sus patas y le seguía; el libro abierto sobre una calavera, aludiendo a su vida eremítica dedicada al estudio de la Biblia. Un ángel trompetero en escorzo aparece desde un fondo de paisaje azulado, con un minucioso dibujo y un espléndido color; esta figura responde al boceto del ángel trompetero existente en el Museo del Prado. Destacan la pincelada suelta en el ángel; la gradación lumínica desde el oscuro interior de la cueva al exterior, con un brillante de paisaje de arboleda y claro celaje; el modelado del cuerpo de san Jerónimo; y la gama cromática de las tonalidades empleadas. Este importante lienzo debió de ser pintado en torno a 1660, en su última etapa granadina, y fue copiado por algunos de sus seguidores. Tanto el que se encuentra en el Museo del Prado, posiblemente de Bocanegra, como el procedente del Palacio Arzobispal de la Zubia, demuestran la fascinación que despertaban las creaciones del Maestro.


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San Juan de Capistrano y San Bernardino de Siena. Entre 1652 y 1657. Óleo sobre lienzo, 71 x 95 cm. Obra de Alonso Cano. Museo de Bellas Artes de Granada. Procedencia: Convento de San Antonio y San Diego, Granada.

Esta obra formaba parte del desaparecido retablo mayor de la iglesia del convento de franciscanos descalzos de San Antonio y San Diego de Granada, demolido a mediados del siglo XlX. Este convento estuvo ubicado en el Albaicín, al final del hoy todavía Camino de San Antonio. Resuelta la composición en medias figuras, Cano trabajó ambos rostros con la destreza y precisión de un retrato, resultando humanamente cercanos, próximos incluso a la cotidianeidad del espectador, y con una cómplice religiosidad entre ellos. Considerada como una de las obras maestras de Cano, suele destacarse el acierto en representar a los dos santos en actitud de caminar, que sugiere el brío y la voluntad de estos dos predicadores franciscanos. Habiendo rechazado en tres ocasiones la dignidad episcopal, San Bernardino de Siena se dedicó por entero a la predicación, quedando ligado particularmente a la devoción del Nombre de Jesús. Adondequiera que iba llevaba el monograma de Cristo J. H. S. dorado sobre una tablilla y cuando terminaba de predicar lo presentaba a los fieles invitándoles a arrodillarse para adorarlo. Por eso se le representa envejecido por las mortificaciones, con hábito de franciscano y predicando con el trigrama, su atributo personal, que más tarde sería adoptado por la Orden de los Jesuitas como Jésus Hominum Salvator. San Juan de Capistrano, discípulo y auxiliar de San Bernardino de Siena, le acompañó en sus predicaciones por toda Italia y gran parte de Francia, continuando su labor apostólica por Europa central hasta su muerte en 1453 en Hungría.


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San Juan Evangelista en la isla de Patmos. Hacia 1645. Óleo sobre lienzo, 132 x 100 cm. Obra Alonso Cano. Museo de Bellas Artes de Granada.

Es considerado réplica de otros de idéntica composición, pero de mayor tamaño, como el que se conserva en el Museo de Budapest. Cano debió pintarlos hacia 1650, justo antes de volver a Granada. Representa el momento en que el evangelista Juan, que se había exiliado en la isla de Patmos donde escribe el Apocalipsis, tiene la visión que narra en el propio libro: "Una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del sol, la luna bajo los pies y en la cabeza una corona de doce estrellas. Estaba encinta y gritaba de dolor en el trance del parto, apareció otra señal en el cielo: un dragón rojo enorme, con siete cabezas y diez cuernos y siete turbantes en las cabezas. Con la cola arrastraba un tercio de los astros del cielo y los arrojaba a la tierra".

No es la primera vez que Cano aborda este tema, ya en su época sevillana, y quizá muy influido aún por su maestro Pacheco y su compañero Velázquez, realizó el retablo dedicado al evangelista en la iglesia de Santa Paula de la ciudad hispalense, ahora disperso en distintas colecciones y museos.

Debió servirse de diversos grabados para componer nuestra obra y en ella, aunque continúa respetando los preceptos iconográficos de Pacheco a la hora de representar al santo, denota la asimilación del colorido de los venecianos y la evolución de su pintura, ahora mucho más equilibrada, huyendo de las excesivas inflexiones de la luz y creando puntos de atención focal a través de la gradación del color.



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La Virgen del Lucero, c. 1646-48. Obra de Alonso Cano. Museo de Bellas Artes de Granada


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