MAZO (Juan Bautista Martínez Del Mazo)

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megaurbanismo
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MAZO (Juan Bautista Martínez Del Mazo)

Mensaje por megaurbanismo » Jue, 02 Dic 2021, 08:24

Este trabajo recopilatorio está dedicado al pintor, Juan Bautista Martínez del Mazo, conocido como Mazo, quizá algo desconocido para el gran público; es paisano mío, es un ilustre conquense del siglo XXVII. Fue discípulo destacado del genial Velázquez, se casó con una de sus hijas y le sucedió como pintor de cámara a su muerte en 1661.

Sus retratos muestran una gran influencia de Velázquez, la misma composición y técnica, algo de talento, pero sin llegar ha hacerle sombra al genio sevillano. Quizá debido al parentesco con su maestro no ha sido suficientemente valorado y reconocido. También destacó en sus trabajos como copista, reproduciendo pinturas de Veronés, Tiziano, Tintoretto y sobre todo de Rubens.


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Juan Bautista Martínez del Mazo, (Cuenca, 1605 - Madrid, 1667) es un pintor español, yerno y ayudante de Velázquez.

Fue bautizado* el 22 de mayo de 1605 en la iglesia de San Martin de Cuenca, según documentación del Archivo Diocesano de Cuenca (Parroquia de San Martín, Libro 2 de bautismos, folio 35 vuelto. Signatura: Libro P nº153).

Se sabe muy poco de la vida de este pintor hasta que en agosto de 1633 contrajo matrimonio con Francisca Velázquez y Pacheco, una de las hijas de Diego Velázquez, (1599 - 1660). Ambos, Velázquez y Martínez del Mazo, fueron compañeros del pintor, arquitecto y escultor granadino Alonso Cano y Almansa, (1601 - 1667) en el taller sevillano de su maestro Francisco Pacheco.

Su suegro Velázquez le tuvo en gran aprecio y echó siempre mano de él como su mejor ayudante. De hecho, se suelen atribuir a Mazo algunas pinturas velazqueñas que no encajan en la técnica del maestro. Velázquez ayudó mucho a del Mazo en su carrera artística dentro de la Corte española, e incluso emprendió gestiones para conseguirle algún empleo.

Martínez del Mazo fue nombrado pintor de cámara en 1661 a la muerte de su suegro Velázquez. Se creía que fue del Mazo quien a la muerte de Velázquez terminó y retocó el retrato "La infanta doña Margarita de Austria", pero las últimas investigaciones efectuadas en el Prado tienden a dar la autoría total del cuadro a Martínez del Mazo. La infanta doña Margarita, protagonista de Las Meninas, fue esposa del emperador Leopoldo I de Austria y murió muy joven.

Durante bastante tiempo las obras de Martínez del Mazo fueron atribuidas a Velázquez. La crítica moderna con las nuevas técnicas y conocimientos han podido restituir la autoría de dichas obras. Entre su mejores obras destacan la Vista de Zaragoza, la Cacería del Tabladillo y el Arco de Tito.

Su obra más sorprendente es "La familia del pintor Juan Bautista Martínez del Mazo" del Kunsthistorisches Museum de Viena, un retrato colectivo en el que se puede ver a Juan Bautista, su esposa Francisca (hija de Velázquez), los hijos de ambos y sirvientes. La ambientación del lugar y la disposición de varios elementos remiten a "Las Meninas".

Espero que la recopilación de Martínez del Mazo que he conseguido -vía Internet- sea del gusto, de los amantes al arte que frecuentan esta sección del foro de xerbar.


Algunas obras

Martínez del Mazo en el Museo del Prado

Juan Bautista Martínez del Mazo (Cuenca, 1605 - Madrid, 1667). Pintor español. Su asimilación de los modos velazqueños y la calidad que ello conlleva hace que en ocasiones sea difícil adjudicar al maestro o al discípulo la paternidad de algunas obras. Los lazos de Mazo con Velázquez se hicieron familiares en 1633, fecha en la que casó con una hija del pintor sevillano. Ésta es, sin duda, buena muestra del aprecio del maestro y de la confianza que el arte del alumno le inspiraba. Será a partir de esa fecha cuando existan noticias de Mazo, que iniciará, bajo la protección de su suegro, su propia carrera palatina. Estuvo especialmente vinculado al príncipe Baltasar Carlos -el malogrado hijo de Felipe IV fallecido a los dieciséis años-, del que fue profesor de dibujo y al que acompañó a Zaragoza -donde murió el infante en 1648-, pintando allí el último retrato que se conoce del heredero real (Prado). Fue allí donde realizó la famosa Vista de la ciudad de Zaragoza (Prado), por indicación del príncipe. Sabemos de su estancia italiana de 1657, en la que visitó Roma y Nápoles, un viaje que, sin duda, su maestro no podía dejar de recomendarle. Su trabajo en la corte le hizo dedicarse a una temática peculiar, que le distingue con respecto a otros artistas contemporáneos, mayoritariamente empleados en pinturas religiosas. Mazo, en cambio, desarrolló una vena profana singular y, en algunos casos, muy personal. Además, el Prado conserva una gran producción del Mazo copista, requerida para la decoración de los sitios reales. Conocemos sus versiones de obras de la colección real sobre los originales de Tiziano, numerosas composiciones mitológicas de Rubens y otros artistas del norte, como Snyders y, sobre todo, las numerosas piezas sobre animales de los trabajos de Paul de Vos. En sus retratos, se muestra tan cercano a la estela de Velázquez, tanto en la iconografía de los modelos oficiales como en la técnica, que ha hecho especialmente ardua a los investigadores la tarea de diferenciar la atribución de algunas obras. Pero donde Mazo se muestra verdaderamente original es en sus paisajes, un género en el que destacó entre sus colegas hispanos. Sus lienzos sobre estos temas recogen un amplio abanico de intereses, en los que tienen cabida tanto las vistas de arquitecturas clásicas que el pintor pudo conocer en Italia, como los paisajes imaginarios que contienen construcciones antiguas, poblados por pequeños personajes mitológicos. Además, también realizó vistas de ciudades de tipo más verista, como la perdida de Pamplona y la conservada de Zaragoza, o paisajes en los que recrea los jardines de varios palacios reales. Aunque, sin duda, tuvo en cuenta el clasicismo romano que tanto había arraigado en este género y que tan ampliamente estaba representado en el palacio del Buen Retiro, Mazo adoptó una actitud más libre respecto a la naturaleza, más cercana a la captación atmosférica que tan plásticamente supo plasmar su maestro Velázquez en sus recreaciones de la Villa Médicis. También se conservan obras de temática singular, como La familia del pintor (Kunst­historisches Museum, Viena), o la Cacería del tabladillo, en Aranjuez (adquirida por el Prado en 1934, aunque anteriormente, como el resto, había pertenecido a las colecciones reales), que muestra uno de los más reiterados divertimentos reales. El Museo del Prado conserva, en total, treinta y dos lienzos de Mazo, de los cuales hasta dieciocho son copias de grandes maestros, diez son vistas y paisajes y tres son retratos.

Obras

- Diana y Acteón, óleo sobre lienzo, 96 x 107 cm [P423]. Copia de Tiziano.
- Diana descubre la falta de Calixto, óleo sobre lienzo, 98 x 107 cm [P424]. Copia de Tiziano.
- La emperatriz doña Margarita de Austria, óleo sobre lienzo, 205 x 144 cm, 1666 [P888].
- Vista de la ciudad de Zaragoza, óleo sobre lienzo, 181 x 331 cm, 1647 [P889].
- La infanta doña Margarita de Austria, óleo sobre lienzo, 212 x 147 cm, h. 1660 [P1192].
- El arco de Tito, en Roma, óleo sobre lienzo, 146 x 111 cm, 1657 [P1212].
- La calle de la Reina, en Aranjuez, óleo sobre lienzo, 245 x 202 cm [P1214].
- El estanque grande del Buen Retiro, óleo sobre lienzo, 147 x 114 cm, h. 1657 (en dep. en el Museo Municipal de Madrid) [P1215].
- Jardín palatino, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm, 1657 [P1216].
- Paisaje con Mercurio y Herse, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm, 1657 [P1217].
- Edificio clásico con paisaje, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm [P1218].
- El príncipe don Baltasar Carlos, óleo sobre lienzo, 209 x 144 cm, 1645 [P1221].
- Demócrito, óleo sobre lienzo, 119 x 45 cm [P1706]. Copia de Rubens.
- Vulcano, óleo sobre lienzo, 65 x 34 cm (en dep. en el Museo de Zaragoza) [P1707]. Copia de Rubens.
- Mercurio, óleo sobre lienzo, 108 x 49 cm (en dep. en el Museo Municipal de Játiva, Valencia) [P1708].
- Hércules y la hidra de Lerna, óleo sobre lienzo, 117 x 49 cm. Copia de Rubens.[P1710].
- Apolo, vencedor de Pan, óleo sobre lienzo, 181 x 225 cm, firmado [P1712]. Copia.
- Diana cazadora, óleo sobre lienzo, 119 x 49 cm (en dep. en el Museo Municipal de Játiva, Valencia) [P1725]. Copia de Rubens.
- Pelea de perros y lobos, óleo sobre lienzo, 54 x 78 cm (en dep. en el Museo Municipal de San Telmo, San Sebastián) [P1773]. Copia de Snyders.
- Un jabalí, óleo sobre lienzo, 68 x 48,5 cm (en dep. en el Palacio de Ayete, San Sebastián) [P1873].
- El perro y la picaza, óleo sobre lienzo, 69 x 48,2 cm (en dep. en el Palacio de Ayete, San Sebastián) [P1874].
- Aves acuáticas y un lobo, óleo sobre lienzo, 68 x 218 cm [P1878]. Copia.
- Cacería del tabladillo, en Aranjuez, óleo sobre lienzo, 187 x 249 cm [P2571].
- Jabalí acosado (la caza del jabalí), óleo sobre lienzo, 86 x 151 cm (en dep. en el Ministerio de Asuntos Exteriores, Madrid) [P2948]. Copia de Snyders.
- Dido y Eneas, óleo sobre lienzo, 147 x 97 cm [P3104]. Copia de Rubens.
- Mercurio y Argos, óleo sobre lienzo, 270 x 345 cm [P3167]. Copia de Rubens.
- Zorras perseguidas por perros, óleo sobre lienzo, 95 x 80 cm (en dep. en el Ministerio de Justicia, Madrid) [P3827].
- Cacería de Diana, óleo sobre lienzo, 107 x 160 cm (en dep. en la Universidad Central de Barcelona) [P5262]. Copia de Rubens.
- El rapto de Proserpina, óleo sobre lienzo, 179 x 223 cm (en dep. en la Universidad Central de Barcelona) [P5269]. Copia de Rubens.
- Deucalión y Pirra después del diluvio, óleo sobre lienzo, 91 x 164 cm [P5272]. Copia de Jan Cossiers.
- El banquete de Tereo, óleo sobre lienzo, 90 x 170 cm [P5447]. Copia de Rubens.
- La muerte de Adonis, óleo sobre lienzo, 246 x 215 cm [P7116].



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La emperatriz doña Margarita de Austria, 1666, óleo sobre lienzo, 205 x 144 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

Margarita (1651-1673) era hija de Felipe IV y Mariana de Austria, y se casó con el emperador Leopoldo I a finales de 1666. El hecho de que la infanta Margarita vista de viuda fecha este retrato entre septiembre de 1665 -cuando murió su padre- y su boda en diciembre de 1666. Más concretamente, debe ser posterior al 8 de noviembre de 1665, cuando Carlos II recibió el toisón de oro que luce al fondo del cuadro. Esto lo convierte en una de las últimas obras de Mazo, que murió en 1667. La inscripción bajo la silla es apócrifa. Margarita aparece de frente, viste de negro, extiende su brazo derecho hacia el respaldo de un sillón tapizado de rojo, y deja caer su mano izquierda, en la que lleva unos guantes. Junto a ella, cae un cortinón rojo. Este esquema compositivo resulta muy familiar entre los retratos de reinas e infantas relacionados con Velázquez y su círculo y tiene su punto de partida en Mariana de Austria (P1191). La atribución del retrato de Margarita de Austria a Mazo se sustenta por su comparación con obras firmadas como Mariana de Austria (Londres, The National Gallery, NG 2926) o con el retrato de Baltasar Carlos (P1221), pintado en 1645, y sirve para llamar la atención tanto sobre el nivel de calidad que alcanzó el pintor como sobre la pervivencia de esquemas compositivos creados por Velázquez (Texto extractado de Portús, J.: Velázquez y la familia de Felipe IV, Museo Nacional del Prado, 2013, p. 142).


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La infanta doña Margarita de Austria, h. 1660, óleo sobre lienzo, 212 x 147 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

Margarita de Austria (1651-1673) era hija de Felipe IV y de Mariana de Austria. Cuando Mazo la retrató estaba prometida al emperador Leopoldo de Austria, con quien se casaría en 1666. En esta obra el pintor demuestra grandes deudas, desde el punto de vista de la composición y del color, con su suegro y maestro Velázquez, a quien con frecuencia se ha atribuido el retrato. El hecho de que Velázquez no se ocupara de esta obra se debe a que muy probablemente fue un cuadro encargado con posterioridad a su muerte. Aunque la relación entre la altura de la modelo y la silla del fondo podría hacer suponer que la infanta es muy joven, lo cierto es que -como se ha señalado tradicionalmente- el rostro de la niña sugiere que tiene más que los apenas nueve años que tenía cuando Velázquez murió. En abril de 1661 se cubrió el puesto de pintor de cámara, vacante desde la muerte de Velázquez. El elegido fue su yerno Juan Bautista Martínez del Mazo, que en el retrato que hizo de su familia (Viena, Kunsthistorisches Museum, GG-320), se representó trabajando en un retrato de la infanta Margarita. Su experiencia de casi tres décadas al lado de Velázquez le habían preparado para asimilar plenamente su estilo, y para continuar su senda, creando composiciones con un nivel de calidad y un atractivo que han hecho que con frecuencia hayan pasado por creaciones de su suegro (Texto extractado de Portús, J.: Velázquez y la familia de Felipe IV, Museo Nacional del Prado, 2013, pp. 136-137).


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El príncipe don Baltasar Carlos, 1645, óleo sobre lienzo, 209 x 144 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

La inscripción afirma que el príncipe Baltasar Carlos tenía dieciséis años cuando se hizo este retrato, lo que obliga a fecharlo en 1645-1646. La monarquía española atravesaba un momento muy difícil tras la crisis política, territorial y dinástica iniciada a principios de la década, con la caída de Olivares, la sublevación de Cataluña y Portugal y la muerte en 1644, de la reina Isabel de Borbón. El príncipe, inteligente y dispuesto, era la única faceta positiva de esa triste realidad. Nadie podía adivinar que éste sería su último retrato, pues murió en octubre de 1646.

Se trata de una de las obras que demuestran que la iconografía del príncipe heredero era con frecuencia similar a la del Rey, y a través de sus imágenes se trataba de subrayar la idea de continuidad. Como su padre, Baltasar Carlos fue retratado también de cazador o montando un caballo en corveta. En este caso, los puntos de referencia son los retratos que hizo Velázquez a Felipe IV (P1182) y al infante don Carlos en los años veinte (P1188). El juego de piernas es similar al que aparece en el primero y también es muy parecido el vestido y la manera en que el Toisón y la empuñadura de la espada aportan con sus brillos una nota de color sobre la superficie gris del traje. Su presencia no es anecdótica, pues el Toisón es testimonio de su linaje y la espada alude a las responsabilidades militares inherentes a su condición. Lo único que diferencia ambos retratos es la cortina que descansa sobre la silla, cuyo tono rojizo aporta una nota de color ausente en la obra de Velázquez.

Las relaciones con el retrato del infante don Carlos, su tío, se establecen a través del sombrero de ala ancha y de los guantes que ambos llevan. El infante sostiene su guante derecho con la mano desnuda, en un gesto elegantísimo, que se repite con variaciones en el retrato del sobrino. Las referencias a esas efigies anteriores son tantas que cuesta creer que no exista una voluntad explícita de emulación por parte de quien encargó el retrato o de su autor. En cuanto a éste, durante mucho tiempo se pensó que fue Velázquez, lo que es natural dada la identidad del modelo y la composición del cuadro. Así lo creía, por ejemplo, Justi, quien lo consideraba una de las pocas obras anodinas del maestro. A finales del siglo XIX, sin embargo, Armstrong y Beruete propusieron el nombre de Juan Bautista Martínez del Mazo (1605-1667), el yerno de Velázquez, que había sido profesor de dibujo del príncipe. Se trata de una atribución que se ajusta mejor a las características estilísticas del cuadro, de un dibujo más preciso y un color más sujeto y contenido que lo que es habitual en Velázquez (Texto extractado de Portús, J. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 98).


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El arco de Tito, en Roma, 1657, óleo sobre lienzo, 146 x 111 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

Una figura con la poderosísima personalidad artística de Velázquez no podía por menos que dejar una profunda huella entre los demás pintores de la corte española. Esta influencia se notó especialmente en el retrato, pero también se advierte en otros géneros. Uno de ellos es el paisaje, y como ejemplo tenemos esta obra, que durante mucho tiempo estuvo atribuida al propio pintor sevillano. Se trata de uno de los mejores paisajes realizados en España en las décadas centrales del siglo XVII, y probablemente fue pintado durante el viaje a Italia que Juan Bautista Martínez del Mazo realizó en el año 1657. De ese viaje está documentada una estancia en Nápoles, pero esta obra sugiere que, como es lógico tratándose de un artista, también se acercó a Roma. Aunque no hay evidencia documental de que se trate de un original de Mazo -y recientemente se ha puesto en relación con Benito Manuel Agüero-, su pertenencia a las colecciones reales españolas, así como sus similitudes de formato, técnica y tema con otras pinturas del mismo origen, relacionan esta obra con el paisaje cortesano de mediados del siglo XVII, mientras que su calidad y su composición hacen pensar en Mazo como el candidato más firme a su autoría. Son tantas las cosas que esta pintura tiene en común con las Vistas del jardín de la Villa Medici que pintó Velázquez (P01210 y P01211), que no podemos sino considerarla una respuesta a las mismas. Las tres obras representan paisajes ubicados en Roma, habitados por personajes de pequeña escala y presididos por un motivo arquitectónico: en el caso de las obras de Velázquez, sendas serlianas, y aquí un arco triunfal romano que a la vez es una ruina. De manera que si Velázquez introduce, a través de la luz y la atmósfera, el concepto de tiempo real, Mazo juega con la idea del tiempo histórico que todo lo consume, a lo que contribuye también la presencia del pastor en primer término tocando el caramillo. Lo que en Velázquez es una experiencia visual traducida al lienzo, en Mazo se convierte en una imagen que propicia una reflexión casi elegíaca sobre la naturaleza y el paso del tiempo, en la línea de una tradición literaria con gran raigambre en España. El Arco de Tito es fundamentalmente una ruina invadida por la vegetación y tiene como punto de referencia y contraste no la urbe espléndida sino el árbol raquítico del primer término y los Orti Farnesiani que aparecen tras él. Tres siglos y medio después de realizada esta pintura, ese valor temporal se refuerza por el hecho de que la obra nos transmite una imagen del arco que ya es imposible recuperar, pues entre los años 1818 y 1821 fue sometido a una importantísima restauración. Mazo ha sabido transmitir una visión del paisaje urbano muy personal, que supone una elaboración en clave romántica y pintoresca de las propuestas velazqueñas, y que sin duda tiene muy presentes las enseñanzas que el pintor pudo recibir de las obras de Claudio de Lorena que colgaban en el Palacio del Buen Retiro o que tuvo ocasión de contemplar en la propia Italia (Texto extractado de Portús, J.: Roma naturaleza e ideal: paisajes 1600-1650, Museo Nacional del Prado, 2011, p. 172).


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La calle de la Reina, en Aranjuez, siglo XVII, óleo sobre lienzo, 245 x 202 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

A la izquierda, el agua del Tajo y en su orilla, grupos descansando. Un guarda abre la puerta del paseo, sombreado por grandes árboles. En 1794, la obra se encontraba en la pieza de comer el príncipe, en el Palacio de Aranjuez.


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El estanque grande del Buen Retiro, h. 1657, óleo sobre lienzo, 147 x 114 cm. Museo del Prado (en dep. en el Museo Municipal de Madrid). Juan Bautista Martínez del Mazo.

En el lienzo se representa un estanque que se ha identificado habitualmente con el llamado grande de los jardines del Palacio del Buen Retiro. En primer término Mazo ha colocado balaustradas dispuestas en zig-zag y sobre ellas un pavo real como detalle anecdótico. Dichas balaustradas están rematadas por una escultura de Venus, que al decir de Trapier (1963) es copia de aquella que aparece en la Ofrenda a Venus de Tiziano (P00419), obra que sin duda el pintor tuvo que conocer. En el plano siguiente se encuentra el estanque y en él se reflejan los frondosos árboles que rodean su perímetro, además de una construcción cúbica, quizá un embarcadero, realizado en ladrillo alternado con piedra y con una cubierta de pizarra, arquitectura habitual en el Madrid del siglo XVII. Sobre las aguas hay una barca de vela en tonos marrones, que espera junto a la orilla, y un poco más cerca del espectador un caballero tiende la mano a una dama que aparece con el rostro velado. Este grupo puede evocar a algunas de las figuras presentes en la Vista de la ciudad de Zaragoza (P00889), pintada por el propio Martínez del Mazo. El último término de la composición está ocupado por el celaje de donde parte la luz difusa que, tamizada por los árboles, ilumina el lienzo.Técnicamente el pintor ha utilizado una pincelada suelta y vaporosa y una gama de color suave y poco estridente que consigue dar al paisaje sensación de tranquilidad, frescura y melancolía casi romántica. No está exento el lienzo de la influencia que en el autor causa Claudio de Lorena, cuyas pinturas realizadas para el Buen Retiro conocería Mazo. Es esta una obra de madurez que debe de ser fechada en torno a 1657, cuando el pintor realiza un viaje a Italia, donde sin duda tendría oportunidad de ver los paisajes que se hacían o que se habían realizado allí (Texto extractado de Orihuela, M.: Pintores del reinado de Felipe IV, Museo del Prado, 1994, p. 70).


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Paisaje con Mercurio y Herse, 1657, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

Este cuadro, que procede de las colecciones reales españolas, describe un episodio de las Metamorfosis (II, 708-831) de Ovidio en el que se narra cómo Mercurio (que aparece en lo alto descendiendo del cielo) se enamoró de Herse, una de las vírgenes que lleva flores al templo de Palas Atenea.

La escena, que en otros pintores propiciaría un estudio de gestos y anatomías, es utilizada por Mazo para crear un paisaje ejecutado según los parámetros habituales de su producción, donde puede integrar naturaleza, arquitectura y figuras. Estas, lejos de ser las protagonistas de la obra, se definen en función de su escala diminuta frente a la arquitectura monumental y el cielo inmenso. Pero el templo no sale mejor parado, pues la vegetación que lo invade anuncia la caducidad de sus piedras imponentes. Como en la poesía de Quevedo, el tiempo y la naturaleza son los dos fenómenos en los que se enmarca el destino humano. La obra muestra la dirección que tomó el paisaje cortesano en Madrid en las décadas centrales del siglo XVII de la mano de Juan Bautista Martínez del Mazo y de su discípulo Benito Manuel Agüero (ca.1626-después de 1670). Partiendo de la pincelada suelta y de la técnica liberal de Velázquez, y del conocimiento de los paisajes clasicistas de las colecciones reales, utilizaron el color como materia principal para construir sus composiciones, y se interesaron vivamente por los efectos atmosféricos, lo que dio lugar a obras de una brillantez cromática notable, que apenas tendrían continuidad en la pintura española, y que configuran un capítulo con personalidad propia dentro de la historia del paisaje europeo del siglo XVII (Texto extractado de Portús, J.: Roma naturaleza e ideal: paisajes 1600-1650, Museo Nacional del Prado, 2011, p. 173).


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Vista de la ciudad de Zaragoza, 1647, óleo sobre lienzo, 181 x 331 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.

La imagen está tomada desde la orilla opuesta del río que circunda Zaragoza, donde se despliegan varios grupos de personas que animan la composición. Al fondo se pueden observar los principales edificios de la ciudad y la entrada de Felipe IV en la misma.

Encargada por el príncipe Baltasar Carlos, quien indicó el punto de vista exacto que debía tener, la obra sirve al autor para recrear una magnifica vista urbana, con evidente protagonismo del río, el cielo y los grupos de personas, en una composición muy relacionada con modelos flamencos. En el cielo se representó la Virgen del Pilar sostenida por ángeles, que fue cubierta durante el siglo XIX, por estar casi borrada.


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Vista de Zaragoza, detalle

La calidad técnica de la obra y la asimilación del estilo de Velázquez, hizo pensar durante décadas que se trataba de una obra en colaboración con su suegro y maestro. A Velázquez se atribuía el primer plano con los grupos de figuras y a Mazo la descripción urbana. Actualmente se considera obra íntegramente de éste último.


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Cacería del tabladillo, en Aranjuez, hacia 1640, óleo sobre lienzo, 187 x 249 cm. En Aranjuez, al sur de Madrid, tenían lugar en el mes de mayo grandes cacerías de venados en las que participaban el rey y los nobles. Como se aprecia en este cuadro, los animales eran conducidos hacia un estrecho callejón para ser abatidos en presencia de la reina y sus damas. Más allá de describir una actividad cinegética, el cuadro puede ser visto como una importante representación de la corte española, para la cual la caza era un recordatorio de su compromiso con la defensa del reino.


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Apolo vencedor de Pan. Copia de Jordaens por Mazo, óleo sobre lienzo. 181 x 223 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Diana descubre la falta de Calisto. Copia de Tiziano por Mazo, óleo sobre lienzo, 98 x 107 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Diana y Acteón. Copia de Tiziano por Mazo, óleo sobre lienzo, 96 x 107 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Hércules matando al dragón del jardín de las Hesperídes. Copias de Rubens por Mazo. Lienzo. 65 x 155 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Hércules y la hidra. Copias de Rubens por Mazo. Lienzo. 117 x 49 cm. Museo del Prado. Madrid. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Demócrito. Copias de Rubens por Mazo, óleo sobre lienzo. 119 x 45 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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La muerte de Adonis, óleo sobre lienzo. 246 x 214 cm. Museo del Prado. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Paisaje con Mercurio y Herse, 1657, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo


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Jardín palatino, 1657, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm. Museo del Prado. Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Edificio clásico con paisaje, óleo sobre lienzo, 148 x 111 cm. Juan Bautista Martínez del Mazo.



Otra obras


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Familia del pintor. 1660-1665. Óleo sobre lienzo. Kunsthistorisches Museum. Viena. Austria. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo

El lienzo dedicado a su propia familia es el más próximo a la factura velazqueña; el formato apaisado le permite colocar en sucesión a todos los integrantes de su familia. La mujer de trenzas negras que sostiene a la niñita es la hija de Velázquez, quien aparece al fondo, de espaldas, retratando a la infanta Margarita. La vinculación del pintor y su familia con la Corte madrileña se insinúa con la colocación de un retrato de Felipe IV al fondo de la escena, en una "imitación de Las Meninas", donde aparecen los reflejos de los reyes junto a Velázquez, en un espejo al fondo. Del Mazo posee una sólida técnica pictórica combinada con habilidad compositiva, como puede apreciarse en la variación y el dinamismo con que dispone las figuras para un tema tan monótono como es el retrato colectivo. En efecto, las posturas de todos los protagonistas varían de unos a otros y se contradicen en movimiento, ofreciendo sucesivos perfiles, frentes y tres cuartos que impiden la visión unitaria del retrato. La identificación de la pintura se llevó a cabo en los últimos años del siglo XIX, asignándose la autoría definitiva de la obra a Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Las meninas, conocidas como Las Meninas de Dorset de Juan Bautista Martínez del Mazo. Óleo sobre lienzo, 142,2 x 121,9 cm, ca. 1660, Dorset-Kingston Lacy, The Bankes Collection (The National Trust)

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La copia de Las menina que Martínez del Mazo, yerno de Velázquez, hizo de la obra cumbre del genio, se ha visto salpicada por una polémica días antes de la inauguración del Museo del Prado 'Velázquez y la familia de Felipe IV'. Del 8 de octubre de 2013 al 9 de febrero de 2014.El exconservador del museo Matías Díaz Padrón presentó un estudio que considera que estas 'Meninas' son también un 'velázquez'.


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Doña Maria de Austria. 1666. Oleo sobre lienzo, 197 x 146 cm. Casa Museo del Greco. Toledo. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de la Infanta Margarita, c. 1660. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de la Infanta Margarita Teresa. Budapest Museum of Fine Arts. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de la Infanta María Teresa. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de la infanta Margarita (Copia de Velázquez), 1659. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de la infanta Margarita. 1659. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de Doña Mariana de Austria, reina de España como una mujer joven. 1667. Atribuido a Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Infante Don Baltazar Carlos. 1635. Oleo sobre lienzo. 144 x 109,3 cm. Museo de Bellas Artes de Budapest. Budapest. Hungría. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de Don Juan José de Austria. 1640-1643. Óleo sobre lienzo. 78,5 x 61 cm. Museo de Bellas Artes de Budapest. Budapest. Hungría. Autores: Juan Bautista Martínez del Mazo y Juan Carreño de Miranda


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Retrato del príncipe Baltasar Carlos en armadura. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Portrait of Maria Theresa of Austria while an infant. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Woman with a Sleeping Child, c. 1660. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Luis del Mazo. 1660. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato de don Adrián Pulido Pareja. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Retrato del bufón Antonio el Inglés. 1640-45. Posible obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Portret van een kind, vermoedelijk prins Balthasar Carlos (1629-46), zoon van de Spaanse koning Philips IV, op ongeveer driejarige leeftijd. 1650. Rijksmuseum, Amsterdam. Óleo sobre lienzo, 32 x 25 cm.. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


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Prins Balthasar Carlos (1629-46). Zoon van de Spaanse koning Philips IV op ongeveer elfjarige leeftijd. 1645. Óleo sobre lienzo, 148,5 x 112,5 cm. Rijksmuseum, Amsterdam


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Reunión de trece personajes. Obra de Juan Bautista Martínez del Mazo.


Pues esto es todo amigos, espero que esta presentación que he dedicado a Juan Bautista Martínez del Mazo, sirva para divulgar su obra y conocer la gran técnica y calidad que reunía este magnífico pintor conquense.

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